"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 22 de septiembre de 2014

Drácula anotado

He crecido fascinado por el personaje de Drácula, y en general por la literatura y el cine de vampiros (¿a alguien le extraña el nombre de este blog?). Durante mucho tiempo, después de leer el libro de Bram Stoker por primera vez al final de mi adolescencia, lo citaba sin duda como mi novela preferida. Esa opinión acabó cambiando, cuando, pocos años después, la volví a leer y le encontré muchos aspectos decepcionantes. Mi gusto había madurado para entonces y mi bagaje cultural y literario aumentado en gran medida para bien o para mal. Drácula me pareció y me sigue pareciendo una obra puritana y  machista y desbordante de mojigatería, aunque, naturalmente, hay que asumir la época y el lugar en los que fue escrita. Mi admiración por el conde vampiro sigue, no obstante, intacta, tanto que siempre quise leer alguna de esas versiones anotadas que han aparecido en las últimas décadas. Finalmente, he tenido ocasión de hacerlo con la edición de Leslie S.Klinger de 2007 que aquí publicó Akal cuatro años más tarde y yo me auto-regalé para Reyes. Esto convierte Drácula en una de los libros que más he leído, ya que he releído una única vez más de uno, pero con pocos he llegado a tres lecturas. Siempre prefiero emprender nuevas tareas antes que repetir otras ya realizadas.

Acabada la laboriosa misión de leer este Drácula anotado con todos sus apéndices, prólogos y, naturalmente, su grandísima cantidad de notas, quiero hacer una pequeña reseña de él.

La primera sorpresa al abordar este volumen de estupenda presentación es que Leslie S. Klinger propone un “juego” al lector: asumir que los acontecimientos narrados en el clásico de Stoker sucedieron realmente, y que llegaron al escritor a través del propio Jonathan Harker o incluso del mismísimo Drácula, naturalmente con la correspondiente censura, omisiones y cambios de nombres de personajes y lugares. Esta decisión me resulta chocante y algo desacertada, ya que lo que yo espero de esta obra es un trabajo serio que me enseñe cosas y me revele aspectos desconocidos sobre esta novela que fue decisiva en mi vida. Por lo tanto, durante todas las páginas de este estudio, el señor Klinger seguirá manteniendo esta “ligera ficción” –como él la presenta– y hará continuas anotaciones al respecto, como poner en duda que Van Helsing o Seward sean realmente titulados en medicina debido a sus muchas negligencias.

Dispensada esta licencia, encontramos en la novela básicamente cuatro tipos de anotaciones:
-Históricas/Geográficas: gracias a Leslie Klinger conocemos detalles sobre, por ejemplo, los hoteles u horarios de los trenes que se citan en la novela, personajes reales a los que se alude, el paisaje transilvano e incluso los ciclos lunares de la época, así que como la aparición de los primeros gramófonos, máquinas de escribir e interesantes nociones médicas y psiquiátricas como la pérdida de sangre y ¡las transfusiones! Este es el apartado menos discutible y supuestamente más exacto.
-Errores y contradicciones: no son pocos los despistes que tuvo Bram Stoker al redactar su más famosa novela, especialmente en lo referente a las fechas que encabezan las cartas y grabaciones que componen los apartados del libro. A menudo entran en contradicción los acontecimientos de ciertas fechas que no coinciden de un capítulo a otro, o incluso dentro de un mismo capítulo. En este sentido, esta versión anotada de Klinger parece tener casi un propósito “destructivo” de Drácula, al poner en tan clara evidencia los muchos descuidos y desatinos de su autor.
-Diferencias con el manuscrito: Klinger tuvo el privilegio de acceder al mismísimo manuscrito de la novela de Stoker, en manos de un coleccionista privado, y de tomar notas para compararlo y contrastarlo con la versión que finalmente saldría impresa. Este es sin duda uno de los aspectos más interesantes de esta edición anotada, que nos permite conocer algunas de las ideas que Stoker finalmente desechó para su novela (como por ejemplo que el castillo de Drácula se desmorona al ser vencido su propietario).
-Diferencias con la versión abreviada: en 1901 apareció una versión abreviada de la novela para la que el mismo Stoker recortó los fragmentos que consideró oportunos. Leslie S. Klinger también anota en su edición en qué pasajes del libro tienen lugar estos descartes. No pasa de ser una curiosidad, puesto que esta no es ni la primera versión publicada ni la que normalmente encontramos a la venta.
-Interpretaciones personales: una buena parte de las notas está dedicada, cómo no, a las interpretaciones personales de Klinger sobre muchos aspectos de la novela. En ocasiones coincide con los autores de otras ediciones, en otras los contradice, y algunas ideas y propuestas dentro de este apartado son consideradas por primera vez por él. Esta parte del libro es por supuesto la más discutible y cuestionable, ya que al final viene a ser una opinión personal de un autor, por muy cualificado que esté, y en los estudios literarios este es siempre un terreno muy pantanoso y difícil de atravesar: cualquier novela –o película, para el caso– puede ser interpretada de mil formas en función de quien la lea o vea, incluso habrá quien encuentre nociones e ideas que ni el mismo autor original se plantearía en su momento, y que pueden ser ciertas o no. A lo largo de los muchos estudios sobre Drácula se han querido encontrar subtextos homosexuales (el mismo Klinger los reitera), ideología comunista y todo un sinfín de impresiones que en ocasiones me parece que a menudo rozan un poco el desvarío o la excentricidad. Me sorprende especialmente que Klinger insista de nuevo en la idea, ya antes sugerida por otros estudiosos, de que el Drácula de Stoker, aunque inspirado en el histórico Vlad Tepes, no es realmente éste en la novela. Es algo que no acabo de entender, puesto que hay claras alusiones a un voivoda transilvano que luchó contra los turcos en varios pasajes que sí parecen vincular al personaje ficticio con el real.

Finalmente, la edición anotada de Drácula de Leslie S. Klinger se complementa con infinidad de apéndices de mayor o menor interés como las muchísimas novelas, películas y obras de teatro que sobre Drácula y sucedáneos se han realizado en el siglo largo de vida que tiene la novela (por cierto, el fotograma de Ingrid Pitt de la página xxxi no corresponde a Las amantes del vampiro, sino a La mansión de los crímenes). Uno de estos apartados está dedicado al estudio sobre la posible ubicación cronológica de la novela, algo que han intentado varios autores a lo largo de los años basándose, entre otras cosas, en los ciclos lunares especificados en la obra, y una tarea que me parece absolutamente absurda puesto que estamos ante una historia ficticia y fantástica.

En conclusión, aunque me apetecía mucho abordar este libro y me alegro de haberlo hecho, sólo encuentro su lectura parcialmente satisfactoria: aquellas anotaciones de Leslie Klinger en general más objetivas y concretas sí que me parecen interesantes, mientras que algunas de sus interpretaciones personales se me antojan más discutibles y hasta ignorables. Principalmente me parece un desacierto lo de la “ficción ligera” comentada al principio de esta reseña, si bien se puede dejar pasar como una propuesta divertida.

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