"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 29 de agosto de 2011

Recordando a Ingrid Bergman (de nuevo)

Tal día como hoy de 1915 nacía en Estocolmo, Suecia, Ingrid Bergman. Y también tal día como hoy, pero de 1982, la actriz nos decía adiós en su domicilio de Londres, Inglaterra. Efectivamente: se da la curiosa casualidad de que Ingrid vino al mundo y lo dejó en el mismo día de finales de agosto, aunque con sesenta y siete años de diferencia. Ya el año pasado dediqué a la que es una de mis grandes divas un pequeño artículo recordando brevemente su carrera y su vida (véase), pero en esta fecha tan señalada me ha parecido oportuno volver a mencionarla. No en vano Ingrid se ha repartido siempre mi corazón cinéfilo con mi otro gran amor de la pantalla, Audrey Hepburn. En el último año y pico he tenido ocasión de recuperar tres películas suyas que no había visto previamente –que yo recuerde– y la verdad es las tres (El albergue de la sexta felicidad, El Rolls-Royce amarillo y Flor de Cactus) me han ratificado mi admiración por el maravilloso talento, la chispa y la radiante presencia de Ingrid. Fue sin duda una actriz excepcional y una de las grandes Damas del Cine Clásico (¡o del Cine, simplemente!).

Había pensado hacer una pequeña selección de joyas de entre su filmografía, pero me es imposible elegir sólo unas pocas. Aún me quedan, además, unas cuantas películas suyas por ver, a pesar de que sólo participó en medio centenar de ellas; especialmente sus etapas sueca e italiana. Es una asignatura pendiente que quiero aprobar en esta vida… Siempre en nuestro recuerdo, Ingrid… ♥  

martes, 23 de agosto de 2011

Adiós a Jerry Leiber

Una fotografía clásica: Mike Stoller, Elvis Presley y Jerry Leiber
repasan la partitura de Jailhouse Rock
Seguramente el nombre de Jerry Leiber no le sonará a la mayoría de la gente pero, para los que amamos la música norteamericana de los años 50, este letrista de Baltimore, Maryland, EE.UU., creó junto a su socio, el compositor Mike Stoller, algunos de los temas más importantes de aquella década en su país y en buena parte del mundo: no sólo muchos de los grandes éxitos de Elvis Presley como Hound Dog, Jailhouse Rock, King Creole, Love Me, Loving You o Don´t, sino también canciones tan representativas del período como el Stand By Me de Ben E. King o el Yakety Yak de los Coasters. Siguieron colaborando durante muchos más años, y en 2009, la pareja publicó también su autobiografía: Hound Dog: The Leiber and Stoller Autobiogaphy. Ayer lunes 22 de agosto, Jerry Leiber, que había nacido un 25 de abril de 1933, abandonó forzosamente a su viejo camarada para irse a escribir al Cielo del Rock & roll. Su legado se nos queda como impagable regalo para los melómanos de muchas generaciones presentes y venideras. 

Una de mis favoritas de la pareja: Treat Me Nice cantada por Elvis, cómo no:


Página oficial de Leiber & Stollerhttp://www.leiberstoller.com/

lunes, 22 de agosto de 2011

Remakes, secuelas y precuelas: ¿sí o no?

