"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

miércoles, 31 de diciembre de 2014

El cine de 2014

Primera y última películas vistas en cine en 2014
Al igual que el pasado año, y recuperando una tradición de mis tiempos mozos, en este 2014 también he decidido tomar nota de todas las veces que he ido al cine y de las películas que he visto, para posteriormente realizar un pequeño estudio por puro entretenimiento.

Este año, al no tener los tremendos problemas personales y económicos que tuve en 2013, mi asistencia al cine ha sido más regular y típica, lo que se refleja en la cantidad de películas que he visto en pantalla grande: 45 en total, diez más que en 2014, cuando estuve sin aparecer por las salas cinematográficas durante casi dos meses, circunstancia bastante extraordinaria en mí, ya que acudo religiosamente a estos establecimientos casi todos los domingos.

De manera generalizada, comentar que la temporada cinematográfica comenzó ligeramente tarde para mí, ya que no fui al cine hasta pasada la mitad de enero aunque, a partir de esa fecha, fueron pocas las semanas que falté. También resulta curioso que no presenciara ninguna película de género fantástico, por el que siento clara predilección, hasta que a mediados de enero fui a ver el remake de Robocop.

Por meses
Enero y mayo fueron los meses de menos cine, a razón de sólo 2 películas cada uno. Siguieron después julio, septiembre y noviembre, con 3 visitas cada uno. Febrero, abril y agosto empatan todos a 4, mientras que los meses más propicios resultaron marzo, octubre y diciembre (5 películas cada uno) y un sobresaliente junio en el que vi tantas películas como número de mes le corresponde: 6. En total hablamos de 45 visitas repartidas dentro de las 52 semanas y media que ha tenido 2014, normalmente a razón de 1 película por semana, pero en algunos pocos casos de 2.

Por géneros
El fantástico trajo algunas notables sorpresas
Repitiendo la clasificación por géneros que hice el año pasado, y siempre dentro lo difícil que es a veces etiquetar determinadas películas (por ejemplo, yo considero la mayoría de las de superhéroes como ciencia-ficción en lugar de simplemente “de acción”), la cosa queda así:
-Ciencia ficción: 10
-Thriller/policíaco: 9
-Comedia: 7
-Fantasía: 6
-Drama/melodrama: 6
-Musical: 3
-Acción: 2
-Histórico: 2

La “clasificación” se parece mucho a la de 2014, al menos en lo tocante a los primeros puestos, lo que no viene sino a confirmar mi predilección por los dos géneros que la encabezan. El drama, y sobre todo la comedia, suben bastantes puntos (es decir, películas), y el cine relacionado con la música irrumpe este año en la lista con tres títulos clasificables en esta modalidad. Poco cine histórico y nada de westerns, a pesar de lo que también me gustan estos géneros. Y brilla por su ausencia el terror, ya que verdadero pavor es lo que me dan las películas que hoy en día enclavan en este género, y no precisamente por su temática o contenido, sino por la falta de imaginación y las formas tan manidas con las que se presentan la mayoría en estos tiempos. Después de haber visto títulos como Expediente Warren y algunas similares, gracias, pero no más cosas en esa línea. Esperemos que el género se recupere en un futuro próximo con productos de mayor calidad.

Por países
No uno, sino varios países juntos se llevan los laureles este año en la clasificación geográfica, ya que, de las 45 películas vistas este año en cine, 23 han sido coproducciones, principalmente entre EE.UU. y alguno o varios países europeos (el más habitual, Reino Unido), aunque en algunos casos encontramos coproducciones de lugares más exóticos como Japón, Australia o Nueva Zelanda. En cuanto a filmografías de un solo país vuelve a dominar, sin ninguna sorpresa, EE.UU. con 16 films, seguido muy de lejos por Francia y España con 2 películas cada una.

Gasto… y ahorro
El reestreno en pantalla grande de Cinema
Paradiso
, uno de los hitos del año
Al ir con frecuencia al cine, relleno con rapidez los cupones que te sellan cada semana y con los cuales puedes ir gratis a una película por cada 6 que pagues. Este año he completado seis de estos, lo que significa ese número de visitas gratuitas al cine. Además, me correspondieron otras dos entradas en un sorteo, lo que al final sube a siete las películas que no me supusieron gasto económico. Por lo tanto, y basándome en el precio normal de mi cine local en domingo (7 €), aunque he acudido otros días más baratos y también he salido a otros cines más caros, el gasto aproximado realizado en ver películas este año ha sido de 45-7 gratuitas = 38x7 euros = 266 euros a lo largo de todo el año, una media de 22,16 euros por mes.

Escapadas
A pesar de haberme quedado sin vehículo a mitad del año, en este 2014 han sido cuatro las veces que he podido escaparme a ver películas en otras localidades. No suelo hacerlo si tengo la opción de ver una película en mi pueblo, pero en algunos casos es fácil adivinar que no va a ser así y hago lo posible por ir a donde sea si me interesa ver determinados largometrajes. Así, en junio visité dos veces los  Cines Babel de Valencia para ver Nueva vida en Nueva York (curiosamente, el año pasado también estuve en ellos para ver otro trabajo de Audrey Tautou) y Sólo los amantes sobreviven. Y ya casi a finales de año, un par de días antes de Nochebuena, me llegué hasta los Kinépolis de Paterna para ver la película biográfica de James Brown, aquí titulada I Feel Good. Pero la “escapada” más memorable del 2014 fue sin duda aquella que hice a la Terraza de Verano de Serra para ver la reposición de Cinema Paradiso, de la que di detallada cuenta en esta reseña.

Solo en la oscuridad, la secuela
Jordan y Polanski no me decepcionaron con las que para mí han sido dos
de las mejores películas del año. Por desgracia, hube de reciclarlas
en pequeña pantalla.
He contado en más ocasiones de las que me gustaría que a menudo me he encontrado solo en una sala de cine, circunstancia que me apena no tanto por mí mismo (a veces es casi de agradecer no estar rodeado de esa gente tan desconsiderada que se pasa las proyecciones hablando o consultando el móvil), sino por los negocios que se dedican a exhibir películas, cuya existencia está clara y drásticamente amenazada para mal de aquellos a los que nos gusta frecuentarlos. En marzo de este año se dio por primera vez una de estas circunstancias en los cines locales. Esperaba con interés el reencuentro de mis ídolos Harrison Ford y Gary Oldman y salí, por el contrario, bastante decepcionado de El poder de dinero, por lo demás protagonizada por los insulsos Liam Hemsworth y Amber Heard. No es de extrañar que nadie quisiera imitarme aquel domingo por la noche y me encontrara con todos los asientos del cine disponibles sólo para mí. Apenas un par de semanas después, y en la misma sala, me encontré en circunstancias similares durante el estreno de Non-Stop, largometraje que me entretuvo bastante y me pareció decididamente superior al anterior. Parecía que el 2014 iba a acabar con este número de “proyecciones solitarias” algo por debajo del anterior cuando, a mediados de diciembre, decidí ir a ver Magia a la luz de la luna de Woody Allen y alcancé el mismo número de películas sin más público que yo que el año pasado: 3 (aunque de estas, en 2013 sólo 2 fueron en los cines locales). Supongo que la nota positiva es que al menos no han aumentado.

