"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

jueves, 21 de junio de 2012

Los miserables

Ahora que se aproxima una nueva versión fílmica del inmortal folletín de Victor Hugo Les Misérables  (la de Tom Hooper), me parece un buen momento para sacar a colación la película de igual título Los miserables, dirigida por Bille August en 1998, y enésima de las muchísimas adaptaciones a la pantalla (grande o pequeña) del clásico de la literatura gala. Es un largometraje que me emocionó y sorprendió en su estreno cinematográfico, y que continúa haciéndolo siempre que lo revisiono en formato doméstico. Me confirmó la excelencia de un actor que ya me venía gustando desde hacía tiempo, Liam Neeson (aunque su filmografía reciente puede hacer poner en duda esta apreciación) y me descubrió al que posiblemente es mi actor favorito de los últimos tiempos: el inmenso Geoffrey Rush.

La película, obviamente, abrevia en gran medida su original escrito (¡el libro tiene unas 2000 páginas!), eliminando muchos pasajes y personajes, a veces casi que para bien (luego lo explicaré), pero básicamente nos cuenta la misma historia, sólo que más resumida: los avatares y desventuras de Jean Valjean (Neeson), un desgraciado que debe cumplir una injusta pena en prisión y que sale de allí embrutecido y deshumanizado tras muchos años de trabajos forzados y vuelve a reincidir en el delito. El perdón del sacerdote al que ha robado le hará cambiar su visión de la vida y decidirá desde entonces seguir el camino de la rectitud y la honradez hasta el punto de llegar a convertirse en el alcalde de un pequeño pueblecito y en dueño de una fábrica local. Pero su pasado acabará reapareciendo: su antiguo carcelero, Javert (Rush), un hombre con un sentido del deber rayano en el fanatismo y ahora ascendido a inspector, dará con él y no cesará en su empeño de volver a llevarlo ante la justicia a cualquier precio.

Espléndidos Geoffrey Rush y Liam Neeson

Acompañan a los dos actores principales Uma Thurman como Fantine, otra desdichada que debe acabar prostituyéndose para cuidar a su bebé, y la dulce Claire Danes como Cossette, la susodicha hija ya crecida de Fantine, de la que se hará cargo el mismo Valjean. En papeles secundarios intervienen el siempre interesante Hans Matheson como el revolucionario Mario y Jon Kenny como el miserable más miserable de todos: el sinvergüenza y avaricioso Thénardier.

En resumen, una historia no sólo sobre la miseria en todas sus formas (económica, humana, vital...) sino también sobre la integridad, la obsesión, la virtud, los ideales y muchos otros conceptos esenciales de la sociedad y de la vida. La de Auguste me parece una gran película de la cual, ya lo he dicho antes, me maravilla la interpretación de Geoffrey Rush. Enorme. Grandísimo. Magistral. Desde entonces, he intentado seguir su carrera y no creo que me haya decepcionado nunca. Me parece uno de los más grandes actores del cine actual. He visto otras versiones (como la televisiva con Gerard Depardieu y John Malkovich) y pienso ver la próxima adaptación al celuloide, pero no creo que ni Hugh Jackman como Valjean ni Russell Crowe como Javert consigan impresionarme tanto como el magnífico dúo de este largometraje de hace ya casi tres lustros.

Por cierto, lo que adelantaba antes: algunos años después decidí leerme el libro de Hugo y he de decir que acabé algo decepcionado, porque me parece un mamotreto con un montón de relleno que se desvía constantemente de la historia principal para divagar durante docenas y docenas de páginas sobre cualquier pretexto que aparece en la trama: la Batalla de Waterloo, tal o cual tejido o moda, la arquitectura de esta o aquella ciudad... Así también creo yo una novela inmensa y voluminosa, vaya... Y perdón por la afrenta a los incondicionales de la literatura esencial del país vecino...

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