"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

sábado, 8 de octubre de 2011

Una de maquetas (II)

(Concluyo aquí el artículo comenzado en mayo Una de maquetas, en la que cuento mi relación con el bellísimo hobby del modelismo).

Transición
De los tanques a los monstruitos: tres miniaturas en metal de los
Mitos de Cthulhu de la marca RAFM
La década de los 90 se caracteriza, en lo concerniente a mi afición al modelismo, por una clara transición de la vertiente histórica del hobby a la fantástica, así como de los vehículos a las figuras. Hay varias razones para lo primero, pero la principal es tan sencilla como que siempre me han fascinado los subgéneros de la fantasía, la ciencia ficción y, algo más crecidito, el del terror: ya desde niño había quedado maravillado por las películas de gente como Ray Harryhausen o George Lucas, por todos aquellos filmes en los que aparecían naves espaciales, guerreros con superpoderes y criaturas mitológicas, así como por los cómics de la Marvel y de la DC. Poco antes de mi adolescencia también me inicié en la lectura de muchos clásicos de la literatura de aventuras, misterio y ciencia ficción como H.G. Wells, Arthur Conan Doyle o Robert Louis Stevenson. Cuando tuve edad para ello y dejó de darme miedo, comencé a sumergirme en el cine de terror, y mi bestiario particular se amplió con nombres de actores y directores legendarios como Cushing, Price, Lee, Lugosi, Chaney, Karloff, Fisher, Corman o Bava (padre), amén de otros autores más modernos, así como en la literatura del mismo género, con gente como Edgar Alan Poe, Mary Shelley, Bram Stoker, H.P. Lovecraft o nuestro Gustavo Adolfo Bécquer. En resumen: el hecho de que, en mis primeros años como modelista, no me hubiera interesado en mayor grado por la vertiente más soñadora y visionaria del hobby no era porque no la conociera, sino porque, como adelanté en la primera parte, en realidad en España era prácticamente inexistente.

El Fantasma de la Ópera de Horizon, mi primer
contacto con los kits de garaje.
Otra razón que pudo tener alguna repercusión en este cambio de género modelístico pudo ser quizá que, conforme me fui haciendo mayor, empecé a cuestionarme la ética y la moralidad de todos aquellos vehículos, dioramas y figuras militares que pintaba. Desde hace muchos años, y a pesar de que sigo fascinado por ellos, no puedo evitar encontrar cierta frivolidad en coleccionar parafernalia pseudo-militar que se inspira en realidad en momentos verdaderamente trágicos de la Historia. Claro que, por otro lado, alguien podría aducir lo mismo en lo referente a coleccionar monstruos o ingenios de combate galácticos, aunque ahí uno siempre tiene la excusa de que “es fantasía”. Sea como fuere, paulatinamente fui dejando de adquirir las maquetas que había comprado durante muchos años para dar cabida en mi colección a otro tipo de material. No estoy con ello renunciando, ni mucho menos, a los no pocos ratos de diversión que pasé en mis inicios con todos aquellos panzers, spitifires y demás artefactos y, de hecho, sigo interesado por los conflictos bélicos que rememoran estas maquetas. Continúo viendo películas y documentales sobre ellos, leyendo libros, y juego a wargames. Hasta, de vez en cuando, me entra la morriña y me compro algún kit histórico, que normalmente almaceno sin montar junto con otros muchos (véase el final).

Durante los primeros años de la década mencionada, la última del siglo XX, mi contacto con la fantasía vino sobre todo, aparte de algunas maquetas de Star Wars de MPC/AMT, a través de la miniatura de metal, un mundo en el que sin embargo hoy en día he perdido prácticamente todo el interés. Todavía recuerdo –y conservo– un troglodita y un esqueleto ataviado a lo romano que compré en Maquetas Lara a finales de los 80 –creo que eran de Ral Partha o Grenadier–, y luego ya sobre todo muchos otros pequeños héroes y monstruos de metal y plástico que adquiriría en Ludómanos, Valhalla y otras pioneras tiendas de juegos de Valencia. Con mi participación en la formación, en 1992, de una asociación local dedicada tanto a los juegos de sociedad como al modelismo, me inicio también en los juegos de batallas de miniaturas, entre ellos el entonces no tan conocido Warhammer y su variante espacial, Warhammer 40.000, así como otros menos populares como Warzone o Necromunda algún tiempo después. Aunque ya hace muchos años que no juego a estos juegos –sobre todo porque me decepcionó mucho la posterior política de la empresa Games Workshop y sus rivales/imitadores– todavía conservo mis ejércitos de no muertos, tiránidos y ratskins, pintados casi en su totalidad. ¡Muchas horas dándole a los pinceles!