Ingrid Bergman fue mi estrella de 2014, año en que conseguí
completar buena parte de su filmografía que aún tenía pendiente.
Lo mejor y lo peor del año
Para ser totalmente sincero, no puedo decir que este año haya visto ninguna película que me haya fascinado especialmente, aunque sí algunas con las que he pasado muy buen rato. En este último grupo sobresalen algunos títulos de ese fantástico que tanto me atrae pero que, sin embargo, tan a menudo me decepciona: Capitán América: El soldado de invierno me pareció una película agradeciblemente por encima de la media de las muchas que se estrenan al año en torno a la temática de superhéroes, seguramente por decidir sus creadores apostar por un registro más serio que el habitual en el género, a menudo una indigesta mezcla de momentos dramáticos con escenas ridículamente cómicas. Por el contrario, Guardianes de la galaxia, pese a no esconder su tono claramente ligero, me resultó toda una sorpresa para ser un film ambientado en un cómic que apenas conocía y del que no esperaba mucho. Me sorprendió por lo divertida y vistosa, y he comprobado que esta impresión está bastante extendida entre el público que fue a verla, incluso aquellos que no son habituales de este tipo de cine ni especialmente aficionados a él. Sin abandonar el fantástico, las continuaciones de la saga X-Men y de El planeta de los simios me parecieron más o menos tan correctas y entretenidas como sus inmediatas predecesoras. Lástima que esa tercera parte de El Hobbit que tanto esperaba no consiguiese pasar de ser un poco más de lo mismo, sin ninguna novedad o particularidad que resaltar con respecto a sus precedentes.

Mucho más fácil me resulta elegir cuál ha sido para mí la peor película que he visto este año en una sala cinematográfica: antes de sus diez primeros minutos de proyección, ya me estaba aburriendo con Sex Tape, una patochada de mal gusto y humor zafío que no salvan de la quema ni los encantos de una actriz que me pirra tanto como Cameron Diaz. Su compañero de reparto, el lamentable e inexpresivo Jason Segel, no consigue precisamente ayudar a que la cinta me inspire simpatía alguna. Es una pena que la intérprete americana no se prodigue más en comedias tan graciosas como ese Un plan perfecto en el que participó el pasado año, o siquiera en papeles dramáticos como el de El consejero, en los cuales demuestra que puede ser un actriz versátil y con buen gusto, en lugar de repetirse en films de tan dudosa calidad como este contra el que aquí despotrico en tropel (¡faltaría más!).

Sin llegar a ese nivel de mediocridad, algunos otros desaciertos que vi en pantalla grande en 2014 me parecieron Jack Ryan: Operación Sombra, la ya mencionada El poder del dinero o Drácula: la leyenda jamás contada.

El otro “cine”
Otro de los clásicos del cine que aún me quedaba pendiente. 
Los que me conocen saben que soy un tanto purista a la hora de definir lo que yo considero “cine” de verdad: aquel que se visiona en pantalla grande. Pero, seamos sensatos: por razones económicas, de tiempo y espaciales, no creo que mucha gente pueda ver en salas todas las películas que desearía ver al año. Es por eso por lo que tengo que relegar el visionado de muchos largometrajes a su estreno en versión doméstica, hoy día, por desgracia, algo que sucede como mucho tres meses después de su aparición en cine. En esta modalidad –prácticamente la única opción para ver muchas películas “antiguas” y otras que se estrenan directamente en DVD– veo prácticamente una película al día, lo que viene a ser una media tirando por lo bajo de 200 títulos al año. Y hay que admitir que se descubren cositas interesantes y algunas de calidad, y que se rescatan otras que ha sido imposible ver “en condiciones”, o sea, en salas. Este ha sido el caso con dos de las películas que me han parecido más apasionantes este año, aunque no ha sido ninguna sorpresa, pues son obra de dos directores que admiro: Polanski nos trajo la para mí magnífica La venus de las pieles, y Neil Jordan nos ofreció la bellísima Byzantium, un soplo de aire fresco –o más bien clásico– en un subgénero tan decadente como es el del cine actual de vampiros.

En lo tocante a cine clásico recuperado a través de la pequeña pantalla el hito del año es el ciclo de Ingrid Bergman que yo mismo me programé con objeto de intentar completar el visionado de la filmografía de la sueca. No conseguí mi propósito, pero si ver un buen montón de sus películas que no había visto aún y revisitar otras tantas, en total cerca de tres decenas de largometrajes. También, a principios de año, me embelesó un musical clásico que también me faltaba por ver, Los paraguas de Cherburgo, y tuve ocasión de iniciarme en la obra de su director, Jacques Demy, con otras dos películas más.

2015
Esperando ansioso el Episodio VII
Entre las películas que más ganas tenía de ver este año adelantaba en un artículo similar en 2013 el western Jane Got A Gun, protagonizado por mi actriz favorita del cine actual, Natalie Portman. La película se ha pospuesto dos veces en los últimos meses y ahora su nueva fecha de estreno figura como septiembre de 2015. Algo parecido ocurre con las muchas películas que la israelita tiene pendientes de estreno desde hace mucho: esos dos trabajos con Terrence Malick que parecen perpetuamente estancados en su posproducción, y el primer largometraje de Natalie como directora, A Tale of Love and Darkness. Pero, aunque sigo esperando reencontrarme con la niña de mis ojos en la gran pantalla, sobre todo después de tres años de casi absoluta sequía de sus trabajos con la excepción de la secuela de Thor, he de decir que no es ninguna de sus películas la que más espero ver en este inmediato 2015: ese puesto ha sido ahora ocupado por la séptima entrega de la saga de Star Wars: El despertar de la fuerza. Aunque no tengo ganas de que pase todo este año porque a uno al final le pesa el infrenable paso del tiempo, por otro lado tengo ganas de que llegue ese esperado 18 de diciembre en el que este film –que estoy seguro de que me va a encantar– llegará a las pantallas. 

jueves, 18 de diciembre de 2014

Despedidas... y bienvenidas

Con la proximidad de las Navidades llega a los cines una nueva entrega de una saga fantástica cinematográfica que ya se había hecho habitual por estas fechas durante los últimos años: la de El Hobbit. Con este tercer capítulo, La batalla de los cinco ejércitos, el director neozelandés Peter Jackson concluye su adaptación a la pantalla de la novela de J.R.R. Tolkien.

Jackson consiguió con sus películas de El Señor de los Anillos lo que no había conseguido el propio Tolkien con su libro original: que me enamorara de la Tierra Media, de sus peculiares y variados habitantes y de sus pintorescos entornos. Como creo haber comentado ya en otras ocasiones en este mismo blog, nunca he sido especialmente fan de la fantasía heroica a nivel literario, y la alabadísima y respetadísima obra magna del escritor sudafricano no consiguió impresionarme especialmente ni convencerme para que la tenga entre mis títulos más apreciados. Muy al contrario, siempre he pensado que la extensísima novela se podía haber escrito perfectamente en la mitad de páginas porque me parece que entre éstas hay muchísimo y muy forzado “relleno”. Por el contrario, las tres películas que la adaptaban a la pantalla, y que se estrenaron entre 2001 y 2003, me parecieron mucho más ágiles y digeribles que el propio libro original, conste que soy un gran aficionado a la lectura y que raramente antepongo una adaptación fílmica a su fuente literaria.

