"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

sábado, 25 de febrero de 2017

Jackie

Desde que se anunció esta película de Pablo Larraín centrada en las vivencias de Jacqueline Kennedy en los días inmediatamente posteriores al asesinato de su marido, el presidente estadounidense John F. Kennedy, y que Natalie Portman, la niña de mis ojos del cine actual, iba a interpretar a la mencionada Primera Dama, ya tenía clara cuál iba a ser mi opinión. El visionado de la cinta no ha conseguido cambiarla. No voy a negar que no simpatizo con reyes, reinas, presidentes, presidentas, ni dictadores o tiranos de diferente calaña y entidad, por lo que, a priori, es difícil que un film sobre ellos me vaya a llamar la atención o vaya a lograr mi admiración o mi respeto por estos personajes que considero aprovechados y abusadores casi sin distinción. Los Kennedy tampoco tienen mis simpatías, ni a pesar de la tragedia que les ocurrió. Es pues únicamente por la presencia de su intérprete principal que accedo a ver Jackie, y de ella salgo más o menos como había entrado: encandilado de su actriz y de su buen hacer, y sin ver ni saber cómo podría interesarme por el personaje que interpreta, una persona que vivió siempre en la abundancia y rodeada de un poder que me parece reprochable. La cinta me deja bastante indiferente, aun reconociendo sus méritos artísticos y técnicos y el tremendo talento de sus artífices y participantes (especial mención para el recién fallecido John Hurt), incluso me parece un poco morbosa al tomar como punto de partida el famoso magnicidio de Dallas. Entiendo que puede ser muy del gusto del público estadounidense, que parece en su mayoría bastante encandilado con este tipo de personajes presidenciales a los que casi invariablemente rinde culto. Por unas cosas y por otras, no es de extrañar que el largometraje haya acaparado bastantes distinciones durante lo que va de año: nominaciones a los Globos de Oro, a los BAFTA y, por supuesto, a los Oscars, a los que mi actriz favorita está nominada por tercera vez.

Como siempre, lamentar que, con todas las películas que Natalie tiene recién estrenadas en otros países o a punto de estrenarse y ya con fecha (al menos media docena), a esta España culturalmente desarrapada no se vean trazas de que llegue ninguna de ellas. Me cuesta entenderlo y ya no sé si vale la pena seguir devanándose los sesos en busca de una explicación al respecto de la política cinematográfica nacional.

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