Innegablemente, un mes dominado en
la gran pantalla por la ciencia ficción. No es una obsesión: es sabido que me
encanta el cine fantástico, pero en general me gusta variar, y la coincidencia
de tres títulos de dicho género este mes en las salas cinematográficas es
simplemente eso: una coincidencia. Me he quedado con las ganas de ver otras
películas como Negación o Plan de fuga, que no he tenido a mi
alcance de momento.
Los tres largometrajes en concreto han
sido Ghost in the Shell (Rupert
Sanders), Life (Daniel
Espinosa) y Guardianes de la galaxia
Vol. 2 (James Gunn), todas más o menos cintas de entretenimiento
para el gran público dentro del circuito comercial de entre la que para mí
destaca la segunda nombrada (que reseñé brevemente aquí), no
por la originalidad de su propuesta (que es nula) si no por la acertada puesta
en escena de una historia que en realidad se ha visto docenas de veces en la
pantallas. La más flojita, por el contrario, la última citada, la continuación
de las peripecias de los aventureros galácticos de Marvel; un título con un
impecable aparato visual pero un contenido entre nimio e intrascendente. Con la
adaptación del famoso cómic japonés protagonizado por Scarlett Johansson paso
un buen rato y disfruto también de la fascinante envoltura infográfica del film
y de sus obvias referencias a Blade
Runner y a otras películas de ciencia ficción.
La excepción del mes ha sido la
película hispano-argentina Nieve negra de Martín
Hodara, a la que me lleva mi admiración por uno de sus actores, el excelente
Ricardo Darín. Esta vez la cinta no consigue estar para mí al nivel de otros
trabajos de este intérprete y el misterio que va desentrañando este thriller me
resulta algo previsible y resuelto de manera un poco forzosa.