"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 30 de abril de 2012

Cartelera Ruthwen: El jardín del diablo

Un western que descubrí relativamente “tarde” en mi vida cinéfaga, pero del que quedé prendado para siempre desde aquel momento. Posteriormente lo he adquirido en DVD y revisitado en dos nuevas ocasiones. Cuenta también con un estelar trío de actores de la época como son Gary Cooper, Richard Widmark y Susan Hayward, al que secundan, entre otros, Hugh Marlowe, Cameron Mitchell y Víctor Manuel Mendoza. Lo dirigió el no menos notable Henry Hathaway en 1954 y su título original es Garden of Evil.

Tiene como particularidad su ubicación en México, en una inhóspita zona que recibe el nombre que da título al film. Cooper, Widmark y Mitchell se ven obligados a desembarcar en un pequeño pueblecito cuando el barco en el que viajaban se avería. Aburridos y desocupados, no dudan en aceptar unirse a una valiente mujer (Hayward) que ofrece una recompensa a quienes le ayuden a rescatar a su marido, que ha sufrido un accidente en la mina en la que trabajaba. Para ello, y ayudados también por un hombre de la localidad, atravesarán peligrosos territorios en los que acechan los sangrientos apaches.

Hay westerns que podríamos llamar “urbanos” que transcurren íntegramente en un pueblo o ciudad, mientras que otros nos transportan a lejanas praderas, selvas, bosques, montañas… Me encantan estos últimos porque son a la vez maravillosas y sugerentes películas de aventuras y por los bonitos paisajes que muestran, y El jardín del diablo es un ejemplo perfecto de esta variante del género. Siempre recuerdo de esta película la secuencia en la que llegan a las ruinas de una misión española, lo que, junto con el pueblecito enterrado en lava tras una erupción y la zona repleta de palmeras que se ven en el film, le dan una imaginería muy particular y atípica.

Cartelera Ruthwen: Los juegos del hambre

Las películas futuristas que nos proponen brutales concursos o deportes no son nada nuevo. Sin complicarme demasiado en recordar, me vienen a la cabeza de inmediato cosas como Rollerball (1975), Perseguido (1987), Battle Royale (2000) o La isla de los condenados (2007). Quizá lo más original que Los juegos del hambre puede añadir a esta larga lista es que nos presenta como protagonista a una muchacha adolescente, teóricamente más desvalida y vulnerable (aunque una experta arquera) que los musculosos y violentos protagonistas de la mayoría de los títulos citados. Esta particularidad ayuda quizá a dotar a la historia de un ingrediente de miedo y tensión que muchos de los otros filmes citados no transmiten.

La película logra entretenerme la mayor parte del tiempo, y sólo flojea para mí al final cuando se quiere insistir demasiado en ciertos aspectos sentimentales como la relación entre la chica y su compañero. Lo mejor que tienen todas estas historias de ciencia ficción es el claro mensaje –que, me temo, pasará inadvertido o ignorado por la mayoría de espectadores– de denuncia de una sociedad y de un gobierno que, aún siendo de una historia inventada y llevada a extremos, están muy, muy cerca de los reales. Y algo parecido se puede decir del tremendo poder de atontar a la gente que tiene la televisión con sus concursos, competiciones y programas similares. Aún no se mata a la gente, pero se ha estado cerca con realities morbosos y de mal gusto que han puesto en peligro la integridad y las vidas de algunos de sus participantes en los últimos años.

Los juegos del hambre (The Hunger Games) está dirigida por Gary Ross y protagonizado por un valor muy en alza como es la joven Jennifer Lawrence, a la que acompañan entre otros Wes Bentley, Woody Harrelson, Josh Hutcherson, Stanley Tucci, Lenny Kravitz y el impagable Donald Sutherland, y está basada en una serie de libros de la autora Suzanne Collins que, tengo que admitir, desconocía totalmente por no ser un tipo de literatura que despierte mi interés.

viernes, 27 de abril de 2012

Cartelera Ruthwen: Solo ante el peligro

Poco se puede decir sobre Solo ante el peligro que no se haya dicho ya: un clásico entre los clásicos de su género, el western, dirigido por el gran Fred Zinnemann en 1952 e interpretado por Gary Cooper en uno de sus más icónicos trabajos (le proporcionaría su segundo Oscar). El actor da vida a uno de esos hombres íntegros y valientes tan abundantes en su filmografía que, el mismo día de su boda y en el que cesa su trabajo de sheriff en el pequeño pueblo en que vive, debe hacer frente a un maleante al que había metido en la cárcel cinco años atrás y que regresa con intenciones vengativas. Cuando llega la hora de la verdad, y por una razón u otra, todo el mundo en la localidad le da la espalda y le deja solo para enfrentarse a cuatro temibles pistoleros.

