"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

miércoles, 30 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: Otra Tierra

Paralelamente al cine más comercial y conocido de ciencia ficción, a todas esas películas plagadas de espectaculares naves espaciales, rayos y combates que triunfan (o no) en taquilla, existe una variante del género mucho más modesta y menos popular que utiliza el pretexto del fantástico para contarnos historias más íntimas o profundas; producciones normalmente de presupuesto modesto obra de anónimos artesanos fílmicos que constituyen, sin embargo, todo un terreno a explorar. Entre mis últimos descubrimientos dentro de esta modalidad está Otra Tierra (Another Earth, 2011), con la que encuentro ciertas similitudes con la también reciente Monsters.

El proyecto de Otra Tierra es bastante curioso: los artífices son el director estadounidense Mike Cahill, quien debuta en el campo del largometraje después de varios documentales, y su antigua compañera de universidad, la actriz Brit Marling, ambos autores del guión de la película. Cuenta la chica que, cansada de que le ofrecieran papeles de rubia tonta, decidió ponerse a escribir ella misma los guiones que quería interpretar. Marling es también coproductora del film junto con Cahill, quien además ocupa las tareas de cámara y montador. Como veis, se trata de un proyecto muy personal de esta pareja artística.

Otra Tierra: otra forma de hacer ciencia ficción
La historia es sencilla… tan sencilla como puedan serlo las emociones y sentimientos humanos, en este caso, el de la culpa: la joven protagonista de la cinta, en estado de embriaguez, estrella su coche contra el de una familia, matando a una mujer embarazada y a un niño de cinco años, y dejando temporalmente en coma al padre (William Mapother). Tras pasar cuatro años en prisión, la chica está consumida por el dolor y los remordimientos, y quiere disculparse con el hombre al que dejó viudo. Cuando va a hacerlo, le fallan las fuerzas, así que no le dice la verdad y decide hacerse pasar por limpiadora y encargarse de la descuidada casa de éste. Por supuesto, el vínculo entre estas dos almas perdidas se irá estrechando peligrosamente...

Y, ¿qué hay de ciencia ficción en toda esta trama? En realidad, podría decirse que poca cosa, casi una excusa que tenemos en la pantalla en un segundo plano pero que, al final, va a ser decisiva en la resolución del trauma de ambos protagonistas: poco antes del fatídico accidente con el que se inicia el largometraje, aparece en el firmamento otro planeta Tierra idéntico al nuestro, y en el que cada uno tenemos a nuestro doble exacto. Por supuesto, como en toda historia fantástica, las interpretaciones de este fenómeno pueden ser docenas: es lo bonito que tiene este género tan imaginativo.

Viaje pixelado: Silent Hill

No sé si en un intento (supongo que fútil) por interesar a hipotéticos y escasos lectores por mis desvaríos o, simplemente, y en última instancia, por entretenerme a mí mismo, este año estoy probando nuevos formatos e ideas en el blog, principalmente el incluir entradas mucho más cortas pero más frecuentes en lugar de textos más largos y más separados en el tiempo. Hoy inauguro una nueva “sección” en la que quiero hablar de videojuegos y, es curioso, porque en realidad no soy especialmente aficionado a ellos, pero sí que hay algunos pocos que me gustan y divierten mucho. Además, es tan grande la relación que, cada vez más, tienen estos divertimentos informáticos con el cine que, en un blog dedicado principalmente al 7º Arte, creo que tampoco desentonan demasiado. Al fin y al cabo, hay ya muchos videojuegos que parecen casi películas, y hay también muchas películas que son adaptaciones de éstos.

Regreso
Un pueblo normal... si no fuese por la niebla y las criaturas
Y para empezar esta nueva serie, me parece que lo justo es que lo haga con un título –y su posterior saga– que fue decisivo en mi regreso a los juegos computerizados después de bastantes años ignorándolos. Efectivamente: allá por 1999 llevaba mucho tiempo sin recurrir a ellos: mi querido Spectrum se había quedado obsoleto y ya no se comercializaban productos para él; los recreativos eran casi un recuerdo del pasado, y los juegos tipo Sonic o Mario Bros que aparecían en las consolas del momento no me motivaban ni lo más mínimo. Hasta que un día probé un título de origen japonés publicado en el año citado por la empresa Konami que me descubrió que el mundo de los videojuegos estaba cambiando y que podía haber cosas totalmente diferentes a las que conocía y sorprendentemente fascinantes: se llamaba Silent Hill.

Fue un amigo que sí era aficionado a las consolas quien me enseñó por primera vez el juego en su Playstation 1. Es más, fue tan amable como para dejarme el aparato para que lo jugara yo en casa, y acabé tan subyugado por el videojuego y por las posibilidades que parecían ofrecer las modernas creaciones recreativas que no tardé mucho en adquirir mi propia PS1, y desde aquella fecha he tenido también las dos sucesoras de la máquina de Sony.

¿Un pueblo normal?
Cabeza pirámide, uno de los personajes clásicos de la saga
Silent Hill comienza con su protagonista (o sea, nuestro alter ego virtual) viajando en coche con su pequeña hija y teniendo un accidente cerca del lugar que da nombre al juego, aparentemente un tranquilo y típico pueblo medio de los Estados Unidos que parece sacado incluso de otra época. Cuando el protagonista despierta, su hija ha desaparecido y debe internarse en Silent Hill para buscarla, lo cuál sería fácil si no fuera porque el lugar parece prácticamente deshabitado, está constantemente envuelto en niebla, y lo transitan una serie de extrañas criaturas que tienden invariablemente a atacar. Por si esto fuera poco, cada cierto tiempo todo parece cambiar y el protagonista se ve trasladado a otra dimensión que se asemeja a una versión todavía más pesadillesca del propio Silent Hill. Efectivamente: al contrario que otros videojuegos de miedo (o survival horror, como se le llama en el mundillo a esta variante) más centrados en la acción y en los combates, Silent Hill es un juego de terror psicológico, en el que priman más una atmósfera desasosegante y enervante que necesariamente la violencia o la sangre. En este sentido, la saga de Konami prácticamente inauguró esta modalidad en la que creo que apenas tenía precedentes (Alone in the Dark podría ser lo más parecido).

Las siete continuaciones más o menos "oficiales"

Continuaciones y premisa general
El éxito de Silent Hill propició varias continuaciones, cinco “oficiales” (Silent Hill 2 y 3, The Room, Homecoming y Downpour) y dos especiales (la precuela Origins y Shattered Memories, una modernización del primer juego de la serie) tanto para PC como para las consolas de los últimos trece años (hay, además, otros títulos para otros soportes como la Vita o teléfonos móviles y variantes que en muchos casos sólo han aparecido en Japón). La premisa de todos ellos es similar: los personajes protagonistas (un camionero, una adolescente, un soldado…) llegan al pueblo casi siempre por azar e involuntariamente para, de repente, descubrir que no pueden salir de él. Se encuentran allí con otras personas, algunas en una situación similar, otras que parecen ser habitantes del lugar. Para regresar a sus vidas normales, deberán resolver algún intrincado misterio, a la vez que luchan o esquivan a seres grotescos y agresivos (como las clásicas enfermeras del hospital) e intentan mantener su cordura cuando se ven trasladados a la dantesca dimensión alternativa que parece inevitable en Silent Hill, en la que abundan hierros oxidados y retorcidos, objetos cubiertos con telas o plásticos, habitaciones sucias y decrépitas y los decorados más insólitos e irreales. Para afrontar esta colosal tarea, los héroes de cada episodio sólo disponen de unas pocas armas, botiquines para curarse, una linterna, y una radio cuya estática les avisa de la cercanía de criaturas.