Mi primer Kitbuilders
Dos descubrimientos esenciales
Hacia 1994 descubro por primera vez el kit de garaje, un concepto de modelismo que ya llevaba más de una década triunfando en Japón y Estados Unidos, pero que aún era totalmente desconocido aquí: en la ya desaparecida tienda Model Kit de Valencia encuentro la colección Universal Movie Monsters Series de la marca norteamericana Horizon. Se trata de un tipo de producto totalmente nuevo para mí: figuras a escalas 1/8 y 1/6 (de 20 a 30 cm de alto) cuyo material es ¡vinilo!, y que reproducen a algunos de los más famosos personajes del cine de terror clásico. Tras debatirme entre el Drácula de Bela Lugosi y el Fantasma de la Ópera de Lon Chaney, acabo finalmente optando por este, que adquiero por unas 3000 o 4000 pesetas y pico (me falla la memoria con estas piezas de aquella época). Poco después, productos similares empiezan a invadir tímidamente las tiendas y revistas de España dedicadas al hobby: marcas hasta entonces desconocidas por mí como Screamin´ (que producía sus figuras a una espectacular escala 1/4), Geometric, Halcyon o la ya citada Horizon comienzan a producir réplicas reducidas de los personajes de cine fantástico clásico y moderno y del cómic con los que yo siempre había soñado: Frankenstein, La Momia, el Hombre Lobo, Terminator, Alien, Freddy Krueger, Flash Gordon, Spider-man, etc, etc. Aquel mundillo me atrapa casi en el acto, aunque los precios de las figuras escapan a mis posibilidades en la mayoría de los casos. El segundo kit de vinilo que adquiriría, comprado en la también valenciana Hobby Centro después de ver anunciada su oferta en la revista “Todo Modelismo” (coincidía que la distribuidora de estas piezas, Pemar Models, estaba también en la capital del Turia), sería el Drácula de Gary Oldman, aquel que vemos aparecer al principio del film de Coppola con la armadura roja, y el tercero también provendría de esta película, aunque en esta ocasión era el Drácula viejo con el largo vestido rojo, original de Screamin´.

Vista parcial de la Medusa de Geometric
Pocos años después (calculo que hacia 1997) doy un importante paso para adentrarme en el mundo de los kits de garaje al descubrir una revista que sería de nuevo una revelación para mí, al igual que “Modelismo & Historia” lo había sido más de diez años antes: en la antigua ubicación de la tienda de cine Rosebud (en el pasaje bajo el Cine Serrano, ya desaparecido) descubro y compro el nº8 de Kitbuilders & Glue Sniffers, publicación norteamericana en blanco y negro presentada casi con aspecto de fanzine cuyas páginas e imágenes me dejan alucinado al descubrirme que lo que yo conocía del mundo de los kits de garaje no era más que la punta del iceberg: en el país de la Estatua de la Libertad resulta que hay infinidad de marcas produciendo docenas y docenas de figuras en el estilo y temática de las que yo estaba empezando a conocer. Compañías como Dimensional Designs, Janus, Monsters in Motion, Alternative Images, Azimuth Designs, etc, etc, se integran rápidamente en mi “banco de datos cerebral”, a esas alturas ya saturado con infinidad de criaturas y monstruos de resina y vinilo. Comienzo a pedir catálogos a la mayoría de esas casas y, en algunas de mis primeras incursiones a internet, empiezo a embelesarme con imágenes de todos estos productos. El primero que pediré directamente a EE.UU., concretamente a la tienda The Doll & Hobby Shop, será la Medusa de Harryhausen, producida en vinilo por Geometric Design, y algún tiempo después, un alienígena en resina cortesía de Dimensional Designs, extraído de un episodio de la serie clásica de los 60 The Outer Limits. Compro también otras publicaciones extranjeras sobre el tema como Amazing Figure Modeler, The Modeler´s Resource y la primera que he comentado, que acabará llamándose simplemente Kitbuilders. Lógicamente, después de haber conocido todo este paraíso de figuras y maquetas, la pobre representación de ellas en nuestro país me produce una evidente frustración. Por aquel entonces, además de las marcas ya citadas en el anterior párrafo, empiezan a hacer presencia en las tiendas nacionales una serie de empresas piratas (cuyos nombres ni me molestaré en citar), casi siempre de procedencia oriental, que copian ilegalmente muchos kits norteamericanos y japoneses. Este es un hecho del que en principio no soy consciente, y no negaré que compré algunas de ellas pero, en cuanto me di cuenta de su significado y del daño que estaban haciendo a este humilde sector del hobby, me negué en redondo a adquirir ninguna más.

