"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

sábado, 28 de junio de 2014

Fin de semana en Dublín

El Hotel St. George, donde me hospedé
Hace exactamente diez años pude concederme uno de los pocos y excepcionales “grandes” caprichos que he tenido en mi vida: una breve estancia en uno de los países del mundo que más me fascinan: Irlanda. Es una de las dos únicas veces que he viajado al extranjero, siendo la anterior a Dinamarca y porque formaba parte de un intercambio estudiantil y me salió gratis.

En aquel ya lejano 2004 llevaba cierto tiempo trabajando y, aunque el viaje me costó el sueldo de todo un mes, pude permitirme el “lujo” de pasar un fin de semana en Dublín. Aunque yo no lo sabía entonces, lo cierto es que me iba a quedar de nuevo si empleo antes de que acabara el verano, pero, vaya, como se suele decir, “que me quiten lo bailao”. Además, como motivación extra modifiqué las fechas para poder acudir a un concierto de una artista que me gustaba bastante en aquella época: Sheryl Crow y así matar dos pájaros de un tiro y cumplir a la vez dos sueños. Los días finalmente elegidos fueron del viernes 25 al lunes 28 de junio; hoy se cumple pues la década de mi regreso de la Isla Verde.

Aquel día 25 me pegué el madrugón (¡4 AM!) para llegar a tiempo al Aeropuerto de Manises. El avión despegó puntual e hizo escala en Madrid y, tras un aburridísimo viaje de 3 horas, pisamos suelo irlandés. En el Aeropuerto de Dublín me recogió una simpática chófer que me acercó a mi alojamiento y me sorprendió poder entenderme bastante bien con ella a pesar de mi pésimo inglés oral. Me iba a instalar en el St. George Hotel, un viejo edificio reformado de estilo –casualmente– georgiano sito en Parnell Square, en pleno centro de Dublín y continuación directa de la famosísima O´Connell Street.

De aquellos cuatro cortos días en la capital de Irlanda –sobre los que no voy a extenderme demasiado para no aburrir a nadie– recuerdo sobre todo muchos y largos paseos por la ciudad. Me hubiese gustado salir a conocer el campo, visitar castillos y cosas similares, pero el presupuesto no me dio entonces para más y albergo el sueño de poder volver a aquel país con más tiempo y dinero. Pero, volviendo a mis recorridos por las calles dublinesas, decir que me gusta ver así los nuevos sitios que visito. Ir a mi aire y conocer la ciudad a pie, tal y como es y no como me quieran enseñar los tours y visitas guiadas que te llevan a los monumentos, museos y lugares más clásicos de cada ciudad.

En el Savoy vi Shrek 2
Aquellas largas caminatas estuvieron parcialmente condicionadas por mi amor a la literatura anglosajona, ya que pude ver (por fuera) las casas en las que vivieron muchos de los escritores que admiro, como es el caso de Sheridan LeFanu o el mismísimo Oscar Wilde. El hogar juvenil de este último puede visitarse, pero yo fui en sábado y estaba cerrado. Visité también la famosa zona de pubs y locales de conciertos de Temple Bar, pero no entré en ninguno debido a que me encontraba demasiado cansado para trasnochar. Dublín es famoso por sus músicos, y lo cierto es que en las calles encontrabas a muchos de ellos en solitario o en pareja acompañándose de algún instrumento o cantando a capella, y en general puedo confirmar que hay gran calidad artística en este sector en la ciudad de Dublín. La única exposición que visité fue Dublinia, sobre la época medieval de la ciudad, e incluyendo maquetas a escala y también escenas a tamaño real con maniquíes, entre otras cosas. También estuve en un complejo de ocio en el que se exponía la Bram Stoker Dracula Experience, una especie de “pasaje del terror” centrado por supuesto en el famoso personaje del conde vampiro. Y visité el edificio de Correos que presenció el famoso alzamiento de 1916 por parte de los independentistas irlandeses.

Para cuando llegó el domingo por la tarde, tenía los pies llenos de bambollas de tanto andar, pero como estaba solo y no me apetecía quedarme en el hotel, seguí con más largos paseos –ahora algo masoquistas– mientras llegaba la hora de acudir al concierto de Sheryl Crow en un gran recinto cerrado cercano al puerto de nombre The Point Depot (parece ser que una antigua estación ferroviaria reformada). Empezaba a las 8 de la tarde, pero llegué allí al menos una hora antes para poder coger sitio. Al final creo que estuve unas 4 horas de pie contando la espera, el artista invitado y la actuación de la cantante estadounidense. Al salir del espectáculo parecía un zombie que apenas podía andar, y sólo con gran fuerza de voluntad conseguí llegar al lejano hotel y acostarme casi sin cenar. Un cercano comercio Spar me proveía de algunos postres y frutas que llevarme al hotel.

Sheryl Crow en The Point (Foto: WENN)
El lunes por la mañana no me quedaba mucho tiempo para despedirme de Dublín y de su oscuro Río Liffey, ya que tenía que ir al aeropuerto después de comer. Creo que compré algunos souvenirs y poco más. Comí en una pizzería que frecuenté durante aquellos días, ya que la comida irlandesa no me resultaba muy de mi agrado y era algo cara. Aparte de aquel local estuve en una hamburguesería, y también en un restaurante chino en el que el menú era bastante diferente a los que vemos por aquí. Además, me fue imposible hacerme entender con el camarero para que me diera un poco de aceite de oliva para el pastoso arroz que me puso. ¡Siempre protagonizo alguna divertida anécdota culinaria en mis viajes!

