"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

domingo, 10 de junio de 2012

El hombre lobo

Más de dos años después de acudir a verla en su estreno cinematográfico, me decido a revisionar El Hombre Lobo (The Wolfman) de Joe Johnston. Era algo que tenía intención de hacer antes o después porque fue una película que esperaba con muchísimas ganas tras haber quedado embelesado por su trailer y que, por desgracia, acabó decepcionándome un tanto sobre todo por dos cosas: una es su ritmo y su montaje algo accidentados, lo cual no tiene nada de extrañar cuando lees todos los problemas que hubieron entre el director y la productora a la hora de decidir el metraje final y las escenas que se incluirían o no en el film. Después de algunos pases privados, la cinta sufrió drásticas modificaciones que disgustaron tremendamente a Johnston y que, evidentemente, afectaron al producto final, causando que no fuera muy bien recibido ni por crítica ni por público. Le resulta a uno difícil entender para qué se hacen todas esas proyecciones previas al estreno de un film que teóricamente son para mejorarlo y acaban consiguiendo lo contrario.

La edición que veo ahora en DVD es la que se nos vende como “montaje del director”. Johnston ha renegado igualmente de ella diciendo que no es su versión personal. Incluye algo más de un cuarto de hora de metraje extra, principalmente dos secuencias iniciales en las que vemos a la protagonista femenina ir a pedir ayuda al “héroe” del film y a este último viajando en tren y recibiendo el extraño bastón con cabeza de lobo que luego exhibe de un desconocido anciano (Max Von Sydow). Ninguna de las dos tiene mucho sentido, ya que posteriormente se insiste en que la chica ha convocado al protagonista por carta (así quedaba en el montaje para pantalla grande) y tampoco parece que se le saque mucho partido al bastón (que esconde una espada en su interior).

Mi juicio sobre la película permanece más o menos igual: tiene muchísimos elementos que deberían ser suficientes para gustarme, como la ambientación y la estética góticas, que se trate de un remake de uno de esos clásicos de la Universal con los que he crecido (El hombre lobo de George Waggner, de 1941), una maravillosa dirección artística y una hipnotizante fotografía (hay planos y localizaciones que me parecen magistrales, como cuando se ven las siluetas del monstruo o de la chica entre los árboles, cuando el primero aúlla sobre una gárgola en los tejados de Londres, la mansión iluminada por la luna, el páramo desolado o el monumento megalítico), un reparto encabezado por un actor competente (Benicio del Toro) y una actriz a la que ya he lisonjeado bastante últimamente (fue mi primer encuentro con Emily Blunt). Hay buenas ideas en la trama, quizá no siempre acertadamente desarrolladas, como la inclusión del mismísimo Inspector Abberline (un correcto Hugo Weaving), cuando Larry Talbot es exhibido en la reunión en el manicomio, o el propio hecho de que se traslade al personaje a la mismísima capital de Inglaterra. El maquillaje del gran Rick Baker es estupendo, y del Toro recupera con su lograda caracterización (cuando es humano) mucho del patetismo del personaje del film original, interpretado por Lon Chaney, Jr.

Emily Blunt, acosada por la bestia
En contra del largometraje -había anunciado dos pegas-, y si exceptuamos quizá un ocasional abuso del gore y los elementos truculentos que no acaban de pegar en una historia como esta, de ambientación victoriana, e incluso por encima de todo el problema de montajes y versiones, está para mí el personaje cargante y desmedido de Anthony Hopkins, quien encarna a un Sir John Talbot (padre de Larry) cínico, depravado, sádico y lascivo que no despierta en mí ningún tipo de simpatía. Aunque creo que este veterano actor sabe interpretar buenos papeles cuando se lo propone, da la impresión de que a menudo no puede evitar dotar a sus personajes de cierto componente psicopático y demente, como si se tratasen de una extensión de su célebre Aníbal Lecter, que para mi gusto los arruina (me pasó lo mismo con su Van Helsing en Dracula de Bram Stoker). Creo que la película hubiera ganado mucho con otro actor más centrado, que dotara al aristócrata de la caballerosidad y gentileza del John Talbot original (el gran Claude Rains), o que le hubiera dado un carácter diferente, pero no el de un asesino sin escrúpulos.

Con todo lo dicho, pros y contras, trabas y aciertos, y aunque no estuvo a la altura de las expectativas que tenía de él, El hombre lobo no me parece para nada un film totalmente despreciable. Tiene buenas cualidades y buenos momentos, escenas evocadoras e inquietantes, y estéticamente me parece impecable, seguramente por lo mucho que me gusta el período y lugar en el que se ambienta. Es una película que sin lugar a dudas se merece un lugar en mi videoteca y que no me arrepiento de haber visto, ni cuando se estrenó, ni ahora.

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