"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

martes, 27 de diciembre de 2016

Carrie Fisher... sin palabras

Sin palabras, o con muy pocas, dado el estado de ánimo. Hoy la tarde se me ha presentado especialmente mala a nivel personal y ha acabado rematada con la noticia de la muerte de Carrie Fisher a los 60 años. Sabía de su percance el pasado viernes y confiaba en su recuperación, pero parece que no ha sido así. Nunca fui fan ni seguidor de ella; de hecho, creo que su carrera como actriz fue peor que mediocre, pero tuvo la suerte de encarnar a un personaje icónico en la Historia del Cine. ¿Quién no conoce a la Princesa Leia? ¿Quién puede olvidar aquella primera aparición en 1977, cuando los niños de entonces quedamos deslumbrados por la epopeya galáctica de George Lucas? Un solo papel le valió la inmortalidad a la actriz; ese mismo rol le había devuelto de nuevo a la gran pantalla con la tercera trilogía de Star Wars. Ahora ya sabemos que su aparición en el próximo Episodio VIII será póstuma. ¡Buena suerte en el otro mundo, querida Carrie!

Missing Scotty

Como dijo aquel, respetos al máximo a todos los artistas musicales que nos han dejado este año, pero cada uno barre para su propia casa y la cabra tira al monte: para un servidor la gran pérdida de este año ha sido SCOTTY MOORE. Para mí era mucho más que un ídolo musical o que mi último gran mito vivo; siendo guitarrista autodidacta, sus solos, riffs y fraseos fueron mi escuela. A Scotty le considero “mi maestro en la distancia” y mi mayor influencia en la guitarra junto con Eddie Cochran. Oír los discos de ambos y querer emularlos fue un paso lógico e inevitable que llegó seguido. Por haber desarrollado la parte más importante de su carrera en una época en la que el “guitar hero” aún no se había reivindicado y en la que la guitarra rock estaba naciendo, creo que la historia nunca le hará justicia; prueba de ello es que los medios menos especializados dieran a su muerte este pasado junio mucha menos difusión que a la de otros personajes de menor calado e importancia que le antecedieron o le sucedieron en este fatídico 2016.

Hoy por primera vez desde que lo sigo hace treinta años no puedo celebrar el cumpleaños de Scotty: hubiesen sido 85. 😢

sábado, 24 de diciembre de 2016

Rogue One

Más de una semana después de acudir al preestreno de Rogue One, aún sigo deslumbrado por su visionado tras la apabullante retahíla de imágenes que la componen. Porque lo que creo que es innegable es que la nueva película de la saga de Star Wars, a nivel visual, es intachable; un espectáculo, una maravilla del diseño artístico y de producción y de los efectos especiales. Claro que también hay que decir que, hoy en día, con los medios técnicos disponibles y con un buen presupuesto, eso es bastante fácil, y lo cumplen muchísimos largometrajes que al final resultan no tener más que eso, una impresionante presentación. El nuevo trabajo de Gareth Edwards va para mí un poco más allá, pues consigue también reunir personajes atractivos, actores entregados y una trama interesante que atrapa desde el principio.

Es cierto que Lucasfilm/Disney también se ha asegurado buena parte de la simpatía y de la complicidad del espectador al relacionar y ambientar la historia del film directamente con la primera película de la serie, pues Rogue One entronca cronológicamente con los acontecimientos de La guerra de las galaxias de George Lucas (o Una nueva esperanza para los más modernos, que no es mi caso). Por ello, en esta nueva precuela (o intercuela, según opiniones) encontramos a muchos de los personajes más clásicos como Darth Vader o el Grand Moff Tarkin, así como las naves, armas, vehículos y droides de su más lejana predecesora, e intenta imitar el ambiente y entornos de aquella dentro de las diferencias que pueden marcar la tecnología y el diseño de producción modernos, lógicamente muy por delante de los que existían hace cuarenta años. Esta baza segura para ganarse a los fans más acérrimos ya la usó la productora del film en el Episodio VII, pero de una forma más forzada y menos honesta, al intentar que toda la imaginería, maquinaria y atrezzo se parecieran a los de la trilogía original cuando, en realidad, se supone que entre las tramas de esos dos capítulos han pasado treinta años y tenía poco sentido. Por esto, y por un montaje, un argumento y un guion mejor hilvanados (o parcheados) y menos forzados, Rogue One me parece que aventaja un tanto a El despertar de la fuerza y es para mí superior. Parece que todo aquel miedo cuando se habló el pasado verano de que se rodaba buena parte de la película de nuevo era en vano, aunque sorprende ver en la cinta que muchas de las escenas que vimos en los primeros tráileres no aparecen en el montaje final, obvia señal de todos estos cambios introducidos posteriormente.

