Sophia Loren es sin duda uno de los últimos grandes mitos femeninos del cine que nos quedan y, es curioso, aunque nunca la he considerado entre mis principales actrices favoritas, repasando su filmografía me doy cuenta de que sí está en muchas de mis películas predilectas, razón por la cual voy a tener que considerar situarla en un lugar más destacable en mi panteón particular.
Nacida Sofia Villani Scicolone en Roma, Italia, tal día como hoy de 1934, contaba que de pequeña era un patito feo y delgaducho al que apodaban “palillo”. La pubertad, sin duda, debió de cambiarla bastante, pues para entonces ya estaba presentándose a concursos de belleza y trabajando como modelo. Su futuro marido, el productor Carlo Ponti, fue quien la descubrió y la inició en el cine. Comenzó, naturalmente, en películas italianas en los primeros 50, pero no tardó en dar el salto a Hollywood y en convertirse en una de las grandes estrellas cinematográficas de todos los tiempos. Alterna desde entonces sus trabajos entre Europa y Norteamérica, y sigue activa a día de hoy (el año pasado la pudimos ver en Nine, y este mismo ha intervenido en el telefilm La mia casa è piena di specchi).
La verdad es que me quedan bastantes de sus casi cien trabajos por ver, incluido el que le dio su único Óscar, Dos mujeres (Vittorio de Sica, 1960) –una película cuyo visionado he pospuesto varias veces porque su temática me parece desagradable–. Entre los largometrajes de ella que he visto, me quedo sobre todo con algunas de sus películas históricas: Orgullo y pasión (Stanley Kramer, 1957), rodada en nuestro país y ambientada en la Guerra de la Independencia , El Cid (1961), donde hace de una bellísima Jimena, y La caída del Imperio Romano (1964), junto a mi admirado Stephen Boyd (ambas realizadas por Anthony Mann también en suelo español), así como con el thriller hitchcockiano Arabesco (Stanley Donen, 1966) y, por supuesto, con la última comedia del maestro Chaplin, La condesa de Hong Kong (1967). Una curiosidad: se interpretó a sí misma y a su propia madre en el telefilm biográfico que adaptaba su libro Sophia Loren: Her Own Story, mientras que su paisana Sonia Aquino la encarnó en la película sobre la vida de Peter Sellers Llámame Peter (2004).
He visto unas cuantas películas de Sophia Loren, no tantas como quisiera. Es una actriz que siempre me gustó, por esos personajes de carácter que interpretó y por su belleza. Casi todas esas películas las vi en televisión y dobladas, luego es cuando he recuperado su voz original y ya no he vuelto a acercarme ni de lejos a los doblajes.
ResponderEliminarSu voz italiana, con ese acento tan fuerte y dulce a la vez, es muy importante en su interpretación. En España tuvo un montón de voces, ya que de su doblaje se ocuparon varias dobladoras.
Mirando la base de datos del doblaje (eldoblaje.com) veo que hasta le puso voz Elsa Fabregas, voz habitual en España de Katherine Hepburn, Anne Bancroft o Doris Day y otras muchas. Bueno, Fabregas también es la voz de Ingrid Bergman en "Casablanca", era una mujer pluriempleada y valía para todo, jejeje.
Para mí, la voz de Sophia Loren va unida indisolublemente a sus películas, es parte de su belleza. Creo que es una de las grandes actrices europeas de todos los tiempos.
Jo, me han dado ganas de volver a ver alguna de sus pelis cómo "Pan, amor y...", "Los girasoles" o "La ladrona, su padre y el taxista" (titulo horrendo en español, por cierto).
¡Los sufridos dobladores! Loable trabajo el que hacen, y sin embargo despreciado por muchos...
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