Es una película que he visto varias veces y que sólo puede calificarse de magistral, perfectamente rodada y con planos bellísimos, una cuidada fotografía y un destacable reparto en el que intervienen un buen montón de secundarios de la época como Thomas Mitchell, Lon Chaney, Jr., Lee Van Cleef, Lloyd Bridges o Katy Jurado, y en el que sobresale la siempre exquisita Grace Kelly. Fue nominada a siete Oscars, incluidos los de Mejor Película y Mejor Director, llevándose al final cuatro de ellos: montaje, música, canción y actor principal.

Ni la bellísima Grace logra convencer a Cooper de que no se enfrente a los criminales
Observar como curiosidad que la acción del film transcurre en apenas unas dos horas, poco más de la duración real de la cinta, culminando en el duelo final en pleno mediodía (el título original del largometraje es High Noon). Ha tenido también varios remakes, ya sea admitidos (Atmósfera cero, de Peter Hyams, en 1981) o no (el final de Único testigo de Peter Weir, de 1985, remite claramente a esta obra maestra de Zinnemann).

jueves, 26 de abril de 2012

Cartelera Ruthwen: El ídolo de barro

Revisito esta película que creo haber visto hace muchísimos años, aunque no tenía apenas recuerdos de ella. Fue el octavo film de Kirk Douglas y su primera nominación al Oscar, y nos narra la historia de Midge Kelly, un desempleado que se mete en el mundo del boxeo casi por azar y se convierte en un gran campeón. Paralelamente, su soberbia y su ambición crecen hasta el punto de que se deshace de todas las personas que le han rodeado y apoyado en su ascensión: su hermano, su esposa, su entrenador…

El título original del film es simplemente Champion, y la dirigió Mark Robson en 1949. Acompañan a Douglas, entre otros, Ruth Roman, Lola Albright, Marilyn Maxwell y Paul Stewart, y he de admitir que, a pesar de estar protagonizado por un actor al que admiro muchísimo, no ha logrado impresionarme de manera especial. La razón seguramente es que no me gusta nada el deporte en el que se centra.

miércoles, 25 de abril de 2012

Audrey y "Audrey"









En nuestro último concierto me encontré con esta imagen en la puerta del servicio femenino del local... No puede resistirme a hacer una foto con mi guitarra, que no por casualidad se llama "Audrey"...

domingo, 22 de abril de 2012

La Pantera Rosa

Estas últimas semanas me estoy reencontrando casi a diario con un viejo y querido amigo de la infancia: la Pantera Rosa. La razón es que adquirí en el quiosco una colección de 8 DVDs con más de sesenta episodios de la clásica serie de dibujos animados y todos los días estoy viendo unos cuantos. Los discos habían aparecido en varias entregas con un periódico, pero yo los conseguí sueltos a razón de 1 eurito la unidad.

El clásico personaje creado entre Blake Edwards y Friz Freleng para los créditos de la película del mismo nombre de 1963 (en la que es un diamante) es uno de los más tempranos recuerdos que tengo de mi infancia, especialmente a través de cromos y álbumes (uno de ellos, de trenes) que salían en los pastelitos Bimbo y que mis padres y abuelos me compraban en un pequeño colmado de mi barrio. Por supuesto, recuerdo también el propio espacio televisivo, con aquel simpático personaje de un color tan original, sus entrañables fondos casi minimalistas, los imposibles físicos del show, la música de Henry Mancini, los títulos en los que siempre aparecía la palabra “rosa”, y toda esa serie de compañeros de la Pantera como eran el Oso Hormiguero, el “Hombrecillo” blanco, narizón y bigotudo (una caricatura del propio Freleng) o el mismísimo Inspector Clouseau. Revisitando todos estos episodios de los años 60 (¡ya eran viejos incluso cuando yo los descubrí de niño!) me doy cuenta de que todavía recuerdo muchas de sus escenas, gags y argumentos. Me encanta sobre todo que prácticamente no tengan diálogos y, ahora que soy más mayor, me maravilla y sorprende que esa violencia tan clara que tienen estos y otros dibujos infantiles (también tebeos: véase Bruguera) no levantaran en su época las protestas de los preocupados padres y protectores de turno. Según algunos psicólogos, los que crecimos viendo algo tan agresivo deberíamos ser ahora criminales convictos o en fuga.