No he parado de oírlos desde bastante antes de que se estrenara la película: críticas y prejuicios contra el reciente remake de Conan, el bárbaro, que se puede ver en las pantallas españolas desde el pasado viernes 19. Algunas personas, basándose tan sólo en el trailer o en fotografías, ya argumentan que no se puede hacer un Conan sin Arnold Schwarzenegger. Pues entonces, ¿qué habría que hacer? ¿Emplear al actor para que retome el papel a sus sesenta y cuatro años? ¿O no volver a hacer películas del personaje de Robert E. Howard? Constato cada día con más claridad un casi instintivo, radical y poco razonado rechazo por parte de cierto sector del público a que se continúen series cinematográficas y se rescaten personajes populares del celuloide una vez transcurrido cierto lapso de tiempo. Ya cuando Sean Connery abandonó la saga de James Bond se alzaron no pocas voces en contra del fichaje de Roger Moore y, sin embargo, sus episodios como el agente secreto son ya parte de la historia de la franquicia y del cine (y, personalmente, creo que el reinventar y comenzar de nuevo la saga con Daniel Craig ha sido un acierto). Aquí y allá oigo despotricar contra las nuevas entregas de Star Wars, contra la última película de Indiana Jones (de la que, otra vez personalmente, estoy totalmente enamorado y que considero una digna sucesora de la trilogía original), incluso contra la última entrega de La jungla de cristal, una serie de la que no soy seguidor.

Todo esto me lleva a cuestionarme y plantear: ¿somos retrógrados por naturaleza o acabamos, quizá, volviéndonos con la edad? ¿Nos dejamos llevar apasionadamente por la nostalgia y no somos capaces de tolerar que toquen a nuestros ídolos y mitos de infancia y juventud, que los reinventen, que los recuperen? ¿Juzgamos con el suficiente distanciamiento y perspectiva todas estas continuaciones cinematográficas? Admito que yo mismo me he escandalizado con ciertos remakes de películas que me parecen perfectas y/o intocables (como Ultimátum a la Tierra, The Haunting o Furia de titanes) y, aún con todo, les he dado la oportunidad y he ido a verlas al cine. En otros muchos casos, he encontrado algunas nuevas versiones muy dignas (por ejemplo, La cosa de Carpenter, el King Kong de Peter Jackson o la reciente El origen del planeta de los simios). También considero que ciertas sagas no tienen por qué abandonarse y que se pueden retomar con nuevos actores siempre que se haga dignamente. Quizá sea la única forma de descubrírselas a nuevas generaciones que, de otra manera, no conocerían las originales. Amigos: disfrutad el cine, que la mayoría de nosotros no somos críticos ni intelectuales, y las películas –al menos, las comerciales– no tienen más objetivo que hacernos pasar el rato. Así me ocurrió al menos a mí viendo ayer al nuevo Conan de Marcus Nispel/Jason Momoa: otro título más que añadir a mi bagaje cinéfago, ni especialmente destacable ni nada del otro mundo, pero correcto, entretenido, con bonitos paisajes y emocionantes escenas de acción. Yo a mi edad no le pido mucho más a un largometraje. Y tampoco caeré en el tremendo error de compararla con el Conan original de John Milius, que vi cuando era un muchacho hace casi treinta años… 

viernes, 19 de agosto de 2011

Aventurillas ochenteras (II)

Los Goonies, dirigida por Richard Donner en 1985, tiene en común con la película de la anterior entrada, Cuenta conmigo, además de la época en la que se realizó, el que trate también sobre las correrías de un grupo de adolescentes. No obstante, si la de Rob Reiner era una cinta que podríamos enclavar más acertadamente en el género dramático –aunque suavizada con algunos toques de comedia–, esta de Donner es puramente una aventura saturada de acción y de humor, más disparatada, fantasiosa y “hollywoodiense” que el otro largometraje: no hay que olvidar que Steven Spielberg fue tanto el productor del film como el autor del argumento original, y es fácil detectar a lo largo de toda la cinta el habitual tono, guiños y gags típicos de los filmes del “Rey Midas” del cine durante sus primeros años, antes de que se declinara no siempre acertadamente por los aspectos más melodramáticos de las historias que llevaba a la gran pantalla. Encontramos en la cinta tesoros legendarios, trampas mortales, malvados sin escrúpulos (aunque algo ridículos) e infinidad de elementos para divertir al público infantil o muy joven al que claramente va destinada.

