"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 30 de diciembre de 2013

El cine de 2013: resumen

Primera y última películas vistas en cine en 2013
Durante muchos años en mis tiempos mozos me apuntaba en un cuaderno o bloc todas las películas que veía en el cine, las calificaba e incluso intentaba añadir junto al título de cada una de ellas un pequeño póster recortado del periódico, como si de un álbum de cromos se tratara. Posteriormente dejé de puntuar las películas y de ilustrarlas con este añadido y me limité simplemente a listarlas, y finalmente abandoné esta costumbre.

A principios de este 2013, sin embargo, me propuse recuperar aquel viejo hábito para constatar cuando acabara el año las películas que había visto en salas cinematográficas y hacer un pequeño estudio sobre ellas. El resultado final ha sido de 35 largometrajes, algo menos que en 2012, en el que fui al cine al menos unas cuarenta veces. Esta pequeña diferencia no se debe, ni mucho menos, a mi pérdida de interés por la diversión cinematográfica, sino principalmente a un período bastante complicado de mi vida en el que se juntaron problemas personales, una marcada carencia económica y varias semanas con una cartelera poco apetecible o poco accesible: entre finales de abril y finales de junio, debido a este cúmulo de infortunios, estuve casi dos meses sin ir al cine, algo absolutamente atípico e impensable en mí.

Por meses
El mes que menos fui al cine fue mayo (0 veces), y los que más agosto y diciembre (5 veces cada uno). A estos les siguen febrero, septiembre y octubre (4 veces cada uno), julio (3 veces), y el resto de meses (2 veces). Una media de aproximadamente 3 visitas mensuales al cine. La frecuencia más habitual por semana fue de 1 vez, aunque en varias ocasiones fui 2.

Por géneros
Por géneros, teniendo en cuenta que hay películas difíciles de clasificar y otras que pueden encajar en varios de ellos (he optado por aquel que me parece más obvio en esos casos) y subdividiendo el fantástico entre sus tres variantes más aceptadas, la lista queda así:
-Ciencia ficción: 14*
-Thriller/policíaco: 6
-Drama/melodrama: 4
-Fantasía: 3
-Terror: 2
-Comedia: 2
-Acción: 2
-Histórico: 1
-Western: 1
*: (incluyo aquí las películas de superhéroes)

Mis favoritas del año
No es ningún secreto que me pirra el género fantástico en todas sus vertientes, y más de la mitad de películas que vi en 2013 (19 de las 35) pertenecen a una u otra categoría de éste (ciencia ficción, fantasía y terror). Doy preferencia a este género en las salas cinematográficas, además, porque creo que es el que mejor aprovecha las dimensiones de la gran pantalla y las prestaciones técnicas de estos locales. Si he de elegir (debo hacerlo, debido a mis limitaciones económicas) es obvio que dejaré antes para ver en formato doméstico una película más intimista o “sencilla” como, pongamos por caso, Blue Jasmine que otra como la continuación de El Hobbit, que creo que sólo se aprovecha realmente en cines y que pierde muchísima espectacularidad y vistosidad en un televisor (doy fe de ello después de haber comprado el Blu-ray de su predecesora).

El segundo género que más he visto en cine durante el pasado año es el thriller/policíaco (6 películas). Tampoco es de extrañar, puesto que es el que más me gusta después del fantástico. En realidad no le hago ascos a ningún género. Me gustan mucho el cine histórico o el western, por ejemplo, pero no suelen hacerse muchas producciones dentro de esos marcos hoy en día. También me gustan la comedia y el cine de terror, pero en general encuentro el grueso de producciones modernas dentro de tales modalidades reiterativo y sin imaginación, razón por la cual no me intereso por la mayoría de ellas.

Por países
Buenos ratos
Más del 90 % de películas que he visto este año son de procedencia estadounidense, algo que no creo que tenga el mayor misterio. El cine de Hollywood es el que cuenta con mayor difusión y promoción a lo largo y ancho del globo terráqueo y aquel al que es más fácil acceder. Sin ningún pudor admito también que no le hago ningún asco al cine comercial, aunque parezca una actitud poco cinéfila. Creo que se hacen buenas películas comerciales –puede que una minoría, eso sí– y que, en el peor de los casos, hay muchas de ellas que te hacen pasar un buen rato aunque no sean de una calidad destacable. Para mí esto último es suficiente para considerar bien invertido el dinero gastado en las entradas. Admito también –es cierto– que hay una buena parte de las películas comerciales que he visto que no superan la mediocridad más absoluta e incluso unas pocas me han llegado a resultar aburridas o directamente malas. De algunas de ellas esperaba algo más antes de verlas, aunque de otras ya preveía su escasa calidad, puro masoquismo cinéfago supongo.

