"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

domingo, 12 de febrero de 2012

Libros y cine, cine y libros (V)

En 1944, durante los primeros años de la posguerra, se rodaba y se estrenaba en España una película absolutamente insólita e invaluable en este país por su temática y ambientación, claramente influenciada por el expresionismo alemán y por el cine de terror de la Universal: La torre de los siete jorobados, de Edgar Neville, fue una de las primeras y escasísimas incursiones  del cine nacional de aquella época en el fantástico, un género que tardaría décadas en despegar realmente aquí. En mi caso particular, tengo que agradecer a José Luis Garci y a su antiguo programa ¡Que grande es el cine! el descubrimiento, hace ya bastantes años, de esta joya del celuloide hispano y, por medio de ella, del autor de la curiosa novela original en la que se basa el film: el sin par Emilio Carrere.

La novela y su autor (¿o autores?)
Si a Garci debemos agradecerle muchos que recuperara tan peculiar y emblemática cinta, es con la Editorial Valdemar y con el escritor Jesús Palacios con quien se debe hacer lo propio respecto al rescate de varios de los divertidísimos escritos del autor de la novela que dio a su vez origen al film, Emilio Carrere (cinco referencias hasta el momento, véanse al final de este artículo). Palacios –a quien es fácil adivinar el principal impulsor de este proyecto de reivindicación de la obra de Carrere– nos informa en los prólogos de todos estos libros sobre cómo heredó el interés por el excéntrico literato madrileño a través de su padre, así como de buena parte de la vida, andanzas y hábitos de aquél.

Emilio Carrere
Carrere (Madrid, 1881-1947) destacó sobre todo como poeta en sus inicios, pero se prodigó también en muchos otros tipos de textos literarios, como el cuento, la novela corta o el folletín, tan de moda en la época en que el escritor comenzaba a ser conocido. Cultivó géneros en los que casi se le puede considerar un pionero en este país, como pudieran ser el fantástico o el policíaco, influenciado por gente como Gaston Leroux o Edgar Allan Poe, entre otros. Frecuentó tertulias y la compañía de bohemios, aunque él no siempre estuvo de acuerdo en que se le catalogara como tal. Descarado y vividor, Emilio Carrere recicló y remezcló sus propios textos más de una vez para volver a venderlos como nuevos trabajos, y fue así como, de una manera muy curiosa, nacería “su” más famosa novela, La torre de los siete jorobados. Y el “su” está entrecomillado porque, al parecer, no fue enteramente Carrere el autor de esta insigne obra: en 1923 entregó a un editor una novela que le había encargado y que este último descubrió un refrito de otro volumen de Carrere, Un crímen inverosímil. Cobrado el encargo, el escritor se desentendió de él, por lo que fue contratado un negro para que le diera una forma más presentable. El nombre de este trabajador anónimo acabo siendo descubierto con el tiempo por los estudiosos de la novela, y resultó no ser otro que Jesús de Aragón (1893-1973), quien acabaría convirtiéndose por derecho propio en uno de los primeros autores españoles de ciencia ficción. Aragón realizó una loable tarea no sólo asimilando perfectamente el estilo de Carrere, sino completando más de la mitad del libro e integrando muchos de los elementos característicos de ella como la ciudad subterránea y la secta de jorobados. A groso modo, casi toda la parte central de la novela es suya, quedándose básicamente del trabajo de Carrere los primeros y últimos capítulos.

Jesús de Aragón, autor en la sombra
El argumento de La torre de los siete jorobados nos presenta a Basilio, jugador y supersticioso y también ignorante poseedor de poderes paranormales que le hacen cerciorarse del espíritu del doctor Robinsón de Mantua, el cual le pide que esclarezca su asesinato, ocurrido hace diez años. Las indagaciones de Basilio –ayudado por un periodista, un policía y un extraño arqueólogo– le llevarán a descubrir una antigua  ciudad subterránea bajo la capital de España y una secta de jorobados satánicos que lidera el malvado Sabatino –asesino del doctor Mantua– a los que, naturalmente, acabará teniéndose que enfrentar. Todo ello en el castizo Madrid de principios de siglo, entre chulapos, cupletistas y personajes de lo más estrambótico.

La película y su director
Si original es Carrere (también Jesús de Aragón) entre los escritores de su época, igualmente destacable es el director de cine, escritor y pintor Edgar Neville (1899-1967) entre sus colegas coetáneos (y, posiblemente, entre todos los cineastas de la historia del 7º Arte en España). Hombre de mundo que conoció el Hollywood adolescente (trabajó con el mismísimo Charles Chaplin) en su relativamente breve filmografía como director de largometrajes destacan también muchos títulos relacionados con el thriller detectivesco e incluso el fantástico, como pudieran ser La vida en un hilo, Domingo de carnaval, El crimen de la calle Bordadores, El cerco del diablo o Cuento de hadas, además de la película que ha dado pie a este artículo.

