"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 30 de mayo de 2011

Gene Tierney: trágica sublimidad

De Gene Tierney se podría decir aquello tan repetidísimo de que, aparentemente, lo tenía todo en la vida: belleza, talento, dinero, posición, fama… y, sin embargo, cuando uno comienza a indagar un poco en su biografía, sorprendente y rápidamente llega a la conclusión de que la  existencia de una de las actrices más famosas del Hollywood de los 40 no fue precisamente un camino de rosas, o quizás sí, pero se trataba de rosas con muchas espinas…

Gene fue uno de mis grandes flechazos del cine clásico cuando comencé a profundizar más en él a finales de los 80. En realidad, crecí viendo películas “antiguas”, pero a esta actriz estadounidense tardé algo más en descubrirla que a otras de sus colegas y coetáneas. Creo que sería casi seguro afirmar que lo hice con el que es posiblemente su trabajo más famoso, Laura. Con los años, me avergüenza confesar que me “olvidé” un poco de esta mujer de rasgos sublimes y exquisita elegancia, y el otro día, redactando el homenaje a Vincent Price, me cercioré de que llevaba mucho tiempo sin apenas verla en la pantalla. Decidí reparar el error, visionar un mini-ciclo con sus trabajos más esenciales y homenajearla en el blog recordando su biografía, la de una mujer que saboreó las mieles del éxito profesional, pero también las hieles del fracaso personal. El sufrimiento acabó para Gene hace muchos años, cuando falleció un 6 de noviembre de 1991 a punto de cumplir los 71 años. Por suerte, a nosotros, sus admiradores, nos queda la mejor parte de su vida: su carrera, sus películas, todos esos momentos inolvidables que la magia del celuloide conserva para la inmortalidad. Para nuestra fortuna, los dioses y diosas del Cine nunca mueren.

Gene Eliza Tierney nació un 19 de noviembre de 1920 en el neoyorkino barrio de Brooklyn, EE.UU. En los países de habla inglesa, “Gene” es normalmente un nombre de varón, aunque nuestra actriz no ha sido la única mujer bautizada con él. Parece ser que lo recibió en homenaje a un tío suyo. Algunas otras versiones afirman que su padre esperaba que su mujer diera a luz a un chico y que él había decidido ponerle ese nombre, pero la primera opción es la que la actriz cuenta en su propia autobiografía.

De la infancia de Gene, en una familia acomodada, se dice que fue tranquila, que su padre era un hombre severo, pero ella también una hija ejemplar, y que asistió a los mejores colegios para una señorita de su clase, e incluso pasó dos años estudiando en Suiza. Cuando, a los 17 años, Gene visitó los estudios de la Warner Bros y llamó la atención del director Anatole Litvak, fue picada de inmediato por el gusanillo de la interpretación. Siempre le había gustado hacer imitaciones, y era además una chica sensible y sentimental que escribía poesía. Pronto consiguió hacerse un huequecillo en el teatro, y su progenitor –que en un principio se había negado a que ella siguiera la profesión de actriz– no dudó incluso en crear una compañía para promocionar y proteger la carrera y los intereses de su hija. Como veis, nada de unos comienzos difíciles hasta alcanzar la fama.

Igualmente bellísima fuera de los platós
Tras unos pocos papeles secundarios sobre el escenario, la belleza deslumbrante de Gene, su figura alta y esbelta y sus especiales rasgos pronto captaron el interés de varios magnates y productores cinematográficos. Se dice que hasta el mismo Howard Hughes intentó, infructuosamente, cortejarla, pero sería el mítico Daryl F. Zanuck el que lograría contratarla para la 20th Century Fox y así, en 1940, con apenas 19 años, Gene Tierney debutaba en la gran pantalla nada menos que de la mano de Fritz Lang en La venganza de Frank James. La crítica no valoró mucho la interpretación de la muchacha, pero el film fue un gran éxito y tanto el público como Hollywood se habían rendido pronto ante Gene Tierney, a quien casi todos los principales directores de la Meca del Cine se empezaron a rifar: tan sólo en los dos siguientes años, la joven actriz rodaría nada menos que nueve largometrajes más, a las órdenes de titanes como John Ford, Henry Hathaway, Josef Von Stenberg, Rouben Mamoulian o William Wellman, demostrando su amplia versatilidad no sólo para los papeles de joven inocente y virginal (en los que por su aspecto refinado hubiera podido quedar fácilmente encasillada), sino también como forajida, aventurera, femme fatale, pueblerina o nativa polinesia. Su particular hermosura la hacía igualmente apta para interpretar roles exóticos que para hacerse pasar por la típica american girl. Aunque Gene no tenía apenas preparación previa para su profesión, se esforzó muchísimo, estudió infinidad de películas y a su tesón unió su talento natural para imitar. Esta sacrificada labor se aprecia con facilidad a lo largo de sus primeras películas, en las que su calidad interpretativa progresa claramente.