Descontando el cine en el que interviene EE.UU. como productor o co-productor, sólo he visto una película francesa (Thérèse Desqueyroux), una hispano-canadiense (Mamá) y una alemana (El médico). De entre los países co-productores, los más habituales han sido Reino Unido (4), Canadá y Francia (3 películas cada uno), China, Malta y Nueva Zelanda (1 cada uno).

Gasto monetario
Por diversión y completismo, una estimación del dinero que he gastado en ir al cine este año. El cine al que voy más frecuentemente es, lógicamente, el de mi ciudad, Alucine, y normalmente en domingo. El precio de la entrada ese día y los festivos es de 7 euros. En algunas ocasiones he ido el miércoles, día del espectador (4,5) y otros días entre semana (5,5), y las proyecciones en 3D cuestan un euro más. Las dos salidas que he hecho fuera han sido a los Babel (8,20 un domingo) y Kinépolis (8,30 un miércoles, día del espectador). Voy a redondear a 7 euros todas las entradas para facilitar el cálculo y a descontar los cinco días que entré gratis (ver más adelante): 30 x 7 = 210 euros, lo que supone un gasto mensual aproximado de 17.50 euros en cine.

Lo mejor del año…
Thérèse Desqueyroux: Una de las
pocas salidas a cines de otra ciudad
Las películas que más me apetecía ver este año eran la continuación de El Hobbit y Hitchcock, y ninguna de las dos me decepcionó. También me apetecía mucho ver Thor: El mundo oscuro, ni qué decir tiene que especialmente por la presencia de Natalie Portman, pero decidir ir el mismísimo día del estreno se convirtió en una experiencia frustrante debido a la irrespetuosidad de muchos de los asistentes que había en la sala (lo cuento aquí). Otro título que también tenía ganas de ver era Riddick, cuya anterior entrega me había dejado buen sabor de boca y en la que también había una presencia femenina subyugadora para mí (Katee Sackhoff), pero la película al final me pareció simplemente una más y sobre mi opinión podéis leer más aquí. De Star Trek: En la oscuridad también esperaba un buen rato y esta vez sí que me lo proporcionó, consiguiendo retrotraerme durante su proyección a las viejas películas del espacio que veía en mi juventud. Creo que el film aprovechaba también muy bien la tecnología 3D*. Otras películas de ciencia ficción que disfruté bastante fueron Gravity y Oblivion, de la que esperaba mucho menos y a pesar de contar con el protagonismo de un actor que me resulta normalmente soso como es Tom Cruise. Antes de abandonar el fantástico, destacar también Guerra mundial Z, que no sé muy bien si clasificar como de terror, acción o ciencia–ficción.

Pasando a otros géneros, una cinta que me entretuvo también bastante fue Capitán Phillips, protagonizada por un actor que me suele ser indiferente, Tom Hanks, pero que en esta ocasión me mantuvo en vilo con su odisea en alta mar. También conservo un grato recuerdo del visionado de El hombre de las sombras y de Un plan perfecto, dos películas que me hicieron pasar un buen rato sin parecerme necesariamente excepcionales. En general, me ha resultado agradable cambiar de registro y descansar de tantas naves espaciales, monstruos y superhéroes.
*: Sólo he visto tres películas con ese formato este año: El hombre de acero, Star Trek: En la oscuridad y Gravity. Es una técnica que no me entusiasma, pero he de admitir que en el caso de los dos últimos títulos me pareció muy bien aprovechada.

…Y lo peor
La mayor decepción fílmica del año la puedo decidir sin apenas reflexión. Pudo no ser la peor película que vi en 2013 técnica o artísticamente hablando, pero Expediente Warren me pareció aburrida y mediocre hasta hartar, sobre todo y especialmente teniendo en cuenta el bombo y platillo que se le dio y el que se la promocionara como algo especial y sorprendente cuando a mí me pareció un film totalmente anodino, pueril y sin ninguna originalidad. Detallo más mis (malas) impresiones en este post.

Películas de escaso interés cuando no decididamente malas me parecieron Ahora me ves, Pacific Rim, El llanero solitario, RIPD o El juego de Ender.