El Hombre Topo de la película The Mole
People (1956), también de Horizon
¿Kits… de qué?
Mi admiración por todo este mundo del kit de garaje, y mi empeño en que se diera a conocer más por estos lares me llevan a la decisión de crear mi propio fanzine en torno a todas estas figuras, pero, antes que nada, creo que debiera quizá explicar brevemente a posibles lectores profanos qué es un “kit de garaje”: resumido de la manera más sencilla posible, el modelismo de garaje es una tendencia alternativa al modelismo producido por las grandes firmas del sector. Las empresas de garaje son invariablemente humildes, compuestas por como mucho un par de socios. Muy a menudo el mismo escultor de una figura se la produce, la empaqueta, promociona y distribuye personalmente y sin más ayuda que la de amigos o familiares. Los kits de garaje son mayoritariamente en resina y se hacen en tiradas limitadas de unos cuantos cientos de ejemplares en el mejor de los casos, a veces sólo unas pocas decenas. Esto los convierte en productos muy efímeros, de escasa distribución y de rápida desaparición (muchos se agotan antes del año de haber salido). Sus precios, debido a todas estas limitaciones, suelen ser por desgracia bastante altos (una figura en resina al tamaño estándar de 1/6 sale actualmente a una media de unos 100 €). En el lado positivo, tenemos la mayoría de las veces obras de grandísima calidad y propuestas únicas que, normalmente, ignora el modelismo masivo de las grandes empresas: es casi seguro que cualquier personaje o vehículo de cine o cómic que busques haya aparecido en formato kit de garaje; porque esa es otra de las características intrínsecas de estas piezas: la mayoría de ellas se inspiran en películas, historietas y series de televisión, principalmente fantásticas. Y esta última es una cualidad esencial en un kit de garaje que la mayoría de escultores españoles que han intentado emular este fenómeno extranjero han pasado por alto…

Fantplastic
Varias portadas de Fantplastic
Como he adelantado, en el año 1998 tuve la idea de crear un fanzine en torno a todo este mundillo que estaba descubriendo y del que me había enamorado totalmente. Le puse el nombre de Fantplastic y, por supuesto, como todos estos empeños amateur, la publicación tenía tras de sí mucho esfuerzo e ilusión, pero escasos medios y recursos técnicos. Tras un paupérrimo nº 0 con apenas unas pocas páginas en B/N realizado con un viejo ordenador, me asocié con mi amigo Quique B. y juntos coeditamos la revista durante siete años. En total fueron trece números, primero hechos en una imprenta rápida con fotocopias, y después ya en imprenta normal con algo más de calidad y hasta portada a todo color. La idea principal de Fantplastic era promocionar el modelismo de fantasía en todas sus vertientes, pero sobre todo, como ya se ha dicho, en la del kit de garaje. Nuestra publicación era, no obstante, principalmente “histórica” antes que técnica: anteponía artículos que repasaban una determinada marca, personaje, película o momento a los más habituales reportajes sobre pintura, montaje y demás, y esto respondía tanto a los principios de la publicación como a nuestras propias limitaciones artísticas. A lo largo de su existencia, conseguimos unos pocos colaboradores y una cantidad moderada de lectores, pero no sería sincero decir que la revista fue un éxito: de los 500 ejemplares que teníamos de tirada en los últimos números, raramente se vendieron más de 300, a pesar de que teníamos distribución a nivel nacional, principalmente en tiendas de cómics (muchos comercios de modelismo no parecían interesados en Fantplastic, aunque unos pocos nos apoyaron muy amablemente). En el año 2005, obligados por otras responsabilidades, dejamos de editar el fanzine. Lo mejor que queda de aquella etapa fue haber hecho muy buenos amigos dentro del hobby, tanto de modelistas como de escultores y productores, entre estos Enrique Millán (Flascinder Miniaturas), Marco Navas (Fontegrís Miniaturas), Fausto Gutiérrez (Yedharo Models) o José Orrego (Joordu), y adentrarnos y conocer mucho el mundillo del modelismo de garaje y familiarizarnos totalmente con él.

