"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

domingo, 24 de abril de 2011

3 del 2001 (2)

El segundo título de esta “trilogía del 2001” que comencé en enero con Enemigo a las puertas (véase), y que recopila una selección de largometrajes con destacable calado en mi historial cinéfilo estrenados ese año, contrasta bastante con su antecesor: de las desoladas ruinas de Stalingrado y de los sacrificados soldados que combatieron en ambos bandos en aquel trágico conflicto, del terrible melodrama de una de las batallas más crueles de la Historia, nos trasladamos al París de los años 90, a un ambiente mucho más cálido y agradable que el de la ciudad rusa durante la II Guerra Mundial, y concretamente a un pequeño café en pleno centro de Montmartre y a un original vecindario, ambos poblados por toda una serie de personajes de lo más variopinto, a cada cual más entrañable y pintoresco. Una de las camareras del primer local es una jovencita de corta melena morena y de cautivadores ojos aún más oscuros que responde al nombre de Amélie Poulain, y que da título a esta segunda película de cuyo estreno se conmemoran en breve los 10 años (a España llegó un 19 de octubre): Amelie. La dirigió, por supuesto, Jean-Pierre Jeunet, y nos legó a los espectadores uno de los mayores regalos del cine francés moderno: la encantadora actriz Audrey Tautou.

Mi primer recuerdo de este film que es ya casi un pequeño clásico es ver el póster en una revista de cine: desde él sonreía discretamente una chica de grandísimos ojos negros la cual, según aquel cartel, iba a cambiar mi vida. Quizá no lo hiciera, pero sí que, al menos, la alegró un poco. La película sigue trayendo una sonrisa a mis labios cada vez que la revisiono, y os aseguro que no es fácil hacerme sonreír.

Como casi todo el mundo por aquel entonces, jamás había oído hablar antes de Audrey Tautou. Si conocía, sin embargo, a Jean-Pierre Jeunet, y había visto todos sus anteriores largometrajes: Delicatessen y La ciudad de los niños perdidos me habían parecido muy curiosas y originales, y Alien resurrección me había gustado, así que ya podía prácticamente aventurar antes de ver Amelie ni de saber apenas de qué trataba que la película me iba a resultar cuanto menos interesante. Aquella simpática muchachita del cartel también prometía algo especial y fue, desde luego, un innegable reclamo a la hora de acudir al cine a ver el film...

Amelie, cuyo titulo original es Le fabuleux destin d'Amélie Poulain, nos traslada, como he adelantado, a la capital francesa de finales del siglo pasado, concretamente a 1997, poco tiempo después del triste accidente que acabó con la vida de Lady Di. Tras un divertido prólogo de 15 minutos en el que una voz en off nos resume el nacimiento y los primeros años de vida de la protagonista, llegamos al presente (en el film, claro). Amelie es una joven de 23 años que ha crecido aislada de los otros niños debido a las excentricidades de sus padres, lo que le ha hecho convertirse en una chica solitaria e introvertida. Trabaja como camarera en el Café des Deux Moulins –una localización real que goza de gran éxito desde el estreno del film que la hizo popular–. El argumento de la película es bien sencillo de resumir, pero se dice siempre que lo importante no es lo que se cuenta, sino cómo se cuenta, y en el caso de Amelie, la historia está contada con gran originalidad y simpatía y una cuidadísima estética y personalidad que hacen único el film pese a una historia que podría considerarse “nimia” o repetitiva: Amelie descubre por casualidad una vieja caja de juguetes en su apartamento, y se interesa por devolvérsela al dueño original. A partir de ese momento, decide que su misión en la vida va  a ser ayudar a los demás, e inventa las más disparatas argucias con este fin: sus vecinos y sus compañeras serán el objeto de su recién descubierto altruismo. En su trayecto para conseguir todas estas empresas se topará con un joven llamado Nino (Mathieu Kassovitz), como ella, peculiar y solitario, y del que, naturalmente, Amelie se quedará prendada. Reservada y vergonzosa, la chica no se atreverá a revelar al muchacho su amor de una manera directa, por lo que en buena parte del final de la película la encontraremos ideando peculiares estratagemas para poder conocer a Nino.

El entrañable Dominique Pinon
Vista así, como ya he adelantado, Amelie no parece una película especialmente destacable, pero es todo ese imaginario tan particular del director, los divertidísimos personajes que pueblan el film, su estudiadísima dirección artística, con esa estética un tanto fantástica, casi de cómic, yo diría que de ensueño, dominada en todo momento por un aire retro en el que imperan los colores rojo y verde, los hilarantes gags visuales de estilo cartoon, lo que hacen que esta película sea la joya que ha sido desde el momento de su estreno. Así, nos encontramos con el huraño Dufayel, “el hombre de cristal”, que habita en la misma finca que la protagonista y que no sale de casa porque padece osteogénesis, enfermedad que hace que sus huesos sean tremendamente frágiles, y que pinta año tras año una copia de El almuerzo de los remeros de Renoir (sobre la que él y Amelie establecen una divertida comparación con la realidad y con la chica misma), el molesto tendero Collignon y su despistado ayudante Lucien, la señora Wallace, sufrida portera del edificio o, ya en el Deux Molins, con la hipocondríaca Georgette, compañera de Amelie, el escritor fracasado Hipólito, o el celoso Joseph, entre otros muchos componentes de la exclusivísima fauna que pulula por la cinta.

