Película cuyo visionado ya
decliné cuando se estrenó en los cines porque ya me temía lo que me iba a
ofrecer. La veo ahora en edición doméstica para confirmar que mi intuición fue
cierta: estamos ante uno de esos films “políticamente correctos” y fáciles de
vender sobre todo en el país por y para el que fue hecho, Estados Unidos. No sé
si los espectadores de otros lugares del mundo le pueden encontrar el mismo
interés; no es mi caso. La película comienza bastante morbosamente con una
pantalla en negro y con grabaciones (mensajes telefónicos) de víctimas de los
atentados del 11-S poco antes de morir, imagino que reales. Fue algo que tuve
que pasar rápidamente porque me pareció tan desagradable como de mal gusto. Si
la directora, Kathryn Bigelow, buscaba conmoverme
con esto, no lo consiguió. Le sigue una escena en la que torturan a un
terrorista también bastante incómoda para personas impresionables como yo (al
menos sabes que es falsa, no como el principio de la película). El resto de la
cinta nos relata la década que la protagonista, la agente de la CIA Maya
(personaje ficticio basado en varios de los investigadores que llevaron el
caso) pasa intentando dar con el paradero de Bin Laden. Es una película
principalmente “de despachos”, en la que presenciamos la larga investigación a
través del espionaje y la vigilancia más que de la acción propiamente (sólo al
final vemos el asalto a la presunta morada del líder de al-Qaeda). La sensación
que me queda al final es la de lo triste que tiene que ser la vida de una –o
varias– personas para dedicar años y años a una misión obsesiva y peligrosa
como esa, pero supongo que cada uno tenemos una manera diferente de intentar
encontrarle sentido a nuestra existencia.
Muy premiada, seguramente bien
dirigida y bien interpretada, pero ni la guapísima Jessica
Chastain consiguen captar mi interés por La
noche más oscura. Se me hace llevadera, pero la concluyo sin que
me haya conseguido impresionar al menos en un sentido positivo. Con Kathryn
Bigelow creo que me ha pasado lo mismo que con Steven Spielberg: son directores
que me resultaron interesantes en algún momento, cuando se dedicaban a hacer
películas menos comprometidas y más imparciales políticamente, pero cuyo
posicionamiento ciego en sus obras en defensa de los ideales y acciones de su país me
producen más aversión que otra cosa.
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