"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

domingo, 24 de febrero de 2013

La tía Fina

La “tía Fina” no es ninguna película, ni Josefina Torrejón ninguna de las muchas actrices, cantantes o artistas famosas a las que admiro, pero sí una persona que estuvo en mi vida desde mucho antes de que conociera a cualquiera de éstas: era mi tía abuela, y nos ha dejado hoy a los 90 años. Es por ello que, de manera excepcional, esta entrada va a ser bastante personal e íntima, y no espero que interese especialmente a nadie, sino que la escribo como homenaje particular a alguien que fue muy querido para mí.

Mi tía abuela fue la menor de cuatro hermanos. Nació en 1922 en un pequeño pueblecito de Castellón, Altura, pero su familia pronto se vino en busca de trabajo a mi pueblo natal, Puerto de Sagunto, separado por tan sólo 35 km. Al fallecer mi abuela materna relativamente joven, en cierta manera ella asumió su papel, y siempre apoyó a mi madre y le ayudó a cuidarnos a mí y a mis hermanas. Es por ello que siempre la he considerado como mi “tercera abuela”. En los primeros 60, en una época en la que todavía existían demasiados prejuicios contra ello, fue madre soltera de un niño, mi primo, al que crió y educó con mucho trabajo y sacrificio (se ganaba la vida como limpiadora). Hace unos pocos años, mi primo, su mujer, sus hijas y mi tía se fueron a vivir al pueblo original de esta última, con lo que desde entonces sólo la vi en contadas ocasiones. Aún así, incluso hasta en sus últimos tiempos, siempre siguió llamando por teléfono para interesarse mi madre, que está muy enferma, y para saber de nosotros. Estas Navidades su salud decayó gravemente, y hace un par de semanas se rompió la cadera y hubo de ser ingresada. En la familia ya suponíamos que no se repondría, y así ha sido.

De mi tía recordaré siempre, sobre todo, mis estancias en Altura con ella (en un momento dado, compartimos casa) y las historias que me contaba de niño sobre el pueblo, como cuando un día iban andando por la vía y empezaron a ver el cielo rojo y se trataba de un ataque de aviación durante la Guerra Civil, o la curiosa historia de la Cueva del Piojo Verde, en la que vivió un mendigo forastero que al parecer murió debido a ese misterioso parásito y que me aterró en su momento. También recuerdo que, a mediados de los 80, muchos viernes por la tarde, al salir del instituto, alquilaba una película en VHS y me iba a su casa a verla, ya que en la mía tardamos en tener vídeo. Con su marcha, desaparece el último miembro de toda una generación de mi familia, la de mis abuelos y sus hermanos, y la mía queda ahora en segunda línea de frente. Cómo pasa el tiempo y qué mayores nos hacemos…

sábado, 23 de febrero de 2013

¡Cumpleaños de Emily!

La verdad es que la Reina Victoria, esa pequeña tirana británica que tuvo bajo su yugo a tantos pueblos hace más de un siglo, no se merecía ser interpretada por una actriz con la clase, el porte, la elegancia y la belleza de Emily Blunt, pero el Cine es el Cine; es la fábrica de los sueños y de las mentiras, y los productores y directores de películas siempre se empeñarán en vendernos sus productos con ese envoltorio de sofisticación y artificio que probablemente nunca existieron en muchas de las historias y personajes verdaderos que a menudo intentan reproducir para la gran pantalla.

En fin, en un día como hoy, en el que no sólo se conmemora el aniversario del golpe de estado fallido del infame Coronel Tejero, sino también el trigésimo cumpleaños de esta actriz londinense de adormilados y cautivadores ojos azules bautizada con el largo y casi aristocrático nombre de Emily Olivia Leah, no podía menos que incluir en el blog la humilde felicitación de uno de los muchos admiradores (servidor) que Mrs. Blunt se ha ganado a lo largo del planeta en los últimos años. No es para menos, ya que, además de su especial hermosura, hay que reconocerle el haberse labrado en poco más de una década una excelente carrera que supera las tres decenas de interpretaciones cinematográficas y televisivas. Una filmografía, además, escogida con inteligencia y acierto en la que encontramos personajes para todos los gustos y de todos los géneros: sufrida heroína decimonónica perseguida por licántropos, aguerrida madre que lucha contra un asesino del futuro, ladrona caradura, bárbara de tiempos romanos, secretaria snob o vaga desvergonzada, Emily ha sabido demostrar que vale para casi todos los papeles y que no se deja encasillar ni aún por el posesivo Hollywood que ya la reclutó hace tiempo. Por fortuna, la chica tampoco se niega a alternar producciones independientes ni a volver por Europa de vez en cuando aunque también participe en blockbusters como seguramente lo será ese All You Need is Kill que ahora rueda con Tom Cruise y que se estrenará el año que viene.

