No tengo reparos en admitir que, al contrario de lo que parece estar de moda entre cinéfilos, siempre he sido más admirador del cine norteamericano que del europeo, sobre todo si hablamos de cine clásico. También es cierto que la mayoría de grandes películas clásicas de Hollywood están interpretadas, escritas y dirigidas por europeos: quizá esa asociación del capital estadounidense y del talento del Viejo Continente es lo que les da esa genialidad y las hace tan especiales…
He de hacer notar, además, que me resulta más difícil ver en las salas de mi localidad cine de los países vecinos al nuestro –e incluso españolas– simplemente porque no lo traen (conste que el último estreno que he visto ha sido Lope, siempre hay excepciones). Como no vivo en una capital con gran oferta cinematográfica y cada vez soy más sedentario y menos dado a los viajes, muchas veces tengo que relegar el visionado de estas películas directamente a su edición en DVD, formato en el que suelo saldar parte de mi deuda con el cine que descuido en la pantalla grande.
No mentiré pues diciendo que era un gran admirador de Claude Chabrol: ni siquiera supe de su muerte a los 80 años hasta ayer (gracias, Ethan), tres días después del suceso, y he visto muy pocas películas suyas. No obstante, sí que es un director al que conozco desde hace muchos años y, por supuesto, soy consciente de su admirable trayectoria y de su trascendencia en el cine, es por ello que me creo obligado a cuanto menos dar cuenta de su pérdida en el blog. Esto me da además la excusa perfecta para pagar una deuda pendiente con Eric Rohmer, otro legendario cineasta galo que nos dejó el 11 de enero con casi 90 años, suceso del que también me enteré algunos días después y no di forma de entrada por la vergüenza del despiste y porque, como con Chabrol, tampoco he sido especialmente seguidor de su obra.
No dejo de reconocer que ambos han sido, aún con mi relativo desinterés por sus respectivas carreras, dos grandes pilares del cine francés y una gran pérdida para el 7º Arte acaecida en tan sólo ocho meses. Que descansen en paz, y mis disculpas por no haberles prestado mayor atención. Afortunadamente, es una falta que puedo reparar, pues su legado, por suerte, lo tendremos conservado para siempre.
De Eric Rohmer me considero un total seguidor, he visto sus películas, muchas en la sala de cine, y las he revisitado en DVDs o en pases televisivos, así como he cubierto de esta manera todas las de su filmografía que no pude ver cuando se estrenaron.
ResponderEliminarHace unos años me pegué un empacho del cine de Rohmer y practicamente me la vi todas, leí libros sobre el cineasta y hasta los cuentos morales que escribió y llevó al cine. Me gusta la obra de Rohmer y ando atento a cuando una película me recuerda a su manera de entender el cine, agradezco cuando una uena película tiene en mi opinión una mirada "rohmeriana".
Su fallecimiento me entristeció, además lo viví con la casualidad de encontrarme en una librería curioseando en la sección de cine (lo dijeron por la radio que el dueño tenía puesta) y acabé buscando libros sobre el cineasta como una manera de homenajearle en ese momento.
Chabrol es un director al que también he seguido, pero de una manera más intermitente y menos apasionada, por lo que todavía hay muchas de sus películas que no conozco. Espero poder subsanar mi ignorancia de todas esas películas que aún no he podido ver.
Parece que siempre hay una disyuntiva entre el cine norteamericano y el europeo o de otras nacionalidades. Me gusta el cine clásico norteamericano, no lo niego, pero siempre he intentado buscar otras formas de entender el cine, fuera de los estudios de Hollywood y escapando del estrellato norteamericano en cuanto a los actores y actrices. A mí me gustan más agrupar películas por los directores, los que a partir de la nouvelle vague francesa, de la que Rohmer y Chabrol fueron partícipes, empezaron a ser llamados autores.
Y sin embargo, yo creo que esa "disyuntiva" es más una cuestión postural que otra cosa. Insisto en que yo considero "europeo" mucho del cine clásico hollywoodiense. Mis directores favoritos, Hitchcock y Chaplin, eran británicos; mis actrices favoritas, británica(Audrey Hepburn) y sueca (Ingrid Bergman). Como digo en la entrada, creo que el matrimonio entre el talento europeo y el capital norteamericano fue una unión afortunada. Por otro lado, creo que a los dos directores que he citado tienen la suficiente personalidad y sello propio para poder ser considerados "autores", nada que ver con los directores americanos "alquilados" de hoy día. Al final, el cine es el cine, y lo importante es disfrutarlo; hay buenas y malas películas en todos los países, y la suerte es que podemos elegir lo que nos interesa de cada sitio, no hay porque ser "de un bando".
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