"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

miércoles, 31 de diciembre de 2014

El cine de 2014

Primera y última películas vistas en cine en 2014
Al igual que el pasado año, y recuperando una tradición de mis tiempos mozos, en este 2014 también he decidido tomar nota de todas las veces que he ido al cine y de las películas que he visto, para posteriormente realizar un pequeño estudio por puro entretenimiento.

Este año, al no tener los tremendos problemas personales y económicos que tuve en 2013, mi asistencia al cine ha sido más regular y típica, lo que se refleja en la cantidad de películas que he visto en pantalla grande: 45 en total, diez más que en 2014, cuando estuve sin aparecer por las salas cinematográficas durante casi dos meses, circunstancia bastante extraordinaria en mí, ya que acudo religiosamente a estos establecimientos casi todos los domingos.

De manera generalizada, comentar que la temporada cinematográfica comenzó ligeramente tarde para mí, ya que no fui al cine hasta pasada la mitad de enero aunque, a partir de esa fecha, fueron pocas las semanas que falté. También resulta curioso que no presenciara ninguna película de género fantástico, por el que siento clara predilección, hasta que a mediados de enero fui a ver el remake de Robocop.

Por meses
Enero y mayo fueron los meses de menos cine, a razón de sólo 2 películas cada uno. Siguieron después julio, septiembre y noviembre, con 3 visitas cada uno. Febrero, abril y agosto empatan todos a 4, mientras que los meses más propicios resultaron marzo, octubre y diciembre (5 películas cada uno) y un sobresaliente junio en el que vi tantas películas como número de mes le corresponde: 6. En total hablamos de 45 visitas repartidas dentro de las 52 semanas y media que ha tenido 2014, normalmente a razón de 1 película por semana, pero en algunos pocos casos de 2.

Por géneros
El fantástico trajo algunas notables sorpresas
Repitiendo la clasificación por géneros que hice el año pasado, y siempre dentro lo difícil que es a veces etiquetar determinadas películas (por ejemplo, yo considero la mayoría de las de superhéroes como ciencia-ficción en lugar de simplemente “de acción”), la cosa queda así:
-Ciencia ficción: 10
-Thriller/policíaco: 9
-Comedia: 7
-Fantasía: 6
-Drama/melodrama: 6
-Musical: 3
-Acción: 2
-Histórico: 2

La “clasificación” se parece mucho a la de 2014, al menos en lo tocante a los primeros puestos, lo que no viene sino a confirmar mi predilección por los dos géneros que la encabezan. El drama, y sobre todo la comedia, suben bastantes puntos (es decir, películas), y el cine relacionado con la música irrumpe este año en la lista con tres títulos clasificables en esta modalidad. Poco cine histórico y nada de westerns, a pesar de lo que también me gustan estos géneros. Y brilla por su ausencia el terror, ya que verdadero pavor es lo que me dan las películas que hoy en día enclavan en este género, y no precisamente por su temática o contenido, sino por la falta de imaginación y las formas tan manidas con las que se presentan la mayoría en estos tiempos. Después de haber visto títulos como Expediente Warren y algunas similares, gracias, pero no más cosas en esa línea. Esperemos que el género se recupere en un futuro próximo con productos de mayor calidad.

Por países
No uno, sino varios países juntos se llevan los laureles este año en la clasificación geográfica, ya que, de las 45 películas vistas este año en cine, 23 han sido coproducciones, principalmente entre EE.UU. y alguno o varios países europeos (el más habitual, Reino Unido), aunque en algunos casos encontramos coproducciones de lugares más exóticos como Japón, Australia o Nueva Zelanda. En cuanto a filmografías de un solo país vuelve a dominar, sin ninguna sorpresa, EE.UU. con 16 films, seguido muy de lejos por Francia y España con 2 películas cada una.

Gasto… y ahorro
El reestreno en pantalla grande de Cinema
Paradiso
, uno de los hitos del año
Al ir con frecuencia al cine, relleno con rapidez los cupones que te sellan cada semana y con los cuales puedes ir gratis a una película por cada 6 que pagues. Este año he completado seis de estos, lo que significa ese número de visitas gratuitas al cine. Además, me correspondieron otras dos entradas en un sorteo, lo que al final sube a siete las películas que no me supusieron gasto económico. Por lo tanto, y basándome en el precio normal de mi cine local en domingo (7 €), aunque he acudido otros días más baratos y también he salido a otros cines más caros, el gasto aproximado realizado en ver películas este año ha sido de 45-7 gratuitas = 38x7 euros = 266 euros a lo largo de todo el año, una media de 22,16 euros por mes.