Por cierto, creo que, después de sus cinco largometrajes del año pasado, este 2013 me voy a quedar con las ganas de verla en pantalla grande, ya que su último trabajo, la comedia dramática Arthur Newman, no tiene tampoco pinta de ir a llegar a las salas españolas. En mayo de este año se estrena en países mucho más pequeños que el nuestro como Bélgica y Holanda, y en España parece que se van a ahorrar el coste de importarla para que puedan seguir viviendo mejor los hastiantes parásitos que nos gobiernan y sigamos haciendo mala sangre los amantes del Cine. Mal rayo les parta...

viernes, 22 de febrero de 2013

Negocios ocultos

En 2002 el británico Stephen Frears filma en su país natal Negocios ocultos (Dirty Pretty Things) rodeándose de un reparto internacional que encabezan su compatriota Chiwetel Ejiofor, la francesa Audrey Tautou y el español Sergi López. Ejiofor interpreta a un médico nigeriano que se ve obligado a huir de su país y que trabaja en Londres como chófer y recepcionista de un hotel. Tautou es una joven turca con la que comparte piso y que es también una inmigrante ilegal que malvive de los más variados empleos, mientras que López interpreta al gerente corrupto y sin escrúpulos del hotel en el que trabajan los anteriores personajes. De una manera accidental, el protagonista descubrirá que su jefe anda metido en asuntos de venta de órganos humanos, y que se vale del hotel y se aprovecha de inmigrantes para ello. Por supuesto, las cosas se complicarán para el recepcionista y su compañera…

Ya tuve ocasión de ver Negocios ocultos hace bastantes años, pero me apetecía revisitarla de nuevo. Me gustó entonces, y me sigue gustando ahora. Me gusta esa ambientación a veces marginal y casi underground que refleja en algunos momentos, y me parece una buena y entretenida película, orquestada por uno de los directores más interesantes de las últimas décadas y con un competente reparto. Además, tiene un mensaje y propone una reflexión muy interesantes que siguen siendo perfectamente válidos hoy en día. Y es que, aunque con algún elemento de thriller, nos encontramos básicamente ante un drama que plantea el problema de la inmigración y denuncia los padecimientos, vicisitudes y vejaciones que sufren los inmigrantes en suelo extranjero. Y como, contra más mayor me hago, más ridículos y artificiales me parecen conceptos como país, frontera, bandera, xenofobia o racismo, no puedo si no apreciar y aplaudir este alegato fílmico contra la intolerancia racial y nacional. Estamos todos realquilados en una bola que no nos pertenece, y las únicas diferencias y limitaciones entre los seres humanos están en la angosta mente de unos cuantos necios y en la amplia cartera de otros tantos listillos.

domingo, 17 de febrero de 2013

Wild Target

Siguiendo la cautivadora y azul estela de la sensual mirada de Emily Blunt llego a esta Wild Target, película dirigida por Jonathan Lynn que se estrenó en países más avanzados que el nuestro hace ya más de tres años y que, da toda la impresión, no llegará a los cines españoles. Es por ello que, con cierta reticencia, recurro a su visionado en formato en pantalla televisiva.

Se trata de una nueva versión, coproducida entre Gran Bretaña y Francia, de la película gala de 1993 Cible émouvante de Pierre Salvadori en la que a un flemático y solitario asesino a sueldo de mediana edad, Victor Maynard, se le encarga acabar con la vida de una joven ladrona y sinvergüenza (Blunt, por supuesto) que ha estafado a un mafioso. Pero el hitman terminará prendándose de la chica y las cosas, claro está, se complicarán cuando él y un muchacho que acaba relacionándose con la pareja de manera accidental tengan que huir de los secuaces del mafioso.