En Laura, su más recordado papel
Casi ninguno de los largometrajes de aquellos primeros años de carrera de Gene tienen desperdicio y son, en mayor o menor medida, ya clásicos del Cine, pero su mejor momento estaba aún por llegar: tras rodar otra joya del celuloide, El diablo dijo no, a las órdenes de Lubitsch, el director Otto Preminger la contrata para el que posiblemente sea el mejor papel de la actriz, cuanto menos el más recordado: el la enigmática Laura Hunt en el film Laura, por supuesto. Resulta curioso el hecho de que Tierney no estuviera inicialmente interesada en participar en esta cinta que había sido en un primer momento concebida para el lucimiento de Jennifer Jones. Al año siguiente borda el rol de la mentalmente perturbada protagonista de Que el Cielo la juzgue, por el que es nominada al Oscar, aunque no lo ganará. Ella misma siempre consideró la de este film su más lograda interpretación. En 1945 es elegida por el debutante Joseph L. Mankiewicz para, en un drástico cambio de registro, ser la sufrida heroína de El castillo de Dragonwyck, cambiando los papeles con Vincent Price, quien era la víctima de Tierney en el anterior film. Le siguen El filo de la navaja y El fantasma y la señora Muir. Éxito tras éxito, clásico tras clásico, la trayectoria de Gene está a estas alturas más que consolidada en el panorama cinematográfico internacional y se encuentran entre las actrices norteamericanas más populares y mejor pagadas.

Atormentada por un intrigante Vincent Price en
El castillo de Dragonwyck
Pero, como ya habíamos adelantado al principio, no es oro todo lo que reluce, y tras esta deslumbrante y meteórica ascensión profesional de la actriz, se esconde una vida personal mucho menos fastuosa y brillante, y que comienza con la primera de muchas decepciones cuando descubre que su padre mantiene un idilio extraconyugal a espaldas de su madre –que llevara al matrimonio al divorcio– y el mundo de la joven se derrumba. Para más inri, el hombre ha dilapidado además la fortuna ganada por su esforzada hija. También en 1941 Gene había contraído matrimonio con el aristócrata y diseñador de moda franco-ruso Oleg Cassini, unión a la que se opusieron tanto el padre de Gene –que consideraba a Cassini “un cazafortunas” –, como la 20th Century Fox y la Paramount, que acaba despidiendo al recién casado al saber de su boda con la actriz. Dos años más tarde, la pareja tiene a su primera hija, Daria, quien nace retrasada mental, sorda y casi ciega, aparentemente debido a que Gene contrajo la rubeola estando encinta al asistir a un acto para ayudar al ejército. Es un durísimo golpe para nuestra artista, que se sume en una terrible crisis sobre todo al cerciorarse de que no hay esperanza de cura alguna para la pequeña, a la que tiene que acabar ingresando en una institución. Cinco años después dará a luz a una hija sana y fuerte, Christina, pero, para entonces, el matrimonio Cassini-Tierney ya ha empezado a tambalearse debido, entre otras cosas, a las infidelidades del marido. De manera intermitente, la pareja se separa y se vuelve a juntar varias veces. Gene comenzará en esa época diversas aventuras amorosas que no fructifican con gente de la talla de John F. Kennedy o el príncipe indo-italiano Aly Khan (como veis, la chica no se conformaba con cualquiera). Empieza también a sufrir una serie de fuertes depresiones y de desequilibrios emocionales que la llevarán a acabar ingresada en la década de los 50 en varias instituciones mentales en donde es sometida a brutales tratamientos de choque que eliminarán parte de su memoria y que ella denunciará repetidamente a lo largo de su vida (incluso llega a escapar, aterrorizada, de una de ellas). A finales de los 50, la desgraciada actriz es encontrada en el alfeizar del exterior de su piso en camisón y con intenciones de suicidarse, pero la policía logra evitarlo y es recluida nuevamente en una clínica.

