"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

jueves, 20 de agosto de 2015

Atormentada

Atormentada (Under Capricorn, 1949) supone la tercera y última colaboración de Alfred Hitchcock con una de sus principales actrices-fetiche, Ingrid Bergman, poco antes de que esta dejara las Américas para vivir su escandoloso idilio con Roberto Rossellini. La película se basa en la novela homónima de Helen Simpson y tiene elementos que remiten a otras obras literarias como Cumbres borrascosas o Rebeca e incluso a películas posteriores a la publicación del libro como Luz que agoniza, Encadenados o la propia adaptación a la pantalla de Rebeca, las dos primeras también interpretadas por Ingrid y, las dos últimas, dirigidas además por Don Alfredo.

La actriz sueca vuelve a brillar en uno de esos papeles de dama “atormentada” en los que tan bien se sabía desenvolver: el de una noble irlandesa que huye a Australia junto a su marido (Joseph Cotten), un mozo de cuadras acusado y condenado por haber matado a su cuñado. La historia comienza, años después de que él haya salido de prisión y se haya hecho rico, cuando otro aristócrata irlandés (Michael Wilding) visita a la pareja y descubre que ella se ha convertido en una alcohólica que vive recluida del mundo, distanciada de su marido y dominada por una siniestra ama de llaves (Margaret Leighton). El recién llegado se propone recuperar a la mujer de la que está enamorado, pero para ello tendrá que desmadejar el inquietante secreto que guarda el matrimonio…

El duodécimo largometraje americano de Hitchcock resulta un tanto atípico en su filmografía en tanto que es un melodrama y no uno de sus habituales thrillers –aunque la publicidad del momento intentó venderlo como tal– y, además, es una de las pocas películas “de época” del maestro, pues está ambientada a principios del siglo XIX. Este cambio de registro le supuso al cineasta británico un fracaso en taquilla con Atormentada, aunque la crítica la tuvo y la tiene por uno –otro más– de sus grandes trabajos. No es de extrañar viendo lo estudiados y orquestados que están algunos de esos planos secuencia heredados de La soga, como el del largo monólogo en el que cautiva la actuación de Ingrid Bergman, tan fascinante como siempre, y eso sin menospreciar el trabajo de sus principales compañeros de reparto, principalmente Cotten…

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