"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

martes, 20 de mayo de 2014

La noche más oscura

Película cuyo visionado ya decliné cuando se estrenó en los cines porque ya me temía lo que me iba a ofrecer. La veo ahora en edición doméstica para confirmar que mi intuición fue cierta: estamos ante uno de esos films “políticamente correctos” y fáciles de vender sobre todo en el país por y para el que fue hecho, Estados Unidos. No sé si los espectadores de otros lugares del mundo le pueden encontrar el mismo interés; no es mi caso. La película comienza bastante morbosamente con una pantalla en negro y con grabaciones (mensajes telefónicos) de víctimas de los atentados del 11-S poco antes de morir, imagino que reales. Fue algo que tuve que pasar rápidamente porque me pareció tan desagradable como de mal gusto. Si la directora, Kathryn Bigelow, buscaba conmoverme con esto, no lo consiguió. Le sigue una escena en la que torturan a un terrorista también bastante incómoda para personas impresionables como yo (al menos sabes que es falsa, no como el principio de la película). El resto de la cinta nos relata la década que la protagonista, la agente de la CIA Maya (personaje ficticio basado en varios de los investigadores que llevaron el caso) pasa intentando dar con el paradero de Bin Laden. Es una película principalmente “de despachos”, en la que presenciamos la larga investigación a través del espionaje y la vigilancia más que de la acción propiamente (sólo al final vemos el asalto a la presunta morada del líder de al-Qaeda). La sensación que me queda al final es la de lo triste que tiene que ser la vida de una –o varias– personas para dedicar años y años a una misión obsesiva y peligrosa como esa, pero supongo que cada uno tenemos una manera diferente de intentar encontrarle sentido a nuestra existencia.

Muy premiada, seguramente bien dirigida y bien interpretada, pero ni la guapísima Jessica Chastain consiguen captar mi interés por La noche más oscura. Se me hace llevadera, pero la concluyo sin que me haya conseguido impresionar al menos en un sentido positivo. Con Kathryn Bigelow creo que me ha pasado lo mismo que con Steven Spielberg: son directores que me resultaron interesantes en algún momento, cuando se dedicaban a hacer películas menos comprometidas y más imparciales políticamente, pero cuyo posicionamiento ciego en sus obras en defensa de los ideales y acciones de su país me producen más aversión que otra cosa.

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