Hay artistas que han tenido una importante influencia en mi vida, a los que admiro enormemente y de cuya obra he sido fiel seguidor durante muchos años. Concretamente en el terreno cinematográfico, se trata de actores, actrices y directores que han “marcado” notablemente mi afición al 7ª Arte, cuyas películas colecciono, atesoro y reviso periódicamente. Luego hay un caso diferente –que no contrario– que es el de aquellas estrellas fílmicas que, de una forma quizá más sencilla y modesta, han acabado siendo también parte indeslindable de mi cinefilia; personas cuya filmografía no he desmenuzado ni desgastado a base de revisitaciones, pero que tienen unos pocos trabajos que igualmente han sido esenciales en mi afición y amor por el cine. Sobra decir que la elegante y encantadora Claire Blooom (Londres, Inglaterra, 15-2-1931: hoy nos cumple 80 años), es uno de estos últimos porque, aunque habré visto poco más de una decena de sus películas, dos de ellas figuran entre mis favoritas de todos los tiempos: Candilejas (1952) y La casa encantada (1963), a la que ya rendí exhaustivo homenaje hace unos meses (véase).
Sin embargo, muy posiblemente fuera Furia de titanes (1981) el primer largometraje en el que la vi, aunque si he de ser sincero no tengo recuerdos claros de haberme fijado en su nombre por la época en que se estrenó la última aventura de Ray Harryhausen.
Considero por ello mi descubrimiento de la actriz con la ya adelantada película del genial Charles Chaplin, que se emitió durante el ciclo dedicado a él por Televisión Española a finales de los 80. El personaje de Claire como la desafortunada bailarina Terry me resultó irresistible (ya sé que me repito, pero ya sabéis que soy muy enamoradizo filmográficamente hablando), y la actriz entró para siempre en mi bestiario particular. Supongo que Candilejas fue la película que reveló a Claire Bloom al mundo –ya que ella misma la considera su primer trabajo “serio” para el cine, aunque ya había hecho unos pocos papeles para la pequeña y gran pantalla– y, en mi caso, pasó exactamente lo mismo, sólo que más de treinta años después. De su relación con el maestro Chaplin Claire siempre ha hablado muy bien, a pesar del talante algo tirano que se le reconocía al cineasta. Aunque nunca volvieron a trabajar juntos, mantuvieron su amistad de por vida. Ni qué decir tiene que Chaplin y Candilejas lanzaron la carrera de Mrs. Bloom, que se extiende hasta más de un centenar de trabajos en cine y televisión y que, por suerte para nosotros, sigue activa hoy en día (tengo pendiente ver El discurso del rey, su último papel hasta el momento).
Poca cosa más he visto de Claire, es cierto (y ya lo he admitido al principio): además de las tres citadas, la que mas recuerdo de ella es Alejandro Magno (1956), donde comparte cartel y hace de esposa de mi querido Peter Cushing, pero también Los hermanos Karamazov (1958), El maravilloso mundo de los hermanos Grimm (1962), sus dos colaboraciones con Woody Allen (de las que no parece guardar un buen recuerdo, dado el caótico método de trabajo del director): Delitos y faltas (1989) y Poderosa Afrodita (1995) y La edad de la inocencia (1993), estas tres últimas en la lujosa pantalla cinematográfica. De la televisión la recuerdo remotamente en Retorno a Brideshead (1981) y La isla de Ellis (1985).
¡Muchas felicidades, Claire, y gracias por los dos tesoros que has aportado a mi filmoteca!
No hay comentarios:
Publicar un comentario