Las enfermeras de Silent Hill, voluptuosas y grotescas a la vez
Aunque la mayoría de videojuegos de la saga no tienen relación directa entre ellos –aparte, claro está, de la propia aparición del pueblo– me gusta la idea que parece imperar en la saga de que Silent Hill es una especie de purgatorio: casi todos sus forzados visitantes cargan con algún drama personal y casi siempre se han visto implicados en alguna tragedia y relacionados de una forma u otra con alguna muerte. Así, en Silent Hill 2 manejamos a un hombre que parece haber perdido a su joven esposa tras una enfermedad, o en Silent Hill: Downpour somos un presidiario que ha matado al pedófilo que a su vez asesinó a su hijo. La ciudad de Silent Hill parece adaptarse a las mentes y a los traumas de los personajes que acaban en ella, e incluso puede interpretarse que son éstos los que la remodelan y dan forma en base a sus propias desgracias personales.

Edificios decrépitos y abandonados son habituales en la saga
Otra característica de la saga es la angustia y el pesimismo que la envuelve. Los videojuegos pueden hacerse hasta agradablemente “desagradables”; se disfruta pasándolo mal en ellos. La mayoría de las veces, los finales de todas sus partes son tan desafortunados como desconcertantes, y el jugador descubre junto con su personaje que los recuerdos que tenía de un incidente, o la forma en que lo veía, son falsos o erróneos. De todas maneras, en función de las decisiones morales que se toman en la partida y de otros baremos,  se puede llegar a finales muy diferentes.

Mención especial merece la curiosa banda sonora del también japonés Akira Yamaoka, nada convencional para una historia de terror y estructurada sobre guitarras eléctricas con distorsión y canciones pseudo-pop que ha acabado constituyéndose en un elemento indeslindable de la saga a pesar de lo inapropiada que puede parecer.

Otros medios
Toda una mitología ha crecido en torno a esta serie de juegos virtuales, incluyendo cómics, novelas, figuras y hasta una película, Silent Hill, dirigida por Christophe Gans en 2006 y con Radha Mitchell, Sean Bean y Laurie Holden a la cabeza del reparto. Adapta principalmente el primer videojuego de la saga, aunque incorpora elementos de otras entregas, y he de decir que a mí personalmente, no sé si porque le tengo mucho cariño a sus originales infográficos, no sólo me gustó bastante, sino que me parece una de las pocas versiones fílmicas de un videojuego que vale la pena. Este año, por fin, parece que se estrena su muy retrasada continuación, Silent Hill: Revelation, dirigida por Michael J. Bassett y en la que a Mitchell y Bean se unen Carrie-Ann Moss, Malcolm McDowell y Adelaide Clemens en lo que parece ser una versión en celuloide de Silent Hill 3.

Imagen del film con Laurie Holden y Radha Mitchell
Personalmente he jugado a todos los videojuegos de la saga que se han comercializado para Playstation 1, 2 y 3 (con la excepción de Shattered Memories, que salió para PS2 y que sólo comencé brevemente durante un período en que tuve la PS3 en reparaciones) y en general los he disfrutado bastante. Claro está que ninguno me ha marcado como el primero, porque fue eso, el primero, y que posiblemente éste y los dos siguientes títulos fueron también los mejores, pero, en general, me encanta pasear por ese pueblo misterioso, algo vetusto y hasta melancólico en el que no parece haber nadie salvo personajes raros, casi todas las casas están vacías y cerradas y presentan un aspecto olvidado y avejentado. Me encanta también reconocer sus ya clásicas calles (muchas de ellas con nombres de escritores de terror) y edificios (la prisión, el ayuntamiento, el intranquilizante hospital…) cuando vuelvo a visitarlo, e ir aprendiendo más sobre su siniestra y misteriosa historia, que se origina en un antiguo asentamiento indio, pasa luego a ser una población blanca en el siglo XVII, después colonia penal y prisión militar, sede de una intrigante secta y, finalmente, el moderno pueblo de hoy en día…

A veces también me pregunto si no vivimos ya en nuestro particular Silent Hill

domingo, 27 de mayo de 2012

¡90 añazos de Christopher Lee!

Christopher Lee, el Último Gran Icono del Cine de Terror, cumple hoy 90 añazos y, pese a su avanzada edad, parece seguir empeñado en batir su propio record guinness como el actor que ha intervenido en más películas a lo largo de su carrera: cerca ya de los tres centenares de filmes, telefilmes y apariciones varias en pantalla, este oriundo de Londres, Inglaterra, no parece llevar idea de retirarse del campo de la actuación en el que comenzó hace ya sesenta y seis años.

Poco puedo añadir a lo que ya dijera sobre él en un pasado artículo de 2010 (este). Admito que nunca le he tenido en tan gran estima como a sus buenos colegas Peter Cushing o Vincent Price, que me costó un poco ser consciente de su tremenda entidad artística, y que sus primeros papeles para la Hammer como Drácula o Frankenstein nunca me convencieron especialmente pero, en las dos últimas décadas, Lee se ha convertido para mí en toda una leyenda viviente, tristemente el último superviviente de una casta de actores especializados y especiales que ya nunca volverá. He disfrutado cada una de sus apariciones de los últimos años en las películas de George Lucas, Tim Burton, Peter Jackson y demás directores que han sabido reivindicar a este mito del Fantástico que es hoy en día casi más grande que la vida, como dicen los estadounidenses. Siempre lamentaré haber perdido la ocasión –por culpa de los nefastos medios de comunicación– de haberle conocido en persona cuando vino a Valencia en 1995.

Así pues. ¡felicidades, señor Lee, y que nos siga deleitando muchos más años!

viernes, 25 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: Juegos de guerra

Todo un viaje nostálgico me ha resultado revisitar Juegos de guerra (Wargames) después de muchos, muchísimos años. No recuerdo cuántos. Vi la película de John Badham cuando se estrenó en cines, en 1983 o poco después. Posteriormente creo que la volví a ver en formato doméstico, pero de eso bien puede hacer cerca de un cuarto de siglo. Recordaba, por supuesto, el protagonismo de Mathew Broderick y de Ally Sheedy (uno de mis primeros amoríos cinematográficos en la que sería luego una larguísima lista), pero no la presencia en ella de John Wood (no me fijaría en este actor hasta que, dos años después, participara en Lady Halcón también con Broderick), mucho menos la del sin par Michael Madsen, que no me llamaría la atención hasta La muerte golpea dos veces, de 1989 y que tiene una pequeña intervención al principio de la cinta.