Sólo en la oscuridad
A pesar de las ganas de ver a Katee, Riddick
se quedó en una más...
Voy solo al cine a menudo. La mayoría de mis amigos tienen compromisos familiares y/o laborales y a otros sencillamente no les gusta el 7º Arte, así que me he acostumbrado a encaminarme directamente hacia las salas cinematográficas sin ni siquiera preguntar muchas veces a nadie si desea acompañarme. Mi condición de parado me permite también ir en días menos propicios para el espectador general como el domingo por la noche o entre semana. Esto se traduce en que normalmente uno encuentra las salas bastante más tranquilas y menos populadas que un viernes o un sábado, pero conlleva el riesgo, antes impensable y ahora cada día más frecuente, de pasar a veces toda la proyección de la película sin la compañía de ningún otro espectador, algo que me produce mucha tristeza. En 2013 han sido tres las ocasiones en que esto ha ocurrido: la primera fue precisamente el primer día en que fui al cine al poco de estrenarse el año: después de seis horas acompañando a mi padre en urgencias aquel domingo 6  de enero, decidí relajarme un poco viendo El hombre de las sombras y me encontré con la sala completamente vacía. Fue una película que me gustó y me costó entender que no fuera nadie más aquel día si no se justifica con la resaca navideña. El lunes 18 de marzo también estuve solo viendo Jack el caza gigantes, lo cual me resulta algo más comprensible debido a que nos encontrábamos en plenas fiestas falleras y la película no era precisamente para tirar cohetes. La tercera y última ocasión en que compartí sala de cine con la soledad más absoluta fue viendo Thérèse Desqueyroux un domingo 29 de septiembre en los Cines Babel de Valencia (las otras dos fueron en Alucine). Soy consciente de que la V.O.S. no es muy popular, pero pensaba que en la capital del Turia tendría más aceptación. Me queda el consuelo de haber pasado aquella sesión “en compañía” de la deliciosa Audrey Tautou.

“De gorra”
Muchos cines premian la fidelidad de sus clientes regalando una entrada cuando se visionan cierto número de sesiones. En el caso de los Alucine, te dan el típico cartoncito que te van sellando cada vez que vas y, cuando te lo han sellado 6 veces, tienes sesión gratuita (siempre y cuando sea dentro de un trimestre desde la fecha del primer sello). Este año fueron 4 las veces que vi películas de esta manera (exactamente: Mamá, Elysium, Capitán Phillips y El Hobbit: La desolación de Smaug)*. Debido al hiato sin cine sucedido entre abril y junio perdí uno de los cartones, que me caducó (en realidad, puedes cambiar tres “sellos” por palomitas, así que algo lo aproveché). Además, en un concurso de los mismos cines recibí dos entradas con las que fui (esta vez acompañado) a ver Guerra mundial Z.
*: El año pasado gasté cinco de estos cartones, por eso recuerdo aproximadamente la cantidad de películas que vi en el cine en 2012 y la he mencionado en el segundo párrafo.

Salidas
En 2013 sólo visité salas de otras localidades en dos ocasiones. La coyuntura económica no acompaña, y visitar otros cines conlleva el gasto extra del viaje, además de, normalmente, un más alto precio de la entrada. En febrero fui a los Kinépolis a ver Hitchcock. Era una película que, como ya he dejado claro, tenía muchas ganas de ver. Habían pasado tres semanas de su estreno y no tenía pinta de ir a aparecer por el cine de mi ciudad, así que no quise arriesgarme a perder la oportunidad de verla. A la siguiente semana fue proyectada por Alucine, pero para entonces ya me daba igual, claro.

En septiembre visité los Babel para ver Thérèse Desqueyroux. Esta película ya daba por hecho que no llegaría a cines “de pueblo”, y así fue. Tanto esta como la anterior película fueron las únicas que vi en V.O.S. este año.