Folleto de instrucciones del Fantasma de la Ópera, con las
demás figuras de la colección abajo a la izquierda
Para cuando apareció nuestro último número, sin embargo, el mundillo del modelismo de garaje había atravesado una especie de pequeña crisis o, quizá, simplemente, un cambio o adaptación. La piratería había ocasionado no pocos males al sector, habiendo obligado a cerrar a muchas de las empresas pioneras, entre ellas las populares y más difundidas Screamin´ y Horizon. Por fortuna, esta variante del hobby ha sobrevivido, principalmente en EE.UU., donde el modelismo de fantasía tiene mucha más tradición que en Europa y está fuertemente arraigado entre los aficionados desde que la pionera marca Aurora Models comenzara a fabricar monstruos allá por los años 60. En el Viejo Continente, tanto en su variante histórica como fantástica, nuestro arte miniaturista tiene más calado en otro tipo de figuras más pequeñas, principalmente 28, 54 y 90 mm.

Últimos años
Concluyo resumiendo lo que han sido mis últimos años dentro del modelismo: en realidad, se puede decir que he estado “fuera”… Aunque he seguido en contacto con múltiples facetas del hobby (revistas, concursos…), he pasado por una tienda online de venta de maquetas y hasta una física de tristemente corta existencia, ahora mismo llevo varios años sin acabar ninguna pieza. Muy probablemente mi inestable situación laboral y económica durante este tiempo ha sido la causa más clara de esta desmotivación por la parte activa del hobby, quizá sumada a un deseo de superación en mi desarrollo como modelista que ha acabado conduciéndome a cierta frustración al no obtener en mis trabajos el resultado que cabría esperar en alguien con tantos años de experiencia. Sigo igualmente comprando maquetas y figuras, que a veces comienzo o a montar y otras, simplemente, almaceno a la espera de tiempos mejores (posiblemente tenga ahora varias docenas de ellas en ese estado).

Sin embargo, no he dicho mi última palabra en el modelismo: es un hobby que he amado durante toda mi vida y al que espero volver con renovado interés cuando las cosas mejoren… Para entonces quizá esta crónica se amplíe a una tercera parte.

* Enlaces de interés:
http://www.transilvaniamodels.com
http://www.amazingmodeler.com
http://www.kitbuildersmagazine.com
http://www.gremlins.com
http://monstersinmotion.com
http://www.bucwheat.com/

3 comentarios:

  1. Me has gustado mucho este artículo sobre tu relación con el mundo de las maquetas. Yo no tengo ni idea del tema, las veo en las tiendas pero jamás he comprado ni montado una. Me gusta la fantasía pero no soy demasiado mitómano. Así que como muchas veces me he preguntado "¿quién comprará, montará y pintará estas maquetas?" he leído tu artículo con mucha curiosidad e interés.
    También es verdad que siempre me ha parecido un hobby caro y, aunque esa no sea la razón principal, no me he adentrado en él porque ni soy mañoso ni se me ha ocurrido usar mi tiempo en ello (¡a saber en que lo he perdido!).

    No obstante, ha sido un placer leer tu extenso bagaje como aficionado y hasta creador de un fanzine. Te felicito por la pasión que le has puesto al hobby. En mi casa, tengo alguna figura que he comprado (de ésas más comerciales que sólo las desempaquetas y las colocas en la estantería) y entiendo el placer de verlas y más si eres tú el que las has montado y pintado.

    Enhorabuena por el artículo.

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  2. ¡Muchas gracias por tu atención una vez más! La verdad es que es un hobby que me temo que va a acabar desapareciendo. Pocas personas de las generaciones más jóvenes parecen interesarse por él...

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  3. Vicente, las figurillas siguen ahí a nuestra disposición. Solamente tenemos que quitarnos prejuicios e ideas auto-inducidas y volver al hobby... No tiene por qué ser algo del pasado.

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