"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 9 de agosto de 2010

Estirón de orejas a Audrey Tautou

Bueno, para que veáis que no sólo me fijo en actrices octogenarias de tiempos pasados y quitarnos un poco el disgusto del fallecimiento de Patricia Neal, voy a cambiar de tercio y felicitar a una artista joven, guapa y de moda que alcanza hoy su trigésimo cuarto cumpleaños: Audrey Justine Tautou (nacida en Beaumont, Puy-de-Dôme, Francia) es quizá la única actriz-fetiche que tengo en la actualidad después de mi adorada Natalie Portman, y por lo tanto la única tras ésta cuya filmografía intento seguir fielmente.

Creo que, como casi todo el mundo, a Audrey la descubrí en Amelie (dirigida por Jean Pierre Jeunet en 2001), y el flechazo fue instantáneo. Su álter ego en el film era un sueño absoluto y, de hecho, hasta el momento es para mí su mejor película y creo que ninguna anterior ni posterior de las que ha rodado ha logrado igualarla. Aún así, como ya he dicho, he intentado ver casi todos sus trabajos, entre ellos la interesante Negocios ocultos (2002), Sólo te tengo a ti (2002), irregular pero curiosa por el contraste entre su personaje en esta cinta y el que la hizo internacionalmente famosa, la entretenida pero repetitiva Largo domingo de noviazgo (2004), básicamente un remedo de Amelie que la reunía con el mismo director, El código Da Vinci (2006), su única incursión hollywoodiense hasta el momento de la que ella es sin duda lo mejor, la agridulce pero divertida Un engaño de lujo (2006), o la sencilla Juntos, nada más (2007). Su biopic sobre Coco Chanel el año pasado ha sido mi último encuentro con esta deliciosa francesa y he de admitir con tristeza que me pareció una película aburrida y con poco sentido. Aún así, no he perdido la fe en la señorita Tautou y espero ansioso sus nuevos largometrajes.

Se la compara a menudo con mi actriz favorita de todos los tiempos, Audrey Hepburn y, aunque comparte con ella el nombre, una belleza especial y ciertas características físicas (incluida una extremada delgadez, algo que no me parece precisamente loable), ni qué decir tiene que para mí la protagonista de Vacaciones en Roma es única e incomparable. Esto no quita que su moderna tocaya, aun de figura bajita y menuda, sea también una mujer con una clase y un encanto destacables que se adivinan forjados por algo más que la simple hermosura física. Que fácil sería perderse en esos enormes ojos tan, tan negros...

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