La película me traslada, pues, a una época muy querida para mí en la que estaba descubriendo mi amor por el 7º Arte de una forma más consciente. Me remite también a mi adolescencia, a mis frecuentes visitas a los viejos y ya desaparecidos cines de mi pueblo, a los tiempos en que me fascinaban los videojuegos y los ordenadores y a mis años de instituto, así que me es imposible negar que la he disfrutado desde una perspectiva especial, a pesar de que la historia –un ordenador militar inteligente que se empeña en desencadenar la III Guerra Mundial y un joven y pionero hacker que parece ser el único que puede detener a la máquina– nos pueda parecer hoy simple y, por supuesto, tecnológicamente desfasada.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: El molino de las mujeres de piedra

En 1960, en pleno auge de los filmes de terror gótico gracias a las producciones de la Hammer y los inmediatamente posteriores trabajos de directores como Roger Corman y Mario Bava, el también italiano Giorgio Ferroni se suma a esta moda cinematográfica con El molino de las mujeres de piedra, curioso y menos conocido título del género que reúne muchos de sus tópicos y clichés y remite a tantos otros precedentes como La maldición de Frankenstein, Los crímenes del museo de cera, La máscara del demonio o La caída de la Casa Usher. La particularidad más llamativa del largometraje es quizá que traslade su acción de los más clásicos castillos o mansiones a un molino de viento holandés, estructura más original que las anteriores en este registro que sólo tiene algún antecedente como El doctor Frankenstein. Il mulino delle donne di pietra nos sitúa en la Holanda de finales del siglo XIX para presentarnos al mad doctor de turno, el escultor Gregorius Wahl (Herbert A.E. Böhme), quien mantiene a su bella hija Elfie (Scilla Gabel) prácticamente cautiva bajo el pretexto de una terrible enfermedad. Cuando el estudiante Hans von Arnim (Pierre Brice) llega al molino en que viven los anteriores, quedará hechizado por la enigmática Elfie, pero también se verá envuelto en el terrible secreto que la joven esconde.

Una producción franco-italiana sobre la que debo admitir mi anterior desconocimiento y que descubrí bastante fortuitamente. Enseguida me llamó la atención su estética y colorido y he acabado viéndola incluso aunque he tenido que hacerlo en inglés y sin ningún tipo de subtítulos. Hacía tiempo que no veía películas de este estilo y época y me ha agradado mucho volver a hacerlo, a pesar de que prácticamente ninguno de los actores ni el director me eran conocidos (repasando sus filmografías me doy cuenta de que ya me había encontrado con alguno de ellos). Posiblemente no estará a la altura de otros clásicos del género, pero me parece lo suficientemente entretenida y agradable.

lunes, 21 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: La pesca de salmón en Yemen

Para descansar de tanto superhéroe, vampiro y fantasma, esta semana cambio de tercio en mi visita al cine y opto por La pesca de salmón en Yemen (Salmon Fishing in the Yemen). Cumplo también con ello -y antes de lo esperado- mi reciente promesa de mantenerme atento a la carrera de la actriz Emily Blunt, que no negaré que ha sido la principal motivación para decidirme a ver este film del sueco Lasse Hallström rodado y producido en el Reino Unido.

Acudo a ver la película un poco a ciegas, sin tener prácticamente referencias de ella e incluso con el temor de que sea demasiado “seria” para mí. Sin embargo, me encuentro con una comedia sencilla, amable, algo bucólica y casi nimia con la que se pasa un ratito agradable y que nos embarca en el proyecto de un filantrópico y multimillonario jeque árabe (Amr Waked) que se empeña en llevar el deporte de la pesca con mosca del salmón al desértico Yemen. Para ello contará con la ayuda de su asesora (Blunt), de un experto del gobierno británico (Ewan McGregor), y de la secretaria de prensa del Primer Ministro (la siempre estupenda Kristin Scott-Thomas), que ve en el apoyo de este empresa descabellada una magnífica oportunidad de restaurar la confianza de los países árabes en Inglaterra tras una serie de desafortunados incidentes. En segundo plano, una historia de amor entre la pareja protagonista, por suerte discreta, algo tácita y mejor llevada que en la mayoría de pueriles comedias sentimentales hollywoodienses, y que se resuelve algo forzadamente (ambos estaban previamente casados o comprometidos: ¿quién se para a pensar en los perdedores?) para satisfacer a la audiencia poco exigente con el obligado happy ending.

domingo, 20 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: Thor

Aunque vi Thor en cine en el momento de su estreno, aprovecho su adquisición en disco blu-ray (es una de las poquísimas películas que tengo en este formato) para reseñarla. La esperaba con interés, tanto porque soy asiduo al cine de superhéroes (de adolescente leí muchos cómics de Marvel y DC) como porque intervenía mi adoradísima Natalie Portman –a quien, por cierto, vi por primera vez en 3D con este largometraje–. Mi primera impresión fue la de que el director Kenneth Branagh había conseguido un trabajo que, no por ser comercial, dejaba de tener muy buena calidad. Era entretenido, había drama y acción correctamente alternados y mezclados –algo que creo indispensable en este tipo de filmes–, y era estéticamente agradable. Lo único que me pareció entonces fue que la historia de Thor en la Tierra quizá necesitaba un poquito más de desarrollo, unos quince o veinte minutos más que nos lo hubieran mostrado pasando más tiempo entre los habitantes de nuestro planeta y aprendiendo bien esa lección de humildad que su padre le impone.

Curiosamente, esta sensación de necesidad de un mayor metraje desaparece ahora al visionarla de nuevo en formato doméstico; no me preguntéis por qué. Quizá el poder ver la película con mayor tranquilidad y detalle, quizá el ya conocer la historia, pero el caso es que el revisitarla ha conseguido reafirmármerla. Me parece una estupenda película dentro del género superheróico, quizá no entre los grandes hitos, pero sí, como ya he dicho, divertida, espectacular y con la suficiente “miga” en lo tocante a las relaciones y desarrollo de los personajes para no limitarse a un mero desfile de peleas, rayos y efectos especiales varios.


Me gusta mucho cómo Branagh alterna y lleva los dos mundos del film, el esplendoroso Asgard y el entrañable y pequeño pueblo del desierto estadounidense, y también la mayoría de personajes, incluso aunque muchos no se escapen de los habituales arquetipos. Un acertado Anthony Hopkins por una vez alejado de esos roles histriónicos suyos que tanto me suelen agobiar, el siempre correcto Stellan Skarsgård (un actor que me cae muy bien), un reparto femenino que no tiene desperdicio (guapísimas Kat Dennings y Jaimie Alexander, y hasta la ya madura Rene Russo), adecuados secundarios como Colm Feore o el impagable Ray Stevenson, y los cuanto menos apropiados Tom Hiddleston como el intrigante Loki y la imponente presencia física del protagonista principal Chris Hemsworth, como Thor.

La segunda parte comienza a rodarse este verano en Inglaterra dirigida por Alan Taylor y, ¿qué voy a decir? Tengo bastantes ganas de verla. Lástima que aún hay que esperar hasta finales de 2013 para que se estrene.

jueves, 17 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: Sombras tenebrosas

Tim Burton es un director que nunca me deja indiferente. Hasta en aquellas de sus películas generalmente consideradas menos acertadas encuentro siempre algún aspecto interesante (normalmente, la particular estética del  artista). La clara razón de esta simpatía por el estadounidense es que hemos bebido de los mismos mitos del fantástico en nuestra juventud, y  es difícil que Burton seleccione un tema que yo no conozca o del que no haya oído hablar. En el caso de Sombras tenebrosas (Dark Shadows) ya había visto el remake televisivo de 1991, aunque no la serie original (a ambos espacios les dediqué una entrada hace dos años), y estaba bien familiarizado con los personajes y la idea general de la historia. Me desconcertaba un poco que la nueva versión para cines del clásico culebrón de Dan Curtis fuera en clave de humor, cuando la versión que yo conocía era dramática, pero creo que Burton resuelve este prejuicio inicial mío con acierto y gusto, dotando a su nuevo film de un aire de comedia clásica y no de patochada humorística de esas que abundan tanto hoy en día.

