"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 29 de junio de 2015

Boris Karloff, el aristócrata del terror

Resulta curioso que, conociendo a Boris Karloff desde que era un adolescente y habiendo visto muchas de sus películas, no haya sido hasta ahora que se me haya ocurrido profundizar un poco más en la vida de este actor británico de ascendencia hindú. Saldo esa deuda con la lectura del libro de Javier Cortijo Boris Karloff, el aristócrata del terror publicado por primera vez en 2000 por T&B Editores, y cuya segunda versión, de menores dimensiones que la primera, encontré hace poco a un precio estupendo, unos 8 euros.

De la vida personal de William Henry Pratt (1887-1969) me han llamado la atención, una vez más, sus difíciles comienzos en el mundo del Cine; las muchísimas penalidades que tuvo que pasar hasta labrarse un nombre en Hollywood rondando ya los cuarenta años –principalmente gracias a Frankenstein–, las innumerables veces que se casó (aunque sólo tuvo una hija) o su afición a la jardinería. También –aunque esto ya lo sabía– que a pesar de sus terroríficos personajes fuera una persona amable y educada, rasgo que parecen compartir básicamente todos los intérpretes clásicos del género; y es que es obvio que nunca se debe confundir al actor con sus personajes, para bien o para mal.

El trabajo de Javier Cortijo propiamente, aunque se merece todo mi respeto y admiración, dista de ser muy completo o exhaustivo, pero es que creo que es muy difícil componer una biografía sobre alguien a quien sólo se conoce “de tercera mano”, un hándicap que creo que tienen casi todos los trabajos de este tipo hechos en España sobre artistas extranjeros a los que no se ha tenido un acceso directo. No es de extrañar que algunas de las más destacables biografías de todas estas figuras del celuloide estén redactadas por amigos personales de los homenajeados –podría ser el caso de Donald Spotto– o por gente que, al menos, ha tenido acceso directo a ellos o a personas de su entorno más íntimo (aunque hay que decir que el libro que reseño cuenta con una introducción y con la bendición de Sarah Jane Karloff, la hija del “monstruo”).

Como pega personal, decir que no me ha gustado el tono demasiado informal en que están redactados los capítulos, con un estilo y unas expresiones que me parecen más propias de un fanzine que de un volumen presentado profesionalmente. Con todo, este libro –no sé si el único publicado en nuestro país sobre la leyenda del fantástico– es bienvenido a mi biblioteca y ha supuesto una lectura entretenida la mayor parte del tiempo.

sábado, 27 de junio de 2015

Cambiando de rutina

Mi rutina semanal es poco variada. No es enteramente por gusto: la economía de un parado no da para muchos lujos o caprichos, así que mis visitas al cine y algún que otro concierto de rock (casi siempre gratuito), aparte de mis consabidas e imprescindibles partiditas a juegos de mesa, constituyen básicamente mi panorama socio-cultural habitual.

En los últimos meses me he propuesto ampliar un poquito más ese programa de actividades acudiendo a algunos actos y convocatorias más atípicos en mí. Uno de ellas fue la presentación del libro de José Almúdever el pasado abril o la del cómic de Sento en mayo de los que ya he hablado en entradas anteriores. Hace también un par de meses formé parte del grupo que acompañó al historiador local Enrique J. Martínez para conocer in situ y de primera mano las teorías del erudito sobre las antiguas defensas íberas de Sagunto, una propuesta audaz y original que ha expuesto en la publicación Conjeturas sobre las defensas arsetanas (descargable en este enlace). Fue una divertida excursión recorriendo parte de la ciudad valenciana y sobre todo las faldas de su castillo para observar los fundamentos físicos del postulado de Enrique.

Sin dejar Sagunto, ni tampoco la historia –disciplina que me atrae, pero de la que no tengo grandes conocimientos– el pasado 6 de junio participaba en un acto similar, esta vez con la Edad Media como temática: el guía local Ramón Castelló nos condujo, en una interesante visita nocturna, por los principales edificios y construcciones que aún se conserva en la urbe desde el medievo, hablándonos de sus detalles y curiosidades. Lo mejor de todo: té helado y galletas al final del recorrido de más de dos horas. Ramón organiza esta y otras visitas por la ciudad periódicamente, y sobre ellas os podéis informar en su página Facebook y en su blog. Además, si visitáis el castillo de Sagunto podéis también solicitar el acompañamiento de este ilustrado estudioso de la historia.

