"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 23 de junio de 2014

La venus de las pieles

Con todo lo que me gusta Roman Polanski, he de admitir que tengo algo descuidada su filmografía más reciente: de sus trabajos de la última década aún no he visto ni Oliver Twist ni Un dios salvaje, y sólo consigo acceder La venus de las pieles, después de que aparezca en formato doméstico. El estreno en España el pasado mes de enero llevaba la coletilla de “limitado”, tan frecuente como odiosa en los últimos tiempos. Esto quiere decir que los que no vivimos en una gran capital y con ello no disponemos de acceso a cines más selectos tenemos bastante dificultad para ver películas que se alejen un poco del circuito comercial como es el caso de esta.

El nuevo largometraje del director polaco es la adaptación al cine de una obra de teatro del autor David Ives quien, a su vez, adapta, por supuesto, la célebre novela de Sacher-Masoch. Y ante un juego de realidades y de metalenguajes nos encontramos con esta historia en la que un director teatral realiza una prueba a una actriz para una versión de La venus de las pieles. La mujer llega tarde, parece vulgar y malhablada, pero cuando por fin convence al hombre de que la escuche, éste queda deslumbrado por la pasión con la que interpreta. Pronto se inicia un peligroso juego de seducción y de desafío entre los dos únicos personajes del film en el que la realidad se mezcla con la ficción de la obra que recrean a la vez que intuimos que hay algo más en los que estamos viendo, algo misterioso y ultraterreno.

Sin salir de los confines de un teatro, prácticamente con su escenario como marco, Polanski logra atraparnos durante la hora y media que dura la película, por supuesto ayudado por los actores Mathieu Amalric y la esposa del director, una Emmanuelle Seigner que ya no es aquella jovencita que nos encandiló en Frenético o Lunas de hiel pero que aún mantiene gran parte de esa sensualidad y descaro habitual en sus personajes más famosos de antaño. En este duelo actoral en un ámbito escénico limitado parece difícil no encontrar similitudes con la estupenda La huella.

Para mí, con La venus de las pieles Ponlanski se reconfirma como uno de los grandes directores clásicos del cine, de cuya maestría seguimos teniendo la suerte de poder disfrutar.

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