La versión de Tim Burton para pantalla grande, al igual que las dos series que le preceden, se centra en la figura del vampiro Barnabas Collins, quien escapa de su encierro en una tumba tras dos siglos de cautiverio y reaparece en nuestros días, integrándose en la familia que componen sus descendientes, alojados en la decadente mansión que construyera su padre en días más gloriosos. Dentro de ella, y también en el pueblo cercano, Collinsport, toda una serie de personajes de lo más peculiar y curioso, y que incluyen a la malvada bruja Angelique, que mantiene una relación de amor-odio con Barnabas desde el siglo XVIII, y hasta a toda una suerte de criaturas del más allá o sobrenaturales…

Un selecto y acertado reparto encabezado por Johnny Depp y Michelle Pfeiffer

El pasado domingo salí del cine de muy buen humor porque, aparte de que me había salido gratis, lo pasé estupendamente con la película. Creo que el otrora más imaginativo Tim Burton mantiene el tipo muy bien, a pesar de que parece empeñado en recuperar todos los iconos cinematográficos, televisivos y literarios de su juventud y estar especializándose casi únicamente en remakes. El plantel artístico –con los inevitables Johnny Depp y Helena Bonham-Carter– me parece ideal, y me ha encantado sobre todo ese reencuentro entre el director y la sublime Michelle Pfeiffer, que es a la vez mi reencuentro personal con la que fuera mi actriz favorita en los 80, y a la que, en lo que va de siglo, sólo había visto en Stardust y Lo que la verdad esconde. Divertidísima la aparición de Alice Cooper e impagable el cameo de Christopher Lee. También he disfrutado mucho del cancionero del film, aunque no soy especialmente fan de la música de los 70 (¡sí de los Carpenters!). Otro gran acierto me ha parecido, precisamente, que Burton haya decidido ubicar la acción de la película cuatro décadas atrás, lo que sin duda confiere a ésta un aspecto más interesante y nostálgico que si el director hubiera resucitado a Barnabas Collins en la actualidad. Por cierto, no quiero dejar de mencionar la breve aparición de varios de los actores de la serie original de los 70, entre ellos Jonathan Frid en el que iba a ser su último papel para la pantalla: el pasado 13 de abril fallecía a los 87 años.

lunes, 14 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: La conspiración

Como su colega Clint Eastwood, el gran Robert Redford parece empeñado en recuperar y dar a conocer episodios oscuros, controvertidos, ocultos, olvidados o, simplemente, curiosos de la corta historia de su país. Su octavo largometraje como director, La conspiración (The Conspirator) parte del conocido y traumático hecho histórico que supuso para EE.UU. el asesinato del presidente Abraham Lincoln para centrarse especialmente en el juicio de una de las personas supuestamente implicadas en el criminal complot: Mary Surratt, una viuda dueña de una casa de huéspedes por la que transitaron el infame John W. Booth –asesino directo de Lincoln– y varios de sus compañeros conspiradores. En un momento en que la nación está gravemente afligida por la pérdida de su líder, ávida de sangre y de que rueden cabezas de turco, el joven abogado Frederick Aiken tendrá que aceptar la comprometida y difícil tarea de defender a Mary en un juicio militar sin precedentes que será cualquier cosa menos imparcial.

Una estupenda Robin Wright junto a James McAvoy
Pese a repetir muchas de las convenciones de las películas “de juicios”, La conspiración me ha resultado muy emocionante de ver. Mantiene en todo momento el interés y la tensión conforme se va desarrollando el proceso. Me gustan las películas históricas y me gusta aprender cosas sobre la Historia, aunque no soy muy ducho en ella (por ejemplo, no conocía este suceso). Me encanta ver cómo Robert Redford ha recreado el Washington, D.C. inmediatamente posterior a la Guerra de Secesión. Los actores principales están muy acertados, tanto el siempre interesante James McAvoy en el papel del abogado Aiken, como la magnífica Robin Wright encarnando a Mary Surrat. Me admira lo bien que esta actriz ha madurado artísticamente desde que muchos la descubrimos en aquella lejana La princesa prometida, y es una mujer que nunca me deja indiferente con sus trabajos. El reparto de secundarios es también muy destacable, e incluye nombres como Evan Rachel Wood, Danny Huston, el simpático Colm Meaney y los excelentes Kevin Kline y Tom Wilkinson.

Tres décadas, tres películas (3): 2002

Ok: todo el mundo tranquilo y que nadie me salte todavía al cuello, porque de ninguna de las maneras voy a poner a El ataque de los clones a la altura de los dos títulos anteriores de esta serie, Blade Runner y  Drácula de Bram Stoker, que son dos de mis grandísimas películas favoritas. Lo que sí que es cierto es que, posiblemente, esta segunda entrega de la nueva trilogía de Star Wars fue el largometraje que más disfruté en el año 2002, y esta serie de entradas que comencé hace dos meses se basaba en elegir tres películas que me gustaron bastante en cada una de las décadas anteriores: diez, veinte y treinta años atrás. Por otro lado, también admito sin ningún tipo de reparo (ya lo hice en los dos artículos que dediqué a la saga galáctica de George Lucas, que podéis leer aquí) que no estoy entre aquellos (supuestos) puristas que desprecian sin miramiento los más recientes episodios de La guerra de las galaxias, porque he crecido enamorado de toda la mitología de esta epopeya cinematográfica y, sí, el amor puede ser ciego, pero aún intentando ser objetivo, y aún admitiendo las muchas meteduras de pata de Lucas, creo que las películas de la nueva trilogía tienen todas, en menor o mayor medida, aspectos interesantes y resaltables que hacen que no merezcan la intransigencia y el menosprecio automático de toda una larga serie de fans que parece que sólo quieren probar su “autenticidad” poniéndose del lado y de la opinión de moda…. Y dicho esto, paso sin más a comentar las cosas que me hicieron entretenerme –y mucho: me quedé embobado en varias de las secuencias de la segunda mitad– de este Episodio II.

Años de trilogías
El teaser poster: ahora resulta que los jedi no pueden amar
Los recuerdos más agradables que conservo, a nivel cinematográfico, de la época en que se estrenó la película destacada en este artículo son, como ya comentaba en otro de hace unos meses, el que durante aquellos años (1999-2005) se estrenaron casi ininterrumpidamente las tres partes de la nueva trilogía de Star Wars y las de El Señor de los Anillos. Como me gustan mucho las dos sagas, casi todos los años esperaba con ansiedad el estreno de algún capítulo de una o de otra, y en 2002 precisamente se dio la feliz circunstancia de llegaban a los cines episodios de ambas: El ataque de los clones y Las dos torres. En concreto, la primera acudí a verla el mismo día del estreno a primera hora en el complejo Alucine de mi localidad; era un viernes 17 de mayo del año citado. Aún volvería a ver la película dos veces más en las próximas semanas, como haría con la anterior y la posterior de la trilogía.

