"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 16 de agosto de 2010

Elvis, ese desconocido

Hoy 16 de agosto, la mansión Graceland en Memphis, Tennessee, EE.UU. se llenará de fieles seguidores que veneran a Elvis Presley con una devoción casi religiosa para conmemorar su triste fallecimiento en esta misma fecha hace ya treinta y tres años. Por el contrario, su entidad artística y su legado musical seguirán prácticamente ignorados, desconocidos o incluso denostados por otro medio mundo.

Y es que da la impresión de que con Elvis no hay término medio: mientras unas personas lo adoran ciegamente hasta situarlo en las esferas de la divinidad, hay gente que se obceca a toda costa en descalificarlo y desmitificarlo con idéntica ceguera simplemente porque sí. Es curioso: nadie, sea fan o no de ellos, pone en duda la valía artística y la trascendencia musical de gente como, pongamos por caso, Freddy Mercury o Michael Jackson (yo tampoco), pero contra Elvis Presley sus detractores se empeñan obstinados en esgrimir una serie de argumentos muchas veces poco estudiados y con escaso fundamento.

En países como el nuestro, la causa del desinterés que hay por la figura del cantante de Mississippi me parece que tienen una explicación clara que nos obliga a remitirnos a cuestiones históricas, sociales y políticas de la España de hace unas décadas: Elvis pasó prácticamente ignorado en la piel de toro durante su época de mayor esplendor, al igual que la mayoría de los pioneros de la música rock de los 50. Simplemente, la España de entonces, que todavía arrastraba el enorme retraso cultural que habían causado los tres aciagos años de guerra civil, no estaba preparada para este estilo musical. (El primer éxito de Presley aquí fue It´s Now or Never en 1960, cuando el cantante ya llevaba seis años triunfando y, dato a considerar: cuando comenzó su época más pop y “formal”)

No fue prácticamente hasta la irrupción de los Beatles en 1962 que el mercado discográfico nacional comenzó a abrirse a estilos más modernos que las coplas y boleros habituales aquí hasta entonces. A partir del triunfo internacional de los de Liverpool, los discos de rock y pop empezaron a entrar España con más frecuencia, aunque tampoco de una manera escandalosa. Por desgracia, toda la historia del rock anterior ya había pasado prácticamente desapercibida y, aunque se recuperaron algunos trabajos de los primeros rockers (más habitualmente a través de versiones en castellano hechas por grupos como los Teen Tops y los Llopis), el mal ya estaba hecho, y algo que he comprobado hablando con mucha gente que era joven en la España de los 60, es que consideran que la música rock nació en ella, y prácticamente con el grupo de Lennon y McCartney. Habrían de pasar más veinte años para que los 80 trajeran el revival por el rock añejo de tres décadas atrás y por fin empezaran a tener una modesta cantidad de adeptos aquí artistas como Carl Perkins, Chuck Berry, Eddie Cochran, Gene Vincent o Buddy Holly. Aún así, ni entonces ni ahora han podido competir con grupos y cantantes que ya se consolidaron en España en su momento correspondiente, a la cabeza de ellos, por supuesto, los Beatles y los Rolling Stones.

Personalmente a mí me ha fascinado la leyenda de Elvis Presley desde que empecé a interesarme por él en mi adolescencia, con todos sus pros y sus contras, con lo bueno y con lo malo, con sus grandes canciones y con el mucho material olvidable que grabó. Me resulta apasionante la historia de un muchacho humilde y tímido que amaba la música y que acabó erigiéndose en paradigma del american dream, consiguiendo salir de la pobreza y convirtiéndose en multimillonario, incluso aunque esa nueva condición económica y su fama acabaran transformándole en poco menos que un monstruo desquiciado y drogadicto con los años. Me encantan sus primeras actuaciones en los siempre evocadores años 50, cuando este joven cambió la música. Porque eso es lo que hizo, y lo razonaré unos párrafos más abajo. Alguien de la talla del compositor Leonard Berstein dijo de él que fue “la mayor fuerza cultural del siglo XX”, mientras que John Lennon diría que “antes de Elvis no había nada”, aserción un tanto exagerada pero que tiene su sentido si aceptamos lo que expongo en el siguiente epígrafe.