Atractivo reparto internacional con robot simpaticón

Pero Rogue One y sus artífices corrían también algunos riesgos comedidos. En primer lugar, este es el primer largometraje de acción real de la franquicia que transcurre ajeno a la saga oficial y los personajes clásicos, y como tal es una especie de experimento. El único precedente había sido el capítulo piloto de la serie de animación The Clone Wars en 2008, pues no olvidemos que las dos películas de los ewoks de los años 80 se hicieron originalmente para televisión, aunque aquí las viéramos en pantalla grande. Aún con todo, pese a que se nos presenta como un spin-off o intercuela, podemos asimilar Rogue One igualmente como una precuela o incluso como un capítulo estándar de la saga (¿Star Wars. Episodio 3.5?). La película de Edwards también prescinde de algunos elementos clásicos como el famoso texto inicial que nos introduce en cada uno de los capítulos normales y hasta de un componente tan esencial y querido como es la música de John Williams. Le sustituye a la batuta el prolífico Michael Giacchino, quien ha compuesto una banda sonora tan meritoria (¡en tan sólo dos meses!) como poco arriesgada, pues se ha movido por los patrones y frases tradicionales del compositor habitual de Star Wars y ha escrito una partitura claramente amparada en las de Williams, aunque interesante, atractiva y con gancho (se me ocurre que esa The Imperial Suite es una apropiada sucesora de la legendaria The Imperial March, ambas piezas ominosas e imponentes).

Tarkin/Cushing: el gran error de Rogue One
Y ahora viene el más importante de los grandes riesgos que creo que ha asumido la cinta que reseño, y que creo que constituye su único resbalón significativo: parecía bastante evidente que habría al menos dos personajes de La guerra de las galaxias que aparecerían en Rogue One; la duda que se mantuvo entre los fans hasta el último momento era si estos serían recreados por nuevos actores, o si lo serían por animación computerizada. Lucasfilm optó finalmente por esto último, y el resultado lo podemos ver sobre todo en las escenas en las que aparece el Gran Moff Tarkin, que en su día interpretara el legendario Peter Cushing (el “otro” personaje no lo desvelaré, aunque su aparición es mucho más breve y entiendo que ha sido autorizada por la persona que lo interpretó originalmente). Siempre me he opuesto a que se recree para la pantalla a actores fallecidos –y por lo tanto, se haga sin su consentimiento– salvo que sean casos comprensibles como los de Oliver Reed o Paul Walker, que murieron en mitad de un rodaje. Lo que nunca hubiera imaginado es que fuera a ser precisamente mi actor favorito el primer experimento extenso de esta moralmente discutible aplicación del CGI. Creo que el Tarkin de Rogue One no le hace justicia porque en ningún momento logra captar la espléndida y maravillosa mirada del genial actor británico, mérito hoy en día imposible ni con estas avanzadas técnicas, y que su personaje en la nueva película de Star Wars se presenta robótico y deshumanizado. Aunque los creadores de este supuesto prodigio técnico se han dado mucho autobombo, yo no estoy seguro de si entenderlo como el supuesto homenaje a Cushing que dicen que es, o como algo más cercano a un sacrilegio éticamente cuestionable. Personalmente hubiese preferido que Tarkin hubiese sido interpretado enteramente por otro actor que guardara un parecido razonable con el original y basta. Tampoco los nuevos Obi-Wan o Han Solo tienen un parecido exactísimo con Alec Guinnes y Harrison Ford. (Además, Guy Henry, el hombre sobre cuyo rostro se ha recreado el de Cushing, es algo más alto que él, y eso no lo han intentado disimular en las escenas en las que aparece).

Por otro lado, la inclusión de un personaje tan icónico como Darth Vader ha corrido mejor suerte al tratarse de un personaje enmascarado que no debe mostrar ningún rostro. A destacar la tremenda escena que constituye su aparición final, y que pone los pelos de punta. ¡Nunca antes Darth Vader me había parecido tan terrorífico y amenazador!