¿La mejor de la segunda trilogía?
El trío protagonista
Hay una sencilla razón por la que prefiero, además, El ataque de los clones a su predecesora en la saga y a la que la cerró (o conectó con la trilogía antigua) y es que me parece la más honesta y divertida de todas. Honesta porque no promete nada que no dé, como ocurrió con la esperadísima La amenaza fantasma, que resultó ser, quizá, la peor película de toda la saga galáctica y no estuvo a la altura de la expectación que había creado, o con La venganza de los Sith, que prometía una densidad dramática que no pudo conseguir con los burdos hilvanados de su director para enlazarla con La guerra de las galaxias. El Episodio II es, sobre todo, una película de acción, de batallas y de duelos, y toda su segunda mitad me parece muy entretenida y emocionante al encadenarse las secuencias de la fábrica de droides, la arena de Geonosis, el combate con los clones y el enfrentamiento de los héroes con el Conde Dooku. Es un espectáculo visual con el que pasarlo bien sin plantearse cuestiones complejas ni buscarle contenidos demasiado profundos. Por en medio, una sencilla y algo mal llevada historia de amor entre Anakin y Padmé –aunque ya sabéis que a mí no me tienen que convencer demasiado para quedarme embobado con Natalie Portman– y una emocionante trama detectivesca en la que vemos a Obi-Wan rastrear el paradero de Jango Fett y llegar hasta el lluvioso planeta Kamino –me encantan las secuencias de ambos personajes allí–.

Guiños cinéfilos
El fascinante y evocador planeta lluvioso Kamino
¿Qué más? Pues algo que no mucha gente parece haber notado, y que considero de lo más destacable del film: los numerosos guiños a otras tantas películas clásicas de la Historia del Cine, algo que me resulta muy divertido reconocer o, a veces, deducir: la escena en la que Anakin se interna en el campamento tusken remita claramente a otra similar en la que John Wayne hace lo propio en un poblado indio en Centauros del desierto, y aquella en la que Padmé corre por el prado de Naboo al que va de picnic con su enamorado es un claro homenaje a una similar con Julie Andrews en Sonrisas y lágrimas. En los jedis acorralados en la arena de Geonosis podemos encontrar la influencia de otro western clásico: Murieron con las botas puestas, y en las posteriores escenas con los helicópteros de la República es fácil reconocer similitudes con Apocalypse Now y tantas otras películas sobre la Guerra de Vietnam. Y, por supuesto, en el circo del planeta citado podemos empeñarnos en ver peplums de toda la vida como la mismísima Quo Vadis (¿recordáis la escena del toro?)

Batallas, duelos, blasters y sables láser: entretenimiento asegurado para los fans galácticos

Reparto, nuevo y viejo
Christopher Lee: gran fichaje
Una de las noticias más esperadas respecto al reparto de esta película era quién iba a encarnar al joven Anakin Skywalker, y el honor acabó recayendo sobre el entonces desconocido actor australiano Hayden Christensen, que en aquella su primera intervención en la saga de Star Wars me pareció correcto, pero que acabó decepcionándome al demostrar no estar preparado para conferir a su personaje toda la tremenda carga dramática y trágica que debía conllevar en el siguiente episodio. Mucho más acertada me pareció la inclusión de ese icono viviente del cine fantástico que es Christopher Lee que, como he dicho tantas veces, se ha sabido reivindicar a tiempo en los últimos años por gente como el propio Lucas, Peter Jackson o Tim Burton. Curiosamente, y de una manera indirecta, fue su amigo Peter Cushing el que provocó su entrada en la saga, ya que su director y guionista y la directora de casting Robin Gurland buscaban a alguien que pudiera estar a la altura de este último actor cuando apareció en La guerra de las galaxias, y por supuesto, no había nadie mejor para reemplazarle que Lee.

De los actores que repiten, me gusta el nuevo look de Ewan McGregor, y, como ya he dicho, su parte en la película como “detective” espacial. Natalie Portman, cómo no, está más guapa y sexy que nunca (¡irresistible luciendo abdominales en la arena de Geonosis”). De los demás personajes secundarios, me gusta también Jango Fett (Temuera Morrison), digno “heredero” (aunque en la película sea al revés) de aquel cazarrecompensas que nos enamoró a todos en la trilogía original, Boba Fett, que aquí resulta ser su hijo (Daniel Logan). No tengo, sin embargo, tan claro, si se debería haber revelado tan explícitamente el origen de este último personaje

Vuelven los Fett
Del resto del reparto fue también un descubrimiento la australiana Rose Byrne (Dormé, doncella de Amidala), que parece que se está haciendo bastante popular en los últimos años labrándose una interesante carrera. Me alegro por ella. Me llaman también mucho la atención todos esos jedi con divertidos nombres como Plo Koon, Kit Fisto, Depa Billaba o la sexy Aayla Secura. Por último, no quiero dejar de recordar a personajes de breve pero simpática o llamativa aparición como el/la cazarrecompensas Zam Wessell (Leeanna Walsman) o los jóvenes Owen y Beru Lars (Joel Edgerton y Bonnie Piesse), futuros tíos adoptivos de Luke que aparecen en una nostálgica secuencia en la que Anakin y Padme visitan la granja de la primera película de la saga.

¿Digitalización excesiva?
Yoda digital: el gran error de la película
Pero también le voy a poner pegas a esta película, en realidad, prácticamente una sola: el exceso de decorados, personajes y, en general, recreaciones digitales. Quizá precisamente la falta de más escenarios naturales (aunque hay algunos, como el Lago Como en Italia y la mismísima Plaza de la Reina en Sevilla) confiere cierta frialdad y artificialidad al film. Más de lamentar es que ni siquiera los soldados clon hayan sido interpretados por personas de carne y hueso, sino que están recreados totalmente por ordenador, al igual que casi todos los personajes y criaturas alienígenas del film. El peor error de Lucas a este respecto es para mí sin duda el utilizar también las computadoras para dar forma a alguien tan entrañable como es Yoda. Entiendo y acepto que esto sea necesario para, por ejemplo, aquellas secuencias en que el viejo jedi lucha, pero para las que habla estando sentado creo que debía haberse usado nuevamente la marioneta animada por el gran Frank Oz.

Hablando de digitalización: El ataque de los clones fue la primera película de la saga rodada íntegramente en vídeo digital de alta calidad, herramienta que permitió a los trabajadores informáticos de George Lucas desarrollar su trabajo de postproducción con mayor facilidad.

Aprendiendo de los errores y conclusión
Regreso a Tatooine
En general, creo que, aunque se merezca muchas reprobaciones, Lucas tomó buena nota de sus errores en La amenaza fantasma y supo corregirlos para hacer una película más dinámica y compacta. Prefiero las secuencias lineales que encadenan las batallas y duelos del final a aquellas de otros episodios que alternan tres o cuatro escenarios diferentes, normalmente uno más tenso y dramático (Luke luchando contra Vader en El retorno del Jedi o Qui-Gon y Obi-Wan contra Darth Maul en el Episodio I) con otro más ligero y cómico (los ewoks en el primer ejemplo citado, los gungan en el segundo). Hablando de gungan: muy de agradecer que, pese a su inicial postura prepotente y arrogante sobre la participación del personaje en la saga, el barbado director decidiera relegar al infame Jar-Jar Binks a un papel mínimo en El ataque de los clones. Si alguien tiene que decir tonterías y hacer el idiota en Star Wars, prefiero que sea C-3PO –como, efectivamente, lo hace y no poco en las escenas de la fábrica y la arena de Geonosis–. Supongo que a él le perdonamos las payasadas.

