Existe algo especialmente atractivo y fascinante en toda esa imaginería que se forma a través de las primeras grabaciones de música folk norteamericana de los años 20 y 30, cuando la “industria” discográfica empezaba a coger forma, y términos como “blues”, “gospel”, “country” o “jazz” todavía aparecen amalgamados y poco precisados (y al concepto más moderno de “roots music” aún le quedaban muchos años para aparecer).
En aquellas canciones, registradas en su mayoría durante el triste período de la Gran Depresión, puede uno todavía descubrir el legado de los viejos pioneros del Oeste y de los sonidos de la misteriosa África –con el omnipresente tema de la magia y lo sobrenatural siempre inherente– y, en fin, temas tradicionales de épocas que ya eran antiguas entonces y que nos permiten atisbar cómo pudo ser la música de otros tiempos.
Muy lejos del lamentable formato de “estrella prefabricada” de la música actual, muchos de los autores de los primeros éxitos discográficos fueron en su mayoría poco menos que vagabundos, presidiarios, y en general, gente miserable y de existencia anodina que grababa una canción en cualquier emisora de radio por unos pocos centavos y después, mientras las ondas hacían famoso su trabajo y éste acababa convirtiéndose en un clásico, desaparecía en el anonimato, quizá malgastando sus paupérrimas ganancias en una botella de alcohol que acabaría con sus vidas o volviendo de nuevo a la cárcel. Es en aquellos tiempos cuando se forjan leyendas como la de Robert Johnson (abajo), seminal guitarrista de blues que murió a los 27 años en misteriosas circunstancias, y del que se ha popularizado la leyenda de que vendió su alma al diablo en un cruce de caminos para tocar mejor que nadie.
Uno de los temas más conocidos de ese período es quizá The Midnight Special, que ha contado con infinidad de versiones a lo largo del siglo XX. El título de la canción alude, por supuesto, a un tren, y se la supone cantada por un recluso: si una noche, la luz del tren ilumina al infortunado prisionero, es señal de que al día siguiente saldrá libre. Otros estudiosos han extrapolado de su letra incluso el hecho del suicidio directo arrojándose al susodicho tren, y, en general, la idea de libertad en todas sus acepciones.
Aunque la primera información documentada sobre esta canción anónima no se encuentra hasta 1905, es fácil rastrear sus orígenes mucho más atrás, hasta el siglo XIX. No obstante, no es hasta once años después de la fecha mencionada cuando aparece registrada por primera vez en una arcaica grabación de Dave Cutrell, aunque es quizá mucho más conocida cualquiera de las diversas versiones que hizo Huddie William Ledbetter “Lead Belly”(abajo), otro bluesman de vida azarosa que alternó la música con varias estancias carcelarias e incluso grabó desde la prisión (la mismísima canción de la que hablamos). Desde entonces, docenas de cantantes y grupos han grabado The Midnight Special, cada uno de ellos incluso modificando o alterando la letra a su antojo (lógicamente, no existe una partitura “original” en la que basarse). La popularísima canción ha dado también su nombre a un programa de televisión de los años 70 y a varias películas y series.
Algunos filmes recomendables sobre el tema:
-O Brother! (Joel Coen, 2000): adaptación libre de "La Odisea” de Homero ambientada en la Norteamérica de la Gran Depresión: presidiarios cantores, músicos itinerantes, guiños a la leyenda de Robert Johnson y un destacable repertorio de música de la época –tanto original como regrabada- hacen de O Brother una muy entretenida película y un interesante documento sobre el período en el que se ambienta.
-Crossroads (Walter Hill, 1986): después de triunfar como Karate Kid, y antes de perderse en el olvido, Ralph Macchio interpretó a un joven guitarrista en esta película inspirada en la vida de Robert Johnson en la que, acompañado por un viejo amigo del mítico bluesman, acabará enfrentándose a un secuaz del mismísimo diablo –Steve Vai– en un duelo de guitarras.
-Esta tierra es mi tierra (Hal Ashby, 1976): el malogrado David Carradine interpretó a Woody Guthrie en este film que no se centra tanto en descubrirnos la música de este controvertido cantante folk, como en proporcionarnos un magnífico retrato de la difícil vida de la clase trabajadora en la América de los años 30.
-El aventurero de medianoche (Clint Eastwood, 1982): acompañado de su hijo Kyle e inspirándose en la biografía del cantante Jimmie Rodgers (aunque con ciertos guiños al mismísimo Hank Williams), Clint Eastwood encarna aquí a un itinerante intérprete de country de los años 30 que se gana la vida de ciudad en ciudad tocando en sórdidos honky tonks. A destacar la aparición de Marty Robbins
Enlaces de interés:
-The Midnight Special (versión de Leadbelly, 1936) y su letra.
-The Midnight Special (versión de Creedence Clearwater Revival, 1969; sin lugar a dudas una de las más conocidas)
-Cross Road Blues: el legendario tema del no menos mítico Robert Johnson, 1937.
No hay comentarios:
Publicar un comentario