¿Qué más recuerdo de aquellos cuatro días, aparte de las largas caminatas? Que llovía de vez en cuando a pesar de estar en la mejor época del año en aquellas latitudes, aunque eran precipitaciones cortas y poco molestas, que me metí a un cine llamado Savoy a ver Shrek 2, y que estuve muy tentado de ir a ver una obra de teatro de Stephen Rea, pero se me salía del presupuesto e incluso no recuerdo si estaba dentro de mis días de estancia en Dublín. También que me llevé mi vieja cámara Praktika y que no la saqué de la maleta al final. Tampoco me apetecía mucho hacer fotos y llevar el aparato colgado del cuello todo el tiempo. Además, al volver a casa me di cuenta de que el carrete se había roto y tuve que tirarlo. Creo que no he vuelto a coger esa cámara desde entonces.

Una de las muchas cosas que me atraía de Dublín era el rodaje en sus calles de una de mis películas favoritas, Los Commitments, y tenía bastante ilusión por encontrar algunos de los exteriores del film. Sólo lo conseguí de regreso al aeropuerto, cuando la chófer tuvo la amabilidad de desviarse para que viera aquellas enormes fincas en las que vive el personaje de Bronagh Gallagher y tiene lugar la anécdota del caballo en el ascensor. Mi conductora me dijo que las habían construido para familias pobres y que iban a ser derribadas en breve.

El regreso a casa fue un poco accidentado: el avión llegó con retraso a Madrid y, como consecuencia, perdimos el otro aparato que nos tenía que haber dejado en Valencia a eso de la medianoche. La empresa nos pagaba, no obstante, la noche de hotel, pero yo entraba a trabajar por la mañana y fue un gran fastidio. Además, debido a que tenía que esperar a que me devolvieran las maletas, perdí el bus que nos tenía que acercar al hotel. Me dijeron que pasaba otro, pero después de mucho esperar y pasar calor, decidí coger un taxi que me costó un dineral y que me llevó al hotel, que estaba muy cerca. Cené, me duché, me acosté y me quedé con la sensación de no haber dormido cuando tras tres o cuatro horas sonó el despertador. Aunque llegué a tiempo a casa para entrar a trabajar, decidí pedir la mañana de permiso para poder descansar.

Espero tener ocasión de volver a visitar Irlanda de manera más tranquila y holgada y mejor acompañado. Y, por supuesto, también Escocia, el otro país del que estoy enamorado…

lunes, 23 de junio de 2014

La venus de las pieles

Con todo lo que me gusta Roman Polanski, he de admitir que tengo algo descuidada su filmografía más reciente: de sus trabajos de la última década aún no he visto ni Oliver Twist ni Un dios salvaje, y sólo consigo acceder La venus de las pieles, después de que aparezca en formato doméstico. El estreno en España el pasado mes de enero llevaba la coletilla de “limitado”, tan frecuente como odiosa en los últimos tiempos. Esto quiere decir que los que no vivimos en una gran capital y con ello no disponemos de acceso a cines más selectos tenemos bastante dificultad para ver películas que se alejen un poco del circuito comercial como es el caso de esta.

El nuevo largometraje del director polaco es la adaptación al cine de una obra de teatro del autor David Ives quien, a su vez, adapta, por supuesto, la célebre novela de Sacher-Masoch. Y ante un juego de realidades y de metalenguajes nos encontramos con esta historia en la que un director teatral realiza una prueba a una actriz para una versión de La venus de las pieles. La mujer llega tarde, parece vulgar y malhablada, pero cuando por fin convence al hombre de que la escuche, éste queda deslumbrado por la pasión con la que interpreta. Pronto se inicia un peligroso juego de seducción y de desafío entre los dos únicos personajes del film en el que la realidad se mezcla con la ficción de la obra que recrean a la vez que intuimos que hay algo más en los que estamos viendo, algo misterioso y ultraterreno.

Sin salir de los confines de un teatro, prácticamente con su escenario como marco, Polanski logra atraparnos durante la hora y media que dura la película, por supuesto ayudado por los actores Mathieu Amalric y la esposa del director, una Emmanuelle Seigner que ya no es aquella jovencita que nos encandiló en Frenético o Lunas de hiel pero que aún mantiene gran parte de esa sensualidad y descaro habitual en sus personajes más famosos de antaño. En este duelo actoral en un ámbito escénico limitado parece difícil no encontrar similitudes con la estupenda La huella.

Para mí, con La venus de las pieles Ponlanski se reconfirma como uno de los grandes directores clásicos del cine, de cuya maestría seguimos teniendo la suerte de poder disfrutar.

Telstar: The Joe Meek Story

Película estrenada en su país de origen, el Reino Unido, en 2008 y que he descubierto casi por casualidad. Sobra decir que a nuestra rústica piel de toro no ha llegado ni de broma.  Es mi afición al rock de los 50 y los 60 la que me lleva a verla, ya que se centra en la etapa de mayor éxito y en el posterior declive del productor inglés Joe Meek, entre 1962 y 1967. Meek, apasionado por la música y con gran talento para la electrónica, grabó a infinidad de artistas en los años 50 y 60, llegando a conseguir que algunos de ellos tuvieran importantes éxitos en su país e incluso en el resto del mundo. El instrumental Telstar, que fue registrado por The Tornados y que da nombre a la película, fue el primer disco británico que llegó a nº1 en los EE.UU. Pero nuestro hombre también trabajó con otros músicos de su país como The Outlaws, Lonnie Donnegan, Mike Berry, Screaming Lord Sutch, el actor John Leyton y, por supuesto, Heinz, cantante de origen alemán y afincado en Inglaterra que era el bajista de los Tornados y cuya carrera en solitario promocionó con entusiasmo el mismo Joe Meek. Precisamente parte de la película se centra en la supuesta relación homosexual entre estos dos personajes, aunque los familiares del cantante han querido desmentirla.

