"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

sábado, 31 de enero de 2015

La condesa de Hong Kong

En 1967, el gran Charles Chaplin lega a la humanidad un último tesoro: su undécimo largometraje, La condesa de Hong Kong (A Countess from Hong Kong). Contando con la importante baza de sus dos atractivos protagonistas, Marlon Brando y Sophia Loren, nos cuenta la historia de una chica descendiente de la nobleza rusa pero pobre que malvive en la ciudad del título de la película bailando con turistas. Cuando conoce a un millonario norteamericano, se cuela en su camarote con objeto de llega a EE.UU. y comenzar una nueva vida. A partir de aquí, se originan toda una serie de enredos y de divertidas escenas prácticamente sin salir de dos habitaciones. La película tiene, por estos escenarios reducidos y por los personajes que pululan por ellos (entre otros, Sydney Chaplin y Tippi Hedren), cierto aire teatral e inevitables reminiscencias a Una noche en la ópera. Al contrario que en la mayoría de comedias anteriores de Chaplin, el elemento melodramático y la crítica social apenas hacen acto de presencia, o lo hacen de forma muy sutil. Es también el primero de los trabajos del maestro en los que sólo interpreta un pequeñísimo papel.

Llevaba ya bastante tiempo queriendo volver a ver las películas largas de Charles Chaplin. Las descubrí a finales de los 80 en un ciclo televisivo e inmediatamente quedé prendado del genio de su creador. Era un personaje que sólo conocía por los cortos de Charlot que de niño tenía en el Cine Exin y poco más y, a partir de aquella retrospectiva, muchas de ellas se han convertido en esenciales para mí. De éstas, varias las he vuelto a ver en nuevas ocasiones, pero había unas pocas como la reseñada, Monsieur Verdoux (que también volví a ver hace poco) o Un rey en Nueva York que tenía más lejanas y olvidadas. Aunque sea sin respetar el orden cronológico, quiero revisitarlas todas en breve.

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