"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 21 de junio de 2010

Tres canciones de amor de las que me enamoré

A lo largo de mi vida, supongo que como cualquier otro aficionado a la música, he escuchado miles de canciones. Unas me han gustado, otras no, muchas me han dejado indiferente; algunas han sido de “usar y tirar”, mientras que otras permanecerán para siempre como grandes favoritas en mi discoteca; otras han sido importantes durante un tiempo para pasar luego al limbo musical, pero ha habido muy pocas de las que me haya quedado prendado nada más empezar a oírlas. Hoy os presento tres de ese reducido grupo en Las cosas que se cantan por amor (o por desamor), y siguiendo el orden en que las descubrí (que, como veréis, no es cronológico con respecto a la fecha en que se grabaron). A ver si os gustan…

En el extremo oscuro de la calle…
James Carr (1942-2001) fue uno de los muchos cantantes negros de soul que proliferaron en los EE.UU. cuando este estilo alcanzó su apogeo a mediados de los 60, y aunque nunca consiguió la popularidad ni el estatus de leyendas como Sam Cooke, Otis Redding o Wilson Pickett, entre su modesta discografía figura, sin embargo, una de las grandes baladas del género: The Dark End of the Street. La canción, compuesta por los míticos Dan Penn y Chips Moman y grabada por Carr en 1967 para Goldwax, llegó al nº 10 de las listas de r´n´b ese año y ha sido versioneada por docenas de artistas desde entonces. Sin embargo, el cantante que nos ocupa no tuvo mucha suerte: adicciones y problemas psicológicos lo apartaron de los escenarios durante la mayor parte de los 70 y 80, y un cáncer de pulmón acabaría finalmente llevándoselo a los 58 años.

La composición se presenta como una típica balada soul, con la instrumentación habitual del estilo, aunque los vientos mantienen un papel más discreto hasta casi el final, momento climático en el que hay una subida de tono y los metales se hacen más presentes. Hasta entonces la canción se sostiene apoyada sobre todo por un elegante piano, un marcado bajo eléctrico, una guitarra con un evocador efecto de trémolo y un sugerente acompañamiento vocal.

Tradicionalmente se ha asumido la temática de esta grabación como relativa al adulterio: dos amantes que se encuentran a escondidas en el extremo oscuro de la calle, con el temor de ser descubiertos (en la última estrofa, el uno le pide al otro que, si se cruzan durante el día, le pase de largo), pero la homosexualidad de Carr puede dar sin lugar a dudas una nueva lectura a este clásico…

Por cierto, aunque he escuchado bastante soul desde mi adolescencia, he de confesar que no descubrí esta canción hasta que vi la película Los Commitments y, de hecho, era de las poquísimas que no conocía del repertorio del film. Algún día os hablaré de este largometraje del que soy un gran fan.

The Dark End of the Street (The Commitments, incluye letra)

Por favor, enciérrame…
Me avergüenza volver a confesar que, teniendo una extensa discoteca de música de los 60, conocí también esta canción a través de una versión más reciente. En concreto fue por medio de la tremenda voz de la cantante norteamericana Vonda Shepard, en la segunda recopilación de canciones de la serie de televisión que la dio a conocer al mundo, Heart and Soul, New Songs from Ally McBeal (1999). Lo primero que me sorprendió después de oírla fue que viniera firmada por Lennon y McCartney. Tengo todos los discos de los Beatles, rarezas, directos, pero nunca había escuchado esta canción por el cuarteto de Liverpool, aunque evidentemente tenía su sello sonoro. Me puse a investigar…

Tiempo más tarde acabé descubriendo que el tema había sido compuesto por Paul McCartney (recordad que él y John firmaban juntos las canciones de ambos aunque normalmente sólo uno de ellos las compusiera) y entregado al hermano de la que por entonces era su novia, la actriz Jane Asher. Peter Asher formó un duo musical con Gordon Waller en Inglaterra a mediados de los 60. Su nombre artístico era, por supuesto, Peter and Gordon, y su estilo era una mezcla de los Everly Brothers, Buddy Holly y la vertiente más melódica de los propios Beatles, de los que grabaron varias canciones. En 1964, McCartney les entregó la composición (A) World Without Love, probablemente porque ni él ni Lennon estaban muy interesados en ella. Contradictoriamente, acabó siendo nº 1 en las listas inglesas y americanas, y el mayor éxito del dúo, que se separó a principios de los 70, pasando sus integrantes a ocupar diversos puestos en la industria musical. Se volvieron a unir en 2005 para varias actuaciones hasta la muerte de Gordon Waller el pasado año.

El tema sigue la línea inicial de Paul McCartney en los Beatles, rico en acordes y con la siempre presente influencia de la música latina y el bolero que exhibía el bajista Beatle. La letra es muy sencilla y nada inusual, pero conforma una bellísima oda agridulce que habla sobre la soledad y la falta de amor, pero también sobre la esperanza de encontrarlo; todo un himno para los descorazonados.

World Without Love (Peter and Gordon en directo)
World Without Love (versión de Vonda Shepard)

París es una ciudad solitaria…
Lynn Miles es una cantante canadiense principalmente orientada hacia el country, pero que normalmente fusiona este estilo con pop y rock en sus discos; básicamente la podríamos enclavar en ese sonido tan rico y heterogéneo que se ha dado en llamar americana. El tema Sacre Coeur apareció en su segundo disco, Night in a Strange Town, en 1998. No esperéis la típica canción vaquera con instrumentación rústica y ambientada en el desierto...

Y es que, aunque el último de mis seleccionados es claramente un tema country, es una pieza bastante sofisticada, enriquecida con un montón de instrumentos entre los que sorprende un Hammond B3 que inicia la grabación y la arropa a lo largo de sus casi tres minutos, además de las más habituales guitarras, mandolina y steel. Pero lo más chocante y original de esta canción –compuesta por la propia Miles– es quizá que está ambientada ¡en Francia! Y así, la protagonista pasea y pasea a lo largo de sus estrofas bajo la luna parisina intentando olvidar un amor desgraciado del que no puede librarse a pesar de estar separada de él miles de kilómetros. En su pesaroso deambular, pasa por muchos de los lugares típicos de la ciudad gala, como Montmartre, Notre Dame, o la Basílica del Sagrado Corazón que da nombre a esta preciosa composición, sencilla en su presentación (los esperados tres acordes del country, con una breve intrusión de un cuarto casi al final) pero tan compleja –o tan simple– como ese sentimiento que llamamos amor, que todos hemos sentido alguna vez de una manera u otra, y que parece que nunca dejará de ser la principal inspiración para la mayoría de canciones del pop y del rock.

Sacre Coeur (Lynn Miles) 

No hay comentarios:

Publicar un comentario