En el largometraje de Nick Moran no sólo conocemos la audacia técnica y discográfica del productor en cuya vida se basa, sino también sus peculiaridades y excentricidades, que eran muchas: paranoico, drogadicto, influido por el ocultismo, con problemas con la ley debido a sus tendencias sexuales, arruinado y sin saber adaptarse a las cambiantes tendencias musicales que llegaron después, Joe Meek acabó suicidándose a los 37 años después de disparar a su casera. La suya fue sin duda una vida curiosa y pintoresca digna de llevarse al cine, como así ha ocurrido. En el reparto principal encontramos a Con O´Neill como Meek, JJ Feild como Heinz y Kevin Spacey como el Mayor Wilfred Banks, el socio financiero del productor.


jueves, 19 de junio de 2014

Trilogía Matrix

Hacía mucho tiempo que quería revisar la trilogía de Matrix. Sólo vi estas películas cuando se estrenaron en cine –excepto la primera entrega, que aún llegué a repescar en VHS–. En su momento, ni Matrix (1999) ni sus secuelas, Matrix Reloaded (2003) y Matrix Revolutions (2003) consiguieron impactarme demasiado, pero me apetecía verlas todas de un tirón en aras de la continuidad, claridad y comprensión de sus argumentos (por ejemplo, cuando vi la segunda parte mucho después de la primera no entendí la alusión a la cuchara). Esta tarea la acabo de realizar en estos últimos días.

Más de diez años después del fin de esta saga de ciencia ficción, tengo que decir que una revisión distanciada no ha conseguido cambiar mi opinión sobre ella (de hecho, vista en un televisor pierden su principal baza, que es su vistosidad). Me parece compuesta por películas insulsas que a menudo están más cerca del video-clip o del audiovisual publicitario que de un largometraje o historia para cine que cuente algo de interés. El reparto principal, encabezado por un actor que me parece básicamente inexpresivo como Keanu Reeves, no consigue resultarme atractivo ni simpático (¡y eso que me gusta Carrie-Ann Moss!). Para mí, Matrix es una saga “de posturitas”, con todas esas escenas de peleas a cámara lenta y de acrobacias imposibles y unos protagonistas que constantemente exhiben ropa “fashion” y gafas de sol de diseño sin importar si están peleando o es de noche. Me llega a parecer ridículo incluso aún con el pretexto de que están dentro de un mundo virtual.


Por el contrario, algunas de las grandes ideas con las que juega la trilogía de los hermanos Wachowski me parecen desperdiciadas: una vez más, una película de ciencia ficción denuncia un futuro distópico que en realidad se ha cumplido prácticamente en la actualidad: no tenemos que viajar siglos ni décadas en el tiempo para llegar a una sociedad alienada que vive engañada por la clase dominante que se aprovecha de ella y la parasita. Eso es así ya, sin tener que esperar a sofisticados robots ni a adelantados programas de realidad virtual. “La elección es una ilusión creada entre los que tienen poder y los que no lo tienen”, dice en un momento dado el personaje de Lambert Wilson. Y a mí me es imposible evitar relacionar esto con conceptos como esa falsa democracia que nos venden en Occidente y todo el aparato que las rodea, entre otras muchas otras nociones.

Algunas de las otras osadas propuestas de la trilogía que a mí me parecen terriblemente ciertas las proporciona el personaje que se supone el “malo” de la saga, ese Agente Smith interpretado por Hugo Weaving que compara con la más pasmosa razón del mundo a la humanidad con un virus que se propaga y que va acabando con todo lo que le rodea. La idea no es nueva, y autores como William S. Burroughs o William Gibson ya la habían expuesto en sus obras (tampoco es difícil encontrar la sombra de Philip K. Dick en la esencia de las películas Matrix).

El tremendo y poderoso mensaje ideológico que puede transmitir esta saga queda prácticamente oculto bajo sus espectaculares escenas de pelea y sus efectos especiales. El público recordará los combates de Neo o los disparos de Trinity, la innovación técnica que supuso la trilogía de los Wachowski (para mí, su único mérito) antes que pararse a reflexionar sobre todas esas denuncias e ideas que se asoman tímidamente en algunas de las pocas secuencias en que algún diálogo mínimamente elaborado aparece en sus entregas. Son demasiado duras y quizá es mejor ignorarlas y no hacer frente a su monstruosa verdad.

Me resulta chocante que Matrix se haya convertido en un referente del cine de ciencia ficción cuando, a mi entender, no ha aportado nada nuevo a este género si exceptuamos quizá su particular estética… 

viernes, 13 de junio de 2014

Saga X-Men

La saga X-Men –de la que en estos días se estrena X-Men: Días del futuro pasado– se halla entre mis favoritas de entre todas las dedicadas a superhéroes del cómic durante los últimos tres lustros. En general, encuentro en casi todas sus entregas ese deseable equilibrio entre acción y espectacularidad, por un lado, y drama y personajes con cierto fondo (vamos, historias con algo de “miga”) que para mí deberían tener las películas de estos géneros fantásticos. Me encanta toda esa galería de seres con aspectos y poderes peculiares, sus relaciones entre ellos y el resto del mundo, y su vinculación con momentos históricos importantes como la Crisis de los Misiles de Cuba, el asesinato de Kennedy o la bomba de Nagasaki.

