En la segunda parte de mi artículo Los cines de mi vida utilizaba de manera totalmente intencionada cierto adjetivo para referirme a los complejos cinematográficos que han infestado los alrededores de la capital valenciana en los últimos años: “monstruosos”. “Monstruosos” por lo desmesurado de sus dimensiones, por lo frío y deshumanizado de sus salas y porque, como dichos seres terroríficos, han devorado a sus hermanos más pequeños sin piedad ni remordimiento y han destrozado una tradición y una forma de vida de muchos años. A esa larga lista de víctimas comerciales y culturales que repasábamos en mi homenaje anterior hemos de añadir ahora con gran tristeza una de las salas más originales y auténticas de Valencia: los Cines Albatros. Hoy domingo 16 de mayo proyectarán por última vez tras casi 25 años, para después bajar sus persianas presumiblemente para siempre, dejando a sus mini-salas hermanas, los Babel, como último reducto del cine alternativo y en versión original hasta que puedan aguantar (auguramos que no será mucho, mal que nos pueda pesar).
En muchos artículos añado algún párrafo que empieza con “Mi primer recuerdo de…”, y en este no va a ser menos: Mi primer recuerdo de los Albatros procede de los años de su inauguración, 1985 u 86, y se ubica en el momento en que regresaba de Valencia a mi pueblo en el autobús y, a la salida de la ciudad, descubrí una fachada con tres persianas en la que ponía el nombre del cine y los números 1, 2 y 3. Al principio no tenía claro de qué se trataba, pero pronto supe que eran unas salas cinematográficas, y que su entrada estaba en el extremo opuesto a la parte que yo veía desde la carretera.
La época en que frecuenté más los Albatros fue durante mis breve etapa universitaria (últimos ochenta/primeros noventa), ya que los tenía al lado de la facultad, me quedaba a comer con algún compañero al acabar las clases, y hacíamos tiempo hasta la primera sesión para ver alguna película. El primer largometraje que recuerdo haber visto allí fue Mystery Train de Jim Jarmusch, de 1989. Otros títulos que disfruté en estos cines fueron Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988), Orlando (Sally Potter, 1992) y la reposición de Charada (1963) de Stanley Donen, todo un lujazo poder ver a Audrey Hepburn en la pantalla grande de nuevo. Curiosamente, la última película que vi en los Albatros fue también de Jim Jarmusch: Noche en la Tierra, estrenada en 1991 (aunque a nuestro país no llegó hasta el año siguiente). Aquella fue la única ocasión en la que estuve en la cuarta sala que posteriormente se abrió en el local, y tengo que decir que me pareció decepcionantemente pequeña y no fue de mi agrado un recinto de tan limitadas dimensiones. Por aquella época era algo bastante novedoso, ya que todavía sobrevivían muchos de los cines clásicos fundados en décadas anteriores, cuando todavía se podía esperar una importante afluencia de público en ellos. Podrá parece una contradicción con la crítica inicial a los complejos cinematográficos actuales, pero en realidad no lo es: pienso que hay un término medio entre una pantalla que es poco más grande que mi televisión y algo desmesurado que incluso sobrepasa la amplitud de la mirada humana.
Con el tiempo me volví bastante sedentario, dejé de ir seguido por Valencia, le cogí cierta aversión a conducir y hasta (¡oh, blasfemia!) se me atragantaron un poco las películas subtituladas, así que no puedo decir que personalmente prestara un gran apoyo a este negocio que ahora termina su aventura empresarial, pero no por ello dejo de sentirme apenado por su cierre. No es sino otro golpe mortal al Cine y a las salas de exhibición de esta forma artística, y un claro signo de lo que está por venir en los años futuros: la muerte definitiva de todos los locales de cine, incluidos los “grandes”.
Es la ley de la selva, el grande se come al chico... Y aquí no iba a ser de otro modo. Después de muchas conversaciones sobre como hacer sobrevivir a un cine está claro que no siempre se puede llegar, a pesar de que considero que la pareja Albatros-Babel han llevado una larga lucha para conseguirlo. Yo conozco estos cines desde mediados de los noventa y nunca han tenido una gran afluencia de espectadores y es de agradecer que hayan aguantado tanto. En todas las sesiones a las que he asistido nunca ha habido más de una docena de personas y eso empresarialmente no se puede resistir durante mucho tiempo y ellos lo han hecho durante más de una década.
ResponderEliminarEn el terreno sentimental he de mencionar la ocasión en que ví Amelie (Jean-Pierre Jeunet, 2001) a la una de la madrugada de un viernes un año después de su estreno, porque Albatros la mantuvo en cartel más de 50 semanas... ¡un año en cartel! Yo ya la había visto en cine e incluso la tenía en DVD, pero volver y verla en VOS en pantalla grande (aunque no muy grande porque fue en la sala de la que hablas) fue fantástico e inolvidable.
Siento una gran pena porque hayan cerrado los Albatros de Valencia. Ya sabes que vivo en Madrid y me he enterado del cierre por tu blog.
ResponderEliminarCada vez va a ser más difícil ir al cine, las salas desaparecen y las que ofrecen un cine alternativo a los estrenos comerciales, son las que peor lo tienen. Está claro que si no había suficiente afluencia de público, sería inviable su mantenimiento y los dueños no han tenido otra alternativa que el cierre.
Siempre creo que todos tenemos un poco de culpa. Por haber ido menos, por hacernos más cómodos y ver más películas en casa, por no promocionarse el cine en la sala de cine, por los que creen que el cine no es cultura y solamente negocio o un entretenimento sin más. Una lástima que otra sala se cierre y sobre todo, en mi caso, un gran pesar que se cierre una ventana al cine en VOS como eran los Albatros de Valencia.
Desde luego, como yo ya comento, llevaba años sin ir a los Albatros. Salgo poco de la ciudad, pero sí que intento al menos apoyar los cines locales visitándolos todas las semanas. Tengo muy claro que no es lo mismo el cine que ver películas en la televisión o el monitor del ordenador.
ResponderEliminarHe encontrado en otro blog una entrada sobre el cierre de los Albatros. Te copio el enlace por si quieres leerla (allí también he puesto el enlace a tu blog):
ResponderEliminarhttp://leolo-eloy.blogspot.com/2010/05/cuando-los-albatros-se-extinguen.html
Ok, muchas gracias...
ResponderEliminarQue pena, a mi tambien me puso muy triste que cerraran,cuantas tardes de cine con los compis de la facultad...Ademas por relaciones familiares conocí a la hija de uno de los dueños y fui de los primeros en enterarme del cierre. estuvieron aguantando un montón de tiempo a pesar de que perdían dinero,hasta que la situación fue insostenible. Guardo con especial cariño el recuerdo de una tarde, pocas semanas antes del cierre cuando nuestra amiga nos enseño la cabina de proyección y pudimos ver la magia del cine desde dentro.
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