A priori, La cumbre escarlata –Crimson Peak, no sé qué le pasa a la palabra
“carmesí” que parece costar tanto de traducir– tiene un montón de elementos lo
suficientemente de mi agrado como para que me apetezca su visionado, sobre todo
todas esas referencias a las películas y novelas góticas –o “románticas”, pero
cada vez que menciono este término en el blog me veo obligado a abrir un largo
paréntesis para reivindicar el verdadero origen y significado del término y ya
me cansa– con las que he crecido –la protagonista se apellida “Cushing” en un
claro homenaje al actor predilecto de un servidor y, probablemente, al de Guillermo del
Toro, artífice del film–, una ambientación que me fascina –la Inglaterra
victoriana del cambio de siglos–, dos actrices guapas y un director que, aunque
inconstante y culpable de mediocridades como Mimic, Blade II o Pacific Rim, también es autor de algunos
trabajos interesantes como Cronos, El espinazo del diablo o, sobre todo, El laberinto del fauno, y de títulos
divertidos como las dos entregas de Hellboy,
y al que, por ese batiburrillo de calidad cambiante, se le puede conceder el beneficio
de la duda, aunque sea con reticencia.
Lo cierto es que salgo del cine
con un sabor agridulce, porque si bien algunos de esos elementos han conseguido
convencerme –aunque sea a medias–, otros no lo han hecho. Me gusta la historia
en general, sobre todo en lo relativo a los hermanos interpretados por Tom Hiddleston y
Jessica
Chastain, pero encuentro que la dirección artística se desmadra en bastantes
ocasiones. Del Toro y sus colaboradores se exceden a menudo con los recargados
decorados, privan a la película de un agradecible aire de misterio o de horror
más comedido y sugerente a cambio de mostrarnos espíritus de aspecto grotesco y
redundante (cuyas apariciones siempre parece reforzar esa música que tiene
buenos momentos, pero que se desboca en otros), y se dejan llevar por cierta
grandilocuencia las más de las veces, y eso para mí estropea el resultado final
y general. Salvan la cinta algunas cosas, aunque para mí la más notable acaba
siendo Jessica Chastain, y no precisamente por sus atractivo físico, sino por
su versatilidad y solvencia como actriz –últimamente he tenido ocasión de
verla en varios de sus trabajos y me parece una mujer que saber alternar con
atino producciones y papeles de muy diferente envergadura y estilo– y por su interpretación
en la cinta, que para mí se come a la de sus compañeros Mia Wasikowska –cuyos
trabajos normalmente tampoco me disgustan– y Tom Hiddleston al que, lo siento,
pero no logro ver fuera de su personaje de Loki y aún me tiene que convencer sobre
sus habilidades como intérprete.
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