Básicamente, esta franquicia cinematográfica adapta las historietas creadas en los años 60 por Stan Lee y Jack Kirby para la Marvel en torno a un grupo de mutantes–que en mis tiempos conocíamos como La Patrulla-X– que, a la vez que debe proteger al mundo de otros seres como ellos pero con peores intenciones, debe protegerse de una sociedad que les teme y discrimina. El Profesor Charles Xavier, un poderoso telépata, reúne a varios jóvenes con poderes con el altruista fin de hacer el bien y ayudar a los demás al tiempo que asesora a sus pupilos para que controlen sus habilidades y se encaucen por el buen camino. Entre sus primeros alumnos figuran nombres como Scott Summers “Cíclope”, cuyos ojos emiten un poderoso y destructivo rayo, Hank McCoy, la Bestia, con portentosas habilidades acrobáticas, Jean Grey, la Chica Maravilla, también telépata, Warren Worthington, el Ángel (nacido con grandes alas emplumadas) y Bobby Drake, el Hombre de Hielo, que puede transformar su cuerpo en dicho elemento. Pero el profesor X, como será conocido en el Universo Marvel, tiene también su némesis: Max Eisenhardt, Magneto, que puede dominar a voluntad todo lo metálico. Magneto formará su propia banda, la Hermandad de Mutantes Diabólicos, y se enfrentará a Xavier repetidas veces.

Con los años y los cambios de guionistas, los cómics de X-Men incorporaron a nuevos personajes mientras otros desaparecían, reaparecían, morían, revivían o cambiaban de bando: en los 70 y 80 llegaron el popular Lobezno, Banshee, Fénix (Jean Grey), Coloso, Tormenta, Pícara y tantos otros. La veterana historieta conoció spin-offs, variantes y alternativas como los Nuevos Mutantes, Factor X y algunos más, aunque por aquellos años yo ya había dejado de leer tebeos.

En 2000 el director Bryan Singer lleva al fin a la pantalla grande las aventuras de todos estos pintorescos seres. El éxito de la película da pie a una trilogía que continúa en 2003 con igual o más acierto, pero que baja el listón con su último capítulo, La decisión final, en 2006. En esa tercera entrega, Singer pasa la batuta a su colega Brett Ratner, oficialmente porque estaba embarcado en aquel desacierto que fue Superman Returns, oficiosamente porque su relación con algunos de los actores de la saga dejaba que desear. Es un gran error, ya que la película le falta ritmo y densidad y no está a la altura de sus predecesoras, lo que se puede explicar aventurando exagerados cortes en su edición final (dura sólo hora y media en lugar de las dos horas de las anteriores, algo que parece muy extraño para la conclusión de una saga tan popular).
 
X-Men: trilogía original (2000-2006)

En 2011, la 20th Century Fox recupera a los mutantes del Profesor Xavier, pero lo hace en forma de precuela, ambientándola 50 años atrás. Esto es: casi todo el plantel de la trilogía anterior queda fuera de esta nueva película, excepto algún que otro personaje como Lobezno dada su condición casi atemporal. Los personajes que coinciden, como puedan ser Magneto y el Profesor X, son ahora interpretados por otros actores más jóvenes. Bryan Singer se vuelve a incorporar a la franquicia en calidad de productor y guionista, lo que asegura que se recupere buena parte del sabor” y del espíritu de la trilogía original. Este mismo mes se ha estrenado la secuela de esta nueva etapa de la saga, esta vez ya dirigida por Synger, en la que el director estadounidense ha rizado el rizo y se las ha ingeniado para que –a través de una serie de viajes temporales y mentales– coincidan en el mismo film los actores de la vieja y la nueva trilogía. Dentro de dos años terminará teóricamente esta última con X-Men: Apocalypse.

X-Men: segunda trilogía
Mencionar por último que la popularidad de uno de los personajes de X-Men ha propiciado, no sólo que sea el único que aparece interpretado en todas las películas por el mismo actor (Hugh Jackman) sino que esté teniendo también su propia trilogía. Hablo, por supuesto, de Lobezno, que llegó al cine en solitario (aunque coincidiendo con algunos de sus compañeros de reparto de la saga madre) en X-Men Orígenes: Lobezno (2009) y más tarde en Lobezno inmortal (2013), y al que se espera de nuevo en 2017 con un nuevo y supuestamente último episodio. Personalmente, no he encontrado las películas de este x-man al nivel de las que las propiciaron, aunque tienen momentos divertidos y, sobre todo, vistosos.

Trilogía original X-Men
- X-Men (Bryan Singer, 2000)
- X-Men 2 (Bryan Singer, 2003)
- X-Men: La decisión final (Brett Ratner, 2006)

Segunda trilogía X-Men
- X-Men: Primera generación (Matthew Vaughn, 2011)
- X-Men: Días del futuro pasado (Bryan Singer, 2014)
- X-Men: Apocalypse (Bryan Singer, 2016)

Trilogía Lobezno
- X-Men Orígenes: Lobezno (Gavin Hood, 2009)
- Lobezno inmortal (James Mangold, 2013)
- Wolverine 3 (2017)

Mis libros sobre Ingrid Bergman

La semana pasada conseguí la biografía sobre Ingrid Bergman escrita por Charlotte Chandler publicada por primera vez en 2007 y un año más tarde en edición española por la editorial Ariel. Era un libro que desconocía y que no pude resistirme a adquirir estando como estaba ofertado a tan sólo 5,95 euros (¡y en tapa dura!). Aunque pensaba posponer su lectura para cuando acabara otras tareas pendientes, finalmente he cedido a la tentación y he acabado devorándolo en diez días. Es el segundo libro biográfico que tengo sobre la actriz, siendo el otro el de Donald Spotto publicado por T&B Editores (Notorious) y que compré hace doce años. Aunque no recuerdo demasiados detalles de este último, creo que me cautivó más que el de Chandler porque me descubrió muchos aspectos sobre la vida de la actriz que no conocía (hasta entonces nunca había indagado mucho en su faceta personal). También me pareció más completo y objetivo, pero después de más de una década no conservo claramente en mi memoria más que algunos conceptos del trabajo del otro escritor. Este otro libro más reciente se lee con facilidad y agrado y cuenta con opiniones y entrevistas que la autora realizó tanto a Ingrid Bergman como a muchos de sus allegados, desde actores y directores con los que trabajó hasta sus propios hijos. Parece también una aproximación más “aséptica” a la figura de la sublime sueca, no sé si precisamente quizá por estar la escritora de alguna forma condicionada por la posible opinión que los familiares de Ingrid pudieran acabar teniendo de su trabajo.