Repasando en lnternet, leo que la primera etapa de la Pantera Rosa en televisión se extendió desde 1963 hasta 1980, que en total protagonizó en ese lapso 124 cortos, muchos de ellos estrenados en pantalla grande y que el divertido felino llega a hablar en unos pocos. Por supuesto, ya en décadas más recientes hubieron nuevos episodios en los que hasta se casaba y tenía hijos, pero apenas vi alguno de ellos. Supongo que ya me pilló en una edad inapropiada y en una época diferente.

¡Dos películas sobre Hitchcock!

Esta semana aparecía en internet una imagen en la que vemos al actor Anthony Hopkins caracterizado como el mismísimo Alfred Hitchcock, y con ella me enteraba de que se están rodando no una, sino dos películas sobre mi director de cine favorito: la primera lleva simplemente el apellido del cineasta británico, y además de Hopkins (al que no le encuentro un parecido exactísimo con Hitchcock, por mucho que se empeñen) intervendrán dos actrices del calibre de Scarlett Johansson como Janet Leigh, y Jessica Biel como Vera Miles, además de un acertado James D’ Arcy como Anthony Perkins. Efectivamente: este largometraje que dirige el también inglés Sacha Gervasi se centra en el rodaje del clásico Psicosis, y cuenta también con actores de la talla de Helen Mirren, Danny Houston, Michael Wincott y hasta un recuperado Ralph Macchio. Lo que no he descubierto es quién interpreta a John Gavin, si es que lo hace alguien.

El otro film sobre el mago del suspense es The Girl, de Julian Jarrold, que esta vez gira en torno a la relación entre el orondo director y la actriz Tippi Hedren durante el rodaje de Los pájaros. Los papeles principales han recaído, respecti-vamente, sobre el pequeño Toby Jones y sobre Sienna Miller, y se ha rodado para la televisión del Reino Unido.

¿Qué puedo decir? Estoy encantado con estas dos películas, sobre todo con la primera. Me fascinan los filmes que reproducen las vidas –o parte de las vidas– de los artistas más o menos históricos que me gustan. Me encanta reconocer en ellos a otros personajes famosos en papeles secundarios. Tengo muchas ganas de ver ambos títulos, aunque para la cinta de Sacha Gervasi aún tendremos que esperar hasta el año que viene. La de Jarrold, al ser para la pequeña pantalla, no estoy muy seguro de cómo podrá conseguirse… Me imagino que habrá que estar atento a la red… 

jueves, 19 de abril de 2012

Dick Clark, 1929-2012

Para los que somos aficionados a la música rock y pop estadounidense de los años 50 y 60, hay toda una serie de nombres que, sin llegar a ser de cantantes ni instrumentistas de estos estilos, son casi tan legendarios como aquellos y aparecen indeslindablemente ligados a las trayectorias de dichos artistas: se trata de los disc-jokeys y presentadores radiofónicos o televisivos que, por convicción propia o por intereses comerciales y profesionales, ayudaron a encumbrar a muchos nombres sagrados de la época. Gente como Alan Freed, Steve Allen, Ed Sullivan o Dick Clark, el único de todos estos que llegó hasta nuestros días, y que es conocido por su famosísimo programa American Bandstand, que estuvo en antena desde 1952 hasta 1989 y que el mismísimo Chuck Berry inmortalizó en los versos de Sweet Little Sixteen (Cause they'll be rockin on bandstand / In Philadelphia P.A.). Clark se unía ayer a sus compañeros en el cielo radiofónico a los 82 años al fallecer de un paro cardíaco.

miércoles, 18 de abril de 2012

Cartelera Ruthwen: Cielo Amarillo

Un western que desconocía del notable William Wellman protagonizado por Gregory Peck, Richard Widmark y Anne Baxter, tres estrellas en alza en aquel lejano 1948, cuando se estrenaba la película en las pantallas cinematográficas. Cuenta la historia de un grupo de pistoleros que, huyendo de sus perseguidores tras robar un banco, va a parar a la ciudad que da título al film, un lugar abandonado excepto por un anciano y su joven nieta, que permanecen allí porque han encontrado un filón de oro. Los fugitivos acaban por descubrirlo y pronto estallarán entre ellos las rivalidades, tanto por las riquezas como por la atractiva joven. La banda acabará dividiéndose bien a favor del más noble Dawson (Peck) o bien del codicioso Dude (Widmark).

