
La propuesta argumental en sí es sencilla:
una historia de amor simple y facilona peligrosamente similar a las que
utilizan las comedias sentimentales para adolescentes (de cuerpo o de mente),
entre un congresista que aspira a senador (Matt
Damon) y una bailarina de ballet moderno (Blunt). La hace especial y
diferente, por supuesto, el elemento fantástico incorporado en ella, ya que, un
día, de manera accidental, el político descubre que nuestras vidas y los
sucesos que acontecen en ella son dirigidos por unos seres de apariencia humana
pero dotados de poderes sobrenaturales y que, en aras de la sencillez, podemos
comparar con los ángeles. Estos personajes, que visten elegantemente y actúan
como si fueran personal de una corporación o agencia, deben ceñirse a un plan
trazado por el “director” de esta “oficina de ajustes” (o sea, Dios, por analogía)
y procurar que todo siga las pautas establecidas. Sin embargo, con el congresista las cosas no salen bien, ya que él no debía haber visto a la chica más que la
primera vez, y vuelve a reencontrarse con ella. Totalmente enamorado de la
bailarina y convencido de que es el amor de su vida, no cejará hasta
encontrarla a pesar de todas las dificultades y amenazas que le pondrán estos
agentes, que no ven más remedio que revelarle al héroe el cometido que cumplen
y su existencia.
En resumidas cuentas, me parece una película
bien dirigida y escrita, con una estupenda pareja de actores principales y
secundarios tan destacables como el gran Terence
Stamp, que no se sale demasiado de los estándares del cine comercial
hollywoodiense y que calificaré con el recurrido término de “entretenida”.
Si el romance entre los protagonistas es manido y habitual, otras ideas más
profundas como la del destino y la posibilidad o imposibilidad de escapar a éste,
la de poder elegir en nuestras vidas, le aportan un tono y una perspectiva diferentes
y la salvan, para mí, de caer en la mediocridad… Bueno, y además sale Emily
Blunt ;)
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