Mi forma de conmemorar este aniversario de su muerte va a ser, intentando mantenerme en la postura más objetiva que me sea posible, rebatir algunos de los “argumentos” habituales con que se ataca a Elvis desdeñosa y hasta míseramente con tal de no admitir su estatus que a estas alturas es ya de leyenda y de icono cultural.

Elvis no inventó el rock and roll
Por supuesto que no. Ningún movimiento artístico aparece de la noche a la mañana ni suele ser creado por una sola persona. Sí que es cierto, sin embargo, que hay “portavoces” o claros representantes de estas corrientes artísticas, y en el caso de la música rock, Elvis fue la persona que la descubrió a la gran mayoría del mundo. Él mismo dijo que había tenido suerte por estar en el momento y el lugar adecuados, y así fue: el rock and roll se había empezado a gestar ya en los años 40 sobre todo por medio de artistas negros de rhythm & blues, pero el racismo imperante en la Norteamérica de la época había hecho que esta música no pudiera salir de los limitados circuitos musicales y discográficos en los que se estaba desarrollando.

Como comenté en mi artículo “Memphis, Tennessee, tal día como hoy de 1954”, el visionario productor Sam Phillips tenía clara la viabilidad artística y comercial de este estilo todavía un tanto bastardo, pero igualmente era consciente de que una persona de raza negra de ninguna manera lograría abrirse paso en las listas y mercados discográficos blancos que dominaban EE.UU. a principios de los 50. Él sabía que la forma de hacer llegar el rock and roll a la gran mayoría de sus paisanos era a través de un cantante blanco “con voz negra”, y Elvis fue el diamante en bruto que Phillips buscaba y encontró aquel verano de 1954 cuando lo juntó con Scotty Moore y Bill Black y grabaron su versión de That´s All Right.

Gracias al tremendo triunfo mediático de Elvis Presley cuando fichó con la RCA y empezó a editar discos para ella, el camino de muchos otros cantantes del estilo se abrió, ya que todas las discográficas importantes estadounidenses se pusieron a buscar a sus propios cantantes de rock and roll para aprovechar el recién descubierto filón. Gente como Chuck Berry, Bo Diddley o Little Richard, aunque hubieran podido empezar a grabar rock and roll antes que Elvis, consiguieron hacer llegar sus creaciones a audiencias blancas (aunque con barreras y prejuicios) y a triunfar entre ellas. Otros cantantes darían un cambio radical a sus músicas tras quedar deslumbrados por el sonido de Presley, entre ellos pioneros de la talla de Eddie Cochran o Buddy Holly. Por último, la proyección internacional de Elvis marcó y cambió también muchos mercados discográficos de otros países de los que, siguiendo la estela del “Flash de Memphis”, saldrían estrellas como Cliff Richard, Vince Taylor o Lennon y McCartney en Inglaterra, Johnny Halliday en Francia, o Adriano Celentano en Italia, por poner sólo unos pocos ejemplos.

Elvis no es el Rey
Pues claro que no: el Rey es Don Juan Carlos, lo pone en las monedas… Bromas aparte, no me imagino a la aristocracia en un movimiento tan anárquico como el rock and roll. ¿Qué significa ser “el Rey”? ¿Que era el mejor? ¿Que lo inventó todo? En cualquier caso, puedo aceptar que como “Rey del rock and roll” se entienda a Elvis como la persona que lo descubrió al mundo o que le dio un especial énfasis, o como su más claro y conocido representante y ejemplo. A este respecto, me remito al punto anterior para no repetirme.

Elvis copiaba a los negros
Bueno, algunos van más lejos en su agresividad anti-presleyana y utilizan el verbo “robaba”. Elvis copiaba a los negros, sí, señores. Pero lo hacía porque la música de esta raza era la música que admiraba, aquella con la que había crecido y la que llevaba dentro. La de Elvis era pues una imitación sincera, entregada y respetuosa, no era un robo malicioso con el fin de aprovecharse de sus inspiradores, muchas veces desconocidos para el gran público por las circunstancias políticas y culturales de la sociedad norteamericana de los 50 ya expuestas algo más arriba. El mismo Little Richard aceptaba y respetaba las versiones que de sus temas hacía su colega blanco –mientras que no tragaba otras como las de Pat Boone– porque decía que Elvis “entendía su música”. Por otro lado, parece algo totalmente natural en este arte –y supongo que en otras disciplinas artísticas– que se empiece emulando a alguien, versioneando a la gente que te ha influenciado, al menos hasta que uno encuentra su propio camino: el mismo Beethoven comenzó tocando piezas de Mozart, y los Beatles haciendo lo propio con Elvis Presley.

