"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

domingo, 4 de octubre de 2015

Killdozer

Después de las reseñas de Holocausto radiactivo y de Llegan sin avisar, va a dar la impresión de que expresamente me he programado un pequeño ciclo nostálgico-fantástico, pero no ha sido del todo así. Simplemente, ha dado la casualidad de que he visto en un breve espacio de tiempo (dos meses) tres títulos con dos características comunes: el género al que pertenecen (terror/ciencia ficción) y que la motivación para revisionarlos se ha debido a entrañables recuerdos vinculados con mi infancia/adolescencia y mi primer encuentro con todas estas películas, que por lo demás no me parecen de una especial calidad a nivel artístico o cultural.

En el caso de Killdozer, telefilm dirigido por Jerry London en 1974, esta es la vivencia sentimental con la que lo relaciono: llegar un día a casa por la tarde con mi madre y mi hermana (creo que, concretamente, de la playa) y estar mi padre acabando de ver esta película en la televisión. Me impresionó el final y se me quedó grabado durante muchos años, décadas realmente, pero nunca supe el título de este largometraje hasta que recientemente me puse a buscar por internet valiéndome de descripciones de esas últimas escenas que recordaba haber visto. Acabé dando con él (creo que aquí se llamó algo así como La excavadora asesina o El tractor asesino) y, por fin, después de cerca de treinta años, he logrado cumplir el deseo de volver a verlo (de hecho, de verlo por primera vez íntegramente, pues ya digo que en su momento sólo la vi terminar).

El argumento, muy sencillo, la película, menos que modesta, pero ese recuerdo que tengo con ella y la benévola perspectiva que da el tiempo a la hora de recalibrar nuestras apreciaciones sobre algunas cosas, junto con ese mencionado vínculo nostálgico que yo personalmente tengo con Killdozer, hacen que su breve metraje de 74 minutos se me pase de manera rápida y entretenida, remitiéndome a aquellos años 70 en los que descubrí tantas y tantas películas –fantásticas o no– que irían definiendo mi pasión por el 7º Arte y, en general, por las historias narradas con imágenes (aunque fuera en formato televisivo, como es este caso).

Mencionar, para finalizar, que mi recuerdo de aquellas secuencias finales del film era bastante exacto, habida cuenta de los años pasados y de lo saturada que está mi cabeza con los miles de largometrajes que he visto desde entonces. Es curioso cómo algunas cosas se te quedan grabadas en el cerebro. Y es que, en Killdozer, tras cobrar vida una enorme excavadora que utiliza un equipo de obreros que construyen un aeródromo en una isla del Pacífico y exterminar a casi todo estos , los supervivientes deciden tender una trampa a la máquina (poseída por una presencia extraterrestre) valiéndose de un tendido eléctrico que ocultan y por el que le hacen pasar. Esa escena precisamente –la de la destrucción del asesino mecanizado– era la que vi de niño y que siempre recordé. Bien es cierto que la recordaba de noche –cuando en realidad ocurre de día– y que creía que eran soldados los que acababan con la excavadora y no trabajadores, y hasta me suena que, en su momento, vi el final de la película en blanco y negro, pero bueno, ¡no está mal después de tantísimo tiempo!…

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