"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

martes, 19 de enero de 2010

Stephen Boyd, o la maldición del tribuno Messala

Parece ser que Stephen Boyd está destinado a pasar a los anales del 7º Arte como uno de esos actores cuyo nombre sólo recordamos los cinéfilos y cuyo rostro, sin embargo, reconoce la mayoría de los espectadores ocasionales. Y es que este apuesto norirlandés de prominente mandíbula, y nacido en Glengormley en 1931 como William Millar, interpretó al temible y rencoroso antagonista de Ben-Hur en la clásica película homónima de 1959, rol que le valdría en su momento numerosos galardones, el reconocimiento y la popularidad masiva, y un lugar definitivo en la Historia del Cine. Paradójicamente, parece que este papel legendario sería también su maldición, pues da la impresión de que sus demás interpretaciones han quedado siempre a la sombra de la del militar romano...

Tras los casi obligados inicios en el teatro, su traslado a Inglaterra y algunas penurias, Stephen aterrizó finalmente en la Meca del Cine a mediados de los 50 y comenzó a interpretar papeles secundarios en diferentes películas y series de entre los que podríamos destacar su personaje de espía nazi en El hombre que nunca existió o el vaquero forajido al que persigue Gregory Peck en El vengador sin piedad.

Curiosamente, a pesar de su atractivo porte, que lo hacía idóneo para ejercer como galán hollywoodiense, Stephen nunca le hizo ascos a ningún papel y alternó durante toda su vida las interpretaciones de “buenos” y “malos”. Quizá por ello William Wyler le eligió para encarnar al tribuno Messala en su remake de Ben-Hur, personaje que comienza el film como gran amigo del de Charlton Heston para acabar convirtiéndose en su peor enemigo y batiéndose a muerte durante la ya mítica carrera de cuádrigas que proporciona el clímax a la película.

Mucho se ha escrito sobre el presunto subtexto gay oculto tras la relación de los personajes de Heston y Boyd en el film, teoría interpretada y reinterpretada, corroborada y desmentida una y otra vez por los participantes y estudiosos del largometraje: se afirma que a Boyd se le dieron las oportunas indicaciones para que caracterizara a Messala como enamorado de Ben-Hur, mientras que a Heston, que naturalmente entraría en cólera años después al conocer el hecho, no se le dijo nada. La supuesta homosexualidad del propio Stephen también ha sido objeto de controversia y enfrentamiento durante años, sin que ninguna de las dos tendencias, la real y la cinematográfica, hayan sido jamás confirmadas de una manera definitiva.

Tras algunas películas de menor repercusión (personalmente me quedo con Lisa) y sendas candidaturas perdidas a los papeles de James Bond y de Marco Antonio en la Cleopatra de Mankiewicz, Boyd volvió a servir al SPQR en La caída del Imperio Romano, fascinante super-producción de Samuel Bronston rodada en España por Anthony Mann que contó con fastuosos decorados y un reparto de lujo que incluía a la siempre bellísima Sophia Loren, a Alec Guinnes, James Mason y a Christopher Plummer como protagonistas de la historia que muchos años después retomaría Ridley Scott en Gladiator. Contra todo pronóstico, La caída del Imperio Romano fue un fracaso comercial al que Boyd siempre culpó de afectar drásticamente a su carrera (aunque, irónicamente, la obra ha acabado convirtiéndose en un título esencial del peplum y en el segundo papel más conocido del artista). Durante el resto de la década de los 60 siguieron papeles diversos en otros tantos géneros, de los que cabe destacar el clásico del fantástico Viaje alucinante, quizá la última gran película del actor.

Los 70 verían a Boyd con mala salud y trabajando básicamente en Europa, gran parte de ese lapso distribuido en producciones españolas e italianas, la mayoría de ellas indignas de un actor de su talento. Su prematura muerte de un ataque al corazón a los 45 años en 1977 nos dejará para siempre con la duda de si estábamos ante el ocaso de su trayectoria interpretativa o de si, por el contrario, ésta hubiera resurgido para proporcionar a Stephen Boyd el reconocimiento que se merecía.


* Web sobre Stephen Boyd (aunque, lamentablemente, abandonada desde hace dos años): http://www.allaboutstephenboyd.com/

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