"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

sábado, 5 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: La maldición de Rookford

Otra vuelta a una tuerca ya demasiado apretada sobre una temática –la de los fantasmas infantiles– harto recurrida en los últimos años (véase mi entrada sobre La sombra de nadie). La maldición de Rookford (The Awakening) era una película que tenía muchas ganas de ver después del buen sabor de boca que me dejó La mujer de negro (véase también la reseña), pero que para mí no logra igualar su sombrío tono (ni creo que lo pretenda: ésta es mucho más benigna y esperanzadora). A su favor, la ambientación en una época tan evocadora y romántica como son los primeros años 20 del siglo pasado, una fotografía que logra transmitir perfectamente ese aire melancólico que parece casi inherente al género fantasmal –fílmico o literario– y el acertado trío principal de actores: Dominic West, Imelda Staunton y, sobre todo, la sensual Rebecca Hall, secundados por el pequeño Isaac Hempstead Wright. En contra, el recurso ya algo tedioso que viene siendo esa “sorpresa final” que da un giro casi total a la historia que nos han estado contando y con la que, vaya, nos han estado engañando, ya que las cosas no son lo que parecen ni tal y como se han descrito. Me resulta un remedio demasiado manido a estas alturas y poco “ético” hablando en un sentido narrativo. Decía el maestro Hitchcock con respecto a su película Pánico en la escena que no volvería a repetir el error que tuvo en ella de presentar a los espectadores un flashback falso, y lo que ocurre en La maldición... es algo de ese estilo, y no cuento más por si alguien quiere verla (cosa que, después de todo, recomiendo).

Cielos nublados, páramos desiertos y  edificios  vetustos : los
ingredientes perfectos para una ghost story.
Primer largometraje para cine del inglés Nick Murphy, nos cuenta la historia de Florence Cathcart, una joven que, en la triste época posterior a la I Guerra Mundial, y tras haber perdido a su prometido en la contienda, se dedica a desenmascarar falsos fantasmas y espiritistas timadores. Un día, sus servicios son solicitados en el aislado internado de Rookford, lóbrega y fría mansión con el historial trágico de rigor donde se le presenta un caso que choca con sus férreas convicciones. 

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