"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

jueves, 9 de septiembre de 2010

Alien contra Depredador: sobre políticos, crisis y "democracia"

Voluntariamente tiendo a evitar el politiqueo directo en este blog, pero no siempre puedo callarme las muchas cosas que me indignan día tras día, y nadie, ni siquiera los que dicen ser “apolíticos”, puede tener una postura absolutamente pasiva y una actitud imperturbable ante la sociedad y la vida, porque eso sería ser una especie de vegetal sin conciencia ni sentimientos, y tener una opinión política es simplemente eso: que las cosas que acaecen a tu alrededor te parezcan bien, mal o regular. Otra cuestión ya diferente es mantenerse a distancia de lo que comúnmente conocemos como “la política”, ese juego que tienen tan bien montado cuatro listillos tan engreídos y egocéntricos que se creen dignos, adecuados y preparados para dirigir una ciudad, una provincia o incluso un país y para tomar decisiones por todos sus habitantes; individuos que normalmente se agrupan en organizaciones que se suelen conocer por dos, tres, cuatro o más siglas, una de las cuales es con frecuencia una “P”.

Últimamente oigo a menudo un comentario que se repite mucho en las conversaciones, y la verdad es que me asombra la simpleza de alguna gente, o quizás se deba a lo engañados que nos tienen: se trata de esa asociación que hacen muchos ciudadanos entre malos momentos de una nación, problemas, sucesos socialmente nefastos, etc y el gobierno que rige el país cuando ocurren, o incluso su cabeza visible y principal representante, la persona que ostenta el presuntuoso cargo de presidente de la nación. Por ejemplo, a pocos días de las penúltimas elecciones en 2004 sucedió la tragedia del 11-M, y la mayoría de españoles decidió entonces no votar al partido al que se auguraba como claro vencedor en las urnas para otorgar su confianza a otro. Ahora mismo sufrimos una crisis económica –que, en realidad, se originó muchos años atrás– y todo el mundo la achaca a la desacertada labor de los dirigentes actuales.

A este respecto no puedo evitar recurrir a mi gran afición al 7º Arte para valerme del eslogan y el póster de una película reciente aunque no muy buena– que me parecen irónica y tristemente perfectos para esquematizar y resumir mi opinión y postura ante estas circunstancias y ante estos “nuestros” dirigentes: se trata de Alien vs. Predator, y dicho lema era tan sencillo y complejo como este: “Gane quien gane, nosotros perdemos”. Para más inri, ver a dos criaturas alienígenas despiadadas, sangrientas y terroríficas en la imagen incrementa más para mí la similitud que me he empeñado en encontrar entre el pasquín de esta película de Paul W. S. Anderson y el concepto que tengo de los políticos que llevan gobernando la España de las últimas décadas. Atención a esta última palabra, “décadas”, pues creo que problemas y traumas de la sociedad española como la actual “crisis económica” no se generan de la noche a la mañana por una mala gestión de pocos años. Para mí este desastre laboral y económico que vivimos tiene su germen en los últimos 80, y va creciendo y ganando tamaño, como el alien introducido en el pecho de los colonos, durante los últimos veinte años, cuando cada vez más descaradamente se va permitiendo a todo tipo de especuladores (empresariales, políticos y comerciales) que campen a sus anchas por nuestro país, que hagan de España el “coto de caza” para estos “predators”.

Otra cosa que también me hace cierta “gracia” es la arbitrariedad con que se tratan y entienden esos conceptos tan fantasmales que son “el gobierno” y “el pueblo”. Los ciudadanos de a pie utilizamos el primero para tener un culpable claro de todas nuestras desgracias y avatares, no siendo conscientes de que, a menudos, somos nosotros los causantes de estos, primero por haber elegido a ese “gobierno” claramente incompetente, y segundo por haberle seguido el juego y por haber contribuido a muchos desastres como la propia crisis económica al fomentar y reforzar la ideología y la dirección que nos han llevado a desembocar en ella. El concepto “pueblo”, por otro lado, parece que lo utiliza el “gobierno” para querer convencernos de nuestro valor e importancia, para hacernos pensar que realmente manejamos el país al decidir en elecciones quiénes nos van a gobernar, concepto totalmente hipócrita que nos quieren vender como “democracia”, cuando no es más que una farsa bien montada por los políticos para poder seguir viviendo de su cuento y de sus mentiras. Corregidme si me equivoco: no estoy muy ducho en griego ni en filosofía, pero creo que este término se traduce literalmente por “gobierno del pueblo” y, hasta el momento, no conozco ningún pueblo que se autogestione, todo lo más nos dejan elegir a los aprovechados que nos van a dirigir. La democracia no es sino otra utopía más tan deseable y tan inalcanzable por el momento como el anarquismo, el comunismo o el socialismo, doctrinas que abogan por la igualdad de clases y por un gobierno verdaderamente popular que nunca se han podido llevar verdaderamente a la práctica. A falta de un término concreto para el gobierno de los listos y de los aprovechados, yo me permito sugerir el concepto de “oligarquía” como posible opción para catalogar el orden con que se nos rige en la actualidad.

Y, ya que he dado rienda suelta a mi indignación, voy a llevar mi osadía un paso más allá valiéndome de nuevo del cine y trayendo a colación el eslogan del cartel de otro largometraje para proponer una última reflexión. Se trata del de V, de vendetta, una película que me gusta bastante más que la otra visitada, dirigida en 2006 por James McTeigue y en cuyo cartel podemos leer: “El pueblo no debería temer a sus gobiernos. Los gobiernos deberían temer a su pueblo”. ¿Por qué, entonces, nos dejamos manipular como lo hacemos? ¿Por qué permitimos que se aprovechen de nosotros como lo hacen? El film protagonizado por Hugo Weaving y Natalie Portman tiene un final utópico y precioso: alentados por el revolucionario enmascarado conocido como “V”, los ciudadanos de Londres se lanzan a las calles y plantan cara de manera pacífica al mismísimo ejército, que se rinde ante el gentío sin disparar una sola bala. Por desgracia, es sólo cine, fantasía: cosas parecidas no pasarán en la realidad aunque nos ahoguen con impuestos, nos dejen sin trabajo y nos hagan la vida imposible. La gente no se dignará ni a ir a una manifestación, pudiendo quedarse en casa viendo el fútbol o la crónica rosa… Los gobiernos de los últimos años han conseguido domarnos, y además lo han hecho comprándonos con electrodomésticos y otras comodidades, erradicando la conciencia de clase y vendiéndonos el estúpido bulo de que todos somos de “clase media”. Por favor… Seguiremos tragando todo lo que ellos quieran, pagando sus errores y compensando sus desatinos con nuestro sufrimiento.

Amigos: creo que me he explayado a gusto. Era algo que tenía que soltar porque cada día oigo más y más tonterías sobre la crisis y este y el otro gobierno. Si en las próximas semanas veis que no subo nuevas entradas, quizá tengáis que acercaros al gulag más próximo y preguntar por mí…

3 comentarios:

  1. Muy bien!!!, te aplaudo con fuerza!!!
    Me ha gustado la concepción de la democracia como utopía.
    Saludos,
    Ringo dixit

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  2. Quedarse a gusto esta muy bien! Hazlo tantas veces lo estimes necesario,
    Teneis razon: No vivimos en una democracia, es algo que se aproxima, pero no tanto como quisieramos.
    Saludos

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