Aparte de estas dos biografías tengo otro par de libros más sobre la actriz: el de la editorial Taschen, incluido dentro de su serie Movie Icons, es básicamente un álbum de fotografías, breve, sencillito, barato y aderezado con algunos textos de Scott Eyman resumiendo la vida y carrera de la intérprete en la que se centra el volumen.

The Complete Films of Ingrid Bergman fue escrito por Lawrence J. Quirk y fue publicado por Citadel Press Book, y se centra obviamente en la filmografía de la actriz, tanto para cine como para televisión e incluyendo también sus obras de teatro. De todos estos trabajos el autor nos ofrece un resumen de sus argumentos, el reparto técnico y artístico y curiosidades y notas interesantes como críticas aparecidas en el momento de cada uno de sus estrenos.

Tengo pendiente y demorada más allá de lo razonable la adquisición de la propia autobiografía de la actriz, Ingrid Bergman: My Story, que no sé si está actualmente publicada pero que sí se puede encontrar de segunda mano a precios bastante asequibles. De todas maneras, teniendo en cuenta que el año que viene se cumple el centenario del nacimiento de Ingrid, estoy seguro de que volverá a ser reeditada.

miércoles, 11 de junio de 2014

Adiós, compañero

Algunos de mis amigos han aplaudido mi decisión de dar de baja mi viejo coche. Yo veo esta drástica determinación de otra forma: aunque pueda parecer exagerado, para mí no es sino un paso más hacia la pobreza, el ostracismo y el aislamiento social. Y eso que no soy nada aficionado a los coches ni me entusiasma conducir. No sé si alguna vez pagaría un dineral por un coche nuevo y dudo que fuera capaz de cuidar uno con esmero y dedicación como hace toda esa gente que atesora su vehículo como si fuera lo más preciado que tiene en el mundo. Para mí un coche es un accesorio que te permite acceder a ciertos lugares de manera más rápida y cómoda, jamás un artículo de lujo del que hacer ostentación.



Compré este Citröen ZX Avantage en octubre de 2003 de segunda mano. Me costó unos 2000 euros en aquella época en la que por suerte tenía trabajo seguido y necesitaba un transporte propio. Entonces contaba ya con ocho años largos, y me hizo mucha gracia que precisamente hubiese sido matriculado en el día de mi cumpleaños de 1995. Casi lo interpreté como una señal. Más de década y media después, puedo decir que el coche me salió bastante bueno a un nivel mecánico: sólo he tenido que hacerle una reparación relativamente cara en todo este tiempo. Eso sí: al poco de tenerlo se estropeó la calefacción, y varios años después el aire acondicionado, pero decidí no reparar ninguna de las dos cosas, sobre todo porque la última avería me pilló ya en época de “vacas flacas”. Además de esto, algún pequeño problemilla con la puerta derecha y con la del maletero fácilmente solventable o ignorable.

En otros aspectos, se podría decir que el coche me salió un poco “rana”: a la tercera vez de llevarlo a la ITV el inspector de turno me sorprendió diciéndome que se trataba de un vehículo comercial y que como tal sólo podía llevar los dos asientos de delante y debía pasar la revisión cada semestre. Tras indagar un poco, el mismo técnico me descubrió que el primer problema –los asientos– se había resuelto anteriormente, pero no el segundo. Más recientemente, a finales del pasado año, la DGT me comunicó que el coche tenía un embargo de mucho antes de que fuera de mi propiedad. Se puede decir que me la metieron bien y en este sentido creo que no me volverán a pillar si alguna vez vuelvo a comprar otro coche.



Aparte de estos disgustillos, he de decir que el Citröen me ha servido muy bien durante todos estos años. En mejores épocas, me llevó a todos mis trabajos –normalmente a bastante distancia de mi ciudad– mientras los tuve. En estos largos años desempleo, he de admitir que no le di mucha utilidad, en parte porque como ya he admitido no me gusta mucho conducir más allá de lo imprescindible y porque raramente uso coche para circular dentro de mi ciudad. Me vino bien para ir a cines de otras localidades, para ensayar con grupos cuando lo hacía y para llevarme de compras ocasionalmente, opciones que ahora ya desaparecen (y de ahí mi pesimismo de las primeras líneas).

Por encima de todo esto queda que soy un sentimental sin remedio y que le cojo cariño a las cosas que me acompañan en la vida, así que perder a este veterano amigo de cuatro ruedas me duele más en el corazón y en el orgullo que por cualquier otra cuestión material o monetaria. Es bien cierto que en estos últimos tiempos ya me era imposible mantenerlo al día y pagar sus seguros, impuestos y revisiones con mi inexistente sueldo. Lo movía cada dos o tres semanas para que no estuviera en el mismo sitio, y a veces ni eso, porque en algunos momentos no podía ponerle ni gasolina.

Hoy me despido de mi compañero, para que sea desmenuzado en un desguace. Seguramente aún hubiésemos podido estar juntos muchos años en otras circunstancias. Le echaré mucho de menos…

Muñequitos

Desde siempre me han fascinado las pequeñas figuritas y las réplicas en miniaturas de edificios, vehículos, personajes… Y, claro, supongo que eso es totalmente normal que te ocurra cuando eres un niño, pero seguramente no está tan bien mirado cuando alguien ya tiene cierta edad. Es verdad que raramente compro “muñequitos” hoy en día, pero mi cautivación por todos esas piececitas sigue prácticamente intacta desde mi infancia.