Con todo esto, tuve claro, en cuanto se anunció el rodaje de El Hobbit, que iba a acudir puntualmente a ver esas películas y que muy posiblemente las iba a disfrutar en la sala cinematográfica, más aún cuando la novela original esta vez sí me parecía muy simpática y más acertada que su continuación. Ahora que la saga con sus tres capítulos ha concluido, he de decir que ha sido más o menos así, aunque en general creo que no ha conseguido impresionarme tanto como su predecesora en los cines, quizá porque, al fin y al cabo, es un poco “más de lo mismo”, quizá por su tono ligeramente más infantil, más posiblemente porque en esta ocasión me parece que ha sido Peter Jackson el que claramente ha “inflado” sus largometrajes para que su duración se ampliara más de lo previsto, pues como casi todo el mundo sabrá, El Hobbit iba a consistir inicialmente en dos películas, que finalmente se extendieron hasta una tercera. En mi opinión, esto hace que, tras un primer capítulo más destacable y compacto, la trilogía se resienta un tanto en sus dos siguientes partes debido a secuencias que se hacen más largas de lo deseable e incluso a alguna escena o elemento perfectamente prescindible. Aún con todo, me lo he pasado bien viendo la trilogía posiblemente por el cariño que cogí a todos esos mundillos tolkienianos y a sus personajes (e incluso a los que no lo son, como esa elfa interpretada por la guapísima Evangeline Lilly, por la que ando “perdido” desde hace mucho tiempo, y lamento disentir una vez más con los fans de los libros). El Hobbit será sin duda una saga que volveré a revisar con los años (de hecho, ya tengo sus dos primeras partes en blu-ray), incluso con el tremendo perjuicio de verla en pantalla pequeña, con su consiguiente pérdida de espectacularidad, un elemento que considero esencial en estas películas.

Pero, aunque nos deja una “trilogía navideña”, viene otra nueva: el próximo año, exactamente por estas fechas (parece que una semana más tarde en España) da comienzo una nueva y esperadísima trilogía también de ambientación fantástica, ya que el director J.J. Abrams continúa la mítica saga de Star Wars con el que será su séptimo capítulo, El despertar de la fuerza, aquel que sucede exactamente treinta años después de El retorno del Jedi, tanto en la ficción cronológica como en la real. La guerra de las galaxias ha sido una de las sagas esenciales en mi vida desde niño, y ni qué decir tiene que estoy deseando ver estas nuevas andanzas de mis viejos héroes: Luke Skywalker, Han Solo y la Princesa Leia. No me hago ilusiones de que las tres nuevas películas de la franquicia casen estéticamente con las clásicas; es algo que ya se ha podido ver en el breve y popularísimo tráiler que ha invadido internet, en el que prima la tecnología infográfica moderna (como es lógico) sobre las antiguas técnicas de stop-motion y otros efectos especiales más arcaicos, pero aún con todo la espero con ansiedad y es claramente mi película nº1 para el 2015.


viernes, 12 de diciembre de 2014

My Summer of Love

Después del pequeño fiasco que me pareció El filo del mañana ando un poco decepcionado con Emily Blunt. Más aún después de ver hace unos días una película que rodó hace diez años en su Inglaterra natal a las órdenes del polaco Pawel Pawlikowski, My Summer of Love, que para mí está a años luz de ventaja con respecto al primer título citado. Y este disgustillo viene porque la considero una actriz hasta ahora diversa, creativa y arriesgada capaz de embarcarse en proyectos más comprometidos e interesantes que el film de ciencia ficción que nos ofreció este año acompañada de un actor del que previamente había renegado (lo que puede el dinero…) Películas suyas con menos presupuesto y muchos más sencillas como Sunshine Cleaning, Wild Target o La pesca del salmón en Yemén demuestran la versatilidad de Emily y su capacidad para abordar personajes y registros variados que le permiten lucirse más como profesional de la interpretación y asumo que realizarse además como artista y persona.

En el segundo largometraje de su carrera –el que reseño aquí– la señorita Blunt encarna a Tamsin, una chica de clase alta que entabla una amistad bastante íntima con Mona (Natalie Press), otra joven de la localidad durante ese verano al que alude el título. Mientras la primera se toma dicha relación como un pasatiempo, la segunda lo asume de una forma mucho más seria. Phil (Paddy Considine) completa el triángulo interpretativo como el hermano de Mona, un expresidiario antaño violento que se ha convertido al cristianismo y convoca reuniones religiosas en su casa.

My Summer of Love es una película de propuesta sencilla, con bonitas y soleadas escenas al aire libre y una destacable selección de canciones adornándola en la que ya se ve que la entonces principiante Emily Blunt tenía por delante una carrera muy prometedora (hay incluso un par de escenas en las que ella misma toca el chelo, y otra en la que también demuestra sus cualidades como amazona). Esperemos que no acabe totalmente corrompida por ese star system hollywoodiense que tan bien la ha recibido y que no termine con una filmografía tan mediocre y olvidable como la de tantos otros actores extranjeros que han acabado perdiéndose artísticamente hablando en el cine de EE.UU. Sirva como ejemplo una compatriota suya de la que una vez también fui admirador, Kate Beckinsale.

martes, 9 de diciembre de 2014

Kirk lives!

Kirk Douglas y Audrey Hepburn en la presentación de Espartaco
No hace muchos días que la revista People publicó por error en internet la noticia de su muerte, pero no: por fortuna, una de las más grandes leyendas del Hollywood clásico sigue todavía con nosotros: Kirk Douglas alcanza hoy nada menos que los 98 añazos. Todo un tesoro viviente para los cinéfilos, uno de esos mitos larger than life, como dicen los angloparlantes: si insistimos en el símil de la Meca del Cine como un Olimpo fílmico, no hay ninguna duda sobre quién es su Zeus. Para mí, y como es tradición todos los años, es un grandísimo placer felicitar al actor una vez más. ¡Un cariñoso estirón de orejas, señor Douglas!

sábado, 6 de diciembre de 2014

Comprando libros... con mayor o menor fortuna

Compro libros bastante a menudo, quizá a un ritmo más rápido del que los puedo leer. Soy de esos antiguos a los que todavía les gusta el papel y el cartón: disfruto también de los sentidos del tacto y del olfato, además del de la vista, con ellos. Los adquiero tanto en librerías –principalmente en la de mi barrio– como por internet, sobre todo cuando encuentro ofertas interesantes. Y precisamente sobre dos adquisiciones muy diferentes realizadas en la web quiero hablar en este post: la cal y la arena de comprar por el ciberespacio, la eficiencia y la atención frente a la dejadez y la irrespetuosidad con las que te puedes encontrar en algunos comercios electrónicos. 

La arena… 
A principios de octubre encontré un título que buscaba en la tienda virtual de Casa del Libro. Me di de alta, hice el pedido y lo pagué de inmediato. Según la web, la entrega se efectuaría en 3 a 5 días, lo cual no fue cierto, pero no es lo más importante de esta anécdota. El paquete me llegó como tres semanas después de haberlo solicitado. Tras este retraso, para mi sorpresa, el libro recibido no era el que yo suponía que había comprado con la web. Esto tampoco es lo más criticable de mi historia. Un descuido por parte del vendedor podría haber sido perdonable si no fuera por lo que viene a continuación: desde el día 1 de noviembre, fecha en que recibí el libro equivocado, he estado contactando con Casa del Libro para que subsanen el error, me envíen el libro correcto o me devuelvan el dinero (siempre, naturalmente, remitiéndoles yo el libro recibido por error). Treinta y cinco días después, numerosos e-mails e incluso una llamada telefónica (según la cual ni siquiera tenían constancia del pedido ni mis datos como cliente) no han servido más que para que, una vez por semana, me llegue un correo automatizado con la misma frase robótica: Por favor, indíquenos el ISBN del libro que recibió por error.” Como un tonto, todas las veces les he respondido aun sabiendo la inutilidad de la acción, informándoles más ampliamente de lo sucedido, pues al final he descubierto por mí mismo que el ISBN que Casa del Libro exhibe en la página del libro que yo creí pedir es incorrecto y corresponde, efectivamente, al libro que ellos me han enviado, no así al anunciado en la web, cuyo título y portada son diferentes y no dejan lugar a dudas (y asumo yo que un comprador no se guía por los ISBNs de los libros que pide ni está en la obligación de conocerlos). 