Cuando se iba a estrenar esta película, poco después de Gremlins de Joe Dante, pensaba que trataba también sobre algún tipo de criaturas extrañas, pero luego descubrí que Los Goonies del título eran en realidad una pandilla de chavales que se hacían llamar así por el lugar en el que vivían (los ficticios muelles de Goon, en Astoria, Oregon). Aunque en un primer momento, esto me decepcionó, al final me encariñé rápidamente con la película de Donner, la cual he visto varias veces a lo largo de mi vida. Tengo que admitir, no obstante, que a día de hoy no me entretiene tanto como lo hiciera en su momento (evidentemente, he crecido un poquito desde entonces) y que prefiero claramente a su compañera de artículo, Cuenta conmigo, que para mí ha envejecido mejor (o yo he envejecido mejor con respecto a ella) y que tiene un tono más adulto.

La banda de Los Goonies la forman inicialmente cinco chicos de clase media: Mikey (Sean Astin), Brand (Josh Brolin), Chunk (Jeff Cohen), Data (Ke Huy Quan) y Bocazas (Corey Feldman). En los caracteres de sus componentes encontramos muchas similitudes con los del grupo de Cuenta conmigo: Mikey es el chico sensible y delicado y que, sin embargo, lleva la iniciativa en la historia, su hermano Brand es el jefe de la pandilla además de su miembro más mayor, el obeso y comilón Chunk recuerda muchísimo al Vern Tessio del film de Reiner y Bocazas… pues vaya, es Corey Feldman, quien también aparece en la otra película. Data (el inolvidable Tapón de Indiana Jones y el Templo Maldito) y sus estrambóticos inventos aportan una nota cómica en la que colaboran también los dos anteriores personajes. Hay una novedad en Los Goonies con respecto a Cuenta conmigo: chicas. A la pandilla se incorporan Stef (Martha Plimpton, quien sería novia de River Phoenix) y la coqueta Andy (Kerri Green), una muchacha de un extracto social más alto que, sin embargo, es amiga de la anterior y novia de Brand.

Todos estos jóvenes se van a ver envueltos en una aventura que comienza cuando encuentran por casualidad el mapa de un viejo tesoro de un pirata llamado Willie “El Tuerto” el cual, según la leyenda local, está oculto en algún lugar de la región donde viven. Precisamente los hogares de los goonies van a ser derruidos por un despiadado constructor para dar cabida a un campo de golf, y Mikey encuentra en la posibilidad de hallar el mítico tesoro la oportunidad de evitar perder su hogar y el de sus amigos. Estudiando el mapa y descifrando una serie de enigmas (que en la versión original están en español, y no en italiano, como nos hacen creer en la versión doblada), la pandilla iniciará un divertido periplo a través de cuevas y pasadizos subterráneos plagados de peligros hasta dar con el mismísimo Inferno, el barco de Willie “El Tuerto”. No estarán solos en esta búsqueda: los Fratelli, una familia de mafiosos de poca monta que integran Mama Fratelli (la entrañable Anne Ramsey), Jake (Robert Davi, un rostro habitual durante los 80 en la pequeña y gran pantalla muy fácil de reconocer) y Francis (Joe Pantoliano), les acosarán constantemente con la intención de arrebatarles cualquier descubrimiento que puedan hacer. Por fortuna, el cuarto miembro de la familia Fratelli se unirá a los muchachos y les echará una muy agradecible mano: se trata de Sloth (John Matuszak), un gigante de buen corazón que quedó deformado de niño debido al maltrato de que fue objeto por parte de su madre.

Hay todavía más divertidas similitudes entre Los Goonies y Cuenta conmigo: ambas transcurren en el estado de Oregon, y los integrantes más jóvenes del reparto fueron también elegidos por la similitud de sus caracteres con los de sus respectivos personajes, algo que parece inherente al hecho de trabajar con niños con poca o ninguna experiencia en la interpretación. También transcurre en verano (aunque no lo parece, porque al comienzo de la película el tiempo está nublado) e incluso originalmente había una escena con sanguijuelas que finalmente se descartó.