Sin parecerme un film especialmente destacable dentro de su género, Cielo Amarillo (Yellow Sky) me ha resultado lo suficientemente entretenido y, por supuesto, con ese maravilloso elemento nostálgico y entrañable que sólo da el tiempo y que tienen casi todas las películas del Hollywood clásico. Y, además, con dos actores masculinos que me encantan y una agradable Anne Baxter que maneja rifles y pistolas como cualquier hombre y sabe plantar cara a quien sea necesario.

martes, 17 de abril de 2012

Cartelera Ruthwen: Hesher

Después de año y medio esperando su estreno en cines nacionales, he decidido claudicar y “rebajarme” a adquirir la versión doméstica de Hesher, un film co-protagonizado –y producido– por mi admiradísima Natalie Portman. El primer largometraje del norteamericano Spencer Susser se estrenó en su país de origen, EE.UU., hace ya más de dos años, y era de esperar que llegaría al nuestro el pasado 2011, aprovechando el éxito de su actriz protagonista tras conseguir el Oscar por Cisne negro. No ha sido así, ni hay trazas de que llegue a nuestras pantallas en breve, de manera que he conseguido una económica edición en DVD directamente desde Inglaterra. Y antes de que lo preguntéis: no soy muy bueno con el inglés oral, pero me defiendo mejor con el escrito, y el disco lleva subtítulos para sordos que me han sido de gran ayuda.

Hesher nos cuenta la historia de T.J. (Devin Brochu), un muchacho adolescente que acaba de perder a su madre en un accidente de coche. Vive con su abuela (la veterana Piper Laurie) y con su padre (Rainn Wilson), quien no puede superar la muerte de su esposa y permanece todo el día en casa, sentado en un sillón. Un buen día, entra en la vida del protagonista el personaje que da título al film: el peculiar Hesher (Joseph Gordon-Levitt), un heavy maleducado, grosero, violento y caradura que pondrá aún más patas arriba el mundo de T.J. y a la vez conseguirá arreglarlo.

Devin Brochu y Natalie Portman
Natalie Portman interpreta a Nicole, una humilde cajera de un supermercado que un día salva a T.J. de un matón del instituto que le amarga la vida y de la que el muchacho se enamora, y, aunque pretende pasar en la película por una chica vulgar y gafotas, la verdad es que está tan encantadora como siempre. Me parece muy loable la dirección que Natalie está llevando con su carrera y su gusto en general destacable para elegir papeles diferentes y alternar grandes éxitos y blockbusters como los recientes Thor o Sin compromiso con trabajos en producciones más humildes y con directores desconocidos, como pueda ser el caso de esta película o la curiosa Algo en común, de hace unos años. (Pero que conste que no le perdono Caballeros, princesas y otras bestias…)

Por cierto, aunque en el film nunca se especifica con claridad, me quedo con la impresión casi innegable de que el personaje de Hesher no es real. Lo interpreto como algún tipo de proyección de T.J., incluso puede ser él mismo o, quizá más propiamente, una representación de su drama personal y del dolor y la incapacidad de superar su tragedia familiar…

domingo, 15 de abril de 2012

Cartelera Ruthwen: My Fair Lady

Concluí la larga y –para mí– aburrida Semana Santa recuperando otro clásico: My Fair Lady (George Cukor, 1964), película que, pese a estar protagonizada por mi actriz favorita, tenía un tanto “olvidada”… Bueno, es una forma de hablar, porque he visto casi todas las películas de Audrey Hepburn varias veces y esta no es una excepción, sólo que llevaba ya unos años sin disfrutarla.