No sé cómo calificar al servicio de atención al cliente de Casa del Libro después de esta odisea que aún no ha finalizado (ya he estado en la Oficina del Consumidor de mi localidad para formalizar la reclamación oportuna). Vergonzoso, lamentable, poco o nada profesional. Me parece increíble. Y además, de no estar insistiendo yo en que reparen su error, no me cabe duda de que no moverían ni un dedo (creo que igualmente no lo están haciendo). Resulta escandaloso en una web y en una empresa popular, conocida y extendida por toda la península, y he comprobado que errores similares al mío ha habido más de uno y más de dos, a juzgar por lo que he leído en diversos foros en internet (aunque, en justicia, he de decir que también conozco a personas que han quedado satisfechos con sus compras a esta empresa, no sé si las más o las menos). Por mi parte, está claro que está es la primera y última compra que les hago a su web y, además, no compraré ni siquiera en la librería que tienen en la capital de mi provincia, de la que hasta ahora era cliente ocasional, ni en ninguna otra. No perdono agravios como este, lo tengo muy claro

Algunos de los libros que he comprado este otoño: sobre todo cine e
historia militar, aunque suelo ser más variado

 …y la cal 
Afortunadamente, no todos son unos sinvergüenzas en la red, y por las mismas fechas en que comenzaba mi ordalía comercial con Casa del Libro efectuaba también mi primera compra en una tienda online que me ha tratado de modo completamente distinto, y que por ello no dejo de recomendar, dadas además las suculentas ofertas que tiene: se trata de Bibliostock, que conocí a través de un anuncio que vi en internet. Les pedí dos libros que tenían rebajadísimos, pero al cabo de unos días nos dijeron que no habían podido conseguir uno de ellos y me ofrecieron toda una serie de opciones como compensación: devolverme parte del dinero, anular el pedido completo o darme un vale por una cantidad ligeramente mayor a la del libro que no me habían podido suministrar. Acabé pidiendo otro título y les dije que era innecesario que me devolvieran la pequeña diferencia de euro y medio que quedaba a mi favor. Aun así, lo hicieron. 

Durante todo el proceso de tramitación del envío, Bibliostock me tuvo informado de éste, y me escribió para confirmarme la entrega al mensajero y la recepción en mi casa del paquete al día siguiente. Para mi sorpresa, los dos libros llegaron con un regalo: una simpática muñeca rusa de fabricación artesanal en cuyo interior aparecía un vale de 10% de descuento para mi próxima compra. Y todo esto por unos 13 euros, menos de la mitad de lo que pague por el libro comprado a Casa del Libro. Alegra y anima ver que hay personas eficientes y serias tras algunas tiendas de internet, y Bibliostock es por supuesto un comercio que tendré en cuenta en mis próximas compras. www.bibliostock.com

lunes, 13 de octubre de 2014

Space Station 76

A falta de adjetivos menos recurridos y más ingeniosos, curiosa y simpática demostración de que el género de la ciencia ficción se puede utilizar para rodar películas más originales y diferentes que aquellas a las que estamos más habituados –principalmente distopías y space operas–. En Space Station 76, el director estadounidense Jack Plotnick nos propone en clave de comedia dramática conocer parte de las vidas de los habitantes del ingenio espacial que da título a su primer largometraje. Desde el amargado capitán del lugar, homosexual con tendencias suicidas desde que le dejó su amante, hasta la nueva tripulante recién llegada para cubrir la labor de este último, pasando por una niña solitaria, los mal avenidos padres de esta o un divertidísimo psicólogo-robot. Lo más llamativo del film es, sin duda, su estética imitando las películas del género de los años 70. A este respecto, una de las notas más entrañables de la cinta es la aparición del mismísimo Keir Dullea, el inolvidable intérprete de 2001, una odisea del espacio. Aparte de este legendario actor, la mayoría del reparto me es prácticamente desconocido a excepción de sus dos protagonistas principales, un Luke Wilson mucho más curioso e interesante que en otros de sus trabajos que he visto y la siempre encantadora Liv Tyler.

sábado, 4 de octubre de 2014

Twin Peaks y sus chicas

Sherilyn Fenn en Twin Peaks
Un amigo mío mucho más joven que yo me comentó el otro día que estaba viendo Twin Peaks y enseguida me vinieron a la memoria un montón de recuerdos de cuando se estrenó esa serie en 1990. En España la emitió Tele 5 y fue todo un récord de audiencia. Recuerdo que iba a la universidad por entonces y que la hacían los jueves y viernes por la noche. Esperaba esos días con avidez y me enganché a la serie –un total de 30 capítulos en dos temporadas– creo que hasta el final.

Nunca he sentido el aguijonazo de volver a ver Twin Peaks. Es posible que ni me gustara hoy día –no soy precisamente fan de David Lynch–, así que, como con tantas otras cosas, prefiero quedarme con el recuerdo de aquella época lejana y feliz y, sobre todo –¡cómo no!– con el del irresistible elenco femenino que pululaba por el espacio televisivo: Madchen Amick –con la que me he vuelto a reencontrar recientemente en Longmire–, Lara Flynn Boyle, la mas madurita Peggy Lipton y, sobre todo, la deliciosa Sherilyn Fenn, que interpretaba a la tentadora y picarona Audrey Horne, un personaje en el que se entremezclaban claramente varios de los mitos femeninos cinematográficos del Hollywood de los 50 como Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor o, por supuesto, Audrey Hepburn (curiosamente, la propia Laura Palmer/Sheryl Lee, no me llamaba tanto). Resulta algo chocante constatar que han pasado ya 23 años desde el final de la serie y que todas aquellas jóvenes (¡y yo mismo!) ya estamos en la cuarentena o incluso a punto de alcanzar –caso de la propia Sherilyn– el medio siglo. ¡Ah, traidora y vil nostalgia! ¡Quien pudiera volver a esos años dorados!

viernes, 3 de octubre de 2014

Maléfica

Película cuyo visionado en pantalla grande estuve sopesando durante las muchas semanas que se mantuvo en cartel. Al final me venció la incertidumbre, ya que apenas conocía datos aparte de haber visto el póster y de tener una ligerísima idea de su argumento. Una vez más, toca esperar a su aparición en DVD para acabar con la intriga de si hubiera valido la pena o no verla en cine. Y la respuesta es que… no hubiera estado mal. Me encuentro con un producto muy divertido, si bien no especialmente original: en Maléfica, el director Robert Stromberg nos propone conocer el clásico cuento de la bella durmiente desde una perspectiva diferente: desde la de la infame bruja malvada que maldice a la inocente joven. Durante el transcurso de la cinta aprenderemos, ni qué decir tiene, que ni esta señora es tan malévola, ni el bien y el mal son conceptos tan fáciles de acotar. Me ha sorprendido especialmente su protagonista Angelina Jolie en el rol que da título al film. Angelina me parece una mujer bellísima y una actriz capaz cuando se lo propone, pero absolutamente acomodada en el star system de Hollywood dentro de películas-cliché y papeles aburridos y mediocres, sobre todo cuando le da por hacer de heroína prepotente en películas como Wanted, Salt o la saga Tomb Raider. Aquí cambia drásticamente y para bien de tono y está irresistible en muchas de las escenas con sus diálogos socarrones y sarcásticos, especialmente en algunos de los que mantiene con su ayudante, el cuervo-hombre interpretado por Sam Riley.