El otro día pasaba junto a un quiosco de mi barrio cuando vi una revista que conmemoraba nada menos que el 40 aniversario de la aparición de los famosos clicks de Playmobil. Por 5´95, esta publicación ofrecía también dos de estas figuras articuladas: sendas versiones del primer click que llegó al mercado –un soldado medieval– y su homólogo moderno. No puede resistirme a comprarla porque precisamente aquel caballerete –incluso con idénticos colores de pelo y ropa– había sido también el primer click que tuve en mi vida, seguramente sobre aquel año 1974 o poco después.

El primer click que
tuve en mi vida, aunque
con los colores del que
viene en la revista.
Fui un ávido coleccionista de estas simpáticas miniaturas articuladas: vaqueros, indios, medievales, peones camineros y, ya algo más tarde, piratas y hasta astronautas cuando el catálogo de Playmobil –aquí Famobil, puesto que lo distribuía Famosa– fue ampliándose y ofreciendo nuevos personajes. Llegué a tener incluso el camión de esos trabajadores de la carretera que he mencionado, aunque nunca pude tener el gran sueño de todos los niños de mi época aficionados a los clicks: el barco pirata –mi familia era y sigue siendo humilde–. Paralelamente a los muñequitos de Famobil también acumulé a muchos de sus primos algo más grandes, los Airgamboys –que ofrecían algo que los clicks no tenían: soldados de épocas más modernas– y, ya más tarde, a los diminutos Comanboys. Y, por supuesto, a mi casa también llegaron en aquellos 70 otras figuras articuladas de mayor escala: Madelmanes, Geypermanes y Big Jims. De todos ellos tuve cantidad de complementos, armas y vehículos. Aquella inundación de muñecos la completaban los famosos soldaditos de los sobres de Montaplex y de otras marcas y referencias de fabricantes menos conocidos. Con todas ellas, y con la desbordante, añorada y envidiable imaginación de un niño, montaba o recreaba historias, películas y aventuras ya fuera en compañía de mis amigos o incluso sin ellos.

Algunas de las figuras que pinté hace ya muchos años, cogiendo polvo...

Ya acercándome a mi adolescencia llegaron a mi vida otro tipo de miniaturas y figuras: las de modelismo (algo que resumo en estos artículos). En este caso, la propuesta era diferente: ya no se jugaba con estos vehículos y personajes, sino que se montaban y pintaban para luego exponerse en alguna estantería. Era quizá un paso más en el coleccionismo de miniaturas, o quizá el paso natural al llegar a cierta edad. El modelismo requería una importante implicación por parte del coleccionista, ya que exigía su colaboración manual y artística. 

Más figuras de mi colección de modelismo. La pintura
del Drácula se estropeó hace tiempo y se quedó con esas
manchas blancas que quizá algún día me anime a retocar.
Con el tiempo, los clicks y demás compañeros de la infancia fueron saliendo de mi vida. Mi padre aprovechaba mis ausencias veraniegas para hacer “saqueos” en mi habitación en los que tiraba a la basura lo que le parecía, y muchos de mis primos más pequeños acabaron también heredando buena parte de mi colección de muñecos y de sus accesorios. En el año 2002, después de casi dos décadas olvidados, decidí vender mis tres Geypermanes supervivientes –llegué a tener cuatro– por unos 180 euros que me vinieron muy bien. Ridículo como pueda parecer, sentí mucho separarme de aquellos fieles compinches de la infancia y los eché de menos durante mucho tiempo. A día de hoy, increíblemente, aún conservo la mayoría de clicks de Famóbil de mi niñez. Sobrevivieron durante décadas en mi casa de veraneo e incluso escaparon a las terribles purgas paternas. No hace mucho que los volví a recuperar.

El tema de las figuras y vehículos de modelismo es diferente: cuando has construido y pintado una maqueta, cuando has dedicado horas y horas a darle vida, normalmente te sientes orgulloso de ella y se crea un vínculo especial que no te permite deshacerte de ella con facilidad. Conservo casi todos los vehículos y figuras que he pintado en mi vida, algunos guardados en caja y otros –los acabados sobre los últimos veinte años– expuestos en estanterías. El modelismo es algo a lo que no he dicho adiós definitivamente y, tras unos pocos años apartado de este hobby, en este 2014 estoy intentando volver a coger los pinceles y recuperar la ilusión por confeccionar esas creaciones a escala ya sea de tanques, naves, casas, soldados o personajes de películas.

En los últimos años raramente me he comprado figuras: sendos bustos representando a Peter Cushing y Natalie Portman en sus respectivos personajes en la saga Star Wars, una figura articulada de La novia cadáver y alguna cosa más. Son piezas que ya vienen pintadas con mayor o menor detalle y que simplemente sirven para ser exhibidas: ni se juega con ellas (¡digo yo!) ni implican una participación activa del comprador para ser acabadas. Un epílogo para esta entrada nostálgica sobre “muñequitos”: ¡el mes pasado me compré un click de Playmobil! Leyendo la mencionada revista sobre el aniversario de estos juguetes, descubrí que en el año 1994 había aparecido la versión click de uno de mis personajes favoritos: Drácula, y no puede evitar hacerme con él. Lo encontré fácilmente y a buen precio. Es lo que tiene ser un niño caprichoso…

martes, 10 de junio de 2014

Dos de Ingrid

En estas últimas semanas he abordado por fin una tarea que llevo demorando más tiempo del deseado: intentar completar el visionado de la filmografía de Ingrid Bergman. No es moco de pavo, ya que aún me quedaba más de la mitad hasta hace poco, pero he avanzando bastante. Estas son dos de entre todas esas películas suyas que tenía pendientes que más me han llamado la atención en estos días. Quedan más por ver…

