"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

domingo, 20 de diciembre de 2015

El despertar de la fuerza

Ya en los muy primeros 80 recuerdo haber leído la intención de George Lucas de que su saga galáctica tuviera un total de 9 capítulos, de los cuales, curiosamente, veríamos primero los tres centrales. Pero llegó El retorno del jedi y empezaron a pasar los años y no le siguió ninguna nueva entrega, por lo que los fans comenzamos a desesperar de que nuestra epopeya espacial favorita fuera a tener una continuación. Sin embargo, dieciséis años después, fue su mismo creador el que decidió reanudarla, ofreciéndonos lo que serían sus tres primeros episodios. Esto ocurrió entre 1999 y 2005, y por entonces Lucas parecía haber renunciado a esa triple trilogía original que inicialmente había concebido. A muchos nos costó de creer, pero de nuevo comenzó a pasar el tiempo y no llegaron noticias de que no fuera a ser así.

En cierta manera, George Lucas cumplió esa palabra: no sería él el que continuaría ni dirigiendo ni produciendo nuevas películas de Star Wars. En los últimos tres años, las noticias se precipitaron: él vendía la franquicia, Disney la compraba y comenzaba a gestar la que, teóricamente, debía de ser la trilogía final de la saga, los episodios VII a IX, previstos para 2015, 2017 y 2019 respectivamente.

Por fin esta semana, treinta y dos años después de El retorno del jedi, llegaba la secuela que muchos nos quedamos esperando en los 80. Se ha titulado El despertar de la fuerza, y cronológicamente continúa la saga tanto tiempo después como en la realidad ha pasado de su capítulo inmediatamente precedente: más de tres décadas, con una nueva generación de personajes, pero también con aquellos más queridos y clásicos con los que crecimos los fans originales.

Daisy Ridley, estrella indiscutible del film.
Sobra decir que este episodio VII hubiera sido muy diferente en casi todo de haberse rodado más o menos inmediatamente después de El retorno… Y eso es lo primero que creo que hay que asumir antes de abordarlo. Como ya me propuse con la anterior trilogía, las precuelas, no voy a intentar compararlo ni ponerlo al mismo nivel que la primera trilogía, simplemente porque aquellos episodios IV a VI hechizaron mi infancia y adolescencia, porque en esas edades de la vida, uno es más propenso a dejarse “embaucar” por la fantasía y el ensueño, mucho más impresionable y abierto a emociones que son nuevas para él. Con los años y la madurez, por suerte o por desgracia, uno va perdiendo la capacidad para dejarse llevar, se va desencantando de las cosas e incluso corre el riesgo de convertirse en una persona sin inquietudes ni entusiasmo, algo que me alegra decir que no me ha pasado a mí. Llego a El despertar de la fuerza con ilusión y ganas de verla, pero teniendo claro que va a ser muy difícil que me impresione tanto como las primeras películas de Star Wars. Tampoco se trata de obcecarse en ello.

Tras su visionado –que aún estoy intentando asimilar– se confirma mucho de lo que había previsto sobre el film, sobre todo a raíz de sus tráileres y spots: estamos ante una nueva generación de películas de la saga, con un tono y un resultado forzosamente diferente al que una secuela del retorno hubiese tenido en otro momento siendo dirigida por Lucas o por cualquier otro director de la época. El ritmo, el pulso, la estética de El despertar… no me remiten de una manera clara y directa a los episodios originales, y de lo contrario no hay quien me convenza. La omnipresente infografía –aunque se haya abusado de ella bastante menos que en los episodios I a III– ya de primeras marca una importante diferencia: el modo en que se mueven las naves y las batallas de éstas difícilmente pueden hacer pasar al film por ochentero y, de hecho, es más realista de lo que hubiera sido de rodarse únicamente con maquetas. Los personajes computerizados no pueden disimular que lo son, y por muy perfeccionados que estén, para mí nunca serán lo mismo que otros como el Yoda marioneta de Frank Oz o Jabba el Hutt, por poner un par de ejemplos.

Las referencias al cine de Kurosawa no pueden faltar en Star Wars
Y eso que su director, J.J. Abrams, y su productora Kathleen Kennedy, se han asegurado de que esta nueva entrega de Star Wars tenga más que sobradamente presente muchísimas referencias a la primera trilogía: no sólo a los personajes clásicos que siempre nos entusiasmaron, sino también prácticamente las mismas naves, lugares y situaciones, hasta el punto de que este despertar parece más que otra cosa un remake de La guerra de las galaxias: de nuevo encontramos a una persona joven con poderosos y latentes poderes jedi que espera en un planeta desértico, de nuevo hay un robot con unos planos escondidos, otro planeta (semi-)artificial que extermina mundos y que es destruido por unas pocas naves rebeldes que encuentran su punto débil, un personaje oscuro pseudo-sith y un alto oficial imperial, y una siniestra personalidad que lidera a ambos en las sombras y que yo sospecho que va a acabar resultándonos odiosamente familiar, entre otras muchas coincidencias nada casuales. En esta falta de originalidad, en esta apuesta nada arriesgada de asegurarse a los fans clásicos con todos estos elementos repetidos –ya sólo la presencia de Harrison Ford, Mark Hamill y Carrie Fisher era una baza importantísima– encuentro lo más criticable del nuevo episodio VII; de hecho, creo que lo único criticable. En este sentido, creo que George Lucas –aunque fracasara en el intento– fue más valiente con sus precuelas al presentar personajes y situaciones total o prácticamente nuevos.

