"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

martes, 17 de julio de 2012

El enigma del cuervo

No deja de sorprenderme lo mucho que el otrora imaginativo Hollywood es capaz de exprimir un mismo cliché cinematográfico, una estructura narrativa, un canon argumental, en las películas de las últimas décadas. Acaba uno cansado y asqueado de verlo repetidos en docenas de películas, de reconocer de inmediato su patrón simplista y predecible, de que las producciones que lo incluyen tengan la desvergüenza de llamar “autores” a los guionistas que básicamente se han limitado a copiar unas ideas estándares que inventó alguien que no era ellos mucho tiempo atrás… Con el nuevo largometraje de James McTeigue El enigma del cuervo (The Raven) volvemos a dar con la manida figura del psicópata que estructura una serie de crímenes basándose en una colección de hechos, sucesos, preceptos, episodios o fuentes concretas, en este caso las historias de Edgar Allan Poe. Con los asesinatos narrados por el escritor de Baltimore como pretexto, el antagonista de este film orquesta toda una retahíla de macabras muertes para retar a su inspirador a que las resuelva y le va llevando a él y a la policía de un punto a otro de la ciudad por medio de pistas un tanto forzadas y algo cogidas por los pelos… Una historia que ya he visto mil veces en el cine y que en el caso de este nuevo film logra entretenerme lo justito por inspirarse en una figura tan fascinante para mí como es Poe y por ambientarse en una época que siempre me cautiva como es el siglo XIX (me parecen destacables la fotografía y la dirección artística, que logran transmitir una atmósfera lúgubre y desasosegante que no transmiten otros elementos). Como siempre, el malo de turno es un personaje secundario que pulula por todo el metraje de la cinta y que suele ser más o menos reconocible en cuanto uno se cerciora de la fórmula que el director está usando en la película. Es algo que también llega a aburrir. ¿No puede haber un asesino que, simplemente, aparezca al final y ya está?

Dos momentos del film: John Cusack (Edgar A. Poe) con Luke Evans (Inspector Fields), y con Alice Eve (Emily Hamilton)

Esperaba esta película con muchas ganas, primero por girar en torno a la figura de quien gira, un escritor decisivo para todos los que admiramos la literatura romántica/gótica, segundo porque James McTeigue, me dejó muy buen sabor de boca con su opera prima, la adaptación del cómic V de Vendetta (no he visto su segundo trabajo). Por desgracia, no puedo decir que mantenga el tipo con este su tercer film. La figura de Edgar Allan Poe tampoco me parece que esté muy bien tratada y, en lugar del escritor triste y taciturno que siempre nos han contado que fue Poe en sus últimos tiempos, el actor John Cusack compone un personaje parlanchín, atrevido, aventurero y hasta fanfarrón. Solamente hacia el final de la historia empieza a verse un esperado aire trágico en él. El elemento amoroso, en forma de su relación con la adinerada y ficiticia Emily Hamilton (Alice Eve) también parece metido un poco a la fuerza, probablemente por imposición de la productora con la finalidad quizá de atraer y complacer a ciertos sectores del público. Aún así, todo hay que decirlo: el erotismo y el morbo de la actriz saliendo de un ataúd en ropa interior, ensangrentada y llena de tierra, es uno de los momentos que más me gustaron del film. Me remite tanto a los exuberantes personajes femeninos que Corman utilizó en sus películas de Poe como a las versiones ilustradas de las mismas de muchos cómics ochenteros de Richard Corben, Bernie Wrightson o similares. Lástima que sólo dure unos instantes. Entre el reparto de secundarios, me gustaría destacar al siempre efectivo Brendan Gleeson y a un Luke Evans cada vez más de moda que, para mí, le roba el protagonismo a Cusack en más de una ocasión.

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