La sala de cine queda a oscuras. En los altavoces panoramizados se empieza a oír la voz casi susurrante de una mujer. Habla en élfico, aunque sobre ella se escucha superpuesta lo que imaginamos es la traducción de las palabras en ese idioma ficticio:
“El mundo ha cambiado... Lo siento en el agua… Lo siento en la tierra… Lo huelo en el aire…
Mucho se perdió entonces, pero nadie vive ahora para recordarlo…”
Así comienza la tercera y última película que he seleccionado para esta trilogía de 2001 que ha pasado de la cruenta batalla de Stalingrado en Enemigo a las puertas al entrañable París de Amelie y que concluye, para quien no lo haya adivinado todavía, con la primera parte de la trilogía de El Señor de los Anillos de Peter Jackson, que lleva por título el mismo que su original literario, La Comunidad del Anillo (The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring), estrenada en España –y en casi todo el mundo– un 19 de diciembre de hace ya una década.
Como sabrá a estas alturas cualquier aficionado al cine y a la literatura de fantasía, la exitosa trilogía del señor Jackson toma como base de partida la novela de igual nombre publicada por el escritor británico John Ronald Reuel Tolkien (o J.R.R. Tolkien) entre 1954 y 1955 en tres volúmenes que en total superan las mil páginas de extensión. La segunda y tercera parte llevan por título, respectivamente, Las dos torres y El retorno del Rey, y su influencia entre el fandom del fantástico ha sido enorme casi desde el momento en que los libros aparecieron. Era bastante obvio que, antes o después, se acabaría llevando la popular novela al cine y, de hecho, ya hubo un intento parcialmente fallido de hacerlo en formato de dibujos animados en 1978 dirigido pop Ralph Bakshi.
Para no repetirme demasiado con datos de sobra conocidos por sus seguidores, comenzaré contando mi relación personal con la obra de Tolkien en general, y lo haré sorprendiendo quizá al lector al admitir que no soy demasiado aficionado al género de fantasía leído (en ese formato prefiero el del terror). Aunque muchos amigos míos sí que eran fans del profesor Tolkien años antes y me era de sobra conocido, yo no sentía especial interés por él en mi juventud, a pesar de ser un ávido consumidor de literatura. Un buen día, calculo que a principios de los 90, recibí como regalo de cumpleaños El Hobbit, otra novela del autor publicada en 1937 que acabaría dando origen años después a su más conocida obra, de la que se puede considerar una precuela. El Hobbit me pareció un simpático librito de orientación infantil, pero suficientemente entretenida para gente más adulta. Lo leí rápidamente y me gustó, y algún tiempo después decidí darle una oportunidad a su continuación, El Señor de los Anillos (una edición en un solo tomo de Círculo de Lectores que costaba 2500 pesetas). Inicialmente me defraudó y hasta se me hizo pesada con toda aquella larga introducción sobre el tabaco de los hobbits y demás. Dos intentos separados de abordarla fracasaron cuando llevaba no pocas docenas de páginas y acabé haciendo con esta novela algo que raras veces hago con un libro: la dejé aparcada durante varios años.
Primer intento de llevar el libro al cine, Ralph Bakshi, 1978 |
En este momento voy a escribir algo que puede ser casi una blasfemia para muchos, pero tengo que decir que el libro El Señor de los Anillos no me entusiasmó: me pareció algo pomposo, innecesariamente largo y plagado de relleno: las poesías y canciones que los diversos personajes recitan y cantan cada dos por tres (que, naturalmente, pierden su sentido traducidas), pasajes y personajes incluso ridículos y un final inacabable que es casi un anticlímax, con historias complementarias que parecen estar metidas un poco con calzador. Eché de menos también una mayor descripción de los personajes principales, tanto física como psicológicamente. Aún con todo, la novela tiene muy buenos y entretenidos capítulos, sobre todo en el libro central (el viaje de los hobbits con Gollum, principalmente). Creo que Peter Jackson tuvo el grandísimo acierto de extirpar todas estas partes algo superfluas y forzadas en sus adaptaciones al celuloide, entre ellas la aparición de Tom Bombadil y el ya comentado final con la captura de Bolsón Cerrado por parte de unos malhechores. Me parece que el film transmite y describe mucho más que la novela, y eso que siempre he sostenido lo contrario: que ninguna película puede ser tan completa como un libro. En resumen: considero que la versión en celuloide de El Señor de los Anillos es al cine mucho mejor película de lo que la versión impresa lo es como novela a la literatura, y estoy seguro de que afirmando esto quizá me esté ganando la eterna animadversión de muchísimos seguidores de la obra cumbre de Tolkien.
Entre mis primeros recuerdos del film está el temprano trailer que llegó a los cines ya un año antes del estreno. Todavía no estaba del todo familiarizado con los personajes, pero fui sabiendo de los actores elegidos para ellos y en general me agradó mucho el bien escogido reparto: a algunos intérpretes los conocía ya de más o menos años y había visto películas suyas (Viggo Mortesen, Liv Tyler, el excelente Sean Bean, que siempre me ha parecido un actor desaprovechado en papeles de malo, Ian Holm, Ian McKellen, Cate Blanchett, Hugo Weaving, John Rhys-Davies…), otros me eran total o casi totalmente desconocidos (Orlando Bloom y casi todos los hobbits: Billy Boyd, Dominic Monaghan, Elijah Wood o Sean Astin, al que sólo recordaba de Los Goonies). Me ilusionó especialmente el fichaje de Christopher Lee, quizás la última gran leyenda viva del cine fantástico, cuya figura había empezado por fin a ser reivindicada desde finales de los 90 por importantes directores como Tim Burton, George Lucas, y por supuesto, Peter Jackson.