Aunque con elementos, pues, de thriller, estamos en realidad ante una comedia negra tan simpática como inocua y con cierto aire a cine clásico, cuya historia y factura me resultan correctas pero no especialmente destacables. Mucho más digno de mención me parece el estupendo reparto, ya que a mi nueva musa desde el año pasado se une un actor que me cae tan bien como Bill Nighy (Maynard), y al duo protagonista lo respaldan secundarios de la talla de la veterana Eileen Atkins como la madre del asesino, el siempre efectivo Rupert Everett como el mafioso estafado o el hoy muy de moda Martin “Bilbo” Freeman en el papel de un competidor de Maynard, además del joven Rupert Grint, popular por la saga de Harry Potter, de la que no soy seguidor. El carisma y la gracia de la mayoría del reparto dan color e interés a una cinta que, de otra manera, hubiese calificado como mediocre.

viernes, 15 de febrero de 2013

Doble viaje a Italia

En estos últimos días he tenido ocasión de disfrutar de dos películas algo diferentes y cuyos estrenos originales están bastantes distanciados en el tiempo, pero que tienen en común su ambientación en suelo italiano y su registro cómico, ligero e incluso naif. Utilizo ese vínculo como excusa para rellenar al menos un par de párrafos en este mi espacio cibernético que últimamente tengo tan descuidado…

En Bajo el sol de la Toscana (Under the Tuscan Sun, 2003) me reencuentro con uno de mis grandes amores de juventud, la siempre encantadora Diane Lane, a la que he de admitir que no le sigo el rastro fielmente en los últimos años (la verdad es que mi último encuentro en cine con ella, Rastro oculto, fue toda una decepción). Interpreta a la escritora real Frances Mayes, en cuyas vivencias plasmadas en novela se basa este segundo y, de momento, último largometraje de la estadounidense Audrey Wells. Frances es una mujer recién divorciada que un buen día, a raíz de un viaje a Italia, decide quedarse a vivir en el país y comprar y restaurar un viejo caserón. En un tono idílico y  casi bucólico, con una fotografía colorista y casi de postal, la película nos cuenta los primeros meses de la protagonista en la región de la Toscana y sus relaciones con toda una serie de personajes a cada cual más simpático: los albañiles polacos que restauran su casa, una veterana actriz de cine, el abogado que gestiona los trámites de su adquisición, etc, etc. Es, como ya he adelantado antes –y no encuentro mejor definición– una comedia liviana, agradable, casi capriana, que en algún momento amenaza con volverse cursi pero que se deja ver hasta el final y en la que, por supuesto, destaca una Diane Lane maravillosa en uno de sus papeles más graciosos.

Nada menos que cincuenta y dos años retrocedemos para hablar ahora del clásico de Vittorio de Sica Milagro en Milán, estrenada, pues, en 1951. El neorrealismo italiano es una de mis muchas asignaturas cinematográficas pendientes. He visto unas cuantas películas de este período, alguna de Rossellini (Stromboli) y otras también de Sica (Ladrón de bicicletas y Umberto D.). A pesar de que es una cinematografía que me atrae, aún me quedan por ver muchos títulos esenciales de aquella corriente europea de mediados del siglo XX.

Es curioso que, pese a la etiqueta de “neorrealismo”, Miracolo a Milano sea una fábula fantástica que presenta la pobreza y la miseria de la Italia de posguerra bajo un prisma benévolo y optimista. Su protagonista es el simpático Totó (Francesco Golisano), un niño que nace en un campo de coliflores y es acogido por una anciana. Tras el fallecimiento de esta y su paso por un orfanato, Totó, ya muchacho, acaba en un campamento de chabolas repleto de pintorescos y divertidos indigentes a los que ayudará a organizar la instalación y a los que intentará hacerles la vida más alegre y llevadera. Inolvidable e impagable ese final que no revelaré para quienes deseen ver la cinta. Es una película que se puede calificar fácilmente con un adjetivo obvio y sencillo: entrañable.

lunes, 4 de febrero de 2013

30 años sin Karen

La pérdida de Karen Anne Carpenter un 4 de febrero de 1983 a los 32 años debido a la anorexia nerviosa –una enfermedad por entonces poco conocida y estudiada–, fue sin duda uno de las más tristes de la música pop. Irónicamente, y como suele ocurrir casi siempre en estos casos, esa excelente manager y comercial que es La Parca terminó de encumbrar e inmortalizar a la cantante al llevársela, confirió a su trabajo musical junto a su hermano Richard mayor prestigio y reconocimiento e hizo que el conjunto de sus grabaciones fuera tomado más en serio y contemplado con más respeto por todos aquellos que, en la industria discográfica, tenían al dúo de Connecticut por unos niños bien de clase media que cantaban canciones blandengues. Hasta la irreverente Bette Midler tuvo que retractarse de las desafortunadas palabras que le había dedicado a Karen cuando aún vivía.