Un pequeño pueblo que ha conocido días mejores espera la llegada de una oriunda del lugar (Ingrid Bergman) que se marchó hace tiempo. Ahora es una viuda millonaria y sus paisanos esperan que se interese por levantar la maltrecha economía de la localidad. ¿Parece un remake de Bienvenido, Mr. Marshall? Para nada: lo cierto es que con La visita del rencor (1964), su director, Bernhard Wicki, nos ofrece un melodrama de duros matices bastante más oscuro que el clásico español, ya que, al poco de comenzar la película, descubrimos que la acaudalada mujer fue prácticamente expulsada del pueblo tras quedarse embarazada de su antiguo amante (Anthony Quinn), que la despechó para poder labrarse así un futuro. La propuesta que la millonaria hace a los demás a cambio de una generosa donación es que muera este hombre. A partir de ese momento, la paranoia está asegurada y la tensión va en aumento mientras el sentenciado empieza a dudar sobre las intenciones de sus conciudadanos…

No me digas adiós, que vi seguida de la anterior, nos propone un tono bien diferente: estamos ante una comedia dramática ambientada en el siempre eficaz y atractivo París en el que una madura decoradora (Ingrid) es cortejada por un joven quince años menor que ella (Anthony Perkins). La mujer tiene una pareja más o menos estable y de su edad, el apuesto Roger (Yves Montand), pero este la engaña constantemente y no acaba de formalizar su relación. ¿Cuál es el hombre que más le conviene? La dirigió Anatole Litvak en 1961.

Dulce y encantadora o fría y maquinadora: son sólo dos muestras de la variedad de registros y de las inmensas dotes interpretativas, de entre su cerca de medio centenar de largometrajes, de aquella mujer extraordinaria que fue Ingrid Bergman, el regalo más grande que Suecia ha hecho al mundo.

domingo, 8 de junio de 2014

Completando filmografías: Alfred Hitchcock

Alfred Hitchcock ha sido sin lugar a dudas el director de cine esencial en mi vida, razón por la cual me gustaría completar el visionado total de sus trabajos. La filmografía “oficial” de Alfred Hitchcock consta de un total de 55 largometrajes, aunque en la famosa foto en la que el director posa junto a las bobinas de sus films puestas en una larga fila figuran dos menos (¿los olvidó o los despreció?). Como en el caso de Audrey Hepburn, también se puede separar en dos bloques diferenciados, ya que, de esos títulos, 25 fueron rodados en la patria del mago del suspense, Inglaterra, entre 1926 y 1939, y los restantes 30 en su país de adopción, EE.UU., que es donde desarrollaría la parte más conocida de su carrera entre 1940 y 1976.

Filmografía americana de Alfred Hitchcock:
-30 largometrajes (vistos 30)
-2 cortometrajes (vistos 0)

1940 - Rebecca (Rebeca) *
1940 - Foreign Correspondent (Enviado especial)
1941 - Mr. and Mrs. Smith (Matrimonio original)
1941 - Suspicion (Sospecha)
1942 - Saboteur (Sabotaje)
1943 - Shadow of a Doubt (La sombra de una duda)
1944 - Lifeboat (Náufragos)
1944 - Bon Voyage (Buen viaje), cortometraje
1944 - Aventure malgache (Aventura malgache), cortometraje
1945 - Spellbound (Recuerda) *
1946 - Notorious (Encadenados) *
1947 - The Paradine Case (El proceso Paradine)
1948 - Rope (La soga) *
1949 - Under Capricorn (Atormentada) *
1950 - Stage Fright (Pánico en la escena)
1951 - Strangers on a Train (Extraños en un tren) *
1953 - I Confess (Yo confieso)
1954 - Dial M for a Murder (Crimen perfecto) *
1954 - Rear Window (La ventana indiscreta) *
1955 - To Catch a Thief (Atrapa a un ladrón) *
1955 - The Trouble with Harry (Pero... ¿quién mató a Harry?)
1956 - The Man Who Knew Too Much (El hombre que sabía demasiado)
1956 - The Wrong Man (Falso culpable)
1958 - Vertigo (Vértigo / De entre los muertos) *
1959 - North by Northwest (Con la muerte en los talones) *
1960 - Psycho (Psicosis) *
1963 - The Birds (Los pájaros)
1964 - Marnie (Marnie la ladrona)
1966 - Torn Curtain (Cortina rasgada)
1969 - Topaz
1972 - Frenzy (Frenesí)
1976 - Family Plot (La trama)

Mi favorita
Con gran orgullo puedo decir que completé la tarea de ver todos los largometrajes americanos de Alfred Hitchcock hace muchos años. De hecho, creo que lo hice con aquel ciclo que TVE emitió hacia 1990 o poco después. Tenía también las 30 películas en VHS, aunque ahora toca cambiarse de formato y mi intención es conseguirlas en versión digital. De momento, sólo tengo así las señaladas con asterisco.