De momento, mi última “actividad atípica” ha sido acudir al breve concierto del pianista local Omar Vilata dentro de su serie “Piano íntimo”, en el que el músico recrea alguna pieza conocida ante un público limitado (40 personas) y de manera informal (por ejemplo, invitando a niños a acompañarle). La actuación tuvo lugar en el Auditorio Joaquín Rodrigo de Sagunto, en un ambiente amistoso y, como reza el título, íntimo, cálidamente iluminados por un solo foco y todos sobre el escenario del local, sentados rodeando al pianista. Esta fue la sexta y última edición de “Piano íntimo” de la temporada, que también tiene lugar paralelamente en Valencia capital.

domingo, 21 de junio de 2015

Presentación de las memorias de José Almudéver

Hace ya un par de meses –aunque he retrasado bastante la redacción de la crónica– tuve ocasión de romper mi monótona rutina diaria para acudir a un acto muy especial: en el cercano pueblecito de Quart de les Valls, organizado por la Associació de la memòria històrica Ángel Gaspar Inglada de la localidad y por el Fórum d´opinió Servando Martín de Saugnto, tenía lugar la presentación de las memorias de José Almudéver Mateu, uno de los últimos brigadistas internacionales que quedan con vida (sólo él y un canadiense, según matizó el presentador del acto, Antoni Simó). José ha estado viajando recientemente por toda España dando charlas y presentando su libro dentro del ciclo “Despedida de las Brigadas Internacionales. 75 Aniversario de la Batalla del Ebro”. Ni qué decir tiene que estamos ante un pedazo de historia viviente, uno de los últimos testigos de aquel conflicto tan aciago como fascinante que fue la Guerra Civil Española, a la que –al menos aquellos que tuvimos la suerte de no vivirla– nos es imposible despojar de ese halo romántico y hasta nostálgico.

José cuenta con 95 años largos, que no es poco, pero goza de estupenda salud y excelente memoria. Nació en Francia, pero es hijo de españoles (sus padres eran de Alcácer, Valencia) y ha pasado su vida entre los dos países. Habla muy bien los dos idiomas oficiales de ambas naciones y además el valenciano, lengua en la que expuso su ponencia en la presentación. Se alistó muy joven en el ejército, falseando su edad. Luchó con la República tanto dentro como fuera de las Brigadas Internacionales, e incluso volvió a España después de que éstas fueran disueltas. Fue apresado al final de la guerra y sufrió largos años de cautiverios, hasta regresar a Francia en los años 50. Los ideales de José siguen fuertemente arraigados en él, nada de haberse acomodado al establishment con la edad: repudió repetidamente a Franco (al que llamó “traidor” y “felón”), al actual presidente del Gobierno (al que calificó de “trasto”) y al antiguo Rey Don Juan Carlos, y exhibió orgulloso la bandera republicana con su nombre que le regalaron. Y, sobre todo, insistió en la tremenda falsedad del acuerdo de los países extranjeros de no participar en la guerra española.

El acto terminó, naturalmente, con la firma del libro de José, El pacto de no intervención. Pobre República, del que por supuesto adquirí un ejemplar. Fue un placer conocer a un personaje como José Almudéver. Las personas mayores me merecen por lo general un gran respeto por lo mucho que han vivido y presenciado y, en el caso de este hombre, que ha sido testigo de un acontecimiento histórico decisivo, mi admiración es todavía mayor.

Si tengo que ponerle una traba a este tipo de eventos –aunque es muy pequeña– es que es prácticamente imposible que se despoliticen, que se ofrezcan simplemente como formas de aprender y conocer la historia, sin necesariamente reivindicar ideologías. Pero, por supuesto, estamos hablando de la Guerra Civil Española, y no sé si muchos otros enfrentamientos modernos han significado un conflicto de ideologías tanto como lo fue aquella contienda.


José Almudéver recibe una placa conmemorativa del acto (Fotografía cortesía de
Asociación Ángel Gaspar / Forum Servando Martín)

domingo, 14 de junio de 2015

Alma salvaje

Una de estas películas biográficas que tanto gustan en Hollywood basadas en vivencias extraordinarias o destacables de personas que por lo demás podríamos considerar normales y corrientes. En concreto está basada en el libro de Cheryl Strayed Wild, en el que ésta narra su periplo siguiendo la ruta del Sendero del Macizo del Pacífico durante más de 1.500 km y tres meses. La escritora se planteó esta odisea en solitario a modo de viaje catártico tras varios años de vorágine autodestructiva provocada por la muerte de su madre.

El director canadiense Jean-Marc Vallée nos lleva, como es de esperar, por impresionantes y bellísimos paisajes naturales en los que conocemos las aventuras y desventuras de la protagonista y a los diversos personajes que se va encontrando en el camino, a la vez que, por medio de flashbacks, vamos conociendo distintos momentos de su pasado y los hechos que finalmente le llevarán a tomar la decisión de realizar la valiente empresa.