Por otro lado, no se debe olvidar que Elvis y sus padres pertenecían a un extracto social tan paupérrimo que era conocido como white trash (“basura blanca”), al que lo único que distinguía de muchas familias negras era precisamente el color de su piel. Por eso, el futuro cantante de rock se crío en constante contacto con gente de color y se codeó con ellos a menudo y se embebió de sus tradiciones y de su música, hasta el punto de que, ya adolescente, era un habitual de la famosa Beale Street de Memphis, en la que tocaban muchos de los cantantes de blues y r´n´b famosos de la ciudad y alrededores, y cuyo moda “afeminada” y llamativa imitaba también Elvis para sorpresa y escándalo de algunos de sus conciudadanos más respetables. A todo ello hay que sumar el estilo vocal del cantante y el “color” de su voz para darnos cuenta de que Elvis, al menos en su interior… era negro, al igual que su música.

Finalmente, matizar de nuevo lo que ya he comentado antes: al descubrir los sonidos negros a una gran parte de la sociedad blanca estadounidense, Elvis abrió caminos y rompió barreras que hasta entonces estaban cerrados y bajadas, dando pie a que mucho artistas de color pudieran lanzarse al estrellato que durante muchos años les había sido injustamente negado.

Elvis estaba gordo y vestía lentejuelas
Este es una de las “razones anti-Elvis” que más me divierten… Juzgar a un artista por su apariencia o su ropa… Entonces, ¿qué deberíamos comentar sobre el look “repipi” de los primeros Beatles?, ¿sobre el aspecto zarrapastroso de los Sex Pistols?, ¿qué decir de las mutilaciones faciales a las que se sometió Michael Jackson? Y además, precisamente en un mundo como el del rock, donde llamar la atención y “dar la nota” está a la orden del día…

En sus últimos años, Elvis se convirtió en una figura trágica y caricaturesca. Descuidó su salud y su alimentación y mentalmente acabó bastante desequilibrado como consecuencia de toda las medicación que alegremente se automadministraba. En algunos conciertos ni se acordaba de las letras e incluso hubo de interrumpirlos por problemas intestinales. Aun con todo, su voz seguía siendo capaz de emocionar y poner los pelos de punta en interpretaciones como la famosa versión de Unchained Melody que cantó en directo acompañándose del piano ya con un pie en la tumba, gordo, feo y sudoroso. Y en lo referente a discos todavía nos dejó cosas como Moody Blue, Promised Land, It´s Only Love, Way Down o Burning Love, entre otras de sus últimas grabaciones.

En cuanto a esos chocantes trajes repletos de pedrería y lentejuelas, incluso algunos adornados con capitas, que el cantante empezó a exhibir también en sus últimos tiempos, ¿eran horteras? Desde luego, vistos a día de hoy lo son, pero en la época que el glam rock triunfaba y muchos otros cantantes como David Bowie, Gary Glitter o los Slade lucían una colorida y llamativa ropa similar a la de Elvis –o incluso más ridícula–, la indumentaria de nuestro homenajeado no parecía tan fuera de lugar (menos mal que, por lo menos, no se puso taconazos). Y con el circo musical que hay hoy en día, igual hasta pasaría aún más desapercibida o, mejor aún, le ayudaría a vender más discos.

Aunque es evidente que el look de un artista de rock es difícil de deslindar de su música, al final es esta la que se debe valorar y juzgar, y no el aspecto ni la vestimenta del que la interpreta. Ya sé que, hoy en día, los vídeo-clips hacen poco para ayudar a que sea así...

