En 1985 Harrison Ford recibe
su –hasta el momento– única nominación a los Oscars por su papel de John Book
en Único testigo (Witness), que dirige el australiano Peter Weir.
Book es un policía de Filadelfia que se hace cargo del caso del asesinato de un
compañero y debe proteger a ese “único testigo” que ha presenciado el hecho, un
niño (Lukas Haas) que pertenece a la hermética secta de los amish. Cuando Book descubre que su
propio jefe está implicado en el crimen, su vida correrá grave peligro y deberá
esconderse en la colonia amish, lo
que le servirá para conocer mejor a sus integrantes y, cómo no,
enamorarse de la joven y viuda madre del muchacho (Kelly McGillis).
Hacía muchísimo tiempo
que no volvía a ver esta película de la que tenía muy buenos recuerdos ya que,
en la época en que se estrenó, yo era un incondicional de su actor principal.
Todavía sigo sintiendo un gran cariño por Harrison Ford a pesar de que su
carrera en estas tres décadas transcurridas desde el estreno del film reseñado
no ha pasado de mediocre. Es imposible no admirar a este hombre siendo un fan
de Star Wars, Indiana Jones y Blade Runner, como es mi caso. Había
muchas cosas que había olvidado de Único
testigo, como la presencia de Danny Glover, que era un actor al que por entonces no
conocía. Menos conocido aún era el mismísimo Viggo Mortensen,
quien debutó en este film y cuya aparición me llamó la atención en el último
visionado de la cinta al ser en la actualidad un intérprete muy popular.
La música principalmente
a base de sonidos sintetizados del –por otro lado– gran Maurice Jarré ha sido
una de las pocas notas negativas que le he encontrado al largometraje, ya que
no soy precisamente partidario de la electrónica en las bandas
sonoras. Por otro lado, decir que Único
testigo me descubrió también en su momento a uno de mis cantantes favoritos, Sam Cooke, cuyo
Wonderful World suena en una escena de
la cinta, aunque interpretado por otro artista.
Se ha comparado la secuencia
climática de Único testigo –y el
argumento en general– con Solo ante el
peligro, pero lo que sí que es cierto es que hay un guiño innegable al Vampyr de Dreyer en la última parte del film.
La parte que más me gusta
de la película la que transcurre en la comunidad amish, en la que el personaje de Ford debe integrarse en ella y
asimilar sus curiosas costumbres. Tanto él como Kelly McGillis (que está
magnífica en esta cinta) tienen algunas escenas espléndidas. Con sus miradas transmiten
sus sentimientos y viven su complicada relación sentimental sin la necesidad de
un contacto físico que sin duda habría estropeado la bonita historia de amor de
la cinta. Es una pena que se haya sabido tan poco de la actriz durante lo que
va prácticamente de siglo.
Por cierto, para
finalizar, decir que Único testigo
sólo recibió 2 de los 10 Oscars a los que estaba nominada (guión y montaje).
William Hurt le “quitó” la estatuilla a Harrison Ford y a mí –que era un crío entonces–
me dio mucha rabia. Hoy día tengo que admitir que el primero es probablemente
mucho mejor actor que el segundo, lo que no quiere decir que a mí me guste más.
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