La partícula de Dios

Más de tres años después de su aparición a nivel mundial llegaba efímeramente a los cines españoles, en estreno limitado, La partícula de Dios de Tony Krantz el pasado mes de abril, y yo la repesco ahora que aparece en formato doméstico. Se trata de un thriller entretenido con más que obvia influencia de los clichés del cine negro clásico en el que un (duro, por supuesto) detective privado debe buscar, por encargo de un boxeador ex-convicto, a una stripper con la que éste ha mantenido correspondencia sentimental en prisión. En la investigación acaban entremezclándose policías corruptos, diamantes robados, y hasta un científico de mente privilegiada y un excéntrico millonario que aportan al argumento del film –con el apoyo de una fotografía de aire casi onírico o fantástico– un elemento pseudo-místico. Un atractivo reparto de secundarios entre los que figuran Sam Elliot, Thomas Kretschmann, Delroy Lindo, Bill Duke o William Fitchner, así como el irresistible reclamo de Sienna Guillory consiguen compensarme el protagonismo de un actor que me parece tan  poco carismático e interesante como Antonio Banderas. Además, he visto la versión doblada y el malagueño gana bastante con una voz con mucha mejor dicción que la suya.

martes, 30 de septiembre de 2014

Y otra vez… El Juego del Cine

Incluso antes de lo que esperábamos –puesto que la anterior edición terminó en junio– ya tenemos aquí la nueva convocatoria del EL JUEGO, exactamente la decimoquinta, esta vez, y como mandan las normas, a cargo del equipo ganador del último concurso, Forofos del Foro. Aunque ya he presentado este divertimento en repetidas ocasiones (no en vano llevo más de 3 años participando en él) comentar de nuevo que es un concurso destinado a cinéfilos en el que se presentan fotogramas o, en ocasiones, sonidos o vídeos, correspondientes a diversas películas y los participantes –en solitario o en equipos– deben descubrir cuáles corresponden dentro de cierto plazo, acumulando con ello puntos que podrán llevarles a ser proclamados campeones de la edición, de una duración aproximada de seis semanas. Por supuesto, no hay un premio ni físico ni en metálico: ganar El Juego significa la responsabilidad y la diversión de organizar la siguiente edición, que es bastante premio si te gusta el 7º Arte y dispones de tiempo libre.

Todavía no tengo la página oficial del concurso y la publicaré en este mismo post en cuanto esté. Mientras tanto, los interesados en inscribirse al concurso o en recibir cualquier tipo de información pueden escribir al e-mail oficial,  forofogramas@gmail.com. ¡Ah!: la fecha de comienzo es el próximo 15 de octubre.

PÁGINA OFICIAL: http://forofogramas.forodvd.com/index.php?module=semaine

lunes, 22 de septiembre de 2014

Drácula anotado

He crecido fascinado por el personaje de Drácula, y en general por la literatura y el cine de vampiros (¿a alguien le extraña el nombre de este blog?). Durante mucho tiempo, después de leer el libro de Bram Stoker por primera vez al final de mi adolescencia, lo citaba sin duda como mi novela preferida. Esa opinión acabó cambiando, cuando, pocos años después, la volví a leer y le encontré muchos aspectos decepcionantes. Mi gusto había madurado para entonces y mi bagaje cultural y literario aumentado en gran medida para bien o para mal. Drácula me pareció y me sigue pareciendo una obra puritana y  machista y desbordante de mojigatería, aunque, naturalmente, hay que asumir la época y el lugar en los que fue escrita. Mi admiración por el conde vampiro sigue, no obstante, intacta, tanto que siempre quise leer alguna de esas versiones anotadas que han aparecido en las últimas décadas. Finalmente, he tenido ocasión de hacerlo con la edición de Leslie S.Klinger de 2007 que aquí publicó Akal cuatro años más tarde y yo me auto-regalé para Reyes. Esto convierte Drácula en una de los libros que más he leído, ya que he releído una única vez más de uno, pero con pocos he llegado a tres lecturas. Siempre prefiero emprender nuevas tareas antes que repetir otras ya realizadas.

Acabada la laboriosa misión de leer este Drácula anotado con todos sus apéndices, prólogos y, naturalmente, su grandísima cantidad de notas, quiero hacer una pequeña reseña de él.

La primera sorpresa al abordar este volumen de estupenda presentación es que Leslie S. Klinger propone un “juego” al lector: asumir que los acontecimientos narrados en el clásico de Stoker sucedieron realmente, y que llegaron al escritor a través del propio Jonathan Harker o incluso del mismísimo Drácula, naturalmente con la correspondiente censura, omisiones y cambios de nombres de personajes y lugares. Esta decisión me resulta chocante y algo desacertada, ya que lo que yo espero de esta obra es un trabajo serio que me enseñe cosas y me revele aspectos desconocidos sobre esta novela que fue decisiva en mi vida. Por lo tanto, durante todas las páginas de este estudio, el señor Klinger seguirá manteniendo esta “ligera ficción” –como él la presenta– y hará continuas anotaciones al respecto, como poner en duda que Van Helsing o Seward sean realmente titulados en medicina debido a sus muchas negligencias.

Dispensada esta licencia, encontramos en la novela básicamente cuatro tipos de anotaciones:
-Históricas/Geográficas: gracias a Leslie Klinger conocemos detalles sobre, por ejemplo, los hoteles u horarios de los trenes que se citan en la novela, personajes reales a los que se alude, el paisaje transilvano e incluso los ciclos lunares de la época, así que como la aparición de los primeros gramófonos, máquinas de escribir e interesantes nociones médicas y psiquiátricas como la pérdida de sangre y ¡las transfusiones! Este es el apartado menos discutible y supuestamente más exacto.
-Errores y contradicciones: no son pocos los despistes que tuvo Bram Stoker al redactar su más famosa novela, especialmente en lo referente a las fechas que encabezan las cartas y grabaciones que componen los apartados del libro. A menudo entran en contradicción los acontecimientos de ciertas fechas que no coinciden de un capítulo a otro, o incluso dentro de un mismo capítulo. En este sentido, esta versión anotada de Klinger parece tener casi un propósito “destructivo” de Drácula, al poner en tan clara evidencia los muchos descuidos y desatinos de su autor.
-Diferencias con el manuscrito: Klinger tuvo el privilegio de acceder al mismísimo manuscrito de la novela de Stoker, en manos de un coleccionista privado, y de tomar notas para compararlo y contrastarlo con la versión que finalmente saldría impresa. Este es sin duda uno de los aspectos más interesantes de esta edición anotada, que nos permite conocer algunas de las ideas que Stoker finalmente desechó para su novela (como por ejemplo que el castillo de Drácula se desmorona al ser vencido su propietario).
-Diferencias con la versión abreviada: en 1901 apareció una versión abreviada de la novela para la que el mismo Stoker recortó los fragmentos que consideró oportunos. Leslie S. Klinger también anota en su edición en qué pasajes del libro tienen lugar estos descartes. No pasa de ser una curiosidad, puesto que esta no es ni la primera versión publicada ni la que normalmente encontramos a la venta.
-Interpretaciones personales: una buena parte de las notas está dedicada, cómo no, a las interpretaciones personales de Klinger sobre muchos aspectos de la novela. En ocasiones coincide con los autores de otras ediciones, en otras los contradice, y algunas ideas y propuestas dentro de este apartado son consideradas por primera vez por él. Esta parte del libro es por supuesto la más discutible y cuestionable, ya que al final viene a ser una opinión personal de un autor, por muy cualificado que esté, y en los estudios literarios este es siempre un terreno muy pantanoso y difícil de atravesar: cualquier novela –o película, para el caso– puede ser interpretada de mil formas en función de quien la lea o vea, incluso habrá quien encuentre nociones e ideas que ni el mismo autor original se plantearía en su momento, y que pueden ser ciertas o no. A lo largo de los muchos estudios sobre Drácula se han querido encontrar subtextos homosexuales (el mismo Klinger los reitera), ideología comunista y todo un sinfín de impresiones que en ocasiones me parece que a menudo rozan un poco el desvarío o la excentricidad. Me sorprende especialmente que Klinger insista de nuevo en la idea, ya antes sugerida por otros estudiosos, de que el Drácula de Stoker, aunque inspirado en el histórico Vlad Tepes, no es realmente éste en la novela. Es algo que no acabo de entender, puesto que hay claras alusiones a un voivoda transilvano que luchó contra los turcos en varios pasajes que sí parecen vincular al personaje ficticio con el real.