Escapadas
A pesar de haberme quedado sin vehículo a mitad del año, en este 2014 han sido cuatro las veces que he podido escaparme a ver películas en otras localidades. No suelo hacerlo si tengo la opción de ver una película en mi pueblo, pero en algunos casos es fácil adivinar que no va a ser así y hago lo posible por ir a donde sea si me interesa ver determinados largometrajes. Así, en junio visité dos veces los  Cines Babel de Valencia para ver Nueva vida en Nueva York (curiosamente, el año pasado también estuve en ellos para ver otro trabajo de Audrey Tautou) y Sólo los amantes sobreviven. Y ya casi a finales de año, un par de días antes de Nochebuena, me llegué hasta los Kinépolis de Paterna para ver la película biográfica de James Brown, aquí titulada I Feel Good. Pero la “escapada” más memorable del 2014 fue sin duda aquella que hice a la Terraza de Verano de Serra para ver la reposición de Cinema Paradiso, de la que di detallada cuenta en esta reseña.

Solo en la oscuridad, la secuela
Jordan y Polanski no me decepcionaron con las que para mí han sido dos
de las mejores películas del año. Por desgracia, hube de reciclarlas
en pequeña pantalla.
He contado en más ocasiones de las que me gustaría que a menudo me he encontrado solo en una sala de cine, circunstancia que me apena no tanto por mí mismo (a veces es casi de agradecer no estar rodeado de esa gente tan desconsiderada que se pasa las proyecciones hablando o consultando el móvil), sino por los negocios que se dedican a exhibir películas, cuya existencia está clara y drásticamente amenazada para mal de aquellos a los que nos gusta frecuentarlos. En marzo de este año se dio por primera vez una de estas circunstancias en los cines locales. Esperaba con interés el reencuentro de mis ídolos Harrison Ford y Gary Oldman y salí, por el contrario, bastante decepcionado de El poder de dinero, por lo demás protagonizada por los insulsos Liam Hemsworth y Amber Heard. No es de extrañar que nadie quisiera imitarme aquel domingo por la noche y me encontrara con todos los asientos del cine disponibles sólo para mí. Apenas un par de semanas después, y en la misma sala, me encontré en circunstancias similares durante el estreno de Non-Stop, largometraje que me entretuvo bastante y me pareció decididamente superior al anterior. Parecía que el 2014 iba a acabar con este número de “proyecciones solitarias” algo por debajo del anterior cuando, a mediados de diciembre, decidí ir a ver Magia a la luz de la luna de Woody Allen y alcancé el mismo número de películas sin más público que yo que el año pasado: 3 (aunque de estas, en 2013 sólo 2 fueron en los cines locales). Supongo que la nota positiva es que al menos no han aumentado.

Ingrid Bergman fue mi estrella de 2014, año en que conseguí
completar buena parte de su filmografía que aún tenía pendiente.
Lo mejor y lo peor del año
Para ser totalmente sincero, no puedo decir que este año haya visto ninguna película que me haya fascinado especialmente, aunque sí algunas con las que he pasado muy buen rato. En este último grupo sobresalen algunos títulos de ese fantástico que tanto me atrae pero que, sin embargo, tan a menudo me decepciona: Capitán América: El soldado de invierno me pareció una película agradeciblemente por encima de la media de las muchas que se estrenan al año en torno a la temática de superhéroes, seguramente por decidir sus creadores apostar por un registro más serio que el habitual en el género, a menudo una indigesta mezcla de momentos dramáticos con escenas ridículamente cómicas. Por el contrario, Guardianes de la galaxia, pese a no esconder su tono claramente ligero, me resultó toda una sorpresa para ser un film ambientado en un cómic que apenas conocía y del que no esperaba mucho. Me sorprendió por lo divertida y vistosa, y he comprobado que esta impresión está bastante extendida entre el público que fue a verla, incluso aquellos que no son habituales de este tipo de cine ni especialmente aficionados a él. Sin abandonar el fantástico, las continuaciones de la saga X-Men y de El planeta de los simios me parecieron más o menos tan correctas y entretenidas como sus inmediatas predecesoras. Lástima que esa tercera parte de El Hobbit que tanto esperaba no consiguiese pasar de ser un poco más de lo mismo, sin ninguna novedad o particularidad que resaltar con respecto a sus precedentes.