En la plantilla técnica y artística del film encontramos a varios de los colaboradores de Spielberg (director parcial en la sombra, si hemos de creer al actor Sean Astin) como el guionista Chris Columbus, el editor Michael Khan, o los productores ejecutivos Frank Marshall y Kathleen Kennedy. Y la partitura de Dave Grusin parece remitir constante y deliberadamente a las de John Williams.

El director Richard Donner, quien ya había aportado al fantástico clásicos como La profecía o Superman, estrenaría ese mismo año otro trabajo que sí que consta en mi palmarés de filmes esenciales de los 80 y al que ya dediqué una entrada el pasado año: Lady Halcón.
El reparto, junto con Spielberg y Donner, celebrando el 25 aniversario del film
Como con Cuenta conmigo –una vez más– el reparto principal de Los Goonies no conseguiría, pese al éxito de esta película, despuntar en el mundo de la interpretación, si exceptuamos a Josh Brolin. Sean Astin, aunque con una extensa carrera a sus espaldas a día de hoy, no lograría acaparar atención internacional hasta su aparición como Sam en la trilogía de El Señor de los Anillos. El rostro de Martha Plimpton fue bastante habitual en los cines durante los últimos 80 y primeros 90, pero no se la ve tanto en años más recientes y parece centrada sobre todo en la televisión. Las carreras de Jeff Cohen, Kerri Green o Ke Huy Quan (hoy en día Jonatha Ke Quan) tampoco han sido muy destacables, sea porque no lograron hacerlas despegar, sea porque prefirieron dedicarse a otras facetas. Y de la de Corey Feldman ya se habló en la primera parte de este artículo. Del reparto de secundarios, John Matuszak y Anne Ramsey fallecieron algo tempranamente pocos años después del rodaje de la película homenajeada; más suerte han tenido Robert Davi y Joe Pantoliano, bastante activos tanto en la pequeña como en la gran pantalla.

El año pasado, con motivo del 25º aniversario de Los Goonies, apareció en EE.UU. una lujosa edición especial en DVD que incluía cosas tan atractivas como un juego de tablero, una reedición de la publicación de 1985 The Goonies Souvenir Magazine, postales, etc. En la versión española hemos tenido que conformarnos solamente con la mencionada revista, publicada en un incómodo formato del tamaño de una caja de DVD y sin traducir del inglés. Entre los extras de la película encontramos el divertido vídeo-clip de Cindy Lauper, un breve making-off de la época del rodaje y, lo mejor, tres interesantes escenas descartadas, entre ellas la aparición del pulpo que se menciona al final de la versión cinematográfica, pero que nunca vemos en esta.

miércoles, 17 de agosto de 2011

John Wood: un recuerdo

Poco eco se ha hecho del fallecimiento hace once días del actor inglés John Wood, tan poco que yo tengo que admitir con vergüenza que no lo he sabido hasta hoy. Veteranísimo intérprete de cine, teatro y televisión con más de cien títulos en su filmografía y que había nacido en Derbyshire un 1 de enero de 1930, le recuerdo de muchos títulos como Juegos de guerra, La rosa púrpura de El Cairo, Lady Jane, Orlando, el olvidable remake de Sabrina, Citizen X, La tabla de Flandes, Jane Eyre o Los vengadores, entre otros, pero para mí siempre será el malvado Obispo de Aquila enamorado sin posibilidad de Michelle Pfeiffer en Lady Halcón, película en la que por primera vez me quedé con su nombre, aunque ya le había visto antes en otras. Descanse en paz.

viernes, 12 de agosto de 2011

Aventurillas ochenteras (I)