Finalmente, la edición anotada de Drácula de Leslie S. Klinger se complementa con infinidad de apéndices de mayor o menor interés como las muchísimas novelas, películas y obras de teatro que sobre Drácula y sucedáneos se han realizado en el siglo largo de vida que tiene la novela (por cierto, el fotograma de Ingrid Pitt de la página xxxi no corresponde a Las amantes del vampiro, sino a La mansión de los crímenes). Uno de estos apartados está dedicado al estudio sobre la posible ubicación cronológica de la novela, algo que han intentado varios autores a lo largo de los años basándose, entre otras cosas, en los ciclos lunares especificados en la obra, y una tarea que me parece absolutamente absurda puesto que estamos ante una historia ficticia y fantástica.

En conclusión, aunque me apetecía mucho abordar este libro y me alegro de haberlo hecho, sólo encuentro su lectura parcialmente satisfactoria: aquellas anotaciones de Leslie Klinger en general más objetivas y concretas sí que me parecen interesantes, mientras que algunas de sus interpretaciones personales se me antojan más discutibles y hasta ignorables. Principalmente me parece un desacierto lo de la “ficción ligera” comentada al principio de esta reseña, si bien se puede dejar pasar como una propuesta divertida.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Lore

La II Guerra Mundial ha acabado en Europa. La joven Lore (Saskia Rosendahl), tras ser apresados sus padres, se ve obligada a atravesar Alemania junto con sus cuatro hermanos pequeños para llegar hasta la casa de su abuela. Durante el difícil camino plagado de penurias y de peligros, la muchacha cobrará conciencia de lo que de verdad ha estado ocurriendo en su país y se planteará la validez de los principios nacionalsocialistas en los que ha sido educada, especialmente al conocer a un chico judío que le ayudará y del que se enamorará…

En 2012, la australiana Cate Shortland lleva al cine la adaptación de la novela de la escritora inglesa Rachel Seiffert The Dark Room en esta coproducción entre Australia, Reino Unido y Alemania rodada en este último país. Es una historia contada con una estética muy lírica y cierta delicadeza visual en la que la directora se recrea continuamente en poéticos planos aparentemente innecesarios para el progreso de la narración como los pies o las manos de los protagonistas, la vegetación y otros mil pequeños detalles, a la vez que se apoya en secuencias rodadas sin trípode o simulando la ausencia de este, con cámaras que se balancean suavemente como movidas por el aire, para ir contándonos su particular visión del libro en el que se basa.

Me gusta la forma en que se insinúa más que se cuenta de manera clara la transformación ideológica de la protagonista cuando choca con el mundo exterior y en cómo va cediendo a su atracción por su compañero a pesar de que pertenece a un pueblo al que le han enseñado a detestar, así como el contraste entre la inocencia de los niños y el terrible y devastado país que van descubriendo, repleto de miseria, crímenes y muerte. Lore es una película con la que di por casualidad que me interesó por la época y el marco en los que se ambientaba y un tanto diferente a la mayoría del cine actual que suelo ver, pero no por ella menos bienvenida. Dicen que en la variedad está el gusto, aunque parece que siempre es más fácil y cómodo apostar por aquellos films que sabes seguro que te van a gustar y más difícil arriesgarse a probar formas nuevas de ver cine…

sábado, 20 de septiembre de 2014

¡80 añazos de Sophia Loren!

Sophia Loren: la abuela más sexy
Hace poco tiempo, una periodista de uno de esos –generalmente– lamentables portales de noticias virtuales parecía sorprenderse de que, en un acto público en el que habían coincidido las tres actrices –un desfile de Armani en julio de este año– la veterana Sophia Loren hubiera “eclipsado” en elegancia a las más jóvenes Elsa Pataky y Kate Hudson. Personalmente no acabo de entender donde está el asombro de esta redactora: acudiendo a un tópico casi aburrido y que algunos pueden considerar incluso anticuado, es que la italiana es una mujer de las que ya no hay. Creo que resulta demasiado fácil y a la vez peligroso ponerse a comparar el glamour y la clase de las estrellas del cine actual con el de las del cine clásico; posiblemente no tenga sentido intentar medir de una manera justa y equitativa a personas que reinaron en las pantallas hace décadas con las que lo hacen –o, al menos, lo intentan– en la actualidad. Los tiempos cambian, y con ello, para bien o para mal, los valores, los criterios y la forma de ver y presentar las cosas, así que dejémoslo estar e intentemos evitar más de la cuenta las siempre odiosas comparaciones…

Ni qué decir tiene, que el propósito de este breve texto es sencillamente felicitar sus 80 añazos a la actriz nombrada en primer lugar, uno de los últimos grandes mitos femeninos del Cine que todavía permanece con nosotros y profesionalmente activos: Sofia Scicolone Villani  nacía un 20 de septiembre de 1934, y siendo todavía adolescente su esplendorosa belleza ya le había abierto las puertas del cine de su país. Sophia ya tenía un largo currículum cuando las películas La sirena y el delfín y Orgullo y pasión –aunque rodadas en Europa– la llevaron a Hollywood y a la fama internacional. A partir de entonces, la actriz demostró además que tenía un talento interpretativo parejo a su exuberancia física, llegando incluso a ganar un Oscar por su papel en Dos mujeres, otro honorario, y una nominación por Matrimonio a la italiana.

Su carrera de más de seis décadas y de casi un centenar de papeles para la pequeña y gran pantalla se extiende hasta este mismo 2014, año en el que ha estrenado el cortometraje La voce humana. Son muchos los trabajos de esta diva que me faltan por ver, pero he de decir que, de los que sí que he disfrutado, he quedado encantado con la mayoría: La caída del Imperio Romano, El Cid, Arabesco, La condesa de Hong Kong o las ya citadas Orgullo y pasión y Dos mujeres –los títulos protagonizados por Sophia Loren que primero me vienen a la cabeza de entre los que he visto– son por lo general películas que me han fascinado, y que vuelvo a revisar a menudo. Felicidades, pues, a esta grandísima dama del 7º Arte, cuya presencia es todo un regalo para los cinéfilos.

