"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

domingo, 19 de agosto de 2012

Más allá del tiempo

Una película que estuve sopesando ir a ver cuando se estrenó en pantalla grande por lo mucho que me atrae el tema del viaje en el tiempo. Me pudo finalmente la desconfianza de poder estar ante una de esas historias de amor empalagosas y pueriles a las que nos tiene acostumbrados Hollywood y que además se empeñan en vendernos con la totalmente inadecuada etiqueta de “románticas”, cuando la mayoría de ellas no tienen nada que ver con el Romanticismo. Por fin me atrevo a abordarla ahora que está en formato doméstico y debo decir que no me ha dejado para nada mal sabor de boca ni creo que encaje en el estereotipo de film sentimentaloide en el que me temía que lo haría. Sentimental, sí, claro: es una historia de amor, pero yo no me cierro para nada a películas de este tipo siempre que estén llevadas con un mínimo de seriedad y madurez.

En el caso de Más allá del tiempo, el director alemán Robert Schwentke adapta la novela The Time Traveler´s Wife de la autora Audrey Niffeneger, en la que un hombre (Eric Bana) nace con una extraña anomalía genética que le permite viajar en el tiempo constantemente. No lo hace a voluntad ni siempre gustosamente, y tampoco siguiendo un orden cronológico o siquiera espacial, pero sí lo hace apareciendo normalmente cerca de personas con las que tiene relación. De esta forma tan curiosa, el espectador asiste a la original relación entre el protagonista y la que será su esposa (Rachel McAdams): mientras que él conoce a la chica cuando son adultos, ella ya le ha visto varias veces desde niña porque, en el futuro de él, la visitará a menudo varias veces volviendo atrás en el tiempo. De esta manera, con viajes adelante y atrás en uno u otro momento de las vidas de ambos, transcurrirá el argumento del film y la relación entre la pareja, en la que no faltará algún episodio más dramático que es hasta de agradecer y da a mi entender mayor solidez al argumento del largometraje.

Hay momentos verdaderamente bonitos en la película, como cuando el hombre se relaciona con la niña que será su esposa (¿quién no hubiera querido conocer a su pareja desde siempre?) o incluso con la hija de ambos en lo que será el futuro.

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