En general
Películas que no llegaron...
Tengo cuatro “sacos mentales” en los que meto las películas que veo: uno muy pequeño es para las películas que me impactan, que me enamoran perdidamente y que sé que van a formar parte de mi existencia para siempre. Ese saco se queda vacío la mayoría de los años porque cada vez es más difícil que un film me marque de la manera en que marcaban muchos cuando era más joven. En otro saco de tamaño parecido meto las películas que me parece totalmente desechables. No son muchas, porque mi intuición cinematográfica no me suele engañar y sé lo que voy a ver al cine antes de entrar incluso sin haber leído reseñas ni argumentos. Otro pequeño saco es para películas que me gustan especialmente y considero por encima de la media o que, simplemente, me han caído simpáticas sin llegar a convertirse en esenciales para mí. Son cintas que con toda seguridad volveré a ver otra vez en el futuro, entre ellas, las dos que he mencionado como mis preferidas de las vistas este año, Hitchcock y El Hobbit: La desolación de Smaug. El último y más voluminoso saco es el de películas “del montón”, la mayoría. Se trata de cintas que me hacen pasar un buen rato, pero que, una vez fuera de la sala cinematográfica, sé que no van a tener especial repercusión en mi vida; lo que yo llamo “películas de usar y tirar” y de las que no creo que conserve especial recuerdo ni interés por repetir su visionado.

Este 2013 creo que no he llenado ninguno de los dos sacos más pequeños (películas esenciales y películas despreciables), y el grande es el que ha acaparado más películas (normal). Supongo que el hacerse mayor conlleva perder mucha de la ingenuidad y del asombro que antes me producían tantas y tantas cintas, a la vez que el tener un criterio más selecto y exigente a la hora de aceptar una película (otra cosa es sacrificar ese criterio para verla).

...Y otras que lo hicieron de milagro
También tengo que decir que complemento el cine con muchas películas vistas en el televisor, prácticamente una al día. Todas esas películas que por razones monetarias, geográficas o logísticas no he podido ver en sala grande intento, además de otras muchas, verlas luego cuando aparecen en edición doméstica. Es el momento de ver clásicos –que me encantan– y cine de otras nacionalidades y géneros en los que me prodigo menos en las salas. Por ejemplo, veo mucho cine francés en casa, siento debilidad por él. En menor medida, de otras nacionalidades europeas, inglesa la primera, también algunas alemanas, suecas e italianas. He de decir que con el cine español –del que fui un arduo defensor durante muchos años– ando un poco decepcionado últimamente y no acepto para nada a los que parecen considerarse generalmente sus principales “adalides”, aunque yo creo que estos personajes no son representativos de lo que es el cine en general de este país. En el cine de otros continentes más exóticos, la verdad es que me prodigo menos, y el más habitual dentro de esa escasez suele ser el de Asia u Oceanía. No soy muy aficionado al cine africano ni al de los países de Oriente Medio.

Tras el desacierto del gobierno español de subir el IVA cultural y el caos en que están sumiendo a la nación nuestros lamentables dirigentes, el 7º Arte ha sido sin duda uno de los más perjudicados en el último año. Muchas películas que esperaba ver no han llegado a las salas cinematográficas, y muchas otras, por no aparecer, no han aparecido ni en DVD/Blu-ray. Es el caso de títulos que aguardaba con interés como Stalingrado, film soviético estrenado en octubre, o el último trabajo estrenado de otra de mis actrices fetiche, Emily Blunt (Arthur Newman). Después de estrenar cinco películas en 2012, en este año no nos ha llegado ninguna de esta inglesa a las pantallas españolas. Otros films pasaron efímeramente por los cines españoles, sólo locales muy selectos de alguna capital, al parecer: Coriolanus –que se estrenó a la vez en formato doméstico y en salas, terrible decisión–,  La espuma de los días, segundo estreno este año de mi admirada Audrey Tautou o Stoker, que en el mismo mes de aparecer en el cine ya se podía descargar desde Amazon. Algo parecido a lo que pasó con Cabin in the Woods, cuyo estreno anunciado en 2012 se retrasó un año para luego asomarse tímidamente a algunas cines y aparecer en formato doméstico el mismo mes. Deprimente. Todas estas películas las he tenido que repescar –o lo haré cuando aparezcan, en algunos casos– en versión “casera”.

Y en 2014
La que más espero en 2014...
Este año entrante presenta algunas propuestas a priori atractivas para mí. Por supuesto espero con ganas ver el final de la trilogía de El Hobbit, y siempre me apetece ver películas vistosas y llamativas como Pompeya, la secuela de 300 y algunos filmes de superhéroes, aunque una de las películas que más me apetece ver este año (si no la que más) es Jane Got a Gun, primero de los tres trabajos que mi gran debilidad en el cine, Natalie Portman, debería estrenar este año (la fecha en EE.UU. es agosto, en España no se ha anunciado). Además de por la presencia de la actriz, me atrae mucho esta película por su género –es un western– y espero de su intérprete principal una buena actuación de esas que nos ha ofrecido muchas veces y que lleva tiempo sin regalarnos después de todo un 2012 sin estrenos y de un 2013 en el que sólo apareció en la secuela de Thor, que no creo que se concibiera para que luciera sus habilidades intrepretativas (que creo que son muchas). Natalie tiene también pendientes los estrenos de los dos films que rodó con Terrence Malick y que llevan más de un año en postproducción. Estaré también atento a los estrenos de otras actrices cuya devoción por ellas ya he dejado patente: la ya mencionada Emily Blunt (dos estrenos este año, El filo del mañana e Into the Woods) y Audrey Tautou, cuyo último trabajo, Un francés en Manhattan, apareció en Francia en diciembre.

