Aunque con altibajos, uno de los
meses más destacables de 2017 a nivel de visionados cinematográficos,
sencillamente porque ha contado con la que es de momento mi película favorita
del año junto a –y posiblemente por encima de– La ciudad de las estrellas: me estoy refiriendo a Blade Runner 2049 de Denis Villeneuve,
que volví a repetir seis días después de acudir al estreno. Que una película me
cautive o me interese tanto como para repetirla tan seguida (aunque la segunda vez fue gratis) creo que ya lo dice
todo, aunque detallé un poco más mi opinión sobre ella en la reseña
que hice el mes pasado. Pese a lo que pueda parecer, conste que no siento
especial simpatía por Ryan Gosling, a pesar de que haya protagonizado mis dos
cintas preferidas de año.
El resto de películas de octubre
son variopintas tanto en calidad como en género o temática: Darren Aronofsky me
sigue pareciendo, sin duda, un director diferente e interesante, y su última y
controvertida obra, Madre!,
me resulta lo suficientemente interesante durante buena parte de su metraje. Creo
que, de haberse comedido su autor y no haber ofrecido el truculento y desbocado
final, la película hubiese sido mucho más redonda y destacable.
Lo más flojo del mes llega con El muñeco de nieve de Tomas Alfredson, thriller cliché repetitivo y anodino que
no logra salvar ni su atractivo reparto. Thor: Ragnarok,
dirigida por Taika Waititi entretiene, pero resulta una fruslería millonaria
tan espectacular a nivel visual como vacía de contenido o de carga dramática.
La trilogía del superhéroe nunca me ha parecido muy buena, pero en sus inicios
prometía algo más. Por desgracia, parece que Marvel está cada vez más decidida
a embadurnar de humor pueril sus adaptaciones de cómics, y al tomar esa
decisión corren el riesgo de perderme como futuro espectador, pues precisamente
lo que busco son películas más serias sobre este subgénero, algo que la
productora sólo ha logrado con la saga del Capitán América. También acepto que,
seguramente, este tipo de productos están destinados a un público más joven.
Octubre termina con La cordillera. Desde hace algún tiempo
sigo la trayectoria de Ricardo Darín, un actor que me parece admirable y que
tiene algunas joyas en su filmografía, pero los dos largometrajes suyos que he
visto este año (el otro fue Nieve negra)
no me han parecido precisamente destacabales. En concreto, esta última película
de Santiago Mitre me resulta aburrida, algo pretenciosa y mal estructurada (o
estructurada de una manera muy rara), y en general decepcionante.
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