Mucho más fácil me resulta elegir cuál ha sido para mí la peor película que he visto este año en una sala cinematográfica: antes de sus diez primeros minutos de proyección, ya me estaba aburriendo con Sex Tape, una patochada de mal gusto y humor zafío que no salvan de la quema ni los encantos de una actriz que me pirra tanto como Cameron Diaz. Su compañero de reparto, el lamentable e inexpresivo Jason Segel, no consigue precisamente ayudar a que la cinta me inspire simpatía alguna. Es una pena que la intérprete americana no se prodigue más en comedias tan graciosas como ese Un plan perfecto en el que participó el pasado año, o siquiera en papeles dramáticos como el de El consejero, en los cuales demuestra que puede ser un actriz versátil y con buen gusto, en lugar de repetirse en films de tan dudosa calidad como este contra el que aquí despotrico en tropel (¡faltaría más!).

Sin llegar a ese nivel de mediocridad, algunos otros desaciertos que vi en pantalla grande en 2014 me parecieron Jack Ryan: Operación Sombra, la ya mencionada El poder del dinero o Drácula: la leyenda jamás contada.

El otro “cine”
Otro de los clásicos del cine que aún me quedaba pendiente. 
Los que me conocen saben que soy un tanto purista a la hora de definir lo que yo considero “cine” de verdad: aquel que se visiona en pantalla grande. Pero, seamos sensatos: por razones económicas, de tiempo y espaciales, no creo que mucha gente pueda ver en salas todas las películas que desearía ver al año. Es por eso por lo que tengo que relegar el visionado de muchos largometrajes a su estreno en versión doméstica, hoy día, por desgracia, algo que sucede como mucho tres meses después de su aparición en cine. En esta modalidad –prácticamente la única opción para ver muchas películas “antiguas” y otras que se estrenan directamente en DVD– veo prácticamente una película al día, lo que viene a ser una media tirando por lo bajo de 200 títulos al año. Y hay que admitir que se descubren cositas interesantes y algunas de calidad, y que se rescatan otras que ha sido imposible ver “en condiciones”, o sea, en salas. Este ha sido el caso con dos de las películas que me han parecido más apasionantes este año, aunque no ha sido ninguna sorpresa, pues son obra de dos directores que admiro: Polanski nos trajo la para mí magnífica La venus de las pieles, y Neil Jordan nos ofreció la bellísima Byzantium, un soplo de aire fresco –o más bien clásico– en un subgénero tan decadente como es el del cine actual de vampiros.

En lo tocante a cine clásico recuperado a través de la pequeña pantalla el hito del año es el ciclo de Ingrid Bergman que yo mismo me programé con objeto de intentar completar el visionado de la filmografía de la sueca. No conseguí mi propósito, pero si ver un buen montón de sus películas que no había visto aún y revisitar otras tantas, en total cerca de tres decenas de largometrajes. También, a principios de año, me embelesó un musical clásico que también me faltaba por ver, Los paraguas de Cherburgo, y tuve ocasión de iniciarme en la obra de su director, Jacques Demy, con otras dos películas más.

2015
Esperando ansioso el Episodio VII
Entre las películas que más ganas tenía de ver este año adelantaba en un artículo similar en 2013 el western Jane Got A Gun, protagonizado por mi actriz favorita del cine actual, Natalie Portman. La película se ha pospuesto dos veces en los últimos meses y ahora su nueva fecha de estreno figura como septiembre de 2015. Algo parecido ocurre con las muchas películas que la israelita tiene pendientes de estreno desde hace mucho: esos dos trabajos con Terrence Malick que parecen perpetuamente estancados en su posproducción, y el primer largometraje de Natalie como directora, A Tale of Love and Darkness. Pero, aunque sigo esperando reencontrarme con la niña de mis ojos en la gran pantalla, sobre todo después de tres años de casi absoluta sequía de sus trabajos con la excepción de la secuela de Thor, he de decir que no es ninguna de sus películas la que más espero ver en este inmediato 2015: ese puesto ha sido ahora ocupado por la séptima entrega de la saga de Star Wars: El despertar de la fuerza. Aunque no tengo ganas de que pase todo este año porque a uno al final le pesa el infrenable paso del tiempo, por otro lado tengo ganas de que llegue ese esperado 18 de diciembre en el que este film –que estoy seguro de que me va a encantar– llegará a las pantallas. 