Conocí a los Carpenters en mis últimos años de instituto y mi primer disco suyo fue el “misterioso” The Singles 1969-1973, y digo “misterioso” porque su cubierta en edición española era sencillamente el logotipo del duo y el título del LP en una llana cubierta marrón oscura. No había fotos de los artífices de aquellas grabaciones ni apenas datos aparte de los créditos de rigor (por entonces, no sé por qué, me imaginaba que Karen era rubia). En los años siguientes conseguí reunir toda la discografía de Carpenters, incluidos algunos singles y LPs originales de la época que compré de segunda mano y, por supuesto, aprendí muchas cosas sobre ellos. Si bien es cierto que para mí su trabajo desmejora a partir de la segunda mitad de los 70, y que aún me entusiasman menos sus grabaciones durante los años 80, también he de decir que los discos que publicaron los hermanos durante sus primeros años como profesionales fueron decisivos en un período concreto de mi vida. De hecho, siguen teniendo su apartado dentro de mi corazoncito. Me embelesa la voz limpia y sensual de Karen; me resulta hipnótica y sedante y, aunque ya no la oigo tan a menudo como antes, la cantante forma parte de mi vida y supongo que lo hará siempre. En cuestión de voces femeninas, es claramente mi favorita incluso a pesar de lo poco que pega su estilo entre mis gustos y en mi discoteca. Ya sé que todos creéis que soy un duro rockero, pero tengo debilidad por la chica, qué se le va a hacer. :P

En una fecha tan señalada como este trigésimo aniversario de su marcha, no podía menos que dedicarle un palabras y recordarla como creo que se la debe recordar: cantando durante su mejor momento artístico como sólo ella sabía cantar…



Aunque Richard Carpenter colaboró en el biopic sobre Karen de 1989, posteriormente renegó de él. En todo caso, quien esté interesado lo puede ver en youtube:



viernes, 1 de febrero de 2013

El amor y otras cosas imposibles

Pretextos para hablar sobre Natalie Portman necesito pocos. En esta ocasión, voy a utilizar el de acabar de adquirir en DVD El amor y otras cosas imposibles (Love and other Impossible Pursuits, Don Roos, 2009), película que, por otro lado, ya disfruté en su estreno cinematográfico en abril de 2011, en un día que resultó un tanto peculiar y agobiante para mí pero que acabó bien gracias a esta menuda israelita de hermosísimos ojos marrones que es para mí uno de los mejores antidepresivos del mundo.

Estrenada en España casi año y medio después que en su país de origen, EE.UU., aprovechando sin duda el éxito tan sólo dos meses antes de Cisne negro, y avalada por los premios que el film de Aronofsky le proporcionó a la actriz, esta cinta pasó, sin embargo, casi desapercibida por las pantallas de nuestra nación. Exactamente dos semanas duró en Valencia. Y eso que, ya lo adelanto, para mí esta es una de las mejores interpretaciones de la carrera de Natalie Portman, perfectamente comparable a aquella por la que recibió el Oscar (¿sólo que quizá menos promocionada?). Es un film sencillo, bastante intimista, rodado en una invernal y sugerente Nueva York en el que la chica interpreta a Emilia Greenleaf, una joven abogada que entra a trabajar en un bufete y acaba convirtiéndose en la nueva esposa de su jefe (Scott Cohen), un hombre más mayor que ella que ya  estaba casado y que tiene un hijo de ocho años (Charlie Tahan). Es en la relación de Emilia con el niño en la que se centra principalmente la película, aunque luego, a través de flashbacks, iremos conociendo también el trauma del matrimonio al haber perdido a su hija recién nacida. Pese a lo que pudiera parecer –y lo que me daba miedo del largometraje antes de verlo– no estamos ante un melodrama de llanto fácil y morbo poco disimulado. Es una historia agridulce pero que te deja buen sabor de boca al final y que, si bien en general puede resultar anodina o poco original, Natalie llena con su presencia y la hace, al menos para un fan irredento de ella como yo, mucho más que llevadera. A destacar también la presencia en la cinta de la popular Lisa Kudrow como la dolida ex-esposa del marido de Emilia. Por cierto esta película se ha distribuido también con un título alternativo, The Other Woman, aunque a mí particularmente me encanta el otro.