Siempre he guardado un buen
recuerdo de la serie Caída y auge de Reginald Perrin, que en España se
emitió en el año 1984. Eso sí: era bien poco lo que recordaba de ella después
de tanto tiempo; tan sólo anécdotas como la tienda de cosas absurdas y la
curiosa y triste coincidencia de la muerte del actor principal, Leonard Rossiter,
precisamente cuando el espacio televisivo triunfaba en nuestras pantallas.
Originalmente, The Fall and Rise of Reginald
Perrin se estrenó en Inglaterra en 1976, contando con tres temporadas de
siete capítulos cada una que la extendieron durante los tres siguientes años.
Se trataba de una sitcom inconfundiblemente
británica en la que el ejecutivo que le daba nombre, cansado de un trabajo
monótono y rutinario, fingía su muerte y resurgía como otra persona, y estaba
basada en el libro del mismo título de David Nobbs.
La serie fue un gran éxito en su
momento, consagró a su actor principal y se
ha convertido hoy día en un clásico de la pequeña pantalla inglesa. En
1982, el reparto original se reunió de nuevo para un breve sketch navideño, y
catorce años más tarde se rodó The Legacy
of Reginald Perrin, que sólo tuvo una única temporada de siete episodios y
no consiguió ni remotamente la popularidad de su predecesora. Parecida suerte
corrieron la versión americana de la serie (Reggie,
1983) y el remake británico de 2009, Reggie
Perrin. Y es que, sin duda, Leonard Rossiter había dejado una indeleble e
inolvidable huella con su interpretación del excéntrico personaje y el público
no pareció dispuesto, en ninguna de estas ocasiones, a aceptar a otro actor en
la piel de Reginald Perrin o a asumir una secuela sin su presencia. Por su
parte, David Nobbs escribió tres continuaciones literarias de su novela más
célebre.
Hace poco se me ocurrió buscar la
serie y encontré una estupenda edición de Cameo Media en oferta y me concedí un
pequeño viaje nostálgico adquiriéndola y revisionándola después de treinta y
dos años. Ha sido curioso y entrañable redescubrir aquellas viejas series
británicas de los 70 que en otro tiempo poblaron la televisión de nuestro país,
con ese formato de vídeo que parece ya tan encantadoramente desfasado y esa
estética que hoy se antoja tan sencilla, cuando no austera.
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