jueves, 18 de diciembre de 2014

Despedidas... y bienvenidas

Con la proximidad de las Navidades llega a los cines una nueva entrega de una saga fantástica cinematográfica que ya se había hecho habitual por estas fechas durante los últimos años: la de El Hobbit. Con este tercer capítulo, La batalla de los cinco ejércitos, el director neozelandés Peter Jackson concluye su adaptación a la pantalla de la novela de J.R.R. Tolkien.

Jackson consiguió con sus películas de El Señor de los Anillos lo que no había conseguido el propio Tolkien con su libro original: que me enamorara de la Tierra Media, de sus peculiares y variados habitantes y de sus pintorescos entornos. Como creo haber comentado ya en otras ocasiones en este mismo blog, nunca he sido especialmente fan de la fantasía heroica a nivel literario, y la alabadísima y respetadísima obra magna del escritor sudafricano no consiguió impresionarme especialmente ni convencerme para que la tenga entre mis títulos más apreciados. Muy al contrario, siempre he pensado que la extensísima novela se podía haber escrito perfectamente en la mitad de páginas porque me parece que entre éstas hay muchísimo y muy forzado “relleno”. Por el contrario, las tres películas que la adaptaban a la pantalla, y que se estrenaron entre 2001 y 2003, me parecieron mucho más ágiles y digeribles que el propio libro original, conste que soy un gran aficionado a la lectura y que raramente antepongo una adaptación fílmica a su fuente literaria.

Con todo esto, tuve claro, en cuanto se anunció el rodaje de El Hobbit, que iba a acudir puntualmente a ver esas películas y que muy posiblemente las iba a disfrutar en la sala cinematográfica, más aún cuando la novela original esta vez sí me parecía muy simpática y más acertada que su continuación. Ahora que la saga con sus tres capítulos ha concluido, he de decir que ha sido más o menos así, aunque en general creo que no ha conseguido impresionarme tanto como su predecesora en los cines, quizá porque, al fin y al cabo, es un poco “más de lo mismo”, quizá por su tono ligeramente más infantil, más posiblemente porque en esta ocasión me parece que ha sido Peter Jackson el que claramente ha “inflado” sus largometrajes para que su duración se ampliara más de lo previsto, pues como casi todo el mundo sabrá, El Hobbit iba a consistir inicialmente en dos películas, que finalmente se extendieron hasta una tercera. En mi opinión, esto hace que, tras un primer capítulo más destacable y compacto, la trilogía se resienta un tanto en sus dos siguientes partes debido a secuencias que se hacen más largas de lo deseable e incluso a alguna escena o elemento perfectamente prescindible. Aún con todo, me lo he pasado bien viendo la trilogía posiblemente por el cariño que cogí a todos esos mundillos tolkienianos y a sus personajes (e incluso a los que no lo son, como esa elfa interpretada por la guapísima Evangeline Lilly, por la que ando “perdido” desde hace mucho tiempo, y lamento disentir una vez más con los fans de los libros). El Hobbit será sin duda una saga que volveré a revisar con los años (de hecho, ya tengo sus dos primeras partes en blu-ray), incluso con el tremendo perjuicio de verla en pantalla pequeña, con su consiguiente pérdida de espectacularidad, un elemento que considero esencial en estas películas.

Pero, aunque nos deja una “trilogía navideña”, viene otra nueva: el próximo año, exactamente por estas fechas (parece que una semana más tarde en España) da comienzo una nueva y esperadísima trilogía también de ambientación fantástica, ya que el director J.J. Abrams continúa la mítica saga de Star Wars con el que será su séptimo capítulo, El despertar de la fuerza, aquel que sucede exactamente treinta años después de El retorno del Jedi, tanto en la ficción cronológica como en la real. La guerra de las galaxias ha sido una de las sagas esenciales en mi vida desde niño, y ni qué decir tiene que estoy deseando ver estas nuevas andanzas de mis viejos héroes: Luke Skywalker, Han Solo y la Princesa Leia. No me hago ilusiones de que las tres nuevas películas de la franquicia casen estéticamente con las clásicas; es algo que ya se ha podido ver en el breve y popularísimo tráiler que ha invadido internet, en el que prima la tecnología infográfica moderna (como es lógico) sobre las antiguas técnicas de stop-motion y otros efectos especiales más arcaicos, pero aún con todo la espero con ansiedad y es claramente mi película nº1 para el 2015.