Y, la conclusión, para finalizar, es simplemente que esta película formará siempre parte de mi vida y supongo que la seguiré revisitando en DVD de vez en cuando. Llegó en una época muy diferente a aquella en la que descubrí la trilogía original de La guerra de las galaxias, por lo que creo innecesaria y equivocada cualquier comparación, como ya dije en un artículo sobre la saga, pero la encuentro una película divertida y que, pese a que no ha transcurrido mucho desde su estreno original en cines, ya me trae algunos buenos recuerdos de un  tiempo  todavía cercano pero que fue mejor que el actual.

sábado, 12 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: La reina Victoria

La magia del cine tiene el inmenso poder de sublimar, de convertir en interesante y hasta en fascinante la historia más anodina y cotidiana, de lograr embelesar con personajes mediocres, zafios, vulgares o hasta normalmente despreciables. Véanse si no los numerosos filmes que ensalzan la vida de mafiosos y delincuentes varios y nos los venden, muy al contrario, como héroes o tipos dignos de admiración o, cuanto menos, de simpatía. Aceptada esta premisa, se le puede dar el visto bueno a La reina Victoria de Jean-Marc Vallée, película que, como se puede deducir si se conoce su título original,  The Young Victoria, se centra en los primeros años de reinado de la legendaria monarca británica, y especialmente en su relación inicial con el Príncipe Alberto, elegido por razones políticas para lo que parece ser un matrimonio de conveniencia en toda regla pero que, según el embellecido argumento, acabará viviendo una historia de amor sincera con su prometida.

Si nos atenemos simplemente al contenido, la trama del film es sencilla y hasta nimia, y ensalza un personaje histórico que para mí, que no niego para nada mi clara aversión hacia reyes, emperadores y toda suerte de tiranos y/o aprovechados que subyugan y parasitan al pueblo, es ignominioso –por mucho que el largometraje nos quiera hacer creer que Victoria fue una reina interesada en el bienestar de  todos sus súbditos–. Si nos ceñimos, por otro lado, a la forma, La reina Victoria es una película bellísima con maravillosos palacios, espléndidos vestuarios y preciosos jardines, de lujosa confección y con un selecto reparto en el que figuran, entre otros, Paul Bettany, Miranda Richardson, Jim Broadbent, Rupert Friend, Thomas Kretschmann, Mark Strong y, por supuesto, una Emily Blunt que brilla con luz propia en uno de los mejores papeles de su carrera. Ahora, cada cual, que elija la perspectiva desde la que prefiere ver la cinta…

Emily Blunt: ¿anónima o popular?

La londinense Emily Blunt es oficialmente la “chica de la semana” del blog. Las biografías internáuticas la ponen por las nubes: a su encantador rostro de ojos adormilados y su atractiva presencia física le añaden talentos como el canto, el violonchelo, los deportes y la equitación. Consiguió vencer una tartamudez infantil y se inició siendo adolescente en la interpretación teatral y televisiva, estrenándose en la pantalla grande con tan sólo 20 años con La reina guerrera en 2003. En todo caso, lo que es innegable es que, con menos de una década de carrera cinematográfica y sin haber cumplido aún la treintenta (lo hará el próximo 23 de febrero), Emily se ha labrado una magnífica y envidiable trayectoria que tiene hoy por hoy más títulos que ella edad. Además, ha sabido elegir sus papeles con sabiduría y acierto, demostrando que vale tanto para la comedia, como para el drama histórico, como para el thriller, que como para el fantástico. La chica parece claramente llamada a convertirse en una importante estrella internacional en los próximos años, a pesar de que su nombre puede todavía no ser enormemente popular.

Como casi siempre, descubrí a la actriz algo tarde; fue con El hombre lobo en 2010. Posteriormente sólo la he visto en cine en Destino oculto (2011), pero estoy intentando ponerme las pilas con su filmografía vía formato doméstico. De momento ya he revisado Escalofríos (2007), Sunshine Cleaning (2008) y La reina Victoria (2009). Por cierto, leo que estuvo a punto de intervenir en varias producciones superheroicas y, por una razón u otra, no lo hizo: su nombre sonó para El Capitán América y El caballero oscuro y tenía todas las papeletas para ser la Viuda Negra en Iron Man 2. Estoy seguro de que habría estado estupenda en el personaje. En todo caso, es un valor en alza en mi bestiario personal cuyos  futuros estrenos no me pasarán desapercibidos…

jueves, 10 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: El guateque

Otro largometraje que revisito también después de muchos, muchísimos años: El guateque (The Party) todo un hito dentro de la comedia de su época (es de 1968) y dentro de las respectivas filmografías de su director (Blake Edwards) y de su actor principal (Peter Sellers). De hecho, la película está prácticamente concebida para el exclusivo lucimiento del gran cómico inglés, que es el único protagonista de muchas escenas. Interpreta al simpático y patoso Hrundi V. Bakshi, actor hindú que, después de arruinar una super-producción hollywoodiense, es invitado por error a la fiesta que organiza el jefe de los estudios que rodaban dicho film. Naturalmente, Hrundi hará algunas de las suyas, pero no estará solo a la hora de que se agolpen las situaciones hilarantes, contando con la ayuda de un camarero borrachín o la hija de los anfitriones, cuyos amigos traen hasta un elefante al evento....

Peter Sellers, con Claudine Longet a su izquieda
Había dos escenas o detalles que recordaba todavía desde que vi El guateque por primera vez a mediados de los 80: la de la corneta en el rodaje inicial, y la de la espuma al final. No obstante, creía que el personaje de Sellers era mucho más caótico y torpe, cuando al final resulta educado y hasta encantador. El resto del reparto no tiene mucha participación, destacando quizá la simpática Claudine Longet, Denny Miller como la estrella vaquera, y Steve Franken –único actor de la cinta que ha tenido una trayectoria mencionable aparte de Sellers– como el camarero. Y, por supuesto, la siempre deliciosa partitura de Henry Mancini.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Anónimos populares: Dolores Hart

Dolores Hart (nacida como Hicks un 20-10-1938 en Chicago, Illinois, EE.UU.) volvía este año a Hollywood para presentar un premio Oscar. Era imposible que no llamara la atención en el acto, porque vestía un hábito monacal, y no estaba interpretando a ningún personaje: esta señora setentona aquejada actualmente de neuropatía es hoy en día la priora de la abadía de Regina Laudis en Bethlehem, Nueva York, pero hace décadas fue una joven y bellísima actriz de cabello rubio e intensos ojos azules que debutó en la pantalla flirteando con el mismísimo Elvis Presley. Tras aparecer en unos pocos largometrajes y series de televisión, sorprendió al mundo al renunciar a una incipiente y prometedora carrera para ingresar en una orden religiosa cuando tenía veinticinco años. Permanece en ella desde entonces, aunque nunca se ha apartado del todo del cine: desde 1990 es miembro de la Academia de Hollywood y revisa y vota las películas a nominar cada año. Parece una mujer para nada retirada del mundo que no tiene problemas en recordar sus años como actriz y su relación profesional con el Rey del Rock.