Tienes que nacer sex symbol, no puedes convertirte en uno. Si naces con ello, lo tendrás incluso cuando tengas 100 años. (Sophia Loren) 

domingo, 14 de septiembre de 2014

¡20 años con Natalie!

Natalie Portman, 1994-2014: de joven promesa a actriz consagrada
Hace 20 años por estas fechas, exactamente un 14 de septiembre, los ciudadanos franceses eran los primeros en todo el mundo que tenían la oportunidad de asistir al estreno del quinto largometraje de su compatriota Luc Besson, León, que a España llegaría en abril de 1995 con el doble título de El profesional (León). Se trataba de un thriller de producción autóctona, aunque rodado en Nueva York y ya con esa clara influencia del cine comercial estadounidense que a partir de entonces iba a ser indeslindable de la figura su artífice. Junto a veteranos como Jean Reno, Gary Oldman y Danny Aiello, aparecía una menuda jovencita de doce años llamada Natalie Portman que era nueva en la profesión, pero que aún así consiguió encandilar a los espectadores de medio mundo con su papel de Mathilda, una niña que pierde a sus padres a manos de unos mafiosos, es acogida a la fuerza por un asesino a sueldo tan frío y eficaz en su trabajo como ingenuo en la vida real, y que no tiene mayor deseo que seguir los pasos profesionales de su nuevo amigo y vengar así la muerte de su hermanito…

Aquella chiquilla podría haber sido, como se dice en el mundo de la música, una one-hit wonder (“estrella de un solo éxito”), o haber dado unos pocos pasos en la industria del cine con mayor o menor acierto y acabar como otros niños descarrilados como su amigo Macaulay Culkin, pero no fue así: veinte años después, se ha convertido en una de las actrices más populares del cine actual, poseedora de un premio Oscar, gestora de una carrera variopinta y en general loable y acertada, y que hasta ha hecho sus pinitos como directora. Para el que esto escribe, Natalie no es sólo una mujer bellísima sino también muy inteligente que ha sabido avanzar en su carrera con pasos decididos y firmes, sin dejarse atrapar por Hollywood ni quedar encasillada en un eterno papel, alternando películas comerciales para todos los públicos con proyectos más personales destinados a un espectador más selectivo. A nadie le extrañe, pues, que me tenga totalmente cautivado. Luc Besson acertó de lleno al apostar por aquella adolescente hace ya dos décadas…

Natalie Portman: mi selección
He querido celebrar este aniversario seleccionando –con dificultad– un top ten de las que probablemente sean mis diez películas favoritas de Natalie Portman. Las enumero en orden cronológico, no necesariamente de preferencia.

El profesional (Léon) (Luc Besson, 1994)
La película que ha servido para motivar este homenaje. No fue su actriz protagonista (a la que ni yo ni nadie conocíamos entonces) lo que me motivó a ir a verla hace muchos años al desaparecido Cine Marvi de Sagunto, sino la presencia de mi admirado Gary Oldman. Fue imposible no quedarse prendado de aquella niña pizpireta y respondona, aunque, ¿quién habría adivinado que aquel embeleso duraría décadas?

Beautiful Girls (Ted Demme, 1996)
El personaje interpretado por Timothy Hutton regresa a su pueblo natal durante unos días y descubre que su jovencísima vecina de 14 años es una muchacha encantadora e inteligente por la que empieza a sentir una atracción quizá poco correcta, puesto que él va a contraer matrimonio en breve y es bastante mayor que la adolescente…

Con Hutton, buena parte de los espectadores acabamos medio perdidos por la muchachita de la casa de al lado. Natalie Portman iba creciendo y parecía que los papeles de Lolita le iban como anillo al dedo, pero en ese momento ella decidió no proliferar en ese tipo de rol –de hecho, rechazó trabajar en el remake de la novela de Nabokov– e intervenir en pequeñas apariciones en películas variadas como Heat, Mars Attacks!, Todos dicen I Love You o La fuerza del amor mientras sopesaba si quería continuar su carrera interpretativa o centrarse en sus estudios universitarios de Psicología. Acabó haciendo ambas cosas.

Star Wars: Episodio II - El ataque de los clones (George Lucas, 2002)
A finales de los años 90, nuestra joven actriz toma una de las decisiones más acertadas de su trayectoria al embarcarse durante prácticamente toda una década en la producción de la nueva trilogía de Star Wars. Si bien las precuelas dirigidas por George Lucas provocan sentimientos encontrados entre los fans de la saga y el público, lo cierto es que Natalie consigue con ellas el espaldarazo definitivo a su carrera y que su nombre sea ya conocido en todo el mundo.

El “Episodio II” es para mí la más correcta y equilibrada entrega de esta nueva trilogía, divertido,  repleto de acción y de emocionantes combates, y con una Padmé/Natalie que ya es toda una mujer y está más guapa y sexy que nunca… Por fin podemos empezar a admitir públicamente lo que nos gusta esta jovencita sin que nadie nos mire demasiado mal…

2004 Algo en común (Zach Braff, 2004)
Me ocurre con relativa frecuencia que a menudo las que para mí son las mejores películas de Natalie Portman y sus mejores interpretaciones no coinciden. Este es uno de los casos más claro: Algo en común no me parece de por sí un largometraje excepcional, pero el personaje de Natalie en esta comedia de una chica con problemas psicológicos (suaves) me resulta absolutamente irresistible y encantador. El film del actor y director Zach Braff demuestra también el interés de la actriz por la variedad de registros interpretativos y por participar en proyectos que le interesan personalmente, al margen de su presupuesto o proyección comercial.


V de Vendetta (James McTeigue, 2005)
Todo lo contrario que el caso anterior: una película en la que me gusta prácticamente todo, la cinta en sí, y el papel de Natalie. Y eso que, a priori, esta adaptación del famoso cómic de Alan Moore –sobre la que me explayé más en este enlace– apuntaba a no ser más que una cinta comercial de escaso contenido. Nadie hubiera imaginado que un film hollywoodiense propondría tan audaz mensaje de rebelión contra las autoridades y al sistema (y creo que mucha gente todavía no lo ha pillado). V de Vendetta es una película que me gusta más cada vez que la veo. Me gusta la historia, me encanta la pareja protagonista y su peculiar relación, y me encanta también el plantel de secundarios con John Hurt, Stephen Rea y Stephen Fry a la cabeza. Lástima que la posterior trayectoria de su director no haya seguido en esa línea inicial que tanto parecía prometer.

Los fantasmas de Goya (Milos Forman, 2006)
Nuestra chica sigue ampliando su carrera a medida que rueda complicadas adaptaciones teatrales como Closer (por la que es nominada al Oscar), proyectos personales como Zona libre y trabajos internacionales como Paris, je t'aime o esta Los fantasmas de Goya, rodada en España. En ella interpreta a Inés, una joven de buena familia que es apresada por la Inquisición y vive un auténtico calvario. Aunque me parece una buena película, me resulta en realidad bastante dura y desagradable de ver porque soy muy sensible a ciertas temáticas y escenas. Es por eso que no la suelo revisitar a menudo a pesar de que personalmente la destaco entre las mejores intervenciones de la homenajeada.