Tampoco me olvido de mis actores fetiche –no sólo admiro a mujeres–, y me apetece especialmente volver a ver a Harrison Ford y Gary Oldman juntos en El poder del dinero. Intentaré ir a ver La ladrona de libros, película que no me atrae mucho por la ya manida temática de los judíos en la Alemania nazi, por la presencia del gran Geoffrey Rush.

Quiero proponerme este año aventurarme en películas algo diferentes a las que suelo ver y me apetece bastante variar un poco de géneros, pero me va a resultar difícil por las mismas razones por las que me resultó en 2013: por un lado, me deslumbra y fascina el cine fantástico y de pura evasión, y por otro, me es difícil en este confín del mundo particular en el que vivo acceder a películas fuera del circuito comercial habitual sin un esfuerzo económico que no puedo normalmente permitirme.

Sobre todo ello, y sobre el cine que vea en 2014, espero poder ir informando en las páginas virtuales de este blog….

lunes, 16 de diciembre de 2013

... Y a Joan Fontaine

Parece que al final va a ser cierta la teoría de mi colega bloggero Jonathan Striker y de que tienen lugar como oleadas de fallecimientos de famosos en determinados momentos del año. ¿Se aburre nuestra querida Parca? El caso es que, tan sólo un día después de la muerte de Peter O´Toole, nos deja otra intérprete legendaria, Joan Fontaine, y esta vez sí que me toca más profundamente porque era una actriz que me gustaba bastante. Hace un par de años le dediqué un post con motivo de su aniversario (aquí) y la verdad es que poco puedo añadir. De ella siempre recordaré, sobre todo, las películas que hizo en los años 40, su mejor momento: Rebeca, Sospecha, Alma rebelde, Carta a una desconocida... Me consuela que al menos nos haya dejado a la muy respetable edad de 96 años.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Adiós a Peter O´Toole

La muerte de cualquier actor clásico siempre me afecta en mayo o menor grado. Sin duda porque, como ya he dicho en otras ocasiones, he crecido viendo sus interpretaciones y los considero a todos como una especie de familiares: tíos lejanos, primos segundos, personas que me han acompañado toda la vida aunque sea a través del mágico mundo del cine. Peter O´Toole quizá no estuvo nunca entre mis actores favoritos, pero son muchos los trabajos suyos que he visto como para no mencionarlo al menos brevemente en este blog. Todos le recordamos sobre todo por Lawrence de Arabia, pero yo también le recuerdo con mi adorada Audrey Hepburn en Cómo robar un millón, en ¿Qué tal, Pussycat?, La noche de los generales, Becket, El león en invierno, Amanecer Zulú, El hotel de los fantasmas o, ya en este siglo, el telefilm Hitler, el reinado del mar y los largometrajes Stardust y Troya, aunque, si hago memoria, es posible que la primera película que vi de él fuera Mi año favorito cuando se estrenó en cine. Nacido en Connemara, Irlanda, el 2 de agosto de 1932, Peter nos dejó, pues, ayer a los 81 años, y con su marcha, el 7º Arte se sigue quedando más y más desamparado.

lunes, 9 de diciembre de 2013

¡Él es Espartaco!

Aunque me había propuesto descansar una temporada del blog, lo cierto es que no puedo dejar pasar el día de hoy sin felicitar -un año más- al que considero el actor más grande vivo por su cumpleaños: Kirk Douglas, leyenda e historia del cine, alcanza la longeva edad de 97 añazos.

Hace cosa de año y medio, el bueno de Kirk compartió un acto con Liam McIntyre, el actor que interpretó a Espartaco en la reciente serie de televisión y, derrochando encanto y simpatía como es habitual en él, le dejo claro a su joven colega que ¡ÉL ES ESPARTACO!