Mathieu Kassovitz como Nino
Aunque una producción modesta para la que Jeunet se rodeó de buena parte de su equipo artístico y técnico habitual (el guionista y dialoguista Guillaume Laurant, que escribió la película con él, o los actores Rufus, Serge Merlin o el entrañable Dominique Pinon, inevitable en los filmes del director), la película se estrenó con ese deseable y rarísimo éxito conjunto de crítica y público, y recibió numerosas nominaciones y premios a lo largo del mundo: cinco de las primeras en los Oscars hollywoodienses (de los cuales no se llevó finalmente ninguno), otras nueve a los BAFTA británicos (de los que ganó dos) y, cómo no, nada menos que trece a los Cesar franceses, donde triunfó en la edición de 2002 con los galardones a película, director, dirección artística y música. Por cierto, para esta última, Jeunet contó con el personalísimo músico multi-instrumentista Yann Tiersen, quien creó una partitura ideal para un film como Amelie (¿quién puede pensar en París sin el sonido de un acordeón?) a partir tanto de composiciones de sus anteriores álbumes como de temas escritos expresamente para el film.

Vi Amelie dos veces casi seguidas en el cine: acudí primero con un amigo, y algunas semanas después otro amigo me propuso ir a verla sin saber que ya lo había hecho y decidí repetir la gratificante experiencia. Por cierto, una anécdota personal: esa escena del Tour de France en la que un caballo salta una valla y se une al pelotón ciclista que Amelie graba en cinta de vídeo, yo la vi casualmente en directo cuando se estaba emitiendo por TVE. No soy muy aficionado a este deporte, pero en el momento en que ocurrió está curiosa anécdota yo estaba presenciándola por el televisor, por lo que me hizo mucha gracia verla en la película.

Audrey Tautou
¿Encontráis alguna similitud entre esta foto y la del póster?
Jean-Pierre Jeunet había pensado en la intérprete británica Emily Watson para que protagonizará Amelie, pero diversos problemas impidieron que el deseo del director se cumpliera. Se fijó entonces en una jovencita con trenzas que aparecía en el póster de Venus, salón de belleza, y decidió que ella sería la protagonista de su nueva obra. Esta elección lanzaría internacionalmente a Audrey Justine Tautou (9 de agosto de 1976, Beaumont, Puy-de-Dôme, Francia). Prácticamente una desconocida antes de asociarse con Jeunet aunque había trabajado ya en varias películas y telefilmes, Audrey es hoy en día una de las actrices más conocidas del cine de su país, y ha consolidado una inteligente y bien cuidada carrera en la que ha sabido alternar casi todo tipo de papeles: tras interpretar a la dulce Amelie se convirtió en una perturbada en Sólo te tengo a ti (2002), en una inmigrante turca acosada en Negocios ocultos (2002), en prostituta de alto standing en Un engaño de lujo (2006) y hasta se ha atrevido a interpretar a la diseñadora Coco Chanel en Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel (2009). Se aventuró en Hollywood con la adaptación al celuloide de El código Da Vinci (2006), pero en general prefiere la tranquilidad del cine europeo e igual que en un blockbuster como el anterior, trabaja en una película tan sencilla como Juntos nada más (2007). Con Jean-Pierre Jeunet volvió a formar equipo en Largo domingo de noviazgo (2004), un claro y caro intento –que no funcionó– de repetir el éxito de Amelie con un personaje y una historia sospechosamente similares.

Personalmente, Audrey es una de las pocas actrices-fetiche que tengo en la actualidad después de Natalie Portman, e intento siempre ver sus trabajos, si bien he de decir que no he disfrutado ninguno tanto como aquel con el que la conocí.

Jamel Debbouze
Jamel Debbouze (der.) junto a Urbain Cancelier (Collignon)
Otro de los descubrimientos más destacables de Amelie, aparte de la propia Audrey, fue el del divertidísimo Jamel Debbouze, un particularísimo cómico francés de corta estatura y fácilmente reconocible que compensa su minusvalía (su brazo derecho quedó lisiado a raíz de un accidente de tren cuando era joven) con grandes dosis de humor y simpatía. En la película interpreta al ya mencionado Lucien. A Debbouze, cuyos monólogos y shows son habituales en su país natal, lo hemos podido ver también en filmes como Asterix y Obélix: Misión Cleopatra, Asterix en los Juegos Olímpicos o en el inconcebible papel de soldado en Días de gloria. Por cierto, que a pesar de sus aparentes impedimentos, Jamel está hecho todo un donjuán y es habitual verlo rodeado de bellísimas mujeres como su propia esposa, la periodista Mélissa Theuriau (vedlo aquí tonteando con la mismísima Laetitia Casta). ¡Impagable su aparición en el making off que contiene el DVD de Amelie!

(Pincha para ver la 3ª parte)

3 comentarios:

  1. Es una película que aunque me gusta, no me parece tan excelente como a muchos espectadores (ya veo que a ti también te lo parece). Recuerdo que me impactó más Delicatessen pero desde su estreno no la he vuelto a ver.

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  2. Me ha encantado tu post... y, cómo no, adoro esta película. Es una de mis favoritas!

    Te dejo el link del pequeño tributo que le he dedicado por ser tan especial... https://www.facebook.com/pages/Le-fabuleux-destin-dAm%C3%A9lie-Poulain/196635017078986

    Acabo de descubrir tu blog, pero me pasaré a menudo a partir de ahora porque me parece muy interesante!

    Saludos de una periodista cultural en ciernes :)

    Berta

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  3. ¡Gracias, Berta! Voy a ver ese enlace....
    Saludos de un periodista cultural vocacional :)

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