A pesar de todos esto altibajos, avatares y reveses, su faceta interpretativa aguanta el tipo durante los primeros 50, y aún interviene en películas como Noche en la ciudad, Sinuhé, el egipcio o La mano izquierda de Dios –quizá su último gran film–, aunque en algunos otros casos, es precisamente su inestable estado psicológico el que le obliga a rechazar importantes papeles (como en Mogambo) o incluso a apartarse de ellos una vez comenzada la producción.

En Sinuhé, el egipcio
Tras encontrar una terapia más afortunada para su desequilibrio mental y recuperarse en gran medida, Gene vuelve a la gran pantalla, después de haber pasado por un trabajo a tiempo parcial como vendedora a sugerencia de sus cuidadores. En 1960 contraerá matrimonio con el magnate W. Howard Lee, del que quedará embarazada pero sufrirá un aborto y, a partir de esta segunda boda, sus intervenciones para la pantalla se irán esparciendo: En busca del amor, (1964) supone su ultimo largometraje cinematográfico. El breve resto de su carrera (dos intervenciones en 1969 y una en 1980) transcurre en el ámbito de la televisión. Gene se dedica a llevar una vida normal de ama de casa e incluso se toma tiempo para co-escribir su autobiografía, Gene Tierney – Self Portrait, publicada en 1979. Durante los años 80, aunque aún con algunos períodos de desestabilidad psicológica, se la puede ver como invitada de honor en diversos festivales europeos donde se homenajeaba y premiaba su trayectoria, todavía conservando gran parte de su legendario encanto. Por desgracia, un enfisema pulmonar se la lleva un 6 de noviembre de 1991. Gene había comenzado a fumar cuando debutó en la pantalla como “remedio” para hacer más grave su voz y había acabado convertida en una fumadora compulsiva, especialmente tras enviudar en 1981. Tan terrible hábito, por supuesto, acabó pasándole factura.

De ella dijo su primer marido que fue “la afortunada más desafortunada del mundo”. Gene lo tuvo todo en la vida: lo bueno, y lo malo (algunos sólo tienen lo segundo). Estoy seguro de que a ella le gustaría que la recordáramos por su trabajo, y no por su vida personal e, idealmente, ésta no debería influenciarnos a la hora de juzgar su carrera –es fácil caer en la compasión al saber de ella–. Por suerte, yo conocí primero a la Gene Tierney actriz antes que a la Gene mujer real, y prefiero rememorarla como el mito del Cine que fue y que es. Para acabar, y al igual que he empezado, otro repetidísimo tópico que ya he adelantado, y es que, afortunadamente, todos estos ídolos del Cine nunca nos dejan en realidad: ahí queda todo su legado para que lo visitemos siempre que queramos, y el de Gene Tierney es inmenso. Tan sólo los títulos que rodó en la década de los 40 bastan para proporcionarnos muchas y muchas horas de entretenimiento cinéfilo… Forever Gene

* Enlaces de interés:


Y album fotográfico... ¡es imposible hacer una selección de imágenes de esta mujer!


2 comentarios:

  1. Ufff, que bonito artículo sobre Gene Tierney. Me han entrado unas tremendas ganas de volver a ver alguna de las películas que interpretó y me ha parecido más que interesante todo lo que has contado de su vida personal. No soy muy mitómano pero cuando lo estaba leyendo, lo he disfrutado por lo redondo que te ha salido este homenaje.

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  2. ¡Gracias! Es curioso que con las muchas películas que vi suyas hace unos 20 años, últimamente la tenía un tanto olvidada. A mí también me ha servido el artículo para redescubrirla y estoy viendo otra ves sus trabajos.

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