Edgar Neville
A pocos años de haber terminado la Guerra Civil Española, Neville acomete la tarea de llevar al cine la novela de Carrere/Aragón (publicada dos décadas antes), realizando una original y estupenda adaptación que, a día de hoy, gana además el impagable componente nostálgico inherente a todo cine añejo. El largometraje, cuya duración no llega a la hora y media, sacrifica, por supuesto, algunos elementos de la trama original –algo por otra parte lógico, más aún en las circunstancias y con la coyuntura existente en el momento de su rodaje–, especialmente buena parte de las peripecias subterráneas del protagonista y sus compañeros, la propia Torre de los jorobados –en la película se nos da a entender que es subterránea, pero en el libro existe fuera de estas galerías– y los personajes del periodista “el Duende de la Corte” y de Sindulfo del Arco, el viajero infatigable, especie de explorador, hombre de mundo, arqueólogo e iniciado en la mística que en el film sólo podemos identificar muy remotamente con el personaje de Don Zacarías. Asímismo, la secta de jorobados es en el film simplemente una banda de falsificadores que busca los tesoros del subsuelo. La principal licencia de Neville en la historia es la inclusión de Inés de Mantua, personaje femenino inexistente en la novela que aporta el elemento amoroso a la trama, sobrina del fallecido doctor a la que el valiente Basilio deberá rescatar del doctor Sabatino (en el libro sólo aparecen dos sobrinos de Robinsón). Los papeles protagonistas en la película fueron a parar al galán gallego Antonio Casal (Basilio), al impagable Guillermo Marín como un encantador y educado Sabatino, a la jovencísima Isabel de Pomés (Inés), y al padre de ésta en la vida real, Félix de Pomés, que en su divertida y lograda caracterización del doctor Robinsón de Mantua / señor Catafalco, remite claramente a algunos de los personajes más clásicos del Hollywood “universal” que años antes pudieran haber encarnado Bela Lugosi o Lon Chaney, Sr.

En definitiva, tanto obra literaria como cinematográfica –casi sobra decirlo– son altamente recomendables para todo aficionado al género fantástico por los valores que ya se han comentado: su originalidad y lo que tienen de únicas y excepcionales en el momento en que aparecieron.

Tres fotogramas de la película con (de izq. a der. ): Isabel de Pomés, Antonio Casal, Félix de Pomés, Casal, Guillermo Marín y Antonio Riquelme

Selección bibliográfica
Cinco son hasta ahora las referencias que la Editorial Valdemar ha dedicado a la obra de Carrere, todas ellas con estupendos estudios y prólogos de Jesús Palacios. La torre de los siete jorobados apareció primero en la colección “Autores españoles” en 1998, y seis años después en la más sencilla “El Club Diógenes”, mientras  que La Casa de la Cruz y otras historias góticas, recopilación de cinco relatos de terror y misterio de Carrere entre los que destaca Un crimen inverosímil, origen de La torre... y en los que nos encontramos con muchas de las influencias del escritor –Poe, el ocultismo, el cuento gótico…–, pero también con parte de su vena humorística e incluso picaresca, vio la luz en 2001.

En las dos siguientes referencias, La calavera de Atahualpa y otros relatos (2004), y la inconclusa El reino de la calde-rilla (2006) los espectros y las maldiciones desapa-recen para dejar paso a personajes socarrones y barriobajeros, pillos y malandrines varios y sabios despistados y no del todo en su sano juicio un divertido retrato del Madrid bohemio de principios del siglo pasado. En la primera obra nos reencontramos con el excéntrico Sindulfo del Arco, el arqueólogo que ya aparecía en la primera novela de esta selección, además de con otros tres cuentos.

Los muertos huelen mal, último libro de Carrere aparecido de momento en Valdemar (en 2009) gira en torno al movimiento espiritista que una vez fascinó al escritor y del que finalmente acabó decepcionado, y reúne tanto artículos periodísticos como cuentos en los que encontramos ambos momentos de la relación del escritor con aquella filosofía.

Para finalizar, tanto El diablo de los ojos verdes (Editorial Salto de Página, 2009) como Carrere, el bohemio de Madrid (Alejandro Riera, Ed. La Librería, 2011) son dos libros de Emilio Carrere que aún no tengo y que estoy esperando, así que de momento poco puedo decir aparte de lo que he leído sobre ellos: el primero reúne dos novelas cortas y varios cuentos de ambientación fantástica (alguno de ellos ya existente en las ediciones de Valdemar), y el segundo es obviamente una biografía del escritor cuya lectura espero con ansia.

Enlaces de interés
-Breves biografías de Emilio CarrereJesús de Aragón y Edgar Neville en wikipedia.
-Interesante artículo de José C. Canalda sobre la composición de La torre de los siete jorobados y sus autores.
-Edición especial en DVD de Versus Entertainment de la película, con varios documentales y textos.

2 comentarios:

  1. Fantástico post my friend Ruthwen!!. He estado en la presentación oficial de la edición de "La torre de los 7 jorobados" de Versus Ent, invitado por Jesús Palacios (firmante del libro). Una maravilla!. Me acordé de tí, te habría encantado!.
    Un abrazo desde la Marcueva!.

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  2. La verdad es que no me la he podido comprar todavía debido a mi precario estado económico, pero tiene que estar bien...

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