Tengo que confesar un pequeño secreto: con todo lo que me gusta el cine clásico en todos sus géneros, hay uno de estos que se me resiste un poco, y es precisamente el musical. Me chocan todas esas interrupciones de la trama del film que hacen los personajes para ponerse a cantar canciones y a bailotear por escena, y algunas composiciones de estas películas me rechinan y hasta se me hacen cargantes. A menudo parece que los actores estén recitando más que cantando, y eso hace que a veces se me atraganten un poco los musicales (una excepción son los trabajos de Gene Kelly, cuyas acrobacias coreográficas raramente me dejan indiferente). My Fair Lady no se escapa en parte a esta fobia mía contra estos temas que encuentro en ocasiones hasta estridentes y no enteramente de mi gusto melómano, pero hay piezas del repertorio (la divertida With a Little Bit of Luck o la bonita On the Street Where You Live) que sí que me gustan. Algo más hastiantes me llegan a parecer algunas de las intervenciones musicales de Rex Harrison y de Marni Nixon, la cantante que doblo la voz de Audrey Hepburn en el film (pues es bien sabido por los cinéfilos que no se consideró adecuada a la actriz para que acometiera la tarea de entonar las composiciones de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe). No obstante, esta vez se me han hecho más llevaderas que en ocasiones anteriores en las que he visto el film (o al menos tenía el recuerdo de que me habían cansado más).

Por lo demás, ¿qué se puede decir cuando uno contempla un largometraje que ya es Historia del Cine y que es indiscutiblemente una obra maestra del 7º Arte? My Fair Lady es una película bellísima y magistral en la que todo está perfecto, desde el trabajo de Cukor hasta la dirección artística del mítico Cecil Beaton, pasando por la música, las canciones o el magnífico reparto que encabezan Hepburn y Harrison y que respaldan actores de la talla de Wilfrid Hyde-White o Stanley Holloway.

En cuanto al argumento, ¿hay alguien que no lo conozca? Adapta al cine por enésima vez la obra teatral Pigmalion de George Bernard Shaw, a su vez inspirada en el mito griego del mismo nombre: un escultor que se enamora de la estatua de una mujer, Galatea, a la que él mismo ha dado forma. En la película de Cukor, la mujer no es de mármol, ni el hombres es un escultor: es un lingüista que se apuesta con su colega que puede hacer de una florista sucia y casi analfabeta toda una dama en el plazo de seis meses. ¡Vamos, Todd, mueve tu cochino culo!

Titanic

La historia del Titanic siempre me fascinó. Desde bien pequeño tuve la suerte de familiarizarme con muchos hechos y personajes históricos por medio de cosas como colecciones de cromos, kalkitos, tebeos, etc, y el trágico naufragio de hace un siglo figuraba entre todos estos datos e información que yo asimilaba con interés en mis tiempos infantiles. Con los años, acabé viendo muchas películas y series relacionadas de una u otra forma con el transatlántico. El popular largometraje de James Cameron –enésima adaptación al cine del suceso– también me gustó cuando lo vi en su estreno. Aunque su argumento no sea muy diferente al de tantos otros filmes precedentes (como La última noche del Titanic de Roy Ward Baker), es obvio que el potencial que proporciona la infografía digital moderna permitió al director mostrar en pantalla escenas e imágenes imposibles de rodar con tanto detalle y realismo tan sólo unos años atrás, lo que convierte sin duda al film en un grandísimo y fascinante espectáculo visual, sobre todo a partir de que empieza el dramático hundimiento. Nunca he vuelto a verla, porque considero que es una cinta que pierde toda su fuerza fuera de un cine, y tampoco tengo muy claro si acudiré a su reestreno en 3D. Por cierto: considero que es una película muy, muy morbosa. Me hace gracia que luego se metan con aquellos a los que nos gusta el cine de terror, cuando la obra de Cameron rezuma muerte y sufrimiento por todos los lados…