Con el tiempo he acabado volviéndome bastante sedentario, pero de niño y adolescente me encantaba dar largos paseos por el campo, subir montes, visitar ruinas, estar en contacto con la naturaleza y vivir “aventurillas” al aire libre con mis amigos … Supongo que en esta afición que no creo que fuera exclusiva mía a esa edad tuvieron bastante que ver, además de mi carácter inquieto y soñador, algunas de mis lecturas de aquellos tiempos como los libros de Los Cinco, mi antiguo interés por la paleontología y la arqueología y, ya a última hora, el visionado de películas como En busca del Arca Perdida y otras muchas (incluidas las bélicas). No es que llegara a vivir excitantes situaciones de misterio o tensión, ni que hiciera algún hallazgo trascendental (todo lo más algún fósil o el descubrimiento personal de un bonito paisaje), pero me encantaba “alejarme” de la civilización e internarme en zonas que, para un muchacho, eran casi tan excitantes como si se tratara de la selva virgen o las montañas más recónditas…

Esta nostálgica introducción personal sirve, no para aburriros una vez más con mis vivencias juveniles, sino para traer a colación y conmemorar el aniversario de dos películas precisamente de eso, de aventurillas adolescentes, que alcanzan o han alcanzado recientemente el cuarto de siglo: Cuenta conmigo de Rob Reiner, llegó a las salas de proyección exactamente en 1986, y Los Goonies de Richard Donner celebró sus bodas de plata el pasado 2010. Son cintas que, sin figurar necesariamente entre mis grandes favoritas, me traen entrañables recuerdos por partida doble: por un lado el haberlas visto de estreno en la gran pantalla en una época, los 80, que en el aspecto cinéfilo fue esencial para mí; por otro, porque ambos títulos me remiten hasta cierto punto a mis propias experiencias juveniles.
Los cuatro amigos salen de excursión...
Cuenta conmigo (Stand By Me) parte de la novela corta de Stephen King El cuerpo (The Body), aparecida por primera vez en 1982, y que no tiene nada que ver con las habituales historias de terror del escritor norteamericano, sino que revive algunos de los recuerdos personales de su infancia. Tanto el libro como su adaptación cinematográfica nos cuentan la pequeña odisea de cuatro muchachos de 12 años de un pueblecito de Oregon, EE.UU. que, en el verano de 1959, deciden emprender una larga caminata de 30 kilómetros en busca del cadáver de un chico de la localidad al que ha atropellado el tren, y que ha sido descubierto por el hermano mayor de uno de uno de ellos y su compinche, aunque éstos han decidido no revelarlo porque les comprometería debido a sus actividades delictivas. Siguiendo la vía del tren y recorriendo preciosos parajes naturales, asistiremos durante el transcurso del film a las pequeñas peripecias de los cuatro amigos, que se encontrarán con obstáculos como un chatarrero malhumorado, un peligroso puente ferroviario, un estanque lleno de sanguijuelas y, especialmente, una pandilla de chicos mayores que lidera el problemático “As” Merrill.

Cuenta conmigo es sobre todo una historia de amistad, de nostalgia y sobre la transición de la niñez a la adolescencia y la asunción de responsabilidades y decisiones que esta conlleva. Se rodó en el verano de 1985 y se estrenó un año después,  y para el cuarteto protagonista Rob Reiner reclutó a otras tantas jóvenes promesas que estaban dando sus primeros pasos en la actuación y con cuyos caracteres el director encontraba similitudes con los de sus respectivos papeles: Wil Wheaton dio vida a Gordie Lachance, un muchacho sensible aficionado a escribir y que es claramente el alter ego de Stephen King en la novela, River Phoenix fue Chris Chambers, el mejor amigo del anterior y un chico más maduro y seguro que es el “jefe” de la pandilla, Corey Feldman asumió el rol del irascible y disparatado Teddy Duchamp, y Jerry O´Connell sería el comilón, ingenuo y asustadizo Vern Tessio. En papeles secundarios aparecen unos jovencísimos Kiefer Sutherland como “As” Merrill, John Cusack como el hermano de Gordie, y el más veterano Richard Dreyfuss como el Gordie adulto que cuenta la historia en flash-back. Aunque en la novela, Chris es el principal protagonista, este rol cambió en el film al personaje de Wheaton/Dreyfuss.