Mr. Magorium y su tienda mágica (Zach Helm, 2007)
Un caso parecido al de Algo en común: una película que me resulta más bien nimia (de hecho, está claramente orientada al público infantil), pero en el que me resulta una vez más imposible no rendirme ante el papel de Natalie de dependienta de una tienda de juguetes muy especial, a la vez que de compositora y pianista frustrada. Con ese look con el pelo corto que le queda tan bien, esta fue la película en la que por fin confirmé que esta actriz israelita me había robado el corazón posiblemente para siempre.





Las hermanas Bolena (Justin Chadwick, 2008)
Otra película en la que Natalie aborda –y borda– un papel histórico: nada menos que la mismísima Ana Bolena, manipuladora y ambiciosa dama de la corte de Enrique VIII que aspira a convertirse en reina, y lo consigue por un altísimo precio. Con el film de Justin Chadwick me ocurre algo parecido a lo que me pasa con Los fantasmas de Goya: muchas de sus escenas me resultan crueles y desasosegantes, algo que me suele pasar con casi todas las películas ambientadas en ese período y marco geográfico, por ello, tampoco me gusta prodigarme en su visionado a pesar de que la considero otro hito en palmarés artístico de la intérprete.


El amor y otras cosas imposibles (Don Roos, 2009)
Entre 2009 y 2011 Natalie Portman se embarca en nada menos que seis largometrajes que incluyen un remake de Hermanos, las comerciales e insulsas Sin compromiso y Caballeros, princesas y otras bestias (lo peor con diferencia que ha hecho la actriz en toda su trayectoria y un film que no quiero volver a ver jamás), la aclamadísima Cisne negro y las más modestas y discretas El amor y otras cosas imposibles y Hesher. La última ni siquiera fue estrenada en España (yo la tengo en DVD de importación, reseñado aquí) y la primera la vi de chiripa durante su ignorado y breve paso por los cines nacionales. Sencillísima en cuanto a propuesta argumental y en lo tocante a producción, el personaje al que la actriz da vida de una joven abogada neoyorquina que se casa con su jefe, y que tiene que lidiar con su hijastro a la vez que asume la pérdida de su propio bebé, me parece uno de las más destacables interpretados por la señorita Portman a pesar de que la película en sí no me resulta para nada excepcional. Sobre ella hablé anteriormente en este post.

Cisne negro (Darren Aronofsky, 2010)
Posiblemente muchos la considerarán la consagración artística y profesional de Natalie Portman, puesto que la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas estadounidense consideró apropiado premiar a la actriz con el Oscar a la mejor interpretación femenina del año por su papel de una bailarina de ballet totalmente obsesionada por protagonizar El lago de los cisnes hasta el punto de sumirse en una vorágine de locura autodestructiva. Yo no sé si este es el mejor papel de Natalie Portman ni, como ya he dicho en otras ocasiones, me dejo condicionar por los premios que una actor, actriz, película o director puedan tener, pero sí que es cierto que el film de Aronofsky es todo un regalo para los admiradores de la artista porque ella interviene en todas y cada una de sus escenas, por lo que es imposible que sus incondicionales no lo disfrutemos de principio a fin.

Los próximos estrenos de Natalie...
La reciente maternidad de Natalie Portman y su matrimonio la han tenido bastante alejada de las salas cinematográficas durante los dos últimos años. La secuela de Thor ha sido el único estreno del que hemos podido disfrutar desde 2011. Algunos de los últimos cuatro proyectos en los que ha trabajado parecen demorarse eternamente, tal es el caso de las dos películas rodadas con Terrence Malick (Knight of Cups y Lawless, a la que parece que se le va a cambiar el título), que llevan más de dos años en postproducción, o del western Jane Got a Gun, de accidentado rodaje. También esperamos con impaciencia el primer largometraje dirigido por la propia Natalie, A Tale of Love and Darkness, cuya llegada para cine se anuncia para este mismo 2014 a pesar de que parece que se nos acaba el año sin que se produzca el ansiado acontecimiento.

Personalmente, creo que seguiré la carrera de Natalie Portman durante toda la vida. Para mí está ya más que consagrada en mi panteón particular, y creo que, de seguir en la línea que ha seguido hasta ahora, a pesar de algún desacierto, continuará gustándome e interesándome porque creo que la chica está ya más que confirmada y reconocida en el panorama cinematográfico internacional del momento. Y, con el tiempo, puede que en el de la Historia del Cine.

jueves, 11 de septiembre de 2014

La profecía

Un diplomático estadounidense y su esposa pierden a su hijo al nacer. Sin que ella lo sepa, él lo cambia por un niño huérfano que le es ofrecido y que el matrimonio cría como propio. Pero, cuando el pequeño cumple cinco años, una serie de infortunios y de trágicas muertes comienzan a inquietar al padre adoptivo que, a petición de un extraño sacerdote y de un fotógrafo con aterradoras pruebas, empieza a indagar sobre el origen del bebé adoptado, desvelando poco a poco un escalofriante secreto que puede cambiar el mundo de una manera terrible, ya que el muchacho, Damien (nótese el juego de palabras con demon) es en realidad el mismísimo Anticristo…

La profecía (The Omen), dirigida por Richard Donner en 1976, no es sólo una de mis películas favoritas sobre la temática demoníaca sino, de hecho, una de las pocas que me gustan sobre ella. Sin lugar a dudas, el éxito de la legendaria El exorcista de William Friedkin tres años atrás propició que la 20 Century Fox se interesara por la producción de este largometraje y que otras compañías hicieran lo propio durante la década de los 70 (recordemos, por ejemplo, La monja poseída, de la mismísima Hammer). Hay dos razones por las que prefiero la obra de Donner a la de Friedkin: la principal es que me parece construida y contada con más elegancia que su rival fílmico, anteponiendo el misterio y la intriga al interminable desfile de truculencias de aquel, construyendo una atmósfera ominosa y angustiosa conforme los protagonistas investigan el origen del niño (me encanta particularmente la escena en la que estos visitan un viejo cementerio italiano y descubren lo que hay en la tumba de la verdadera madre del bebé). Me parece también tan sobrecogedora como pavorosa la trama que se va desvelando sobre cómo la secta satánica ha orquestado y organizado todo para que Damien acabe en la familia que acaba y dé todos los pasos que da; en ese sentido me remite a la que para mí es una de las más grandes película del género, La semilla del diablo.

La otra razón por la que prefiero La profecía al El exorcista es sin duda su magnífico plantel, encabezado nada menos que por el gran Gregory Peck y por Lee Remick (ambos en la que es prácticamente su única incursión en el género de terror), y secundados por un actor por el que siento gran cariño como es David Warner, así como por el eficaz Patrick Troughton, la inquietante Billie Whitelaw o el simpático Leo McKern.

El éxito de la película propició una trilogía cinematográfica que completaban las secuelas La maldición de Damien (Don Taylor, 1978) y El final de Damien (Graham Baker, 1981) en las que Jonathan Scott-Taylor y Sam Neill encarnaban, respectivamente, al Damien adolescente y adulto que en la película original interpretara el niño Harvey Stephens, y en las que también tenían su aparición veteranos actores de la talla de William Holden, Lee Grant o Rossano Brazzi. Además, se rodó una cuarta parte para televisión (La profecía IV El renacer, de 1991, esta vez con niña en vez de niño) y un remake tan innecesario como insulso en 2006 en el que David Seltzer calcaba prácticamente el guión que había escrito 30 años antes.