viernes, 12 de diciembre de 2014

My Summer of Love

Después del pequeño fiasco que me pareció El filo del mañana ando un poco decepcionado con Emily Blunt. Más aún después de ver hace unos días una película que rodó hace diez años en su Inglaterra natal a las órdenes del polaco Pawel Pawlikowski, My Summer of Love, que para mí está a años luz de ventaja con respecto al primer título citado. Y este disgustillo viene porque la considero una actriz hasta ahora diversa, creativa y arriesgada capaz de embarcarse en proyectos más comprometidos e interesantes que el film de ciencia ficción que nos ofreció este año acompañada de un actor del que previamente había renegado (lo que puede el dinero…) Películas suyas con menos presupuesto y muchos más sencillas como Sunshine Cleaning, Wild Target o La pesca del salmón en Yemén demuestran la versatilidad de Emily y su capacidad para abordar personajes y registros variados que le permiten lucirse más como profesional de la interpretación y asumo que realizarse además como artista y persona.

En el segundo largometraje de su carrera –el que reseño aquí– la señorita Blunt encarna a Tamsin, una chica de clase alta que entabla una amistad bastante íntima con Mona (Natalie Press), otra joven de la localidad durante ese verano al que alude el título. Mientras la primera se toma dicha relación como un pasatiempo, la segunda lo asume de una forma mucho más seria. Phil (Paddy Considine) completa el triángulo interpretativo como el hermano de Mona, un expresidiario antaño violento que se ha convertido al cristianismo y convoca reuniones religiosas en su casa.

My Summer of Love es una película de propuesta sencilla, con bonitas y soleadas escenas al aire libre y una destacable selección de canciones adornándola en la que ya se ve que la entonces principiante Emily Blunt tenía por delante una carrera muy prometedora (hay incluso un par de escenas en las que ella misma toca el chelo, y otra en la que también demuestra sus cualidades como amazona). Esperemos que no acabe totalmente corrompida por ese star system hollywoodiense que tan bien la ha recibido y que no termine con una filmografía tan mediocre y olvidable como la de tantos otros actores extranjeros que han acabado perdiéndose artísticamente hablando en el cine de EE.UU. Sirva como ejemplo una compatriota suya de la que una vez también fui admirador, Kate Beckinsale.

martes, 9 de diciembre de 2014

Kirk lives!

Kirk Douglas y Audrey Hepburn en la presentación de Espartaco
No hace muchos días que la revista People publicó por error en internet la noticia de su muerte, pero no: por fortuna, una de las más grandes leyendas del Hollywood clásico sigue todavía con nosotros: Kirk Douglas alcanza hoy nada menos que los 98 añazos. Todo un tesoro viviente para los cinéfilos, uno de esos mitos larger than life, como dicen los angloparlantes: si insistimos en el símil de la Meca del Cine como un Olimpo fílmico, no hay ninguna duda sobre quién es su Zeus. Para mí, y como es tradición todos los años, es un grandísimo placer felicitar al actor una vez más. ¡Un cariñoso estirón de orejas, señor Douglas!

sábado, 6 de diciembre de 2014

Comprando libros... con mayor o menor fortuna

Compro libros bastante a menudo, quizá a un ritmo más rápido del que los puedo leer. Soy de esos antiguos a los que todavía les gusta el papel y el cartón: disfruto también de los sentidos del tacto y del olfato, además del de la vista, con ellos. Los adquiero tanto en librerías –principalmente en la de mi barrio– como por internet, sobre todo cuando encuentro ofertas interesantes. Y precisamente sobre dos adquisiciones muy diferentes realizadas en la web quiero hablar en este post: la cal y la arena de comprar por el ciberespacio, la eficiencia y la atención frente a la dejadez y la irrespetuosidad con las que te puedes encontrar en algunos comercios electrónicos. 