Imposible no destacar en la película a la principal protagonista, una Reese Witherspoon que demuestra una admirable madurez como actriz, muy alejada ya –por suerte– de cosas como Una rubia muy legal y que, lógicamente, lleva casi todo el peso de la cinta al ser el único personaje que aparece durante la mitad de ella. Eso sin menospreciar el trabajo de Laura Dern como su madre…

It Follows

De manera excepcional me desplazo a la capital para ver esta película que no creo que llegue a los cines de mi localidad, y también de modo extraordinario me dejo aconsejar –aunque con cierto escepticismo– por las recomendaciones de varios amigos con respecto  a ella.

Lo cierto es que puedo aceptar que It Follows, el segundo largometraje del estadounidense David R. Mitchell, esté un poquito por encima de la media del producto típico actual dentro del cine de terror que podemos ver en las salas de proyección, plagadas de todas esas insidiosas y deplorables películas con las que Hollywood parece haberse propuesto destruir el género (ya se sabe que, en el país de los ciegos…)

Y lo hace, no por su propuesta argumental o temática –una adolescente que es perseguida por una entidad sobrenatural que se transmite de unos a otros mediante el acto sexual–, sino por su ambientación insólita, irreal, atípica y pesadillesca –una Michigan despoblada en una época indefinible, pues encontramos cosas como electrodomésticos o ropa más propia de los 70 u 80 mezclada con ebooks y coches actuales, pero también la total o casi total ausencia de ordenadores modernos y móviles– y por las múltiples lecturas posibles de la historia: ¿una paranoia colectiva? ¿Algún tipo de alegato contra la promiscuidad y la precocidad sexual? ¿Una representación simbólica del SIDA y de las enfermedades de transmisión sexual? ¿Por qué casi no se ven adultos en la película, la policía apenas parece intervenir en los diferentes crímenes, o algunas de las formas que adopta la aparición son las de los padres de los adolescentes protagonistas?

Al final, como adelantaba, una cinta que difícilmente se queda en excepcional –me recuerda a muchas de aquellas películas orientales tipo The Ring que se pusieron de moda hace cosa de una década– pero que sí aporta algunos elementos interesantes y dignos de reflexión. A destacar la acertada banda sonora de Rich Vreeland. A pesar de que no soy demasiado amigo de la electrónica musical, en It Follows ayuda muchísimo a crear el ambiente enervante del film sin tener que recurrir al fácil sobresalto sonoro (como tampoco hace el director con la imagen), sino participando de manera oportuna y comedida.

Por cierto, sorprendente el parecido de la actriz protagonista, Maika Monroe, con el de la malograda Brittany Murphy. Había momentos en que creía estar viendo a esta última.

jueves, 11 de junio de 2015

Ya no quedan monstruos...

Tristísima noticia la que inunda hoy los noticiarios cinematográficos del mundo; es curioso lo que ha tardado en filtrarse: el domingo 7 de junio nos dejaba  el último gran icono del fantástico: Christopher Lee. Formó parte de una casta ya desgraciadamente extinta de carismáticos actores especializados en el género de terror entre los que cabría destacar a los “universales” Karloff, Lugosi y los dos Chaneys, o a los más coetáneos de Lee Price y Cushing (su gran amigo, con el que compartió más de dos decenas de películas).

Lee parecía incombustible. Hubiera querido creer uno que permanecería con nosotros muchos más años, pues acababa de celebrar su 93 cumpleaños y seguía activo, cercana ya su filmografía a alcanzar los tres centenares de títulos –ostenta el record Guinnes de ser el actor más prolífico–. En este siglo XXI, y después de una época de cierta oscuridad artística, paladines del fantástico como George Lucas, Tim Burton o Peter Jackson supieron reivindicar a tiempo su leyenda y su figura y descubrirlo a nuevas generaciones al hacerle participar en sus películas, pero Lee ya tenía ganado un merecidísimo hueco en el género desde que, en los años 50, ayudara a cimentar la fama de la Hammer Films interpretando a toda una variedad de nuevas versiones de mitos del terror como la Momia, el monstruo de Frankenstein y, por supuesto, Drácula, el personaje con el que siempre se le relacionará.

Tengo, por desgracia, una anécdota personal algo triste relacionada con este actor, y es que, cuando estuvo en Valencia en octubre de 1995, me quedé con las ganas de verle debido a la incorrecta información del teletexto de Canal 9, que informaba de su aparición en la Mostra un sábado cuando en realidad el acto iba a ser el día anterior. Así que, cuando la mañana de aquel día me levanté con la intención de viajar a la capital del Turia y vi el periódico, descubrí que hacía ya bastantes horas que el señor Lee había comparecido ante fans y prensa y que yo había perdido una oportunidad única de ver a un personaje excepcional de los que, ahora sí, lamentablemente, ya no quedan…