Filmografía inglesa de Alfred Hitchcock:
-25 largometrajes (vistos 11)
-1 cortometrajes (visto 0)

1925 - The Pleasure Garden (El jardín de la alegría)
1926 - The Mountain Eagle (El águila de la montaña)
1927 - The Lodger: A Story of the London Fog (El enemigo de las rubias)
1927 - The Ring (El ring)
1927 - Downhill
1927 - Easy Virtue (Dudosa virtud)
1928 - Champagne
1928 - The Farmer's Wife (La esposa del granjero)
1929 - The Manxman (El hombre de la isla de Man)
1929 - Blackmail (La muchacha de Londres) *
1930 - Elstree Calling (Elstree llama)
1930 - Juno and the Paycock
1930 - An Elastic Affair (cortometraje)
1930 - Murder! (Asesinato)
1931 - Mary
1931 - Rich and Strange (Ricos y extraños) *
1931 - The Skin Game (Juego sucio)
1932 - Number Seventeen (Número diecisiete) *
1933 - Waltzes from Vienna (Valses de Viena)
1934 - The Man Who Knew Too Much (El hombre que sabía demasiado) *
1935 - The 39 Steps (39 escalones)
1936 - Sabotage (La mujer solitaria) *
1936 - Secret Agent (El agente secreto)
1937 - Young and Innocent (Inocencia y juventud)
1938 - The Lady Vanishes (Alarma en el expreso)
1939 - Jamaica Inn (La posada de Jamaica) *

Con respecto a la filmografía británica de Don Alfredo, ando algo menos al día. Aún me quedan unos cuantos de sus largometrajes por ver, e incluso unos pocos no estoy seguro al 100% de haberlos visto, pero me parece que así es. Los que llevan asterisco son los que tengo en formato digital.

En 1922, el director comenzó Number 13 (Número 13), que quedó inacabada y ha sido recientemente encontrada. No la incluyo en la filmografía. 

Filmografía TV de Alfred Hitchcock
-20 episodios de series TV (vistos ?)

1955-1961 - Alfred Hitchcock presenta (Serie TV)
- Revenge (1955) *
- Breakdown (1955) *
- The Case of Mr. Pelham (1955) *
- Back for Christmas (1956) *
- Wet Saturday (1956)
- Mr. Blanchard's Secret (1956)
- One More Mile to Go (1957)
- The Perfect Crime (1957)
- Lamb to the Slaughter (1958)
- Dip in the Pool (1958)
- Poison (1958)
- Banquo's Chair (1959)
- Arthur (1959)
- The Crystal Trench (1959)
- Mrs. Bixby and the Colonel's Coat (1960)
- The Horse Player (1961)
- Bang! You're Dead (1961)
1957 - Suspicion (Serie TV): Four O'Clock
1960 - Startime (Serie TV): Incident at a Corner
1962 - La hora de Alfred Hitchcock (Serie TV): I Saw the Whole Thing

Los trabajos televisivos de Alfred Hitchcock me son algo más difíciles de rastrear. La mayoría han sido emitidos repetidamente por diferentes cadenas y es posible que haya visto muchos de ellos hace años. Sólo puedo confirmar, no obstante, los que tengo actualmente en DVD, que son cuatro.

Hitchcock participó, además de en todo lo visto, en algunos otros cortometrajes y documentales en los que normalmente no aparece acreditado. No los incluyo por ello en este “plan de visionado”. Ya hay bastante faena…

Filmografía total de Alfred Hitchcock:
55 largometrajes (vistos 41)
3 cortometrajes (visto 0)
20 episodios de series TV (vistos ?)

jueves, 5 de junio de 2014

Fin de la 14ª edición de El Juego de Cine

Después de seis semanas de reñida competición finaliza hoy la 14ª edición de El Juego de Cine, organizada por Los Histéricos Inquilinos y titulada en esta ocasión 3014, Odisea Inquilina. Con la victoria se ha alzado uno de los equipos veteranos, Forofos del Foro, a cuyos componentes aprovecho para felicitar desde aquí. El equipo del que formo parte, Cinco en la carretera, ha quedado segundo lugar, y la verdad es que ha sido una edición muy reñida, con varios grupos luchando “encarnizadamente” por los primeros puestos. No puedo sino animar e invitar a posibles, deseables e hipotéticos lectores de este blog a que participen en la próxima edición de este divertidísimo concurso cinéfilo, que tendrá lugar dentro de unos seis meses.


lunes, 2 de junio de 2014

El filo del mañana

Variante en clave de ciencia ficción de la divertida Atrapado en el tiempo, en la que un cobarde oficial estadounidense se ve obligado a enfrentarse con su ejército a una raza alienígena que ha asolado casi toda Europa. Pero lo que ocurre es que, en la batalla, el militar muere y despierta de nuevo en la mañana de ese mismo día, con lo que vuelve a revivir todo otra vez pero siendo consciente de lo que le está pasando. La situación se repite incesantemente, lo que le da la oportunidad de adelantarse a todos los acontecimientos que suceden, de aprender a combatir y de conocer los planes de los extraterrestres. Pero, naturalmente, aunque intenta prevenir a sus compañeros y superiores, nadie le cree, hasta que descubre que una aclamada combatiente ha experimentado lo mismo que él…

Adaptación, según leo, de la novela Todo lo que necesitas es morir, del japonés Hiroshi Sakurazaka, que imagino más compleja e interesante que su versión para la gran pantalla del director Doug Liman. Espectaculares efectos, historia con final previsible y con más gags cómicos de los que quizá fueran necesarios para dotar al film de ese deseable dramatismo que sólo llega a entreverse hacia su parte final durante unas pocas secuencias, Al filo del mañana encaja perfectamente en la característica filmografía dentro del cine comercial más estándar de su protagonista, Tom Cruise. Aparte de pasar el rato con ella, sólo la inclusión en su plantel de una de mis musas fílmicas, Emily Blunt, me la hacen llevadera. Sólo espero que la inglesa no se acabe encasillando en este tipo de cine y al menos siga alternándolo con películas algo más arriesgadas como ha venido haciendo hasta ahora. Es, además, el único trabajo en el que vamos a verla en España en mucho tiempo, pues su reciente maternidad la ha tenido alejada de las salas casi dos años: en 2013 sólo puso su voz a dos largometrajes de animación, y hasta el próximo año no estrenará nuevos títulos en nuestro país.