Elvis fue un montaje comercial
Ni el mejor cantante del mundo conseguiría llegar a ninguna parte, por mucho talento que tuviera, sin el apoyo promocional adecuado. Probablemente lo conocerían sus familiares y amigos y poco más. El marketing es pues una herramienta indispensable para desarrollar una carrera comercial exitosa y hacer llegar un producto –en este caso, discos– al gran público. Y es bien cierto que Elvis tuvo uno de los mejores: su discográfica, la RCA, era la más poderosa de Norteamérica en los años 50, y no escatimó en gastos para promocionar a la mina de oro que el Coronel Parker les había traído. Y creo que esta metáfora es perfecta para comparar a nuestro artista: Elvis era oro sin pulir, un muchacho que, como hemos visto, creció empapándose de música y con una talento casi innato para interpretarla. Baste escuchar las sesiones en Sun, donde se supone que ni él ni sus músicos tenían ninguna “presión comercial” y eran más o menos libres de escoger el repertorio que les gustaba, para verificar que Elvis llevaba la música en sus venas. No fue pues un “geyperman” al que le pusieron una guitarra y le dijeron lo que debía hacer. Sí es bien cierto, sin embargo, que la RCA intentó suavizar el estilo de Elvis casi desde el principio, orientando parte de su repertorio hacia un sonido más pop y edulcorado. Sin lugar a dudas, Elvis tocó fondo en ese sentido durante la primera mitad de los 60 con las muchas lamentables canciones que grabó para sus películas de ese período. A menudo se le oyó protestar de los repertorios que le entregaban, pero nunca dejó de registrarlos. Menos mal que, después de ocho años actuando en filmes que ni a él le gustaban, por fin retomó las riendas de su carrera –aunque brevemente– y se rebeló contra su mánager, el ya mencionado Parker, para regresar a sus raíces negras y transformar lo que iba a ser un programa navideño en el famoso Comeback Special.

Así pues, Elvis se dejó “comercializar” durante buena parte de su carrera, pero hay una cosa innegable en él, y es que siempre puso todo su corazón en aquello que grababa. Lo que cantaba, aunque fuera mediocre o incluso decididamente malo, lo cantaba con el alma y con profesionalidad, y ese el gran talento de Elvis Presley: su amor y su entrega por la música, y una voz que está más allá de toda discusión entre las mejores de la historia del rock por derecho propio. (Por cierto, a día de hoy sí que tienen montado un buen emporio comercial a costa de él las mismas personas que le dejaron consumirse.)

Bueno, amigos, aquí acaba mi disertación “presleyana”, que como siempre se ha extendido más de lo que me proponía, y este es el epílogo o moraleja, o al menos la reivindicación que me proponía con ella: por favor, dejad aparte prejuicios y obstinaciones y juzgad la figura de Elvis Presley con equidad y objetividad, y valorad a este hombre como lo que indiscutiblemente fue: un cantante excepcional que cambió la historia de la música.

5 comentarios:

  1. Pedazo de post. Muy bueno.
    Aplausos!!!
    Ringo dixit

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  2. ¡Gracias! Me había entristecido mucho el "voto negativo" que me habían puesto... Seguro que algún fan hiper-acérrimo de Elvis que no admite que tomaba drogas o se le iba la cabeza, ja, ja...

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  3. Muy bueno. Me ha gustado mucho. Sigue así.

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  4. Gran post, te felicito. Cualquier persona con dos dedos de frente (alguna quedará, ¿no?) sabe que Elvis fue uno de los pioneros de la música rock y un artista mayúsculo.

    Es loable tu empeño en que usemos la objetividad, cuando lo normal es que cada uno tire por la calle del medio, sea extremista en sus opiniones y no sepa valorar muchas cosas por ignorancia o por pereza.

    De todas formas, que sepas que estoy contigo. Me gusta valorar el arte y los artistas en general con objetividad y aplaudo leer textos tan sentidos como el tuyo sobre alguien al que admiras musicalmente.

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  5. Gracias. Creo que es casi imposible ser totalmente objetivo, pero he intentado distanciarme lo suficiente y no dejarme llevar por mi admiración por él. Sólo reivindico que se le respete en su justa pedida como el pionero que fue. No entiendo a la gente que lo rechaza por sistema.

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