"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

sábado, 23 de enero de 2010

Adiós a Jean Simmons

Pues prácticamente a pares: hace cosa de un mes me quejaba, con motivo de la muerte de Jennifer Jones, de que los que amamos el cine clásico nos estamos quedando totalmente huérfanos. Los años pasan, y la Parca no tiene problemas laborales debido a la crisis...

Este 22 de enero, a punto de cumplir los 81, se nos ha ido otra actriz mítica: Jean Simmons. Uno no puede sino quitarse el sombrero ante una trayectoria en el cine de más de 60 años, de la cual es difícil quedarse con unas pocas películas. Así de un primer vistazo, yo destacaría Extraño suceso, a las órdenes de Terence Fisher, el clásico del cine negro Cara de ángel, la histórica Desirée, junto a un napoleónico Marlon Brando, el western Horizontes de grandeza y, por supuesto, Espartaco, quizá su largometraje más conocido. Pero claro, esto es sólo una selección personal, y estamos hablando de una carrera de casi cien títulos, entre cine y televisión, medio en el cual se prodigó bastante en los 80 y 90 (me gustó su intervención en el remake de Dark Shadows).

Jean estuvo casada con el actor Stewart Granger y con el guionista y director Richard Brooks, tuvo dos hijos, y actuó hasta el mismísimo 2009. Y, por cierto: gracias a que su contrato no le permitió trabajar a las órdenes de William Wyler en Vacaciones en Roma, una desconocida llamada Audrey Hepburn se hizo cargo del papel que el director tenía reservado para Mrs. Simmons....

5 comentarios:

  1. Asistimos a la desaparición inevitable de los grandes del cine, pero también los grandes de la música nos van dejando, quiero recordar a mi querido John Martyn, y también al bastardo de Lux Interior, sin duda genios en sus estilos que han dejado en la historia de la música una gran huella digna de ser descubierta o admirada...

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  2. Cuando sólo tenía 17 años se puso a las ordenes del gran director David Lean e interpretó el papel de Estella (joven) en la película “Great Expectations” (1946), versión cinematográfica de la obra homónima de Charles Dickens (1860). Se estrenó en Málaga en el cine Goya el 9 de noviembre de 1950 con el título “Cadenas rotas” y creo recordar que fuimos a verla –mis padres y yo- cuando en el mes de junio del siguiente año se reestrenó en el Teatro Principal. Desde la secuencia inicial todo se desarrolla en una atmósfera agobiante que enmarcaba a unos personajes altamente inquietantes. Todo muy dickensiano. La película forma parte de una trilogía del films que con más fuerte huella marcaron mi niñez.
    Me voy a referir exclusivamente al triángulo formado por Miss Havisham (Martita Hunt), el niño Pitt (Anthony Wager) y la joven Estella (Jean Simmons), caracterizado por una relaciones altamente patológicas. Para Miss Havisham la vida se había paralizado hacía 40 años cuando su prometido la abandonó el día de la boda. Son numerosos los elementos simbólicos que, como recurso cinematográfico, usa Lean para machaconamente recordarnos esta idea: un reloj detenido en las 8:40, hora del nefasto acontecimiento; las cortinas corridas para impedir la entrada de luz o el encadenamiento voluntario de Miss Havisham a una silla de ruedas. La vida de Miss Havisham se había construido desde el odio y el resentimiento hacia los hombres y desde esta posición induce la construcción de las relaciones entre Pitt y Estella. A Pitt provocándole un interés por la joven y a Estella le enseña como hacer sufrir a Pitt jugando con sus sentimientos. Pura manipulación emocional. Espléndida la interpretación de la veterana actriz de carácter Martita Hunt y sorprendentemente maravillosa la de una joven actriz como Jean Simmons, que hasta ese momento andaba perdida, cuando no hundida, en los títulos de crédito.

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  3. Vi esa película hace tiempo. Por cierto, Juan Luis, con los conocimientos de cine que tienes, ¿no tienes un blog propio? Seguro que nos sorprenderías a más de uno con tu saber... ;)

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    1. Muy agradecido por tus estimulantes palabras. Me preguntas si tengo un blog propio. Pues no, no lo tengo porque me ataría demasiado y prefiero navegar y cuando encuentro en la red algo que me satisface colaborar con mis comentarios.

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  4. Yo al final he decidido tomármelo con mucha calma. Antes sí que me sentía un poco obligado a escribir de contínuo...

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