"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 24 de septiembre de 2012

A solas con Emily Blunt

No vayáis a creer, por el título de esta entrada, que he tenido un encuentro íntimo y personal con la encantadora Emily Blunt; ¡que más quisiera yo! Lo que pasa es que anoche se me ocurrió ir al cine a ver la última de sus películas que se ha estrenado en España, Eternamente comprometidos, y me encontré con que era el único espectador en toda la sala… Lo más chocante es que, hace unos cuantos domingos, el pasado 20 de mayo, me ocurrió una situación similar, en el mismo sitio, precisamente con otra película de la actriz inglesa: La pesca de salmón en Yemen, y a principios de este mes acudí a verla en El amigo de mi hermana a los Cines Babel de Valencia y sólo habíamos dos personas (aquello me pareció más comprensible, ya que son salas de VOS), así que, no sé si es que Emily acarrea una maldición con respecto al público –nadie lo diría, a juzgar por el ritmo al que estrena nuevos trabajos–, el embeleso que personalmente siento por esa deliciosa mirada somnolienta y esos grandes ojos azules que tiene no es algo muy generalizado o, simplemente, ayer fue un día especialmente malo para las salas de mi localidad (la verdad es que apenas vi gente en el vestíbulo ni en el pasillo: se nota que se ha acabado el verano).

Pero, más que hablar de mi admiración por Emily Blunt o de la taquilla que puedan recaudar sus películas, el motivo principal de redactar este artículo es una breve reflexión sobre una circunstancia tan triste e impensable hace dos o tres lustros como es que en una sala de cine haya únicamente un solo espectador. Y es desolador, la verdad. Yo estoy muy a gusto en el cine sin los habituales “espectadores-comentaristas” que se pasan toda la proyección hablando y consiguen amargártela, o sin el típico pesado que no para de encender el móvil y desconcentrarte de la acción de la pantalla, pero me duele en el alma la situación por las propias salas de cine, por lo poco bueno que todo esto presagia. En concreto, esta ha sido la quinta vez que he estado como único espectador en el local cinematográfico de mi ciudad, los Alucine, desde que se abrieron en 1998: la primera fue exactamente una tarde del jueves 23 de marzo de 2006; lo recuerdo perfectamente porque era mi cumpleaños y, a la pesadumbre normal que me suele traer ese día, se unió aquella circunstancia entonces novedosa de no tener compañía alguna en el cine. La película era del –para algunos– traumático Terrence Malick: El nuevo mundo. Curiosamente, tan sólo una semana antes había estado viendo Orgullo y prejuicio, de Joe Wright y, a modo de augurio, sólo éramos dos personas en la sala.

Cinco películas para mí solo.... 

La segunda ocasión en que tuve una sala de cine enteramente a mi disposición –mal que me pesara– fue sobre año y medio después, a finales de 2007, y el film esta vez fue Bee Movie. La ausencia casi total de personal la achaqué a que volvía a ser domingo por la noche –en los últimos años, me he acostumbrado a ir ese día y a esa hora– y se trataba de una película dirigida principalmente a un público infantil. Mucho más me sorprendió que me volviera a ocurrir similar episodio a principios de 2011 con Los próximos tres días, tercera de las cinco películas que he presenciado solo en los Alucine, si sumamos las dos que, desafortunadamente, se han sucedido este año en un período de tan sólo cuatro meses…

Y por cierto, por si alguien quiere saber lo que me pareció el film en el que tuve por segunda vez a Emily Blunt enteramente a mi disposición –ya adelanto que no suelo ir a ver películas de este estilo– diré que lo encontré un poquito menos pueril y deplorable que otras comedias sentimentales que he visto, a pesar de un lamentable comienzo y similar final. Hay momentos divertidos e ideas interesantes en la cinta –como la presión que familia y amigos ejercen sobre las parejas para que legalicen sus matrimonios, o el simple hecho de que deban pasar por este trámite que no demuestra para nada que se quieran más que si no lo hacen– que el director, Nicholas Stoller, esquiva más que resuelve, y la presencia de Emily Blunt compensa algunas escenas más nimias o aburridas pero, por desgracia, no todas ellas (no ayuda mucho su compañero, el inexpresivo Jason Segel). Tampoco me arrepiento de haberla visto, dada mi fascinación por la londinense, pero sí que me apena sobremanera las circunstancias en las que lo hice: en una sala de cine prácticamente desierta y con casi todos sus asientos vacíos.

Post scríptum:
A título más personal que otra cosa, voy a ir añadiendo a este artículo nuevas ocasiones en las que me vuelva a suceder la situación de encontrarme solo en el cine. Espero que la lista no se haga muy larga....
-6-1-2013: El hombre de las sombras
-18-3-2013: Jack el caza gigantes
-29-9-2013: Thérèse Desqueyroux (Cines Babel, Valencia)
-2-3-2014: El poder del dinero
-23-3-2014: Non-Stop
-14-12-2014: Magia a la luz de la luna
-17-4-2016: El secreto de una obsesión
-15-5-2016: Triple 9
-5-6-2016: Un médico en la campiña
-23-11-2016: Un  traidor como los nuestros
-24-9-2017: Churchill (Kinépolis Valencia)
-1-5-2018: 7 días en Entebe
-11-11-2018: Millennium: Lo que no te mata te hace más fuerte

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