Fuera de esto, salgo algo desconcertado de ver la película, con una especie de “resaca” visual, pero contento de haber cumplido un sueño de toda la vida y con ganas de al menos un segundo visionado más calmado para asimilar cosas que no he podido asimilar la primera vez. Me gustan los nuevos personajes que propone esta tercera trilogía y me parece acertada la elección de los que claramente van a ser sus protagonistas: Daisy Ridley como Rey, John Boyega como Finn, Oscar Isaac como Poe Dameron y Adam Driver como Kylo Ren, los dos primeros, actores prácticamente desconocidos que tienen ahora ante sí un futuro profesional tan vertiginoso como prometedor, el último ya con una carrera bastante sólida –a Driver lo considero algo intermedio–. Encuentro un poco más desaprovechados, por lo limitado de su papel en el film, a otros como el General Hux de Domhall Gleeson, la Capitana Phasma de Gwendoline Christie, el grandísimo Max Von Sydow –cuya presencia en el film es básicamente testimonial, y un claro guiño a los papeles que en su día tuvieron Peter Cushing, Alec Guinnes o Christopher Lee–, así como a la mayoría de actores de la trilogía clásica, que con la notable excepción de Harrison Ford tienen también una aparición limitada en la película, y que es obvio que están sobre todo para hacer de trampolín para la nueva hornada de personajes de la saga (¡y como reclamo para los fans más mayores!).

Destaco también la agradable presencia de muchísimos escenarios naturales, algo que, por cierto, en realidad es bastante atípico de la trilogía original –más aún de las precuelas– que principalmente está rodada en estudio y en interiores, lo que también contribuye a esa sensación, a ese tono bastante diferente del que tuvieron los tres primeros capítulos (cronológicamente hablando). La dirección de J.J. Abrams me parece correcta –para mí lo acertado de su elección ya estaba confirmado tras ver sus dos películas de Star Trek– aunque me queda claro que es un director “a sueldo”, al servicio y a las órdenes de sus productores, un buen técnico cuya personalidad artística está supeditada a la de sus mandamases de la Disney. Aun así, consigue conferir a la película un buen ritmo, con los agradecibles momentos más sosegados –solamente la primera media hora de la película parece que se me pasa demasiado rápido– y aquellos más tensos o dramáticos bien resueltos (incluida esa escena que es el gran spoiler del film, algo que me ha entristecido pero que me ha parecido dignamente incluido en la historia, a pesar de todo). Agradecer a Abrams también que se haya comedido con el odioso recurso del comic relief y que no nos ofrezca otra última cruzada que eche por tierra la seriedad, la solemnidad y el dramatismo que yo prefiero en una película como esta –solamente en algún momento, como la aparición de Han Solo, el director está cerca de arruinar momentáneamente la película–.

Concluyo con una valoración general positiva de El despertar de la fuerza, pero para nada acepto ponerla al nivel de la trilogía original como parece que algunos están haciendo, aunque sí estoy de acuerdo en que está mejor dirigida que las precuelas, cosa nada complicada, porque George Lucas demostró con ellas que era un hombre endiosado que parecía haber perdido el contacto con la realidad y que desperdició un reparto mayoritariamente excelente para desbordarnos con CGIs hasta la saciedad.

Ahora toca esperar –eso sí, con tranquilidad– a la siguiente entrega de la saga, que por suerte sólo tardará un año y cinco meses en llegarnos, ya que se estrena en mayo de 2017. Y, antes de eso, tendremos también el primero de los anthology films, Rogue One, el cual espero con gran interés y curiosidad por lo novedoso de su propuesta, pues será el primer largometraje ambientado en el universo Star Wars fuera de la saga oficial o estándar. Veremos…

2 comentarios:

  1. No estoy de acuerdo en que "Rogue One" vaya a ser el primer largometraje fuera de la saga oficial, recuerda "La Batalla del Planeta de los Ewoks", del 85.

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  2. Hola, Jose:
    Los dos tenemos razón "a medias". Las dos películas de los ewoks se hicieron para televisión, y yo me refería a películas para cine, aunque ahora que caigo, el capítulo piloto de "Las guerras clon" también se estrenó en pantalla grande. En cualquier caso, ¡tengo gans de ver "Rogue One"! ;)

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