Se podría divagar mucho en torno a la catástrofe del barco aquel 15 de abril de 1912, sobre todo en cuestiones sociales (el notable desprecio con respecto a las clases bajas, para las que ni siquiera se previeron botes salvavidas…), pero no creo que valga la pena. Todas aquellas almas descansan hace mucho tiempo en el fondo del mar…

domingo, 8 de abril de 2012

Cartelera Ruthwen: Johnny Guitar

Ayer mismo revisitaba este clásico del western de los 50 –para mí la mejor época del género– que había visto mucho tiempo atrás. Me gusta, sin llegar a ser de mis grandes favoritos. Cuenta la historia de Vienna (Joan Crawford), una mujer fuerte y decidida hecha a sí misma que se ha asegurado el futuro con un local de juego a las afueras de una ciudad de ganaderos y con un acuerdo con el ferrocarril que está a punto de llegar. Sin embargo, se encuentra con la oposición de Emma (Mercedes McCambridge), miembro de una importante familia que ve en el tren la ruina de su negocio vacuno y que además está enamorada del amante de Vienna. En el momento en que el hermano de Emma es asesinado en un atraco a la diligencia, llega a la ciudad el personaje que da título al film (Sterling Hayden), aparentemente un músico que tiene como labor amenizar el salón de Vienna, pero que es mucho más de lo que parece…

Tipos duros, tiroteos, rencillas y rencores, un cuadrado amoroso y el eterno conflicto de los ganaderos y los ferroviarios, entre otros elementos habituales del western, están presentes en Johnny Guitar, un largometraje dirigido por Nicholas Ray en 1954 que destaca de entre otros de su época precisamente por aportar dos papeles femeninos –Crawford y McCambridge– atípicos y sobresalientes y muy alejados del de la desvalida dama que debe ser protegida por el pistolero de turno. En el excelente reparto de secundarios encontramos a Ernest Borgnine, John Carradine, Ward Bond o Scott Brady.

sábado, 7 de abril de 2012

Anónimos populares: Gail Russell

Llaman a Hollywood “la fábrica de los sueños”, pero muy a menudo ha sido también “la fábrica de los sueños rotos”: no son pocos los actores y actrices que han acabado consumidos por su carrera y su fama y con sus vidas destrozadas y truncadas por el mismo star-system que les encumbró (Marilyn Monroe podría ser uno de los más claros ejemplos).

Gail Russell no me era una actriz desconocida cuando la vi hace poco en Los intrusos (véase entrada anterior), pero no había reparado especialmente en ella hasta esa película de Lewis Allen. Morena, con inmensos ojos azules y rostro angelical, Gail acabaría siendo poseída, sin embargo, por un terrible demonio que terminaría devorándola: el del alcohol.

Vino al mundo un 21 de septiembre de 1924 en Chicago, Illinois, EE.UU., como Elizabeht L. Russell, pero a los catorce años se traslada con su familia a Los Angeles, California. Ella quería ser pintora, pero un cazatalentos de Hollywood se encaprichó de su sensual aspecto y le consiguió un contrato con la Paramount. Aunque Gail era muy tímida y no tenía experiencia en la interpretación, acepta la oferta para ayudar a su familia. Su primer papel importante le llega con la ya mencionada Los intrusos, de Lewis Allen, en 1944. El mismo director le da ya un rol protagonista en su siguiente film, Our Hearts Were Young and Gay. A partir de ese momento, la carrera artística de Gail empieza a ascender, formando pareja cinematográfica con actores de la talla de John Wayne (El ángel y el pistolero, La venganza del bergantín), Alan Ladd (Calcuta, Fuera de la Ley), Randolp Scott (Tras la pista de los asesinos) o Sterling Hayden (El paso), pero su vida personal ha iniciado el descenso a los infiernos: para vencer su introversión y afianzar sus interpretaciones, la actriz comienza a beber y cae en la pesadilla de un alcoholismo que se va incrementando conforme pasan los años. Lucha contra él, consigue superarlo a temporadas, se ve envuelta en varios accidentes automovilísticos que la llevan a ser procesada y que lógicamente afectan a su carrera... Un 27 de agosto de 1961 es encontrada muerta en su apartamento con 36 años: su hígado ha reventado, su corazón ha dicho “basta”. Se acaban los sueños para aquella muchachita de aspecto inocente que había llegado a Hollywood dieciocho años atrás y que quizá hubiese sido más feliz si la hubieran dejado pintar cuadros como ella quería.