Personalmente, y debido a mi admiración por Elvis Presley, estoy familiarizado con Dolores y su curiosa historia desde hace muchos años, aunque reconozco que he visto muy pocos de sus largometrajes, entre ellos, los dos que hizo con el cantante, Loving You (1957) y King Creole (1958), y Lisa/El inspector (1962), una película que vi hace muchísimo tiempo una noche en Antena 3 co-protagonizada por mi también admirado Stephen Boyd y que me gustó mucho. No he podido volver a verla desde entonces ni la encuentro por ningún lado, salvo en una versión de muy mala calidad en youtube. Si alguien puede ayudar…

lunes, 7 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: Sunshine Cleaning

Tercer largometraje de la neozelandesa  Christine Jeffs (aunque rodado en EE.UU.), que repesco en DVD cuatro años después de su estreno en 2008. Se centra en la familia Lorkowski, compuesta por dos hermanas, la despreocupada Norah (Emily Blunt) y y la mayor y más responsable de ellas, Rose (Amy Adams), el pequeño hijo de ésta, Oscar (Jason Spevack) y el padre de ambas, Joe (Alan Arkin). Para ganarse la vida, las dos chicas deciden montarse una empresa de limpieza de escenas de crímenes y suicidios a la que ponen el nombre que da título al film. Pero en realidad, esto no es más que una excusa para contarnos las relaciones entre ellas, el resto de su familia y otros personajes curiosos como Mac (Steve Zahn), el policía amante de Rose, Winston (Clifton Collins, Jr), propietario de la tienda de productos donde compran las hermanas, o Lynn (Mary Lynn Rajskub), hija de una de las mujeres de cuya casa se han ocupado.

Emily Blunt, Alan Arkin, Amy Adams y Jason Spevack

Es una sencilla y simpática comedia dramática que te deja con buen sabor de boca a pesar de una propuesta tan simple y de una historia totalmente cotidiana. Sin lugar a dudas ayudan a ello las dos bellas actrices protagonistas (especialmente Emily Blunt, de la que cada vez estoy más encaprichado) y el gran Alan Arkin. 

sábado, 5 de mayo de 2012

Cartelera Ruthwen: La maldición de Rookford

Otra vuelta a una tuerca ya demasiado apretada sobre una temática –la de los fantasmas infantiles– harto recurrida en los últimos años (véase mi entrada sobre La sombra de nadie). La maldición de Rookford (The Awakening) era una película que tenía muchas ganas de ver después del buen sabor de boca que me dejó La mujer de negro (véase también la reseña), pero que para mí no logra igualar su sombrío tono (ni creo que lo pretenda: ésta es mucho más benigna y esperanzadora). A su favor, la ambientación en una época tan evocadora y romántica como son los primeros años 20 del siglo pasado, una fotografía que logra transmitir perfectamente ese aire melancólico que parece casi inherente al género fantasmal –fílmico o literario– y el acertado trío principal de actores: Dominic West, Imelda Staunton y, sobre todo, la sensual Rebecca Hall, secundados por el pequeño Isaac Hempstead Wright. En contra, el recurso ya algo tedioso que viene siendo esa “sorpresa final” que da un giro casi total a la historia que nos han estado contando y con la que, vaya, nos han estado engañando, ya que las cosas no son lo que parecen ni tal y como se han descrito. Me resulta un remedio demasiado manido a estas alturas y poco “ético” hablando en un sentido narrativo. Decía el maestro Hitchcock con respecto a su película Pánico en la escena que no volvería a repetir el error que tuvo en ella de presentar a los espectadores un flashback falso, y lo que ocurre en La maldición... es algo de ese estilo, y no cuento más por si alguien quiere verla (cosa que, después de todo, recomiendo).

Cielos nublados, páramos desiertos y  edificios  vetustos : los
ingredientes perfectos para una ghost story.
Primer largometraje para cine del inglés Nick Murphy, nos cuenta la historia de Florence Cathcart, una joven que, en la triste época posterior a la I Guerra Mundial, y tras haber perdido a su prometido en la contienda, se dedica a desenmascarar falsos fantasmas y espiritistas timadores. Un día, sus servicios son solicitados en el aislado internado de Rookford, lóbrega y fría mansión con el historial trágico de rigor donde se le presenta un caso que choca con sus férreas convicciones. 

viernes, 4 de mayo de 2012

¡Cumpleaños de Audrey!

Pese a tratarse de mi actriz favorita de todos los tiempos (seguida muy de cerca, como siempre he admitido, por mi también adoradísima Ingrid Bergman), nunca he dedicado un post especialmente largo a Audrey Hepburn. Tan sólo algún recordatorio de sus aniversarios, la reseña de algún libro y cosas similares. La razón principal es porque, se ha escrito tantísimo sobre ella, que no creo que yo pueda aportar nada original aparte de mis propias experiencias. En este 4 de mayo en que hubiera cumplido 83 años de seguir con nosotros, voy a aprovechar para contaros y recordar un poco como conocí a la niña de mis ojos del Cine…

Dos road movies
La primera película que creo haber visto de Audrey Hepburn es precisamente una de las que están consideradas menos interesantes de ella, y se trata de Mansiones verdes, de la que tengo el lejano y vago recuerdo de su pase por televisión un sábado por la tarde en los primeros 80. Más claro tengo el visionado de My Fair Lady algún tiempo después, una Nochebuena o Nochevieja a las tantas de la mañana, y repetida a la tarde siguiente, si no me equivoco. Finalmente, me suena bastante haber visto también por aquellas fechas (primera mitad de la década citada) Charada porque, cuando la vi de nuevo años después, recordaba claramente el clímax en el teatro.

Cuento un último y divertido recuerdo de Audrey de por aquellos tiempos, que ya he comentado en alguna otra ocasión, y es que en mi añorado Cine Oma, donde ofrecían aquellos programas dobles tan entrañables como inverosímiles, combinaron una vez Dos en la carretera con una de las dos primeras partes de Mad Max (me inclino a creer que la segunda). Al fin y al cabo, algo tenían en común las dos películas, ¿no? Por cierto, no acudí a ver esa sesión, pero sí di por hecho que el primero de los títulos era también un film reciente, y asumí que Audrey debía ser la hija de Katherine Hepburn

Una princesa de verdad, y no de las que tenemos por aquí...
Prendado de la Princesa Ana
Supongo que no es hasta que mi adolescencia avanza un poco más y comienzo a descubrir más y más cine clásico cuando veo una película que se convierte en esencial e imprescindible en mi vida: Vacaciones en Roma, en la que me enamoré perdidamente y para siempre de su irresistible protagonista. A día de hoy, sigue siendo mi película favorita de Audrey Hepburn, y una de las más firmes candidatas a llevarme a una isla desierta si sólo pudiera hacerme acompañar por un largometraje.