La arena… 
A principios de octubre encontré un título que buscaba en la tienda virtual de Casa del Libro. Me di de alta, hice el pedido y lo pagué de inmediato. Según la web, la entrega se efectuaría en 3 a 5 días, lo cual no fue cierto, pero no es lo más importante de esta anécdota. El paquete me llegó como tres semanas después de haberlo solicitado. Tras este retraso, para mi sorpresa, el libro recibido no era el que yo suponía que había comprado con la web. Esto tampoco es lo más criticable de mi historia. Un descuido por parte del vendedor podría haber sido perdonable si no fuera por lo que viene a continuación: desde el día 1 de noviembre, fecha en que recibí el libro equivocado, he estado contactando con Casa del Libro para que subsanen el error, me envíen el libro correcto o me devuelvan el dinero (siempre, naturalmente, remitiéndoles yo el libro recibido por error). Treinta y cinco días después, numerosos e-mails e incluso una llamada telefónica (según la cual ni siquiera tenían constancia del pedido ni mis datos como cliente) no han servido más que para que, una vez por semana, me llegue un correo automatizado con la misma frase robótica: Por favor, indíquenos el ISBN del libro que recibió por error.” Como un tonto, todas las veces les he respondido aun sabiendo la inutilidad de la acción, informándoles más ampliamente de lo sucedido, pues al final he descubierto por mí mismo que el ISBN que Casa del Libro exhibe en la página del libro que yo creí pedir es incorrecto y corresponde, efectivamente, al libro que ellos me han enviado, no así al anunciado en la web, cuyo título y portada son diferentes y no dejan lugar a dudas (y asumo yo que un comprador no se guía por los ISBNs de los libros que pide ni está en la obligación de conocerlos). 

No sé cómo calificar al servicio de atención al cliente de Casa del Libro después de esta odisea que aún no ha finalizado (ya he estado en la Oficina del Consumidor de mi localidad para formalizar la reclamación oportuna). Vergonzoso, lamentable, poco o nada profesional. Me parece increíble. Y además, de no estar insistiendo yo en que reparen su error, no me cabe duda de que no moverían ni un dedo (creo que igualmente no lo están haciendo). Resulta escandaloso en una web y en una empresa popular, conocida y extendida por toda la península, y he comprobado que errores similares al mío ha habido más de uno y más de dos, a juzgar por lo que he leído en diversos foros en internet (aunque, en justicia, he de decir que también conozco a personas que han quedado satisfechos con sus compras a esta empresa, no sé si las más o las menos). Por mi parte, está claro que está es la primera y última compra que les hago a su web y, además, no compraré ni siquiera en la librería que tienen en la capital de mi provincia, de la que hasta ahora era cliente ocasional, ni en ninguna otra. No perdono agravios como este, lo tengo muy claro

Algunos de los libros que he comprado este otoño: sobre todo cine e
historia militar, aunque suelo ser más variado

 …y la cal 
Afortunadamente, no todos son unos sinvergüenzas en la red, y por las mismas fechas en que comenzaba mi ordalía comercial con Casa del Libro efectuaba también mi primera compra en una tienda online que me ha tratado de modo completamente distinto, y que por ello no dejo de recomendar, dadas además las suculentas ofertas que tiene: se trata de Bibliostock, que conocí a través de un anuncio que vi en internet. Les pedí dos libros que tenían rebajadísimos, pero al cabo de unos días nos dijeron que no habían podido conseguir uno de ellos y me ofrecieron toda una serie de opciones como compensación: devolverme parte del dinero, anular el pedido completo o darme un vale por una cantidad ligeramente mayor a la del libro que no me habían podido suministrar. Acabé pidiendo otro título y les dije que era innecesario que me devolvieran la pequeña diferencia de euro y medio que quedaba a mi favor. Aun así, lo hicieron. 

Durante todo el proceso de tramitación del envío, Bibliostock me tuvo informado de éste, y me escribió para confirmarme la entrega al mensajero y la recepción en mi casa del paquete al día siguiente. Para mi sorpresa, los dos libros llegaron con un regalo: una simpática muñeca rusa de fabricación artesanal en cuyo interior aparecía un vale de 10% de descuento para mi próxima compra. Y todo esto por unos 13 euros, menos de la mitad de lo que pague por el libro comprado a Casa del Libro. Alegra y anima ver que hay personas eficientes y serias tras algunas tiendas de internet, y Bibliostock es por supuesto un comercio que tendré en cuenta en mis próximas compras. www.bibliostock.com