"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

martes, 9 de julio de 2013

The Ghoul

De entre las películas que podríamos considerar “menores”, “secundarias” o, simplemente, menos populares de Peter Cushing, esta The Ghoul es una de las que más me gusta. Se estrenó en 1975, en una época en la que el esplendor de la Hammer y de las compañías que siguieron su estela ya empezaba a palidecer. Este largometraje en concreto fue producido por la Tyburn Films de Kevin Francis, hijo del mítico Freddie Francis, que dirige la película. Encontramos en la cinta muchos otros nombres relacionados con la productora de los Carrera, además de los del actor principal y del director, como son el del guionista Anthony Hinds, el del director de fotografía John Wilcox o el de la actriz Veronica Carlson, a quien acompañan en el reparto la no menos atractiva Alexandra Bastedo, un jovencísimo John Hurt y la más veterana Gwen Watford. Así que, aunque no estamos exactamente ante una película “de la Hammer”, tiene mucho de su ambiente, estética y, sí, encanto.

Menos conocidos que otros monstruos del cine, la literatura y el folklore como puedan ser los vampiros, los zombies o los hombres lobo, los ghouls son criaturas que tienen su origen en la ancestral India y que, ya sean seres humanoides o personas depravadas, invariablemente saquean tumbas y comen carne humana. Hay uno en esta cinta, por supuesto; no creo que sorprenda a nadie al avanzarlo. Pero los protagonistas, un grupo de jóvenes de clase alta de los años 20 que llega accidentalmente a una solitaria mansión envuelta en niebla y rodeada de pantanos, lo desconocen. Allí les reciben un educado y antiguo pastor (Cushing), su sirvienta hindú (Watford) y su perturbado jardinero (Hurt). Como es de esperar, hay un misterio, un horror y un drama ocultos en la recóndita casa.

Aunque no suele estar considerada entre las mejores del gran actor británico (su recepción en Inglaterra fue templada, y no se estrenó comercialmente en países como EE.UU. o España en su momento), la cinta logra atraparme por todos esos recursos y elementos tópicos del cuento gótico del que soy ávido lector: el caserón perdido, el alma torturada que lo habita, el terrible secreto que guardan las paredes del edificio... Además, por supuesto, de la siempre hechizante presencia de Cushing, un hombre que a menudo me causa gran admiración por su porte y buen hacer en la mayoría de sus trabajos. Hay, por cierto, una curiosa y conocida anécdota sobre él y el rodaje de The Ghoul, y es que, para la escena en que su personaje muestra una foto de su fallecida esposa, el actor pidió usar una imagen de su verdadera mujer, Helen, que había muerto unos años atrás. Cuentan que Cushing rompió a llorar durante el rodaje de aquel fragmento, y que la productora decidió finalmente no incluir esas imágenes en el montaje final. Aún así, es obvia la emoción nada fingida del astro del terror al interpretar esos momentos en lo que sí se puede ver en la cinta.

La película, para finalizar, se estrenó en España, ya directamente para televisión y formatos domésticos, con títulos como El resucitado o Necrófago. En 1976 se pudo ver brevemente en el Festival de Sitges, donde Peter Cushing fue honrado con el premio al mejor actor por su interpretación en la película.

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