A finales de los 80, por supuesto, ya tengo una clara conciencia de quién es la actriz. Conozco algo de su historia y voy viendo más películas suyas, incluida, claro está, Desayuno con diamantes. En el cine veo de estreno el que sería su último trabajo, Always (Para siempre), e incluso asisto al reestreno en pantalla grande de Charada y Robin y Marian, la primera sobre 1988-89 en los Cines Albatros, durante mi breve etapa universitaria en Valencia, la segunda en los Aragón en 1991, aprovechando que estaba en la capital del Turia haciendo un cursillo. Creo que estas son las tres únicas películas de Audrey que he tenido el placer de ver en salas de cine.

Adiós…
Un 20 de enero de 1993 me sorprende y entristece la noticia de su temprana muerte a los 63 años. Tengo el recuerdo perenne de haber ido ese mismo día a Valencia a comprarme un amplificador para mi guitarra (además, conservo la factura) y, como ya conté en otra entrada sobre mi trayectoria musical, siempre le tuve mucho cariño a aquel artefacto porque en cierta manera lo relacionaba con mi actriz favorita. Por desgracia, me fue robado en 1999. Tengo también el recuerdo de la noticia en el telediario, en donde la describían como “un ángel bueno”, un calificativo muy usado con ella que me parece exagerado y hasta cursi, pero ya no estoy tan seguro de si eso lo vi el mismo día 20 o fue al siguiente, ya que creo que Audrey falleció por la noche….

Mi colección de VHSs y DVDs de Audrey

¿Quién dijo “fetichismo”?
En la segunda mitad de los 90, a la vez que voy consiguiendo las pocas películas suyas que me faltan, comienzo a interesarme por conocer más su historia. Hasta entonces no había querido saber mucho de ella porque a veces prefiero el misterio y el encanto de la idealización de un personaje que el conocer detalles de su vida que pueden hacer que se rompa ese hechizo y esa admiración que siento por él. Precisamente en una de las primeras incursiones que hice en internet descubrí un libro cuyo título no me molestaré en citar que firmaba alguien que decía ser un hijo secreto de Audrey que ella habría dado en adopción cuando era adolescente. El oportunista escritor destrozaba por completo el mito de Audrey Hepburn y sacaba los trapos más sucios que se pueden sacar de una persona, incluyendo algunas afirmaciones inverosímiles y descabelladas. He de reconocer que, en un primer momento, me afectó mucho la lectura de aquella reseña pero finalmente llegué a la conclusión de que aquello no podía ser más que una farsa, por lo demás, fácilmente probable. Por supuesto, nunca adquirí ni leí ese libro, pero sí que tengo otros muchos de Audrey, siendo los que recuerdo con más cariño los dos primeros que encontré de ella, y que me descubrieron muchas cosas nuevas: Cara de ángel de José I. Cuenta y Juan Tejero y Audrey Style de Pamela Clark Keogh. Desde entonces he reunido alrededor de una quincena de volúmenes sobre la actriz, tanto biografías más o menos detalladas como colecciones de fotografías, portadas y pósters. Admito que muchos de ellos –sobre todo los más recientes– son poco menos que un moderno “timo de la estampita” que ofrecen escasa lectura y muchas –y maravillosas– imágenes. También tengo, por supuesto, toda su filmografía “canónica” en VHS y en DVD (bueno, en este último formato me falta Todos rieron, que no ha salido en español). Y de sus películas pre-Vacaciones en Roma, en las que tiene breves apariciones, me faltan sólo unas pocas. Audrey es la única actriz con la que me permito ese tipo de fetichismos (de Ingrid Bergman, por ejemplo, sólo tengo tres libros, y de su filmografía, más extensa, aún me quedan unas cuantas películas por ver).

Mis libros de Audrey. ¿Debería visitar a un psiquiatra?

He visto todas las películas de Audrey varias veces. Después de Vacaciones en Roma, mi favorita es sin lugar a dudas Charada, que me parece una obra maestra totalmente redonda. También me gusta mucho Robin y Marian –a pesar de que aleja a la actriz de sus habituales entornos glamourosos– por ese bellísimo componente melancólico del que considero la mejor película sobre el mito de Robin Hood. En realidad, creo que el único film de ella que encuentro algo aburrido es Lazos de sangre. Hasta me gusta Historia de una monja a pesar de tratar una temática que me horroriza y que me pone los pelos de punta (y eso que no es de terror). Ah: también tengo el telefilm The Audrey Hepburn Story, en el que Jennifer Love-Hewitt la interpretó con más entusiasmo y cariño que buen tino.

El negocio “Audrey Hepburn”
A Desayuno con diamantes, sin embargo, he acabado cogiéndole un poquito de “manía” por lo que saturan con ella y con sus imágenes por todos los lados. Aún siendo un innegable clásicazo del cine, el papel de Audrey en ella no es mi favorito de la actriz (¡y no me gusta con mechas rubias!), y me cansa un poquito bastante todo ese merchandising que hay sobre el film –y sobre la actriz en general– en las tiendas. Por llegar, me llega hasta indignar que se vendan bolsos, camisetas, cuadros… de Audrey Hepburn a gente que no sabe ni quién es o que sólo ha visto una o dos películas, pero que decora su comedor con una imagen de ella porque queda chic o in o cool o como se diga. Los culpables de todo este “mafioseo” no son otros más que los propios hijos de la actriz, pero al menos me consuela que se lleven ellos las ganancias a que lo haga gente ajena a ella. Lo que siempre me he preguntado es qué pensaría la propia Audrey de este negocio en el que se ha convertido y al que estoy seguro se hubiera negado, conocida su humildad y modestia, a no ser que fuera con fines benéficos.

Tampoco puedo dejar de mencionar ese exagerado “lavado de cara” que le han hecho a la artista en las biografías que aparecen en los últimos tiempos, en las que hasta se esquiva un dato tan conocido como su idilio con William Holden. Parece que nos quieren vender a una mujer perfecta, inmaculada y casi virginal, más cercana a los personajes que interpretaba en sus primeras películas que a la verdadera Audrey de carne y hueso, con sus fallos, manías e imperfecciones, como tenemos todos y como creo que debe recordársele.

I ♥ Audrey! (¿os habíais dado cuenta?)
Audrey es para mí a la vez un ideal, un sueño, una musa, un fantasma y una quimera, una alegría, un imposible y una de las cosas más cercanas a la divinidad que hay en mi vida. Defiendo mi apasionada afirmación: téngase en cuenta que soy ateo y no tengo la suerte de creer en dioses o ángeles, y pienso que en esta vida tan vacía y con tan poco sentido uno tiene que dejarse engañar por algo para seguir adelante. Algunos prefieren la religión, el deporte o la política; mis mentiras favoritas son la Princesa Ana, Sabrina Fairchild, Jo Stockton, Ariane Chavasse, Regina Lampert, Eliza Dolittle y casi todos los personajes interpretados y sublimados por Audrey Kathleen Ruston, Hepburn para los cinéfilos.

(Quiero dedicar este artículo a  mis amigos Ramón y Mari Ángeles, que contraen nupcias precisamente hoy. Que lo hagan en el mismo día en que nació la que para mí es la actriz más maravillosa del mundo sólo puedo interpretarlo como señal de un futuro próspero y dichoso. ¡Enhorabuena y que comáis muchas perdices!)