Anotar que este es también el primer film de Star Wars cuyo título no se ha traducido, algo que normalmente no me gusta, pero que en este caso me parece relativamente aceptable, pues la palabra rogue tiene una difícil traducción en el contexto de la película. Rogue alude a una persona inconformista, independiente, que va por libre o vive alejada o desprendida de la sociedad y de los demás. El título alude claramente a su protagonista, y uno de los personajes se inspira en ese rasgo de ella para bautizar así a la nave que los transporta, por lo que “rogue one” se puede adjudicar a varios elementos de la película e incluso, como bromeaba su director, a la propia película, al ser un capítulo independiente, distanciado o diferente de la saga…

Felicity Jones, nueva heroína de la saga
Destacar, por último, el atractivo elenco internacional que los productores han reclutado para la película, encabezado por una destacable Felicity Jones, últimamente muy de moda y aún más activa profesionalmente. Ben Mendelsohn conforma –una vez más– un villano aprobable, Diego Luna un compañero más que aceptable (un acierto que no se plasme de manera evidente una posible historia de amor entre la pareja protagonista), nombres de la talla de Forest Withaker o Mads Mikkelsen , y el robot interpretado por Alan Tudyk me parece un digno sucesor (¿o es predecesor?) de los androides clásicos de la saga como contrapunto cómico acertado y comedido, pues a nada le tengo más miedo que a ese terrible recurso llamado comic relief con el que nos obsequian a menudo en muchas películas comerciales y que las más de las veces rechina, espanta y logra arruinar más de una escena, cuando no todo un largometraje.

Dice un amigo mío que lo mejor de las películas de Star Wars es la expectación que generan; los meses que transcurren antes de sus estrenos, en los que vamos acumulando con ansia, emoción y cuentagotas la información y las imágenes que sobre ella se nos van proporcionando, y añado yo que a eso hay que sumar todo el “aparato” comercial, publicitario y social que rodea a cada estreno de la franquicia que ideara George Lucas: libros, discos, cromos, figuras, videojuegos… Cualquier entrega galáctica es mucho más que una película, y como tal he disfrutado todas –desde la primera hasta la última– y espero seguir pudiendo hacerlo. En el punto de mira queda ahora el Episodio VIII –que, según algunas fuentes, se titularía Forces of Destiny, aunque no hay nada confirmado–, el todavía lejano 15 de diciembre del próximo año.

Quiero finalizar este largo artículo deseando una pronta recuperación a nuestra querida Carrie Fisher, en estos momentos hospitalizada en estado grave tras sufrir un infarto ayer viernes 23 de diciembre.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Michèle Morgan

Aunque nuestro amigo Kirk Douglas ha logrado alcanzar la increíble edad de un siglo, muchos otros de sus colegas no han logrado tan meritorio récord, pese a que se han quedado cerca: ayer nos dejaba una de las grandes damas del cine francés a una edad más que respetable y muy cercana a la del galán hollywoodiense: Michèle Morgan fallecía a los 96 años, tan sólo dos días después de que lo hiciese Zsa Zsa Gabor a los 99. La legendaria actriz gala había abandonado la actuación en 1999, después de más de seis décadas dedicadas a la profesión (ya en 1938 había participado en la clásica El muelle de las brumas). La mayor parte de su extensa filmografía la rodó en su país natal, aunque Inglaterra y, por supuesto, Hollywood, la tentaron durante algún tiempo. Cuentan las crónicas que iba a ser la protagonista de Casablanca hasta que cierta sueca avispada aceptó cobrar la mitad del sueldo de Michèle para obtener el papel que la inmortalizaría. En el olimpo cinematográfico galo todavía nos queda la no menos mítica y aún más veterana Danielle Darrieux, con 99 años.

martes, 13 de diciembre de 2016

Los valientes andan solos

Quería homenajear al gran Kirk Douglas en su centenario revisando algún clásico suyo, pero no me decidía por cuál (mi película favorita suya siempre ha sido Senderos de gloria). El propio actor me ayudó a escoger cuando leí en una entrevista reciente que su trabajo preferido de entre los que rodó era Los valientes andan solos, dirigida por David Miller en 1962. Vi esta película hace muchos años, en los 80, pero sólo recordaba de ella el final –y durante mucho tiempo lo confundí con el de El ídolo de barro, error del que salí recientemente al revisar esta última–. Kirk interpreta a un vaquero rebelde e independiente que no se adapta a las restricciones ni a los tiempos modernos lo que, cómo no, acabará metiéndole en problemas con la ley. Un papel y una película hechas a medida del actor en la que le acompañan Walter Matthau y Gena Rowlands, con paisajes y planos embriagadores y bellísimos, como aquel que la cierra, y que no desvelaré para quien no la haya visto y deseé hacerlo.