viernes, 6 de abril de 2012

Cartelera Ruthwen: Los intrusos

Hacía muchísimo tiempo que quería ver esta película de fantasmas porque había leído que era incluso superior a La casa encantada de Robert Wise (véase reseña), para mí un hito dentro de este subgénero del cine de terror. Ahora que he conseguido verla, he de decir que considero que el listón del último film citado sigue sin ser alcanzado. Los intrusos me parece una muy buena película, fascinante y evocadora como sólo un largometraje de misterio en blanco y negro puede ser –tiene un innegable aire hitchcockiano–, pero de ninguna manera me consigue transmitir el desasosiego y la angustia de la obra maestra de Wise. Ciertos elementos de comedia como el escéptico protagonista masculino y algunos refuerzos por medio de la banda sonora la hacen relativamente ligera en determinadas escenas y esto, junto a la combinación alterna de secuencias propiamente de terror (algunas muy buenas) con otras más alegres proporcionan respiros al espectador que La casa encantada raramente da.

Alan Napier, Ray Milland, Gail Russell y Ruth Hussey en Los intrusos
El argumento –basado en una novela que desconocía: Uneasy Freehold, de la irlandesa Dorothy Macardle– nos cuenta la historia de Roderick y Pamela Fitzgerald, dos hermanos londinenses que se enamoran de una vieja casa deshabitada en la costa inglesa y deciden comprársela a su propietario, un militar retirado que se la cede por un precio económico. Por supuesto, hay un secreto: la casa esconde una oscura tragedia y la muerte de dos mujeres que, claro está, no descansan en paz. Un personaje esencial para desenvolver todo este misterio será Stella, la nieta del antiguo propietario e hija de una de las mujeres fallecidas.

La dirigía el norteamericano Lewis Allen en 1944, y contaba entre sus principales intérpretes con el gran Ray Milland, Ruth Hussey y la entonces casi debutante Gail Russell (era su tercer film). Su título original es The Uninvited¸ aunque cuando llegó a los cines españoles casi cincuenta años después de su estreno lo hizo con el algo desacertado Los intrusos. Hay una película también estadounidense de hace tres años de idéntico título original que aquí conocimos como Presencias extrañas y que se supone un remake de la asiática Dos hermanas, pero que da la impresión de tener también algunos puntos en común con Los intrusos. No la he visto, así que no puedo asegurar hasta qué punto puede inspirarse en la película de esta entrada.

miércoles, 4 de abril de 2012

Cartelera Ruthwen: El fantasma y la señora Muir

No sé si consigo interesar a alguien por los temas que trato en mis entradas del blog, pero al menos puedo aseguraros que lo logro conmigo mismo: a raíz del artículo del pasado año sobre Gene Tierney (véase) recuperé a uno de los grandes amores cinematográficos de mi juventud, y que en los últimos años tenía relativamente olvidado. La confección de dicho texto me llevó a volver a ver todos los clásicos de la actriz y muchos otros de sus filmes (aún tengo varios pendientes). Fue un verdadero regalo redescubrir El fantasma y la Sra. Muir (The Ghost & Mrs. Muir), que había visto unas dos décadas atrás o más.

Dirigida por Joseph L. Mankiewicz en 1947 –un año antes, Gene y el director ya habían colaborado en otra joya, El castillo de Dragonwyck–, en el reparto intervienen un espléndido Rex Harrison, un secundario George Sanders (protagonizó varias películas con Mrs. Tierney) y una jovencísima Natalie Wood, entre otros. La historia nos traslada a la Inglaterra de principios del siglo XX, y nos cuenta la historia de una joven viuda que decide retirarse con su pequeña hija y su criada a vivir a una casita de la costa junto a un pueblecito. Pero hay una razón por la que la vivienda le ha salido muy barata: está encantada. La habita el fantasma de un malhumorado y huraño marinero muerto en extrañas circunstancias. Lejos de amedrentarse por ello, la protagonista acabará entablando una bonita y duradera relación con tan peculiar personaje.

Magníficos Gene Tierney y Rex Harrison...

Una comedia con su pequeña dosis de melancolía ante la que es imposible no quitarse el sombrero. Con maravillas como esta es fácil dejarse llevar por la nostalgia y el entusiasmo y afirmar sin pensárselo que ya no se hacen películas de tal calado ni hay directores y actores como los de antes, pero creo que eso no sería una opinión del todo justa y objetiva...

Cómo destrozar un clásico en dos sencillos pasos

No hace falta acompañar la siguiente entrada con textos. Creo que los gráficos son lo suficientemente explícitos...