El título de la película es fácil de rastrear hasta la famosa canción homónima de Ben E. King, quien incluso llegó a grabar un vídeo-clip en el que aparecían River Phoenix y Will Wheaton cuando, claro está, el tema se volvió a poner de moda gracias al largometraje. Precisamente la banda sonora de éste fue otra de las cosas que me atrajo del film, pues en el momento de su estreno estaba enamorándome de la música norteamericana de los 50, y en la película oímos muchos temas de aquella época, al fin y al cabo en la que está ambientada.

Kiefer Sutherland, amenazador
Resulta curioso que las carreras posteriores del cuarteto protagonista no hayan tenido una gran relevancia cinematográfica: solamente River Phoenix comenzó a destacar seriamente en el mundo del cine hasta que, como saben todos los aficionados al 7º Arte, la muerte le sobrevino en 1993 debido a una sobredosis. Wil Wheaton se ha mantenido sobre todo en el mundo de la televisión y el doblaje, destacando su participación en Star Trek: La nueva generación, y algo parecido a lo que ha ocurrido con sus compañeros Jerry O´Connell y Corey Feldman, este último parece que últimamente relegado a producciones videográficas de dudosa calidad. Su personaje en la película reseñada –la voz estridente con la que le doblaron era muy peculiar y memorable– nos encantaba a mí y a mis amigos porque se parecía mucho a uno de nuestros compañeros. Siempre decíamos divertidos aquello de “¡Soy un niño, estoy en la flor de la vida!” (aún lo digo de vez en cuando cuando surge la ocasión).
De izq. a der.: Wheaton, O´Connell, Feldman y Phoenix
En la versión en DVD de Cuenta conmigo aparecida en España se puede encontrar un entrañable reportaje producido en 2000 en el que los intérpretes principales –con la excepción evidente de River Phoenix, al que se le recuerda–, junto con los secundarios Dreyfuss y Sutherland, el director Rob Reiner y el propio Stephen King rememoran el rodaje e impacto posterior del film. Reiner fue un director que me llamó mucho la atención en aquella mitad de los 80, pues un año después de Cuenta conmigo dirigió La princesa prometida, que también me gustó bastante en su momento. Sin embargo, su carrera posterior, pese a contar con títulos tan renombrados como Cuando Harry encontró a Sally, Misery o Algunos hombres buenos, no me ha interesado demasiado.

En unos días, concluimos esta entrada con su segunda parte...

viernes, 5 de agosto de 2011

Pumby se queda huérfano

Me acabo de enterar, como siempre, con retraso, del fallecimiento el pasado martes día 2 de José Sanchis, pionero y paladín de la historieta española y valenciana, creador de personajes como El soldadito Pepe, Robín Robot, Don Esperpento y, por supuesto, el entrañable gatito Pumby.

Nacido en Valencia un 19 de junio de 1932, comenzó en la historieta a finales de los 40 y trabajó incansablemente durante más de tres décadas desarrollando los personajes citados y muchos otros, sobre todo para la Editorial Valenciana, pero también para otras empresas como la mítica Bruguera. Los 80 fueron un mal momento profesional para Sanchís, que dejó de publicar durante años y se vio inmerso en numerosos juicios para obtener los derechos de sus personajes, cosa que finalmente logró en 1999. Durante las dos últimas décadas se empezó a valorar, con retraso y nunca en su justa medida, la trayectoria de este artista del cómic y de otros muchos de sus coetáneos y compatriotas, pero seguramente nunca tendrá la popularidad y el reconocimiento que tienen otros autores del tebeo extranjeros o más modernos. Es lo malo de nacer en una época “oscura” en lo referente a ciertas facetas creativas...

Todavía conservo álbumes Pumby, algún que otro Jaimito e incluso tebeos de Mazinger Z, el robot de las estrellas, todos obra de Sanchis. Hace muchísimo que dejé de leerlos, pero hicieron mi infancia más feliz y entretenida. Gracias, Josep, y descansa en paz.