Por cierto, volviendo a ver la cinta me he dado cuenta de dónde salió la trama para la novela y la película Acorralado. Demasiados coincidencias para que sea casualidad. El de Miller es un largometraje menos exagerada, menos violento, mejor interpretado, pero la idea está ahí. Hasta el helicóptero. Y las dos con música de Jerry Goldsmith, lo que refuerza ese parentesco....

viernes, 9 de diciembre de 2016

INMENSO Kirk Douglas

¿Qué se puede decir a estas alturas de un mito como Kirk Douglas, que hoy alcanza nada menos que el siglo de vida? Poco que no se haya dicho ya. Los periódicos y publicaciones, virtuales y físicos, se llenan este viernes 9 de diciembre de 2016 de homenajes a la trayectoria vital y artística de esta leyenda del Cine, por lo que sólo puedo recomendaros que echéis un vistazo a los más selectos de ellos, que sin duda podrán ofreceros información más novedosa e interesante que la que puede aportar este humilde blog…


domingo, 4 de diciembre de 2016

La reina de España

Tras considerarlo durante algunos días, me decido por fin a ver la última película de Fernando Trueba, La reina de España, más que nada por el buen recuerdo que tengo de su predecesora, La niña de tus ojos, que sin entusiasmarme me resultó entretenida (de hecho, la volví a verla el día de antes de ir al cine para refrescarme la memoria). La impresión con que salgo de la secuela es más o menos similar: una cinta con la que se pasa el rato que te hace aflorar alguna sonrisa puntual y de la que me gusta la recreación del Madrid de los años 50 y la ambientación en los estudios y rodajes cinematográficos de la época. Me reencuentro también con un tipo de cine que ya casi no se hace, un cine español al que hasta podríamos llamar ya clásico que me remite a mis visitas a las viejas salas de hace dos o tres décadas. Ciertamente la comedia de Trueba tiene poco con ver con la comedia que se rueda en España en los últimos tiempos, que mayoritariamente me parece insufrible y de la que en general suelo huir. De los directores nacionales ya largamente consagrados del país y todavía en activo, este madrileño es el que tiene para mí una de las filmografías más atractivas, pues Garci me resulta aburrido, y a Almodóvar lo detesto directamente, y otros realizadores de los que era seguidor, como es el caso de Gonzalo Suárez, llevan mucho tiempo sin estrenar nada.

Interesante también reencontrarse con toda una serie de actores a los que no veía desde hacía mucho tiempo, como pueda ser el caso de Antonio Resines, Neus Asensi, Jorge Sanz, Jesús Bonilla, Loles León o María Rosa Sardá, todos ellos veteranos de la escena y de la pantalla. Penélope Cruz es una actriz que me llama menos, pero que me parece correcta en la cinta, y sólo he de lamentar la presencia de Santiago Segura, en mi discutible opinión un histrión de dudoso talento que ha hecho más daño al cine patrio que otra cosa rescatando un género que costó mucho erradicar como es el de la españolada. A mencionar la presencia en papeles secundarios de varios actores extranjeros como Clive Revill, Cary Elwes y Mandy Patinkin (curiosamente, dos artistas a los que descubrí en la misma cinta, ahora que caigo: La princesa prometida), y no dejaré de destacar la clara crítica al franquismo que hace el director, que obviamente ha molestado a más de un sector retrógrado de esos que aún perviven en nuestro país dando coletazos.

Terminaré esta breve reseña lamentando el triste boicot que, según veo, se ha iniciado contra Trueba a raíz de unas declaraciones que hizo (y sacadas de contexto) en las que decía que no se sentía español. Es vergonzoso que se haga esto y se tolere a un delincuente probado como Almodóvar, por no hablar ya de la banda de mangantes que nos gobierna, y que el pueblo parece reelegir una y otra vez. En la web IMDB, el archivo cinematográfico más importante de internet, de las 218 valoraciones que tiene la película a día de hoy, 102 le han puesto un 1, algo que se ha hecho claramente por puro despecho y seguramente por gente que ni ha ido a verla (tampoco me parece sincero que le pongan un 10, como han hecho otros, quizá para contrarrestar la intolerancia de los boicoteadores). Algo parecido ha ocurrido en Filmaffinity, todo ello al parecer instigado por algunos grupos de derecha tan exacerbados como irreflexivos. El retraso mental de este país es más que considerable; así no tiene nada de extraño que uno no quiera identificarse con él, la verdad. En fin, hasta las narices de tanto facha de postín y de tanto tonto, para qué nos vamos a cortar a estas alturas…