Y hablando de Peter Jackson: me produjo cierta perplejidad el conocer que el director neozelandés había sido elegido para orquestar un proyecto de tal magnitud, pues era un cineasta apenas conocido excepto por los más acérrimos al fantástico cuya carrera hasta el momento no me había parecido especialmente destacable, quizá con la excepción de Criaturas celestiales.
Compañeros de penurias |
Por suerte, además, creo que las tres películas de esta trilogía contaron también con un buen guión, idéntica dirección y destacables interpretaciones. No es de extrañar que la saga quedara bastante redonda y su calidad (y también su presupuesto, por qué negarlo) fuera reconocida cuando concluyó con nada menos que 11 Óscars en la edición de 2004 de los premios hollywoodienses (los capítulos anteriores ya habían acaparado varios más). A diez años vista, creo que mi convicción era cierta y que, con el tiempo, la trilogía de Peter Jackson se destacará en los anales del género fantástico cinematográfico, equiparada a otras grandes sagas como puedan ser Star Wars o Star Trek.
Las irresistibles orejas de Liv Tyler |
A destacar…
En esta ocasión no resumiré el argumento de la película revisada, La comunidad del anillo, porque creo que es de sobra conocido. Sí destacaré, en cambio, algunos de los aspectos, ideas y partes de la película que me hicieron fan de ella. Uno ya lo he mencionado, y son todas las localizaciones naturales que podemos ver retratadas a lo largo de la cinta, a menudo con tomas hechas desde helicópteros. Todos esos bosques, montañas y ríos que vemos en la película refuerzan su aire de cine de aventuras y ayudan a entender la grandiosidad y vastedad del mundo imaginario en el que se basan y transcurren.
Bravos guerreros |
A la altura de los demás apartados del film me parece también la partitura de Howard Shore, con muchos cortes de melancólico aire chaikovskiano como los que incluyen el principal leitmotiv de la trilogía, aquel que oímos cuando aparece el título de ésta, y varios temas vocales que normalmente me producen desasosiego o incomodidad, pero que en La Comunidad… no me saturan tanto como en otras cintas. No diré lo mismo de los típicos y esperables canciones new age que aparecen en las tres películas, por fortuna casi siempre al final, en los créditos.
"Que extraño destino tener que sufrir tanto miedo y dudas por algo tan insignificante, tan irrisorio..." |
Precisamente con respecto a ese componente siniestro y casi pavoroso, hay tres secuencias de la película que me encantan y en la que éste hace clara presencia: mi favorita es toda la de las Minas de Moria, desde que los personajes llegan a la puerta hasta que entran en ese inmenso mundo subterráneo lleno de terrores, su combate con los orcos, y la aparición del Balrog (sobrecogedor ese momento en que los orcos huyen y se ve el resplandor de las llamas de la criatura a lo lejos). Mi segunda secuencia preferida es el combate contra los terroríficos Nazgûl en la Cima de los Vientos, y la última tiene lugar al final de la cinta, cuando el grupo protagonista viaja por el río, pasa los impresionantes Argonath y se enfrenta a los bestiales Uruk-Hai. Me repito a menudo con lo mismo, pero creo que películas como esta pierden mucha de su calidad, viveza y emoción si no se ven en pantalla grande. Tengo todos los DVDs y, desde luego, no es lo mismo adentrarse en Moria en una televisión que en un cine, en donde te sumerges completamente en el lugar y la historia.
Enemigos terribles |
Ni que decir tiene que estoy deseando que se estrenen las dos partes de El hobbit –que releí el año pasado– para poder revivir y disfrutar aquellos años en que se estrenaron sus secuelas. ¡Y con Evangeline Lilly de elfa!
Estoy muy de acuerdo contigo. Prefiero la adaptación cinematográfica de la obra de Tolkien que los libros originales. Cuando leí alguna opinión que también decía esto, me sentí totalmente reflejado y veo que tú también eres de ese mismo parecer, por lo que me alegro de la coincidencia.
ResponderEliminarConfieso que nunca he conseguido acabar la trilogía de Tolkien. La he empezado varias veces y a lo máximo que he llegado es a la mitad del segundo libro pero siempre he acabado aburriéndome con las cancioncitas y las descripciones para mí algo farragosas. Eso que me interesa el universo tolkeniano, que disfruté con El Hobbit y que he sido ocasional jugador del juego de rol.
En cambio, la trilogía de Peter Jackson me parece sublime. Todo un derroche de emoción y un ejemplo de gran cine de aventuras. Mi preferida es la segunda de las películas aunque también las considero como un todo y los DVDs con las versiones extendidas me parecen un tesoro que completa la visión de esta gran obra cinematográfica.
¡Pues estamos de acuerdo en casi todo!
ResponderEliminarUf! Esa maravillosa y tenebrosa versión animada de 1978...Como busqué su continuación en el videoclub, sólo para enterarme años después que no existía...
ResponderEliminarEs curiosa que yo conociera esa película casi desde su estreno y que no la viera hasta que estaba a punto de llegar el remake de Jackson...
ResponderEliminarEnhorabuena por tan interesante post. Me ha parecido super completo y exquisitamente bien razonado.
ResponderEliminar¡Gracias!
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